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Un cliente feliz, hará grande tu país. Cuento

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 No sé si por tanta propaganda y noticias sobre el fin del mundo y los pueblos que se sublevan ante tantos gobiernos que los ignoran, lo cierto es que soñé y no fue una pesadilla, más bien una agradable visión, por lo menos para los que luchan por obtener ganancias de los consumistas ciudadanos.

De pronto me encontré en un enorme, casi una ciudad, supermercado, con enormes pasadizos, impecablemente limpios y unos estantes cargaditos de toda clase de mercaderías, debidamente acomodadas y casi hechizando las miradas de los clientes que diverída y cómodamente se desplazaban por ellos.

Pero lo más sorprendente y original de todo era que los carritos para echar las mercaderías escogidas, de vistosos colores y todos los tamaños eran halados por perros. ¡Que belleza, mascotas de todos los tamaños, colores, clases y bellamente decorados de angelitos, diablillos, hadas, extraterrestres y los más variados disfraaces. Los niños se volvían locos tomados de un cordoncito que tiraba al perro que con cuerdas doradas o plateadas hacían caminar el carrito. Sin duda alguna eran mascotas adiestradas paara tal oficio y esmeradamente cuidados de tal manera que sus necesidades vitales quedaban en bolsitas especiales discretamente colocadas que simulaban otros adornos más a esas encantadoras carrosas perriles. Los padres y los adultos de la familia solo tomaban los productos y con sumo cuidado los colocaban en los encantadores carritos. Aquello más que un supermercado se asemejaba a un parque de diversiones.

Y lo más sorprendente era lo que sucedía en los enormes parqueos. Los perritos llevaban la mercadería de sus carros hasta el propio automóvil del comprador. Esperaaaaba que descargaran su mercadería y luego recibían del niño o cliente una galleta que previamente le daba el cajero después de pagar la acuenta. El perro sólo ya volvía a su sitio original. Ahí en una sala especial, lo atendían los veterinarios, lo cambiaban de atuendo y los enviaban nuevamente a su trabajo.

Sin duda alguna toda una innovación que tenía por finalidad:

 Un cliente feliz hará grande a tu país.

Tierra Virgen. Poemario de Flory Chaves Quesada

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Tierra Vrgen

TIERRA VIRGEN

 

Poemario

 

Flory Chaves Quesada

 

Flory Chaves Quesada nació en El Carmen, San José Centro, el día 12 de marzo del año 1932 y vivió en uno de los barrios históricos de San José, Aranjuez. Es hija de don Joaquín Chaves y la señora Sofía Quesada. Los estudios primarios los realizó en instituciones importantes de la capital. Es doctora en Filosofía y profesora de esa disciplina en Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica desde 1978. Catedrática de esa institución educativa. Estudió además, Educación y Economía y Pintura con el profesor José Ureña Monge, de escultura en la Casa del Artista y de ballet con Roberto Snowball y Teresita de Marsdem. Habla varios idiomas. Ha escrito y publicado varios poemarios y uno sobre crítica literaria: Juana de Ibarbourou, una visión filosófica (2000). Tiene además publicados abundantes artículos y ensayos en diferentes revistas costarricenses y la revista Studi Sciacchiani de Génova, Italia.

 Ha realizado varias exposiciones artísticas. La primera (1958-1959) en Quezaltenango y durante los años, 1987, 1988, 1989, 1990, 1991, en varias instituciones del país, como el Banco Nacional de Costa Rica, la Galería de Arte de ese banco y la Universidad de Costa Rica.

 

PISCIS

 

Amo los peces,

porque ven sin mirar,

viven sin saber,

del tiempo la caducidad.

 

Vuelta y más vuelta

en el agua.

Vuelta y más vuelta

en el tiempo.

 

movimiento,

cambio de colores,

rutas en el agua.

 

¡Silencio!

Hay quietud en el agua.

¡El instante

que se vive!

Y de nuevo

movimiento,

peces,

colores en fuga.

 

 

HERMANO

 

Hermano

detén tu paso,

hablemos.

 

¿Por qué

has perdido la risa?

¿Por qué tanto dolor

en tu mirada leo?

¿Te pesan mucho tus penas?

 

Ven,

también yo tengo penas,

pintemos

nuestras penas de colores,

amarillas, y blancas,

como las margaritas.

 

Toma mi mano,

toma mi fuerza,

tu fardo y el mío,

uno solo,

para compartirlo

para sufrirlo,

para llorarlo.

 

Ven,

Subamos juntos

la encarpada cima.

En la cima

la dicha encontraremos.

 

La dicha

de ser menos barro,

de ser más claridad.

 

 

AMOR SIN RETORNO

 

Mi amor por ti

ha nacido en mi huerto

como la mala hierba,

sin razón,

salvaje,

quitándome el espacio

y la fuerza vital

 

Nacido y crecido

a la sombra de mis sueños,

era un ideal,

era solamente mío.

 

Mas, el amor

es relación

y tú nunca quisiste

compartirlo.

 

Aunque me duela,

aunque mis manos

queden destrozadas

me arrancaré este amor,

que no tiene compañero.

 

Prefiero morir un día,

a deshacerme

poco a poco

crucificada

con tus espinas

 

 

Poesía nítida, sencilla, llana como el agua cristalina de un manantial. Flory Chaves Quesada, escoge las imágenes de sus recuerdos, de sus vivencias y con suma ternura va deshojando ese ramillete lleno de vida, de dolor, de angustia, y de amor.

 

En el poemario, el lector encontrará ese yo poético profundo y cristalino que despertará en su interior ese desasosiego existencial que, estoy seguro, le hará sentir el dolor, el amor, el paso del tiempo y por qué no la esperanza renovada en la palabra.

Sibú habló por boca de su hijo, la serpiente

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SIBÚ HABLÓ POR BOCA DE SU HIJO, LA SERPIENTE

 

Sibú llamó a su hijo y así le habló. Así habló a su hijo único de la serpiente.

