En el primero, incluye las obras de Carlos Luis Fallas Sibaja, Fernando Durán Ayanegui, José León Sánchez Alvarado, Alberto Cañas Escalante, Abel Pacheco. Aquí, la mezcla es más compleja y escapa a toda lógica sistemática, se atiene más a cierta temática. Por ejemplo no cita a Yolanda Oreamuno Unger, ni a Rima Rothe de Valbona.
En la corriente existencialista ubica a Carmen Naranjo, Quince Duncan Moodie y Julieta Pinto.
Termina su trabajo con la afirmación de que, a partir del gobierno de Rodrigo Carazo 1978-1982, se abre un nuevo período histórico costarricense. Sólo lo indica pero no hace referencia a sus características.
Este trabajo reúne todas las características apuntadas anteriormente sólo que amplificadas. Es rico para observar la disparidad de criterios usados a la hora de clasificar a nuestros escritores.
Manuel Picado publicó Literatura, Ideología, Crítica. Notas para un estudio de
Dice:
"Originalmente, las presentes líneas tenían como tema el análisis de algunas muestras de la producción narrativa costarricense publicadas en un período aproximado que oscila entre 1940 y
Y define el corpus escogido o como él llama, período:
Para referirnos a estos autores (sólo escoge seis: Adolfo Herrera García, José Marín Cañas3, Carlos Luis Fallas Sibaja, Fabián Dobles Rodríguez, Joaquín Gutiérrez Mangel y Yolanda Oreamuno Unger)4:
"y a sus obras. Se usará el término de período 1940-1950, en el entendido de que el vocablo no tendrá ningún sentido técnico, sino que será manejado en su acepción corriente de unidad cronológica. Esta denominación obedece únicamente al hecho de que es por esa época cuando se da la eclosión del grupo de novelas y autores que nos han ocupado"5.
Es importante señalar que después de don Abelardo Bonilla Baldares, es Manuel el primero en ofrecer una preocupación metodológica rigurosa y una gran honestidad teórica. Es curioso que, a pesar de que Juan Varela, la única novela de Adolfo García Herrera, se publicara en 1939, Manuel la incluyera en su corpus, intuición acertada pues pertenece a la misma generación que los otros que escogió, como la que más.
No sólo es honesto desde el punto de vista teórico-metodológico sino que señala la poca claridad que existe en el tratamiento de los conceptos generación y período y la variedad de usos que de ellos se hacían (y se hacen). Concluye indicando lo necesario de precisar esos vocablos y recomienda la lectura de Julius Petersen y Ortega y Gasset. Es por estas razones que creemos marca un hito en la investigación literaria de la literatura costarricense. A pesar de ello se siguieron haciendo trabajos sin tomar en cuenta sus observaciones.
Mario Alberto Marín publicó un artículo titulado Un monumento a la novelística costarricense, en
"...según la importancia de su tema, esencialmente arraigado en nuestra realidad histórica y cultural"2.
Y agrega:
"adecuada tipificación de los personajes, habilidad demostrada en el manejo de la trama y la pertinente ambientación"3.
Para ubicar las novelas dice:
"Las incluiremos dentro de las tres generaciones literarias que reconoce el joven crítico Jorge Valdeperas, en su ensayo, Para una interpretación de la literatura costarricense: la generación de 1900, la de 1940 y la de
Como su posición metodológica la apoya en Valdeperas, lo correcto es reseñar este ensayo.
Jorge Valdeperas define así:
"Nuestra posición materialista dialéctica nos impide considerar la existencia de verdades absolutas, pero también nos hace estar firmemente convencidos de que sólo mediante acercamientos progresivos, mediante verdades relativas puede el hombre avanzar en el conocimiento cada vez más perfecto (sic) de la realidad"5.
Y nos habla de generación, período, época, etapas, etc. con la misma confusión que hemos venido señalando.
