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Infusión de sangre en el organismo político por Roberto Brenes Mesén

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INFUSIÓN DE SANGRE EN EL ORGANISMO POLÍTICO

 

Por Roberto Brenes Mesén

 

Las doctrinas democráticas han rebajado las normas éticas de la política. El pueblo, careciendo de discernimiento propio, no puede elegir por sí a sus gobernantes, sino votar por uno u otro de los candidatos que les ofrecen los pescadores de río revuelto. Los hacedores de presidentes por esas tierras suelen ser gentes a quienes falta elevación moral para considerar en primer término el bien público, a la hora de elegir un posible candidato. No organizan partidos de principios, si hacemos excepción del escaso grupo de los clericales que sí tienen noción clara de lo que debe ser un gobierno ultramontano: absorción de las libres actividades del estado por la iglesia. Los partidos personales son los únicos que medran durante el furor de seis meses que permite a ley para la discusión eleccionaria. Los programas que con tal motivo se elaboran se lanzan sin lealtad, sin fe, , mirando más al éxito pasajero de labora que al bienestar público. Esta falta de fe, esta profesional duplicidad es lo que se llama poseer talento político;  el prometer a unos y a otros la satisfacción de sus ambiciones, a sabiendas de que será imposible cumplir lo prometido es el tacto político que atrae amigos, es decir, votantes, entre los cuales se hace la cosecha de los enemigos durante el primer año de gobierno. Este formar grupos personales para traspasa, a la manera de hatos, a otros grupos más tarde, a veces a tanto por cabeza; este desatentado mentir y calumniar, de suerte que cuando el presidente llega a la mansión presidencial ya no le reconocería ni la misma madre, tan desfigurada ha sido su persona durante el debate político; este profundo desinterés por posnegocios públicos desde un punto de vista generoso, por el bien de la cosa pública misma; este repentino ascenso de la plebe, la cual no puede mantenerse en alto por la falta de virtud y de ciencia; todo esto que a primera vista parece irremediable, tiene un antídoto que, si usado con moderación, con sabiduría, habrá de mejorar en gran parte la situación del presente, para dejar tan solo aquellos males que son inherentes a la democracia. Ese remedio es la infusión de sangre nueva en el organismo político: la intervención de la mujer en la política. Pero entiéndase que no es política el arte de engañar a las muchedumbres, sino la ciencia del gobierno de los hombres en vista de una elevada evolución integral humana.


Hay mujeres que dicen que su lugar es el hogar y no la plaza pública. Pues a esta clase de mujeres hay que responder que si quieren conservar sano, bello y sólido el hogar, es preciso que se interesen en la política, porque de otra suerte no hay esperanza de que con las presentes prácticas plebeyo-democráticas, se conserve puro y próspero el hogar. En el hogar vienen a cerrar sus curvas todas las disposiciones legislativas. Nada que se relacione  con las finanzas: impuestos, presupuestos, empréstitos, deja de tener elocuente respuesta en el hogar de todos los ciudadanos. Nada que diga relación con la paz y la guerra deja de tener una importancia de vida o muerte para el hogar. Todas las obras de fomento, desde los ferrocarriles hasta las mínimas reparaciones de los edificios públicos repercuten en una u otra forma en el seno del hogar. Toda la legislación de orden moral tiene por blanco la estabilidad del hogar. La civilización entera descansa sobre esa roca: el hogar, y quien dice hogar ha nombrado a la mujer.

 

La cooperación de la mujer no solo es cosa de desear, sino de necesidad imperiosa. Un grupo selecto de mujeres que hayan construido hogar, que hayan conocido las tremendas luchas indispensables para conservarlo incólume, con más las nociones elementales  de la manera como otros pueblos van resolviendo esos mismos, o parecidos problemas, podrá infundir una nueva corriente de vida sana en la política de esos países.

 

La juventud no merece fe. Parece correr tras el éxito fácil. Pregunta por los senderos de travesía para alcanzar el éxito, no por las obras sólidas que pudiera realizar para merecer la distinción de sus semejantes, no por el empinado, cruento y oscuro camino de la gloria, la perdurable que no sabrían dar los efímeros diarios. La juventud no merecerá fe mientras no se organice sobre bases permanentes, en vista de fines próximos y también distantes. Organización que constituya un cuerpo pensante, resuelto a la acción y al sacrificio, valeroso, sin temeridad, que fíe en el principio de la cooperación, en vez de estarse aprestando diariamente para las luchas de competencia contra sus camaradas de ayer, que oponga al veterinario principio de lucha por la vida con que se nutrió nuestra juventud la organización cooperativa para la vida. Aquello era brutal, esto es humano. Y que no deje ahogarse la voz de su yo profundo en el engañoso tumulto del pasajero aplauso.

 

Publicado en Repertorio Americano, Tomo III, N°. 28, San José, Lunes 6 de marzo de 1922.

 

Este ensayo se emparenta con El Político, ensayo que publicara también en Repertorio Americano pero por tiradas y que este servidor lo publicara en forma completa en La Universidad Nacional en 1989, EUNA, Heredia.

 

El lector hará sus comentarios pero es oportuno señalar que a pesar de casi 90 años su pensamiento sigue vigente y no es sino en 2010 que se elige una mujer como presidenta en Costa Rica.

La mujer siempre ha tenido representaación en los diferentes movimientos revolucionarios del país. Solo basta recordar el papel que jugó Carmen Lyra en la época en que se escribe y publica este ensayo. Pero el papel hegemónico de ellas en nuestra política no ha sido una constante a pesar de que ha participado en las organizaciones y sobre todo en las manifestaciones sociales y políticas, con sobradas capacidades.

El otro grupo que debe analizarse es el papel de nuestras juventudes a través de esos noventa años. Los resultados aactuales no distan mucho de lo dicho por don Roberto Brenes Mesén.

El último aspecto que quizás valga la pena aunque deberá esperarse el final delperíodo que recien empieza papa doña Laura, es si ella logrará independizarse de las influencias negativas masaculina que le rodean y crear un gobierno que alimento no solo los lineamintos que ofrece don Roberto, sino un proyecto de país mejor que los anteriores sustentado en la libertad, la justicia, la equidad, los derechos humanos, la participación de la ciudadanía educada en las reinvindicaciones sociales. 

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