Es la hora, hijo salvado de la hoguera cuando quemaron a tu madre y su esposo, la serpiente que  yo había utilizado. Así me dijo, mi padre Sibú.

Los hombres han desobedecido las leyes de la naturaleza. Se rebelan. No siguen su consejo.

Los hombres son malos con la madre naturaleza y serán castigados. Así dijo Sibu que lo comunicara a todos.

Cortan los árboles. Esto dijo y envenenan con sus excrementos las aguas. Por eso mueren los animales y el sol penetra en sus entrañas. Esto fue dicho por Sibú.

Los montes se ven desnudos. Desnudos parecen los montes sin árboles y solos. Ya no habitan en ellos los pájaros ni los reptiles. Solo quedan grandes rocas, duras y sin vida.

Sibú siguió diciéndome. Dígale a los hombres. La maldad de ellos ha hecho que el agua baje violentamente y destruye todo a su paso. Nuestros ranchos caen en sus aguas y son arrastrados por los senderos llenos de piedras. El agua no alimenta nuestras semillas. El agua se las lleva lejos y las destruye.

Los pueblos parecen lagunas y los hombres no encuentran refugio en ningún lugar.

Todo se inunda y no hay comida para los niños, ni los hombres, ni las mujeres.

El sol llega hasta lo poco que ha quedado y lo quema. No germinan las plantas porque el sol quema sus tiernas hojas.

No hay ya el perfume de las flores que subía por los aires y cubría con su manto los rayos venenosos del sol.

Todo queda desierto y la vida huye de nuestra madre tierra.

Los hombres son malos. Escarban en las rocas en busca de piedras amarillas. La búsqueda de poder los lleva a la muerte.

Sí, mi hijo de la serpiente y la india. Busca a los hombres y los reúne en el monte Boruca, cerca de la laguna y les dice todo esto.

El hombre es malo, mata a su hermano, roba y viola las leyes naturales. Solo quiere el brillo del sol y el poder supremo para destruir a nuestra tierra.

Es el principio del fin. La madre tierra sacudirá de sus entrañas los hombres malos. Unos morirán de hambre, otros de la enfermedad y los otros se matarán entre ellos. Entre ellos se matarán.

Entonces Sibú dijo. Esto dijo Sibú. Los astros se acomodarán de nuevo y después de dos noches y tres días la tierra estornudará. Sacará de sus entrañas los venenos que le han echado los hombres malos y se limpiará.

Esto dijo. Se limpiará del producto maléfico que los malos hombres le han echado. Así dijo.

Votará de sus entrañas lo podrido y comenzará un nuevo orden.

El sol llegará tibio y protector y la tierra volverá a germinar la vida.

Así habló Sibu y dijo que se lo comunicara a los malos hombres.

Así lo hice y por eso los convoqué.

El hijo serpiente miró a los malos hombres. Miró a los malos hombres y subió en forma de serpiente dorada por el fuego.

La tierra tembló, las aguas arrasaban todo, dos noches cubrieron la tierra y después salió el sol. El nuevo orden se dibujó en los astros y la madre tierra sonrió.

Así cumplió Sibú lo que le dijo a su hijo, la serpiente.

Historia de los momra

Historia de las Manrán

 

El Duende del Agua llegaba por una muchacha:

 

-         ¿Qué haces?

-         Nada. Aquí esperándote.

-         ¡Ah!, ¿me estás esperando?

-         Sí, te estoy esperando.

-         ¡Ah!, sí, pues ya llegué.

-         ¿Te gustan las mojarras?

-         Sí.

-         ¡Ah!, pues te traigo cuatro mojarras.

-         Ajá; hoy mismo las comeré, hoy mismo las comeré.

-         Te espero mañana. En la quebrada te espero para pescarte dos mojarras más.

-         Está bien, está bien.

-         Mañana iré, espérame arriba donde está la laja de Mamrán. Espérame allá en la laja grande.

-         Está bien.

 

Se fue el Duende. Al otro día:

 

-         Ve, ve por tus mojarras- le dice su madre-. Ve por tus mojarras, pero regresa pronto.

-         Está bien, pronto vuelvo.

 

      Se fue y llegó a la laja. Solo había una nutria echada asoleándose. Entonces regresó a su casa.

 

       Cuando amaneció:

 

-         ¿Qué haces?

-         ¿A qué vienes? Me dijiste: "En la quebrada te espero". Y te fuiste a buscar las mojarras. ¿Qué fue lo que encontré, cuando fui a buscarte? Una nutria. En la laja solo había una nutria echada asoleándose.

-         ¡Ah! Entonces te has enojado. Pero yo te llevé cuatro mojarras. Las cogí y te esperé, pero tú no llegaste.

 

         Cuando se enteraron de lo sucedido, ya su embarazo estaba muy avanzado.

 

         Entonces ella tuvo dos niñitas.

 

Tomado del libro del lingüista Adolfo Constela. Leyendas...de los Bibris

Leyenda de los Borucas, en Costa Rica. La gran serpiente

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La serpiente adorada

Historia de la gran serpiente

 

Una mujer joven amaba una gran serpiente y ésta salía de su cueva tras ella.

La mujer hacía chicha para la serpiente. La ponía en un calabazo y la iba a echar en la entrada de la cueva. En la entrada la echaba.

Cuando le había echado toda aquella chicha a la serpiente, ya la serpiente salía por aquí. Entonces ella reía, ja, ja, ja, reía.

-         Ya te has emborrachado, por ello es que sales.

 

Y entonces salía la serpiente, ésta era enorme. Salía y se enrollaba en el cuerpo de la mujer desde los pies. Cuando le llegaba a la cintura, caía la mujer, porque la serpiente era enorme. Y caía la mujer.

 

Cuando se enteró su madre, ya el embarazo de la mujer estaba muy avanzado.

Entonces le dijo su madre:

-         ¿Qué buscas hablando con esa serpiente? ¿Cómo es que hablas con ella? Ella te va a devorar, te va a matar.