Dice:
"Metodológicamente, hemos partido de una puntualización de los valores fundamentales, creados en un período determinado por la interacción de fuerzas sociales objetivas, para de allí pasar a enfocar el producto literario".1
Esto no contraviene la metodología de las generaciones, es correcto y nos parece pertinente su uso, lo mismo que cuando afirma:
"Las características generales de períodos específicos han sido tratadas tomando en consideración únicamente las tendencias y contradicciones fundamentales, es decir, aquéllas que de alguna manera les brindan su identidad".2
Esta posición es importante y le permitirá, seguramente, comprender el por qué dentro de una misma generación como la de 1942, coexisten posiciones encontradas que afirman la misma generación. Pero a la hora de ubicar a los escritores o sus obras, cae en los mismos errores en que otros incurrieron:
"Un primer grupo de escritores que se ubican hacia las postrimerías del siglo pasado y los inicios del actual- conocida como la generación de 1900- a cuya cabeza encontramos a Joaquín García Monge y a Carlos Gagini, y que es con el que propiamente arrancan los intentos serios de elaborar una literatura autóctona".3
Y prosigue:
"Una segunda circunstancia feliz para las letras nacionales se produce hacia 1940 - la llamada generación del 40- y, finalmente, de la encrucijada histórica que para Costa Rica han significado los hechos del
No es cierto que todos los novelistas, de la que ellos llaman generación del 40, y que técnicamente corresponde a la generación de 1942, tengan esa tendencia socialista. Habrá ocasión de esclarecer este error en su debido momento. Por ahora basta señalarlo como producto de seguir textualmente lo que todos habían señalado. Observen que fija sus períodos o generaciones en tres momentos que habían sido fijados por Sotela, don Abelardo y otros: antes de 1900, de
"Ambas obras: Juan Varela y El sitio de las abras y quizás muy especialmente la proyección política del mismo Fallas fue, sin lugar a dudas, el eje alrededor del cual nace la novelística social de la década del cuarenta. Los acontecimientos del año 34, que son el foco principal de acción de la novela Puerto Limón de Joaquín Gutiérrez Mangel que, a pesar de que es bastante posterior a la de Fallas (1950), ha de haber tenido su período de generación por esa época".1
Otro trabajo que merece, por su contenido, ser analizado y citado es el de Álvaro Quesada Soto, La formación de la narrativa nacional costarricense (1890-1910). Enfoque histórico-social.1 Es, sin temor a equivocarnos, el estudio más serio y rico de los últimos años. Fue publicado en 1986. De él haremos referencias posteriormente, cuando nos aboquemos al análisis de ese "período", que para nosotros es el último de la época moderna y que se llamó Período Naturalista, y va desde 1890 (coincidimos con el autor) hasta 1934.2
Álvaro Quesada Soto utiliza los mismos criterios de Jorge Valdeperas, en la clasificación de los autores y sus obras por lo que cometerá las mismas imprecisiones en ese aspecto. Así, confundirá o hará como sinónimos generación con período y época, etc. Un ejemplo:
"En esta primera década del siglo se definen las nuevas posiciones, las alianzas, y las transformaciones del liberalismo".3
Y refiriéndose al término generación dice:
"La diferencia es más notaria en el caso de Manuel Argüello Mora, que pertenecía a una generación anterior a la que perteneció la mayoría de los escritores de ese período".4
Manuel Argüello Mora perteneció al período anterior, llamado Romanticismo que va de
Luego agrega:
"En estos autores, la edad de oro de las costumbres costarricenses no coincide ya con la edad de oro de la rancia aristocracia cafetalera, que Manuel de Jesús Jiménez ubicaba en el período 1850-1870. La edad de oro de esta oligarquía de medio pelo coincide con la época de gestación de las reformas liberales, el período de gobierno del general Tomás Guardia (1870-1882). Esta etapa histórica coincide a su vez con la infancia y adolescencia de los propios escritores, es el período al que dedica Magón la mayor parte de sus relatos".
