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Carta a un joven escritor

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Estimado ...

 

Comencé a leer tus cuentos y antes de concluir (faltan algunos) deseo hacerte dos propuestas:

 

1. Le sugiero como nombre de los cuentos el siguiente "Vivencias de Chilly". Y esto tiene implicaciones. La primera es dejar que sea la niña quien narra. Yo le daría una 38 para que te meta un balazo (violencia de hoy) y la dejes ser ella. Que sea su voz la que narre, viva, exprese, sueñe, sienta, sufra, y no la autoridad detrás de ella que le diga lo que debe hacer. Si escogieras esta propuesta, entonces tu papel es secundario, casi nulo. Te limitarías a señalar detalles pequeños que permitan un tanto la fluidez del relato de la niña. Y esto significa mucho. Tenés que dejar que ella "Sea" y no lo que tú quieres que sea. Explico: Si ella quiere jugar y no limpiar su cuarto, así será. Si cree que el color del cabello rojo es precioso y no le importa que sus padres no lo tengan rojo, así será. Esto es grave porque te echa a perder tu código preestablecido de lo que es bueno y malo, de cómo deben ser los niños, lo que deben hacer y pensar. ¡Te la puse fea! Te acordás  del Clis de Sol de Magón, esa burla soez al campesino. Machismo, prejuicios, falsos valores, etc., todos juntos. ¿Le importa a un niño si él es rubio y su padre negro? Aún más ¿le interesa saber su origen paterno?, o ¿será a los adultos maliciosos, suspicaces, malévolos a quienes les agradan burlarse de los demás, y si estos son un tanto ignorantes, cuanto mejor? y lo que es peor, humillarlos con la frasecita esa: Eres  hijo del lechero, que por cierto hoy ya no existe sino en las mentes... ¡Qué prejuiciados somos! ¡Cómo nos esforzamos por hacer sufrir a los niños y jóvenes con el látigo de la burla y el choteo! ¡Ese pelo te lo voy a cortar! (¡pobres ministros si fuesen sus alumnos!)

Si queremos que ellos sean como nosotros, vamos por mal camino. Ellos deben ser como ellos quieren ser, eso sí con apego a  principios elementales: Ser felices, ser libres, ser ellos y no lo que otros desean que sean, siempre y cuando nunca se hagan daño así mismos o a los otros. Disfruten la vida, vívenla pero sin perjudicarse ni dañar a nadie y en ese nadie incluyo a los humanos, los animales y el ambiente. El otro principio es ser responsable, de su vida y de sus acciones. Esto incluye la vida social entre pares y disímiles. Ésta es una sociedad de la multiplicidad y debemos respetarla como tal. Nunca hemos sido "igualiticos" como se ha pretendido.

La educación, y tus cuentos tienen ese fin, aunque no explícito, no consiste en dar, forzar o imponer normas, moldear, modificar, codificar a los seres vivos llamados humanos, utilizando la cantaleta de que ¡hay que enseñarles los verdaderos valores como si existieran falsos valores! Hoy se perdieron y hay que salir con canfineras a buscarlos. Antes sí los había. ¡Qué hipócritas que somos! Primero les damos el ejemplo de que en esta sociedad de consumo lo más importante es el dinero y no importa cómo lo consigamos y después queremos que no maten para lograrlo. ¿Qué se mueve sin él? Poderoso caballero es (hoy) don dinero y lo fue ayer pues Quevedo no está vivo. El vil metal dicen algunos y luchan por conseguirlo sin importarles los medios empleados.

Y ¡qué decir - y está en uno de tus cuentos- de la violencia en la enseñanza. Hoy se prohíbe el castigo físico. No más zapatazos o borradores sobre la cabeza o arrodillarse sobre granos de maíz, a pesar de que algunos lo añoran y sutilmente lo sugieren, como lo hace Don Beto, pero se disfraza de otras maneras: ¡Te ordeno que limpies el cuarto! Y la niña prefiere jugar, soñar. -No quiero, mamá, le responde insolentemente y la madre que sabe que no le puede quebrar el leño de la escoba en la espalda acude a la pedagogía ¿moderna? de: Si no la haces, vive con ella. Y la niña sufre su propia inmundicia, ¡qué castigo ejemplar! Pero, no es peor el castigo psicológico, muchas veces, que el castigo físico. Ese estira y encoge a ver quién gana ¡será una buena manera de educar? O no sería mejor lograr el objetivo de inmediato y en forma más eficaz, por ejemplo, si la madre o el padre toman, por la mañana la escoba y le regalan a la niña otra más pequeña y juegan con ella a limpiar y cantar y reír. Les juro que después de tres veces la niña lo hará solay alegre. Pero ¿serán capaces los padres "correctos" de permitirle a la niña acomodar las cosas según ella lo desee y pegar la imagen de... en vez del señor triste y lleno de llagas que está en la pared? Lo dudo y ahí comienzan los problemas. Es que los adultos queremos que nuestros hijos se parezcan a nosotros y a ellos eso no los convence. ¡Mi hijo será "palero" como yo! - dice el campesino orgulloso - o jugador, o doctor, o ingeniero. Nunca dirán que será político ladrón como... porque son muy hipócritas. Y el niño quiere ser como él mismo. Y seguir siendo, pues nunca terminará de ser.