Cuando su madre se enteró, ya la mujer estaba muy gorda con las serpezuelas.

Entonces allá fue su madre a hablar con los suquias.

-         ¿Qué haremos con esa muchacha?

-         La quemaremos. Iremos todos cuantos aquí vivimos a traer leña, a reunir leña para quemarla.

Se fueron todas las personas a reunir leña, entonces ella preguntó, diz que dijo:

-         ¿Por qué estáis reuniendo tanta leña ahora? ¿Por qué amontonáis leña? ¿Qué es lo que queréis hacer?

Dijo la mujer de la serpiente:

-Me van a quemar, seguro. ¿Estarán locos?

Su madre ya no la quería entregar. Entonces le dijeron:

-         Pues tú misma arderás; con tu hija vas a quemarte, tú también, porque no la queréis entregar.

Entonces encendieron la leña al otro lado de la quebrada. Encendieron la leña.

 

Luego llegaron por ella. Ella vivía por aquí.

Entonces llegaron por ella y se la llevaron.

-         ¿Qué queréis hacer con mi hija?

-         ¿Por qué vais a quemar a mi hija ahora

-         La quemaremos porque lo que ella va a tener son serpezuelas. Si nacen esas culebras, todo esto se convertirá en una laguna. Por todo saldrá agua. Y entonces las culebras van a vivir aquí.

-         ¿Por qué no matáis a la gran serpiente?

-         La mataremos lo mismo que a tu hija Ya le cerramos la entrada a su guarida. Para que no salga ya le cerramos la entrada a su cueva.

Entonces la llevaron al otro lado de la quebrada cerca de la guarida de su marido.

Allá la quemaron.

Entre todos cuantos vivían aquí, entre todos la amarraron. Y entre todos la echaron en medio del fuego. Allá se quemó ella.

Cuando murió aquella mujer los que estaban al mando dijeron: - Mataréis a todas las serpezuelas. Al lado del fuego os estaréis todos para matar las culebritas.

Cuando estalló la mujer, ellos mataron todas las culebritas. ¡Pun!, reventó ella y las crías salieron. Solo una logró huir. Solo la cola le pudieron herir. Solo una huyó.

En la Fila de Palmar, de este lado, allí vive la serpiente que escapó. Allá fue a quedarse.

Leyendas, cuentos, mitos de los indígenas costarricenses: El hechicero Loreto

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El hechicero Loreto

EL HECHICERO LORETO

 

Los antiguos nada sabían. No conocían la Palabra, solo pensaban en hacer el mal.

Así fue un viejo malvado llamado Loreto, un viejo de Boruca: vivía desnudo, tan solo pensando nada más que en hacer el mal a otros borucas. A él no podían hacerle daño, lo sabían; pero el mal que él deseaba hacer, lo hacía.

 

Los viejos borucas tenían mucho ganado en la orilla del mar, en un sitio llamado Punta Mala.

Decía mi abuelo que cierta vez un negro llamado Black le robó a Loreto una vaca, la mató y se la comió.

Como Loreto era Suquia, se enteró pronto. Cuando vio sus ganados, supo por medio de sus piedras que Black era quien había cogido su vaca, quien la había robado. Entonces dijo que algún día se las pagaría. Tendría que morir como él lo dispusiera.

Así fue. Pasaron los días y el estómago de Black empezó a crecer. No podía él ni ponerse de pie ni caminar; su vientre era una gran carga, no podía resollar. Entonces murió.

Black tenía un hermano llamado Cachimbo. Éste, antes de que Loreto se enterara de su existencia, se encontró con él en la misma Punta Mala.

El se detuvo allá en la orilla del mar y al día siguiente muy temprano se puso a afilar bien su machete.

Entonces Loreto llegó donde él estaba a preguntarle por qué afilaba su machete tan temprano.

Cachimbo le contestó que iba a buscar cocos y le preguntó a su vez en nuestro idioma:

- ¿Y usted adónde va?

Loreto le respondió que iba a buscar una de sus vacas que no aparecía.

Entonces Cachimbo le dijo que quería ir acompañándolo un ratito.

Está bien -le dijo Loreto.

Ambos con los machetes en la mano se pusieron a caminar por la playa.

Encontrándose ya un poco retirados Cachimbo le dijo a Loreto:

- Usted sabe bien adónde van sus ganados, vaya usted adelante.

Loreto se puso a caminar adelante.

Cachimbo entonces, con toda su fuerza le dio por el cuello con el machete, cortándosela cabeza, que salió rodando por la playa.

Loreto, decapitado, corría a tientas agitando su machete a ver si encontraba a Cachimbo.

Aquel cuerpo decapitado gritaba, de su garganta cortada salía la voz. Pero se fue agotando y finalmente cayó muerto.

Las historias dicen que Cachimbo se acercó y lo tiró al mar.

Así acabó el Suquia Loreto que había matado a muchos borucas según su gusto, tal y como él había querido verlos morir.

A unos los había hecho perderse en la selva. A otros los hizo caer en el río y los entregó al Espíritu de las Aguas que se los llevo sabe Dios adónde. A otros finalmente los hizo volverse como monos, todos cubiertos de pelo.

Al cabo de uno o dos meses al extraviado lo encontraron muerto sus hijos en la orilla del mar.

Así fue la muerte de Loreto.

 

Narrado por Espíritu Santo Maroto.

 

Obsérvese que Espíritu siempre da explicaciones y se coloca como un observador presente (tiempo actual) y católico.

El niño y el tomatal

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EL NIÑO Y EL TOMATAL

 

Ese día, 5 de diciembre, mi padre no pudo ir al tomatal. Amaneció enfermo. Así que tomé, en vez de la chuspa, el machetillo, una tureca, la alforjilla con el gallito, un rollo de pabilo y salí de mi casa tempranito. Afuera me esperaba Pinto. Movió su rabo alegremente pues él sabía que si tomaba el camino hacia la derecha, iba para la escuela y si lo hacía a la izquierda, a la aventura, el trabajo, el campo y éste le gustaba más. 