Aclaremos algunos aspectos para que se esclarezca la importancia conceptual y cómo cobra claridad y sentido las apreciaciones de don Álvaro Quesada Soto. Lo que él llama período de 1850-1970, 1no es sino parte de una generación, la última del período anterior, la generación de 1912 y que se ha llamado Mundonovismo.
Afirma Álvaro Quesada Soto:
"Vimos en un principio cómo los aspectos contradictorios de la estructura patriarcal-oligárquica se manifestaron en todos los niveles de la vida costarricense en el período 1850-1870. La nueva estructura liberal-oligárquica que se establece durante el período 1870-1890, no es menos contradictoria"2.
Observemos que lo que él llama período 1850-1870 corresponde al Período Romántico y va de
En otro apartado dice el autor:
"Los historiadores de nuestra literatura coinciden en señalar cómo entre los años 1890 y 1900 surgen una serie de fenómenos culturales y literarios totalmente nuevos".3
Notemos que ese lapso de tiempo establecido por él, tomándolo de otros autores, casi corresponde a la generación de 1882 que tiene su vigencia de
Otro ejemplo testimonia lo que venimos afirmando.
Dice:
"La diferencia es más notoria en el caso de Manuel Argüello Mora, que pertenecía a una generación anterior a la que perteneció la mayoría de los escritores de este período"4.
Por supuesto, no sólo perteneció a otra generación sino a un período anterior. Manuel Argüello Mora fue el único novelista costarricense de la generación de 1852, es la última generación del período romántico y tuvo su vigencia de
Es importante mencionar un trabajo reciente y quizás el más importante de los últimos años. Nos referimos a 100 años de literatura costarricense de las investigadoras Margarita Rojas González y Flora Ovares, publicado en 1995.1
1. La primera parte la hacen corresponder a la segunda mitad del siglo XIX. De
2. La segunda agrupación la ubican de
1. Generación del Repertorio.
Comprende las décadas iniciales del siglo XX. Son los escritores nacidos entre 1870 y 1880 y los llaman la generación de los intelectuales. Van de
2. Establecen un lapso de tiempo que va desde
3. Se refieren a los años que van de
Comentan la obra Al Pairo de Jorge Montero Madrigal, Una casa en el barrio del Carmen de Alberto Cañas Escalante (1920), El diario de una multitud de Carmen Naranjo Coto (1930), Ceremonia de Casta de Samuel Rovinski Grüzco (1932), Las sombras que perseguimos de Rima Rothe de Valbona (1931), comentan algunos relatos de Myriam Bustos Arratia (1933), la novela El despertar de Lázaro de Julieta Pinto González (1922), La isla de los hombres solos y Tenochitlan de José León Sánchez Alvarado (1928).
4. Es la última etapa y la ubican de
Como podrá notarse no existe una clasificación uniforme; a veces interesa la publicación de la obra y otras la fecha de nacimiento del autor. Pero el elemento que más toman en cuenta pareciera ser los acontecimientos históricos importantes que agrupan a los escritores, tales como
Esto lleva a las autoras a ubicar escritores que pertenecen a diferentes generaciones como si fueran de la misma y a cometer errores de apreciación que tendremos oportunidad de señalar cuando comentemos las diferentes generaciones de los novelistas costarricenses.