Y no sigo, pues sospecho que ya estás enojado, amigo, con este viejo majadero. Pero yo solo sugiero pues sé que es usted y solo usted quien debe escoger lo que haces.

 

2. El otro camino es quizás más fácil. Corrige los cuentos y los pasa en limpio y los manda a publicar. Es posible que a los adultos les agraden  y hasta le den el Magón...ja, ja, ja, y ello está dentro del verosímil de nuestro medio literario, o en el peor de los casos los que más saben lo declaren desierto.

Benedicto Víquez Guzmán

CARTA A DON EMILIO

 

Heredia, octubre 31 de 1925

 

 

Se muy bien, mi estimado don Emilio, que su expresión de condolencia es sincera. Pero aún siendo solo obra de cortesía, se la agradecería yo cordial y profundamente. Tengo, desde que yo era niño, una grata impresión de Ud. Más tarde aprendí a admirarlo. Sus palabras, pues, tienen para mí, especial significación.

 

Entiendo que más de una vez ha sabido usted que siempre he estado agradecido por los excelentes servicios que Ud. Le ha prestado y le presta a la Escuela Normal. Es algo que hemos comentado frecuentemente con los alumnos, porque en más de un aspecto tiene para ellos y para todos, el sentido de un ejemplo admirable. Hace Ud lo que no hacen muchos costarricenses radicados en ése, y en otros países, y que viven en condiciones que podríamos obligarlos a interesarse de algún modo por los asuntos de éste. Varias veces, en tiempos recientes, tuve ocasión de comentar con mi padre tal situación.

 

Perdóneme el que en una carta de esta índole y animado por la atrayente confianza que Ud. Inspira, me permita hacerle un ruego.

 

Quiero adquirir para la próxima navidad varios juguetes para mis niños y temo que no haya ocasión ya de pedirlos; aparte de que no sé, por falta de direcciones cómo hacerlo.

 

Los juguetes son: un mecano o juego de construcción mecánica, del tipo del que los magazines anuncian a veces con el nombre de Erector, de un valor aproximado de $ 5.00, pues lo deseo de buena calidad y para un niño que revela aptitudes mecánicas, un trencito eléctrico, pero no de los que funcionan con la corriente común; un sccoper de pie, llanta de hule, para un niño de tres años. Puedo disponer para esa compra, sin incluir fletes, comisión, etc. de una suma no mayor de $ 15.00.

 

Pero es entendido que Ud. No debe sentirse obligado  en ninguna forma a hacer la gestión y que si no pudiera o no creyese conveniente hacerla, no por eso me resentiría yo. Mi estimación no puede depender de circunstancias semejantes. Sí me haría un servicio especial, si, en el caso de no poder atenderme, se sirviera avisármelo a vuelta de correo. Es entendido que la suma total que Ud. Indicara, se la enviaría apenas recibiera su indicación.

 

Es posible que esta oportunidad nos acerque más, lo que me agradaría mucho, especialmente si tal acercamiento diera lugar a que en algo le sirviera su agradecido y affmo. Servidor,

 

Omar Dengo

 

 

CARTA A DON EMILIO

 

San José, enero de 1926

 

 

Muy estimado don Emilio:

 

Recibí su estimable carta antes que la cuenta.

 

Vuelvo a darle las gracias. Pero tengo algo que decirle acerca de mi cuenta personal (de $ 1.41) y de otro asunto. Como Ud. Recordará, hace algún tiempo le escribí para pedirle que esa cuenta se la pagaría como parte de un pedido que pensaba encargarle para navidad. Me di cuenta después de que no había tiempo de hacer el pedido y esperé otra oportunidad: ésta. Ocurre que necesito un cochecillo para una niñita que tiene ahora 4 meses, adaptable a las conveniencias de llevarla a paseara o dejarla, dentro de la casa, dormir en él. Tales cochecillos valen aquí ¢ 200.00 y ¢ 300.00 y se me ocurre que Ud. Puede conseguirme uno -aunque la apariencia sea modesta- por diez $ 10 o $ 12. Si esto es posible, hágame el servicio de enviarme un cochecito tan pronto como le sea dable. A vuelta de correo le enviaré el valor respectivo más la pequeña suma adeudada.