Estábamos alegres, él adelante y yo atrás. Saltaba con el viento, jugaba con los gallitos y de vez en cuando volvía los ojos atrás como si verificara que yo le seguía.

No estaba largo el tomatal y ya casi llegábamos ,cuando divisamos a los lejos una bandada de mariposas de todos los colores, amarillas, azules, rojas, matizadas, verdes, negras y blancas. Volaban en todas direcciones, arriba y abajo y con el viento nos envolvieron en un remolino de vuelos, saltos, colores y sonidos. Era como una danza única de los elementos naturales de la cual nadie podía escapar.

Pinto dio unas cuantas volteretas en el aire y comenzó una armónica danza rodeado por mariposas rojas, amarillas y anaranjadas y se dirigió a mi encuentro cantando en coro con ellas y los pajarillos amigos:

- Ambo..., ambo...ambo...matarilerilelón.

- ¿Qué nombre le pondremos matarilerilerón?

- Le pondremos chupamocos,... matarilerilerón .

-Ese nombre, no nos gusta...matarilerilerón.

 -Le pondremos...Lucecita del Encanto,... Mararilerilerón...

-Ese nombre, sí nos gusta...matarilerilerón.

 Y llegamos al tomatal. Busqué un sitio adecuado para colocar la tureca, cerca de la acequia, le puse adecuadamente la comida bien adentro: churristate, verdolagas, y chanchitos y un mango maduro abierto. La abrí con cuidado y le coloqué el falso palito que al menor movimiento dejaba caer la puerta, abierta hacia arriba con una plancha vieja amarrada que me había encontrado en el patio de mi casa. Guindé la alforjilla en una rama del palo de guaba y con el machetillo y el pabilo inicié mi trabajo.

Iba revisando cada mata de tomate, ya con los frutos galanos por montones. Si estaba suelta la amarraba nuevamente a la estaca, arrancaba las matillas de monte recién salidas, y si la veía triste y marchita, escarbaba a su alrededor hasta encontrar el jogoto, un gusano blanco enorme con cabeza negra que solía comerse las raicillas de la mata. 

Llevaba tres carriles revisados cuando oí los ladridos de Pinto anunciándome que había encontrado el conejo negro que tanto anhelábamos. Sus ladridos fueron llegando poco a poco hasta que se pronunció el silencio de la espera. No pasarían diez minutos, cuando llegó Pinto a mi lado saltando y gruñendo con picardía, me tomó con sus dientes de la camisa y tiró fuertemente para que lo siguiera.

En la trampa estaba comiendo, distraídamente el enorme conejo negro casi con alegría. Le eché una mirada con una sonrisa dibujada en mis labios, lo saludé y pude observar su mancha blanca en su pecho. Con malicia me reí mientras volvía a ver a Pinto que era blanco con puntos negros en su cuerpo, como arroz con frijoles negros pero con la mancha negra en el ojo izquierdo. Pinto me miró con recelo, hizo una mueca de rechazo, movió su cabeza y se echó en el montazal. No era hijo de él. Eché a reír y le pasé la mano por la cabeza y regresé al trabajo. Pero antes decidí almorzar.

Tomé la alforjilla en mis manos, corté unas hojas de guineo, las puse un lomillo, saqué mi gallito: pan con mantequilla y queso adentro, y una torta de huevo enorme, a la par. Partí el pedazo de pan en dos y le tiré la mitad a Pinto. No tardó mucho en desaparecer el pedazo entre su estomago. Abrí con cuidado la botella llanecita de agua con sirope, miré que no tuviera una avispa de fuego en la boquilla,  y así almorzamos, Pinto y yo, ese viernes 5 de diciembre.

Recordé, mientras me recostaba un rato a reposar el almuerzo, las enseñanzas de Pinto. Él era mi mejor maestro. Aprendí tanto de él. Cuando salíamos a buscar algo para llevarle a mamá, pensando en el almuerzo del día, pues daba vueltas por la casa como queriendo encontrar un tesoro, ya sabíamos que la comida no llegaría fácilmente ese día. Nos adentrábamos en el cafetal y cerca de la quebradilla aparecían dos flores de hitabo, una  totalmente abierta y otra más tierna. Me trepaba con cuidado y cortaba las ramillas y éstas caían al suelo. Pronto tomaba las flores y las echaba en un saquillo de manta. Luego esperábamos. Al rato se escuchaba los cacareos de una gallina, a lo lejos y salíamos en dirección de su señal. Pinto iba adelante, a corta distancia  y cuando yo me dirigía hacia la gallina me mordía el pantaloncillo y me jalaba hacia donde él quería. Así tenía que dejar la gallina cacareando y seguirlo al lugar que él escogía. Pronto descubríamos una ramazón seca de las matas de café y con su hocico me indicaba que buscara en ella. Ahí estaba la nidada, doce huevos calientitos me esperaban. Con cuidado depositaba cada uno en el saquillo de manta y regresábamos con el almuerzo del día. Mamá brincaba sus ojillos de alegría pues el tesoro ya lo había encontrado. Comeríamos esas ricas flores con huevo y papa y un poquillo de arroz con unas recién calientitas tortillas y el aguadulce. Por hoy el problema de la comida estaba resuelto.

Pero, en ese momento del descanso yo repasaba las enseñanzas de Pinto. A su manera, cuando oía cacarear la gallina me decía:

-El verdadero tesoro no está donde lo cacarean. Búscalo treinta metros de ahí. La dirección la deduje fácilmente. Pinto corría siempre en dirección contraria a la gallina. Así aprendí a encontrar los tesoros lejos de quienes lo predicaban y más cerca de donde parecía no hallarse.

No habíamos abierto los ojos cuando escuchamos entrar, por el callejón el picap del dueño del tomatal. Él era el propietario del terreno y papá recibía la tercera parte de lo que producía. Cuando el tomate se depositaba en las cajas, lo  echaban en su carro y lo llevaba al mercado. Ahí lo vendía y al otro día le pasaba a dejar el dinero que él decidía era el que  le correspondía. Llegó a nuestro lado, se bajó del carro, echó una mirada escudriñadora a nuestro alrededor y me dijo:

-¿Dónde está tu tata?