Por último haremos referencia a un ensayo de Álvaro Quesada Soto, que publicó poco antes de su muerte en Enero del año 2000 y que tituló: La narrativa costarricense de fines de siglo.1
Álvaro Quesada Soto, en este ensayo panorámico, como solía hacerlo siempre,2 comienza haciendo una síntesis apretada de los acontecimientos más sobresalientes de lo que se ha dado en llamar La segunda República, que tiene inicio, según los historiadores en el año de 1948, con lo que ellos llaman Guerra Civil. Después de citar los principales hechos como la abolición del ejército, la nacionalización de la banca, la participación del estado como sujeto importante en la educación, las comunicaciones, los seguros, la creación de empresas, y la modernización del Estado, divide la casi segunda mitad del siglo veinte en décadas:
La primera va de
A esta década, le asigna el nombre de promoción de 1960 y coloca en ella a escritores tales como Alberto Cañas Escalante (1920), Julieta Pinto (1922), José León Sánchez (1929), Carmen Naranjo (1931), Rima Rothe de Valbona (1931), Samuel Rovinski Grüzco (1932) y Virgilio Mora Rodríguez (1935). A Fernando Durán Ayanegui (1939), Quince Duncan Moodie Wiehoff (1940), Alfonso Chase Brenes (1945) y Gerardo César Hurtado Ortiz (1949), los coloca en un segundo grupo.4
Con excepción de Virgilio Mora Rodríguez, los autores citados en el primer grupo forman parte de la generación de 1957, llamada Irrealista. Virgilio Mora Rodríguez pertenece a la siguiente generación, que él llama el segundo grupo. Es la generación de 1972 y está conformada por los autores citados y muchos más que él no nombra.
La segunda gran división que hace es la de 1980. En esta década coloca a los escritores Linda Berrón Samudo(1951), Ana Cristina Rossi Lara (1952), Hugo Rivas (1954-1992), Rodolfo Arias (1956), José Ricardo Chaves (1958), Dorelia Barahona Riera (1959), Carlos Cortés Zúñiga (1962), Rodrigo Soto González (1962 y Fernando Contreras Castro (1963) y también incluye a Tatiana Lobo (1939) y Rafael Ángel Herra (1943).
Los dos últimos autores pertenecen a la generación de 1972, mientras que los primeros citados se incluyen en la generación siguiente, la de 1987. Dejó de incluir algunos autores de esta generación.
Como podrá notar el lector, salvo algunas incongruencias, la clasificación que realiza Álvaro Quesada Soto, se ajusta al método de las generaciones, casi puntualmente. Si el autor no le importara el año en que publica el novelista su obra, quizás la coincidencia sería más notoria.
Para concluir, hacemos una referencia puntual que esclarece nuestra preocupación con respecto a las clasificaciones que hacen los mismos autores de novelas. En el suplemento Áncora del periódico
Textualmente se pregunta, refiriéndose al escritor Alberto Cañas Escalante:
"¿Y cuál es su generación? No es ni la del 40- la suya por calendario, no por ideología- ni del todo la del
Fácilmente se infieren varios errores. Primero, las generaciones no se asocian necesariamente a las décadas (10, 20, 30 40, etc.), sino a una rigurosa clasificación metódica, tal y como lo explicamos al inicio de este texto. Don Alberto Cañas Escalante perteneció por calendario y por ideología a la generación de 1957 ya que nació en 1920. Es el primer novelista de esta generación a la que pertenecen, entre otros, Julieta Pinto González, Victoria Garrón Orozco (1920-2005), Álvaro Dobles Rodríguez 1923) (hermano de don Fabián), César Valverde Vega 1928-1989), José León Sánchez (1928), Carmen Naranjo Coto (1930), Rima Grettel Rothe de Valbona (1931), Samuel Rovinski Grüzco (1932) y otros más. Él es fundador del Partido Liberación Nacional y, casi todos ellos, forman una generación, en lo fundamental, con la misma ideología. Pertenecen a la última generación del período inicial de la época contemporánea, llamado superrealismo. Es la tercera y última generación de este período, llamada irrealismo y desde luego es de clausura, de cierre, de fin de período y no de ruptura, de iniciación.
Antes de morir Álvaro Quesada Soto publica una Breve historia de la literatura costarricense. También ahí utiliza los términos generación, período y época sin precisar los conceptos. Llega hasta a plantear una generación de Repertorio Americano, en donde incluye autores de varias generaciones y habla de períodos de formación de la generación del Olimpo sin distinguir conceptualmente generación, de período. Es una mezcolanza de términos que en vez de aclarar la sistematización, la empeoran.
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