 

El otro asunto es el siguiente: mi situación pecuniaria es, en general, mala, pues mi sueldo apenas me permite pasar y no tengo dentro de la enseñanza posibilidades de mejorarlo; no quiero tampoco dejarlo para tomar mi otro camino, el de la abogacía, pues no me satisface íntimamente ese camino, ni el corazón me deja apartarme de la enseñanza, donde hay tanto que hacer todavía, a pesar de las dificultades. La política no es mi camino y, a pesar de que se me estima, no tengo aquí el apoyo de nadie para pensar en una obra sinceramente inspirada en principios. Lamento ahora no haberme encontrado oportunamente en condiciones de aprender un oficio y estoy pensando en adquirir uno que podría ayudarme modestamente, pues solo aspiro a obtener una modesta entrada que contribuya a evitarme los riesgos de mantener mi presupuesto desequilibrado. Quizás un taller de fotografiado me ayudaría y me daría la base para el posible aprendizaje de alguno de mis hijos. Aquí hay más trabajo de esa clase cada día, lo pagan bien y solamente dos talleres trabajan (Baixench y Canossa) ambos, a lo que entiendo, con procedimientos que ya son anticuados. Usted recibe nuestros periódicos y revistas y ve lo que se hace y lo que no se hace. Supongo que caben en nuestro ambiente muchos progresos siquiera modestos. Usted puede aconsejarme sobre la posibilidad de hacer un ensayo en el caso de que el asunto exija solamente medios mecánicos. Usted puede aconsejarme acerca de máquinas, precios, materiales, libros para estudiar o cursos por correspondencia si los hay; y más adelante, si así conviene a usted, podría ayudarme a hacer compras, et.

 

Sé que sus ocupaciones difícilmente le dejarán alguna ocasión de pensar en el problema, pero confío en que su benevolencia lo moverá alguna vez a interesarse en esta situación de su amigo. Podría pensar también, pues el asunto me atrae mucho, en máquinas de encuadernara (empastar), de fabricar sellos de hule, de imprimir tarjetas, etc.

 

Permítame concluir con la afirmación de que recurro a usted porque aprecio el hecho de que es una persona que sabe realmente cuál es y cuán amargo el significado de la lucha de un hombree honrado contra un ambiente como el nuestro.

 

Lo saluda con toda estimación su agradecido servidor y affmo. Amigo,

 

Omar Dengo

 

 

CARTA A DON EMILIO

 

 

Heredia, 21 de febrero de 1928

 

Muy distinguido amigo:

 

Me agrada mucho referirme a su carta del 29 de Enero, llegada a Heredia mientras estaaba yo en el campo. Ya hemos comenzado a ensayar el polígrafo, con resultado satisfactorio. Más adelante recurriremos a su amabilidad con alguna nueva molestia.

 

He conversado con Guerrero acerca de las interesantes y generosas insinuaciones de Ud. El tiene en prensa un folleto sobre la situación  del país en cuanto a analfabetismo y entiendo que una vez editado se servirá de la amabilidad de Ud. Para hacer circular algunos ejemplares en los Estados Unidos, por aparte de los que envíe a ciertos centros educativos. Es de aplaudir su interés en esos problemas que aquí no consiguen preocupar seriamente ni a los que aparecen como "hombres de estado".

 

 

CARTA A JOAQUÍN FERNÁNDEZ MONTÚFAR

 

 

Heredia, abril de 1927

 

 

Tengo el gusto, estimado Joaquín, de referirme a tu carta y a tu hoja, tan gratas ambas, tan generosa la primera y tan interesante la segunda. Muchas gracias por lo que, para honrarme, concientes en decir.

 

Pero tendrás que excusarme. De esto, preferiría conversar a escribir. Para escribir tendría que ocupar mucho tiempo y mucho espacio; y, además, no haría tanto como externar un parecer, sino que comentaría los tuyos en los cuales encuentro tanto conocimiento de la materia, tanta facilidad para analizar las ideas y para expresarlas galanamente y con la fogosidad de un digno nieto de un ilustre abuelo.

 

Mi parecer no merece la pena -mal barítono y peor actor- de ser oído. No entiendo, por añadidura de asuntos legales a pesar de que pasé por la Escuela de Derecho y estudié allí,  tan mal como solían enseñarlo, lo que querían enseñar: la Ley más que el Derecho. Y de la historia de nuestro país sin historia, apenas si algo voy aprendiendo. Supongo que, doctrinas republicanas y democráticas aparte, hay  reelecciones buenas, malas y mixtas, -según clasificación y lógica de Pedro Grullo; como supongo que no sea fácilmente conciliable tal materia con las actuales realidades sociales, que no obedecen a códigos ni a preconceptos de cuerpo doctrinario. Sociológicamente -no digo jurídicamente- ¿qué sería la soberanía popular?

 

Supongo que lo temible está en las reelecciones que podrían resultar reincidencias.