- No pudo venir a trabajar. Amaneció enfermo.

- ¿Y ese conejo, de quién es?

- Lo cogimos, ahora, en la mañana.

- ¿En mi cafetal?

-Si.

- ¡Ah!...entonces es mío.

Y le echó una mirada a Mensajero, pues ese era el nombre que Pinto y yo le habíamos puesto, desde que lo conocimos, meses atrás. Tanto Pinto como yo comprendimos lo que aquel avaricioso hombre pretendía, pues en sus ojos pudimos verlo sentado en Noche Buena, junto a sus amigos, un delicioso conejo asado y una botella de whisky a su lado, celebrando con muestro amiguito, la llegada del niño Dios.

El hombre abrió los ojos más y dio unos pasos hacia nuestro amigo pero Pinto, con gran destreza, corrió a la trampa y con sus dientes alzó la puerta. El conejo brincó afuera y salió corriendo por el monte. Entonces el viejo ése se quedó mirándonos con rabia y nos dijo:

- ¡Idiotas!

Y se encaminó a su carro. Pinto dio tres ladridos cortos,... hizo una pausa y aulló largamente.

-¿Y ahora que pasó, mocoso?

- Pinto sabe hablar.

-¿Qué dijo? -Me replicó con sarcasmo-

- Los tres primeros ladridos seguidos: ¡Gua!, ¡Gua!, ¡Gua! Es una pregunta que te hizo. ¿Quieres, el, conejo? Y el ladrido largo ¡GUAUUUUUUUUUUU! Quiere decir ¡CÓJALOOOOOOO!

- Están locos estos imbéciles.

Permanecimos por un rato en silencio, mientras el hombre se iba y luego tomé la alforjilla, el machetillo y el pabilo que sobraba, cabizbajo y silencioso emprendí el camino de regreso a casa.

No habíamos caminado más de cien metros cuando Pinto empezó a saltar y hacer piruetas aeróbicas, delante de mí. Comenzaron a llegar mariposas. Esta vez saltaban con él, cantaban danzaban junto a él, ya no en el suelo sino por los aires. Dibujaban las más variadas imágenes, producían coloridos destellos, arcoiris elípticos, bajaban y subían y aquél coro de voces parecía una sinfonía nunca oída y solo soñada. De pronto se dirigieron a mi encuentro y pude escuchar, ya a mi lado:

-¿Qué nombre le pondremos matarilerilelón?

Entonces los colibríes, las mariposas azules, los gallitos y otras aves poco vistas en aquel lugar, me tomaron por la camisa y me levantaron en los aires y bailaban, cantaban y se unieron con Pinto y sus amiguitos en un solo canto, llenando el firmamento de música, color y movimiento a la vez que con voz de trueno se dejaron oír:

 -Le pondremos HIJUEPUTA, matarilerilerón.

El cielo parpadeó, todo se movió por un instante y luego volvió  la paz, el sosiego, la luz y nuestra alegría. Vimos a la distancia a Mensajero que con sus ojotes vivarachos se despedía con cariño.

Entonces regresamos a la casa.

 

La hybris. Una propuesta para atacar la violencia

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LA HYBRIS

 

Esta palabra de origen griego significa "cólera" en español, desequilibrio. Es un estado emocional irracional de impredecibles consecuencias. Algunos lo comparan con un corto circuito y ello es correcto pues es el enfrentamiento entre dos fuerzas opuestas cuyos resultados son, por lo general violentos. Este es el detonante de la violencia.

 

La literatura universal recoge gran cantidad de obras de gran valor cuyo eje central es ese momento emocional desequilibrado. Recordemos algunos ejemplos: La mil y una noches inician con la muerte de las dos princesas que sendos hermanos descubren cuando les son infieles.  La Ilíada de Homero se inicia precisamente como una invocación a una diosa que más o menos dice así:

 

"¡Canta, oh Diosa,  las cóleras del pélida Aquiles,

Cóleras funestas que causaron tanto daño a los Argivos!"

 

Sí la guerra de Troya fue el resultado de la hybris de Aquiles, por lo menos el detonante,  qué decir de las tragedias griegas: Edipo Rey,  Edipo en Colono, Electra, y todas ellas, las de Esquilo, Eurípides  y Sófocles.

 

¿Y el Cid Campeador o Vengador, Shakespeare con su Otelo y hasta los amores imposibles de Romeo y Julieta; porque los suicidios son estados emocionales desequilibrados, donde prevalece lo irracional sobre la razón, donde no hay equilibrio, serenidad, paz sino violencia?

 

No existe épica sin héroes y éstos sin guerras. La literatura está llena de violencia por la sencilla razón de que sus obras literarias son creaciones de la realidad misma y ésta siempre ha sido violenta.

 

Si el lector acude a los libros sagrados, todos tienen muestras abundantes de cóleras y violencia, desde el Gilgamesh, Los Vedas, El Ramayana, El Kalevala, etc. hasta llegar a la Biblia. Todos son violentos. La Biblia es uno de los más violentos, sobre todo en los libros del Antiguo Testamento. La muerte de Caín por su hermano, La destrucción total de Sodoma y Gomorra, Las cóleras del rey Nabucodonosor que solo el harpa de David podía calmar, Sansón y Dalila, y el increíble crimen de Judea que aparece en Jueces, la matanza de los niños inocentes, las lapidaciones y apedreadas a mujeres, etc., etc.

 

Y ¿qué decir de la conquista de América por los españoles con la espada y la cruz como solía decir Galeano? Llenaríamos páginas y más páginas y no cabrían los ejemplos solo literarios de tanta violencia y eso lo que indica es que nuestra civilización ha estado llena, repleta de violencia, desde el origen del hombre hasta nuestros días. ¿No fue acaso el nacimiento de las religiones paralelo al surgimiento de las guerras y el poder de unos pueblos que avasallaban a otros. La muerte en nombre de Dios ha sido una consigna antigua y moderna y los ejemplos los tenemos al Norte y al Sur. Hoy hasta los carteles de la droga tienen su propia virgen.

 

Ahora bien, si esa ha sido la realidad y la cultura de la guerra, de la violencia, de la hybris, de la cólera, del desequilibrio, del irracionalismo, la pregunta es cómo podemos, ahora, parar esa estupidez humana? ¿Con proclamas, campañas, manifiestos, huelgas, reuniones, congresos, más policías, llenando nuestras casas con barrotes como cárceles? Las respuestas parecieran ser muchas y complejas, sobre todo si se sabe que quienes ostentan el poder mundial, político y económico son los promotores, directos o indirectos de esa pandemia. ¿Se podrá cambiar esa realidad o al menos intentar cambiarla desde abajo o desde arriba? ¿Cómo empezar? Se ha escrito tanto al respecto y se han codificado las soluciones pero la pandemia aumenta y no presenta visos de sanación, casi ni para los poderes mágicos, pues han resultado ser improductivos.

 

Los unos afirman que la violencia está en el hogar, otros en la pérdida de valores y los más sesudos pontifican que es un mal, producto de la desigualdad, de la pobreza, de la injusticia social. Y todos, unos más, otros menos, parecieran tener razón y la medicina a esa pandémica situación varía desde las creaciones de ejércitos poderosos hasta acuerdos generales de paz que nunca se cumplen ni por los mismos que los ponderan como es el caso Israel y Palestina.

 

Todos opinan y dan las soluciones pero la violencia sigue creciendo y amenaza con extinguir la humanidad. Quisiera tener la solución pero no la tengo. Solo me atrevo a comentar algunos conceptos sobre los actores de la violencia.

 

Tres elementos conforman esa problemática:

  1. El sujeto: Es quien realiza la violencia
  2. La acción: El acto mismo, producto de la irracionalidad
  3. El receptor. La víctima de esa acción

 

El primero y el tercero son interactivos, cambiantes. Unas veces son sujetos y otras receptores o víctimas. En esta categoría aparecen varios niveles: el nivel primero es  al que pertenece el poderoso, el que manda, el que tiene el dinero y el poder político, el que ordena. Luego aparecen los mandos medios que son los segundones, los que conciente o inconscientemente se convierten en aliados: las religiones, los medios de comunicación, etc. Y el nivel bajo que lo representa el pueblo, los actores comunes. Son abundantes y tienen un solo propósito: obtener lo que no tienen. Ésta es la violencia más visible y palpable y la que la mayoría de personas ve, siente y padece. Hacia ella se enfocan casi todas las medicinas: cárcel, leyes duras, pena de muerte, y a los actores se les llama criminales, asesinos, bestias, etc. y lo son pero  no se les llama así a los del primer nivel sino a los de abajo. Porque los del primero y segundo niveles pasan por buenos, salvadores, ejemplares, héroes, ungidos, sabelotodo. Y se preocupan por la problemática solo en el momento en que ella atenta contra sus intereses o alcanza a uno de ellos, por casualidad.

 

El segundo elemento lo representa el acto mismo del desequilibrio. Este elemento es variado y va desde un suicidio hasta una guerra y podría llega hasta la extinción de la humanidad. Se manifiesta de muchas formas: robo, trasiego, injusticia de un juez, muerte, hambre, carencias, etc. Ocurre en cualquier lugar y se manifiesta de las maneras más increíbles e inesperadas. Puede ser la muerte violenta de un animal, la intolerancia, la impotencia, el vicio, la droga, la inconformidad, la burla, el castigo injusto, etc. Las consecuencias de un acto violento son impredecibles e insospechadas. Simplemente suceden y las causas son variadas y complejas pero tienen un mismo origen: desequilibrio, hybris, cólera.

 

El tercer elemento está representado por toda la sociedad. Unos, más que otros pero nadie escapa a esa pandemia. Tarde o temprano le tocará su cuota y ésta llega cuando menos lo imaginamos. Tanto victimarios como víctimas sufren las consecuencias de esa violencia producto de esa hybris.

 

Cualquiera pensaría que el remedio a la violencia sería muy fácil: eliminar esa maldita hybris, esa cólera, ese desequilibrio y muerto el perro terminada la rabia. Pero eso no es tan fácil. ¿Por donde atacaríamos la enfermedad, por el primer elemento, el sujeto de arriba y luego los intermedios y por último a los actores visibles... o será mejor al revés? O ¿lo debemos hacer simultáneamente atacando los dos frentes? Porque no hay duda de que ahí está el germen de la violencia. Lo que corresponde es diseñar la estrategia y comenzar de inmediato con la medicina.

 

Ahí les dejo estos comentarios para que los mediten y hagan sus propuestas a quienes tienen el poder en sus manos para sanar de violencia esta sociedad.

Traspié entre dos estrellas de Myriam Bustos Arratia

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                               TRASPIÉ ENTRE DOS ESTRELLAS

 

Novela escrita por Myruiam Bustos Arratia

 

La cuarta novela publicada por Myriam Bustos Arratia, la llamó Traspié entre dos estrellas y se editó en el año 2009.1 En realidad es la primera novela, en importancia que publica esta escritora chilena ya costarricense.

 

Esta novela es una obra de madurez de esta escritora que ya pasa los setenta y cinco años de edad y con una amplísima producción intelectual.

La estructura formal de la novela es simple. La divide en setenta, así con palabras, partes y sigue un orden casi causal.

 

Está escrita con un lenguaje impecable y una sencillez intencional. Da la impresión de que se dirige a un lector ficticio especial, solitario, incomunicado, necesitado de comprensión y quizás como esencia de la literatura viviendo de quimeras existenciales. Desde este punto de vista es una novela sugestiva y positiva (y para no pocos será de autoayuda).

 

La obra bien puede catalogarse como biográfica. Se trata de la vida de un hombre ya cuarentón, agente de viajes en una empresa de esa naturaleza, llamado Enrique, que cuenta sus vivencias personales y las de otros pocos personajes con quienes se relacionó en determinados momentos de su vida. Como toda obra de ficción es un embuste, una construcción, una visión de mundo, una nueva realidad, única e irrepetible pero como he señalado en muchas ocasiones, capaz de mostrar la más escondida y única realidad que existe.

 

La novela se inicia y termina de igual manera, como un círculo. Es el paralelo entre la "poesis", la creación, el embuste, "mi verdad" literaria y Julia, el ideal, lo creado y por lo tanto el engaño, la mentira, el embuste. Así Enrique abre estas dos virtualidades paralelas y las enfrenta a su vida real, referencial, de lector asiduo, inteligente, amante no solo de poetas reconocidos como César Vallejo (El título de la novela es elocuente), García Lorca, etc. sino de otros pensadores contemporáneos en áreas científicas de gran relevancia, tal el caso de psicólogo Daniel Goleman. Lo que la filóloga Kristeva llamaba intertextualidad. Es una persona culta en medio quizás de una numerosa cantidad de personas incultas, incoloras e insípidas. Sabe muy bien que para ser ignorante, torpe, "bruto" basta parecerse a la mayoría y mezclarse como uno más de ellos.

 

Éste es el conflicto central de la novela: ser o parecer y Enrique decide "ser" y ello lo obliga a separarse de las convenciones sociales enajenantes que desde niño aprendió en el catecismo y las mínimas prácticas sociales establecidas como correctas: casarse, tener una familia, vivir con otros, y todas las ya consabidas. Él se presenta como disfuncional en esa sociedad y escoge vivir pensando en Julia su ideal que apenas si oyó alguna vez pero que cree existió. Ésta es la motivación de su precaria vida pero llena de libertad y otras realidades que para él son de enorme trascendencia.

 

Empieza por separarse de Sussana, su  esposa, vivir solo en una casita pequeña y no cultivar más amistad que las visitas o conversaciones con su amigo Hernán que giraban alrededor de comentarios de familia y de libros de autogestión y en ocasiones sobre una Julia que Enrique creía que era "su Julia".

 

Luego de breves conversaciones su amigo se presentó a su casa con un regalo, un perro, que desde luego Enrique rechazó pero permitió bajo juramento pasar una semana con él y si no le agradaba, lo devolvería. Así se hizo pero el desenlace fue una estrecha amistad entre animal y hombre, a tal grado que se convirtió en la relación esencial en ambas vidas. El can de nombre Candorio. Se me ocurre pensar (y esto es gratuito y sin conocimiento que doña Myriam debe tener muchos perros y disfrutar su desinteresada y noble compañía)

 

La novela discurre entonces en encuentros ocasionales de Enrique con algunos vecinos que salen por las mañanas a pasear con sus cachorros, las pocas conversaciones con unos vecinos jóvenes, bulliciosos pero amigos, sobre todo Esteban de Julia, la historia de ella y Felipe, su esposo y la madre que la abandona con su marido, la historia de la otra Julia y su marido de nombre Enrique y su madre y la hija de éste con una empleada nicaragüense, ante de casarse con Julia, la muerte (el asesinato) de Candorio por un perro pastor vecino, etc., hasta llegar al final en una escena donde Enrique descubre el origen de "su" Julia.

 

En cada una de estas historias se da la misma situación: degradación, fracaso. Pareciera ser que la verdad radica en la misma esencia del ser humano: "ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto". El precio por crear un proyecto humano con otro es muchas veces el peor de los sacrificios y si éste es un sometimiento total a las condiciones de un sistema impositivo, se convierte en un suicidio. Y la respuesta, la verdad, pareciera que aún tendremos que esperar mucho tiempo por ella.

La novela tiene como referente literario un cuento de la misma autora llamado Los ruidos de Julia, ya publicado tiempo antes. La problemática es la misma. Un sistema social enajenante sobre todo para las mujeres que las obliga casi a la esclavitud y a vivir una vida (¿'vida?) peor que la de un animal y lo peor del caso con la complacencia de muchas de las mismas mujeres y por supuesto, la de la mayoría de hombres que esa situación les favorece. Solo escapan aquellos que como Enrique tienen conciencia de esa injusticia y víctimas de lo mismo tratan de aislarse, incomunicarse como una solución que a todas luces tampoco es la mejor.  

Me agradó la novela. Sin grandes aspiraciones y autobombo, logra interrogar, reflexionar, inquirir sobre la condición humana, desde las más pequeñas cosas que hacemos y buscar sentido a ese anhelo por lo menos de quienes alguna vez se han puesto a pensar en su propia existencia.



1 Bustos Arratia, Myriam. Traspié entre dos estrellas. Ed. Tecnociencia, San José, 2009.

El caudillo y el temperamento ovejuno de las pulgas de Max Jiménez Huete

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Este escrito del autor costarricense Max Jiménez Huete (1900-1947) no solo describe los caudillos militares, los reyes y reinas, los gobernados, antiguos y presentes y las variantes modernas disfrazadas de democracias liberales.

El lector puede realizar sus propias interpretaciones y llegar a sus conclusiones. Esto es lo que permite la obra literaria universal, polisemántica y de calidad imperecedera.

Estimado lector disfrútelo y comenteto, sobre todo pretende ser un manjar literario en estos días que Costa Rica estrenará una reina y el antiguo rey deja su reinado. Tanto el dibujo como el texto fueron tomados del libro Jiménez Huete, Max. Obra literaria de Max Jiménez. Editorial Srudium, Universidad Autónoma de Centro América, San José, 1982. El domador de pulgas, p. 329. Novela publicada en el año 1936.

 

EL CAUDILLO Y EL TEMPERAMENTO OVEJUNO DE LAS PULGAS

                       

 

El caudillo entre las pulgas, lo mismo se producía en una república como en un reinado.

 

Una república era algo que nadie se explicaba.

 

Un reinado, era un pedazo de tierra que tenía un rey: un rey era una pulga con una corona sobre la cabeza, ese rey se juntaba con una pulga que también tenía corona, y producían una pulga heredera, y aunque los padres para acostarse se quitaban la corona, y desde luego la unión nocturna no era regia, la pulguita hijo usaría corona, y sería en el futuro un rey.

 

Lo malo era que en la mayoría de los casos la pulguita nacía sin fuerzas, ni aptitudes, ni deseos para gobernar a las pulgas, y entonces el rey se iba para otro país con el dinero del reinado. O resultaba, en un momento débil del gobierno, una pulga que haacía muchas muecas, y ofrecía cosas extraordinarias y le hablaba desde el fondo de su corazón al pueblo y prometía que en sus manos todo sería arreglado. Entonces el rey, que se sentía ya muy debilitado, se llevaba la pulga líder para su casa.

 

Poco a poco, la pulga salvadora ganaba terreno. En las escuelas lo primero que aprendía el niño, era a deletrear el nombre de aquella famosa pulga. Las pulguitas en el reinado ya no se saludaban en la forma patriarcal antigua, ya no se decían: ¿qué hay viejo, cómo te va, y qué tal por su casa? Sino ¡viva el líder! Ya no se decían con qué se habían quitado los parásitos intestinales, ningún secretillo casero para el mal de orina, sino ¡VIVA EL LÏDER!

 

Desde luego, las habilidades del líder pulga, consistían en darle muchísimo dinero al ejército, y como todos los ejércitos están formados de vestidos elegantes, les regalaba ropa nueva, y caballo nuevo. El líder personalmente, se cambiaba de uniforme varias veces al día, pero era muy cuidadoso de limpiar el reino de toda pulga que se iba haciendo famosa.

 

Cuando hacía falta suprimir una pulguita rebelde, de ésas que no quieren a los tiranos, y que dicen que el progreso es una farsa, conseguido en ese caos, a fuerza de sangre de pulguitas inocentes, el líder se encargaba de que alguno de sus propios hombres amaneciera muerto; entonces se culpaba a la pulga rebelde, del crimen, y se le mandaba fusilar. Y después se mandaba fusilar y fusilar más pulgas rebeldes, hasta que el pueblo de las pulgas terminara diciendo, que aquella pulga caudillo era un enviado de Dios.

 

La pulga líder se mostraba de vez en cuando al pueblo desde su balcón, llegaban trenes de todas partes para ver aquel espectáculo. Además debe saberse que se asomaba al balcón, y sépalo cualquier pulga de altas pretensiones políticas, no se puede ser líder sin tener balcón, hacía tres muecas y media mueca, y decía:

(Aplausos)

(La multitud grita frenéticamente).

 

Gran éxito tuvo con su discurso la pulga jefe, y todas las pulgas levantaron la pata en señal de aprobación.

 

La pulga líder repartía fotografías de su persona, fotografías de todos tamaños, algo así como las pulgas estrellas de cine.

 

Desde luego, el líder tenía que copiar de otro héroe para ser héroe, como haría cualquier artista de teatro. Entonces escogía una pulga famosa del pasado, de la cual ya no se sabía nada muy seguro y lo imitaba.

 

Por ejemplo si la pulga líder no podía ir a un acontecimiento del país, generalmente porque tenía miedo de que lo mataran, mandaba su retrato, y todos saludaban al retrato, como si estuviera la pulga, magnífica en persona, con la ventaja de que el retrato era inmortal.

 

Después de un atentado, salía sola a caballo pero naturalmente, después del atentado.

 

Como no existe pulga completa, de esa clase, sin una guerra o una conquista, el líder hacía una guerra contra el vecino o contra algunas pulguitas atrasadas en armas. Eso se llamaba extender el poder más allá de las fronteras. Y asegurarse para la historia de las pulgas, como un gran genio militar.

 

Lo malo era, que otras pulgas vecinas más cuerdas, o más adelantadas, en eso del temperamento menos ovejuno, se decían: este hombre es peligroso, ya le ha llegado la locura a un grado extremo, y entonces, lo iban cercando como quien cierra un aro.

 

La pulga líder, siempre tenía tiempo de hacer mucho daño, porque mandaba matar pulgas salvajes, de esas que comen frutas silvestres, y que le hacen heridas a los niños en la cara para retirar los malos espíritus, y que mataban tres hombres para tener una mujer, Un sistema bastante original de tener mujer.

 

A la nación de la pulga líder más y más se le cerraba el aro, y a las pulgas sus súbditos, algo se les restaba del sentimiento ovejuno, porque las pulgas negritas también mataban pulgas blancas, y ya no decían que la pulga líder era como un Dios, y hasta decían que matar a otra pulga en cualquier caso, era un asesinato.

 

La pulga de los gestos convincentes, del mando terrible, terminaba en el destierro, entonces venía una revolución en el país de la pulga liquidada, y probablemente nacía una cosa que las pulgas llamaban cambio de clases, y entonces una pulga de abajo se iba para arriba.

 

Y las pulgas volvían al temperamento ovejuno, y las pulgas de pensamiento libre se hacían serviles. Y hasta le hacían una estatua sobre un caballo, o la pulga que antes habían matado, o mandado al destierro. También la estatua podía ser de pie, con figuras, y una águila con una bandera en el pico, y unos cañones. Los monumentos de las pulgas eran muy feos pero muy significativos y muy útiles para la historia de las patrias de las pulgas.

 

Tal vez no convenga olvidar, que las pulgas dictadores, llegaban a ese puesto explotando un sentimiento religioso y nobilísimo del pueblo. En unas ocasiones quitándole al pueblo sus medios de manifestación: las iglesias y las imágenes; en otras ocasiones pactando con los poderes eclesiásticos.

 

¿Y la independencia? ¿Cuál era la pulga que creía en la independencia?

 

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