 

En el caso de lo que ahora preocupa la imaginación de un señor Portugués, creo que tú has dicho muy bien lo esencial, sin comprometer su "exaltada" admiración a don Ricardo.

 

¿Qué entre yo a hacer fila entre los combatientes de un partido político? No, Joaquincito; y de ello alguna vez hablaremos. Tengo muchos temores de los que tú tienes, pero no bastan a moverme. Saldría de me rincón a encontrar solo amarguras y ningún servicio prestaría. Para servirle a mi país, me basta el cultivo asiduo de este lote en que planté la tienda. Y he puesto en lo alto  de ésta una bandera que me parece que está a mayor altura, por la esperanza que simboliza, de los vivas que pegan los políticos en las puertas,

 

La mano agradecida de,

 

Omar

 Señor don Miguel Obregón L.

 Secretario de Estado en el Despacho

 De estadística Pública, San José.

 

 

RESPUESTA AL OFRECIMIENTO DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES

 

 

Muy estimado don Carlos:

 

Para usted1 es grande mi gratitud. Después de la generosidad con que usted ame trató en nuestra última conversación, vengo a encontrar que don Luis Felipe González me trae, de parte de usted, la reiterada insinuación de que reflexione nuevamente sobre si debo o no aceptar la Secretaría de Relaciones exteriores.

 

Mi respuesta tiene que ser esta vez también, la respuesta negativa que hube de darle a don Ricardo.

 

No soy apto para el ejercicio de tales funciones, no sé si podría llegar a serlo y, si supiera que lo llegaría a ser, o que lo soy, tampoco querría trabajaren un campo extraño a mis actividades. No debo abandonar mi carrera de Profesor, a la que me ata el corazón, y menos debo abandonarla para entrar en una zona en la cual no hay campo para obra del espíritu, y en la cual, con daño del Gobierno y del país de hombres bien preparados, por lo menos en la apariencia, y sería peor la situación tratándose de mí, que no tengo ni la preparación ni la apariencia.

 

Como le dije a usted no sé siquiera cómo se llevan los vestidos que usan los diplomáticos, y esto que parece no tener importancia tiene para mí la de que, con el vestido viene la genuflexión, la copa de champagne y la mentira amable como ejercicio cotidiano. No quiero eso para mis hijos, no lo quiero para los profesores, no lo quiero para mí.

 

Usted me perdonará la franqueza con que debo hablarle.

 

Cuanto acompañar a don Ricardo, yo lo acompaño en mi corazón mientras hay tantos que lo sacrifican. Acompañarlo en el gobierno no sería sacrificarse para él sino por los que han tenido fuerza bastante para lograr que la Educación Pública se convirtiese en objeto de ofrecimientos. Debía se objeto de planes de gobierno.

 

Por don Ricardo lo que puedo hacer es serle leal, de modo pleno, desear que triunfe en el gobierno y contribuir en lo que yo pueda, a que nuestros esfuerzos en el campo educacional sigan estando por encima del interés de individuo o grupo y libres del atentado de las ambiciones. De las extrañas y de las que por obra de la vida pudieran roernos el espíritu.

 

Lo saluda cordialmente su agradecido servidor y amigo.

                                                                                          Omar Dengo.

 

UNA CANDIDATURA DE PERIÓDICO

 

 

No dudo, Caldera, de que es usted una mala persona. Me ha obligado, muy a pesar de mi deseo, a escribir; y lo que es peor, sobre politiquería.

 

No obstante, le estoy agradecido del ánimo de simpatía que pone usted en la tarea de hacerme, de cuando en cuando, un vistoso reportaje. Con ellos me va abriendo usted un camino asfaltado hacia la  posteridad. Un camino eficaz, pues los  periodistas suelen ser, como Plutarco, manufactureros de grandes hombres, aunque los hacen a veces de pasta muy endeble.

 

Le temo a sus reportajes, Caldera, porque rara vez, porque rara vez no me traen palos y no siempre de ciego. Pero en esta ocasión tengo que estarle agradecido, porque sus palabras dieron pie a las que se ha dignado dedicarme -todas gentileza y amabilidad- el admirable García Sanchiz, doctor magnífico en belleza y jovialidad.

 

Me preguntaba usted aquel día de nuestra charla bajo la lluvia de sus preguntas maliciosamente insistentes, qué sabía yo de una candidatura ministerial que un periódico me depara y me dispara.

 

Pues nada, Caldera. Y aquí podría poner la firma y el sobre sino me asaltara la tentación de agregar algunas palabras.

 

Se trata de una noticia y de una candidatura de periódico, como tantas otras. Se inspira en un buen deseo para mí, doblemente equivocado. Pues ni hay motivo, personal o político, para que se me incluya en las interminables listas de candidatos, ni me desea bien quien me desea ministerios.

 

Le confieso que las funciones pueden ser seductoras, pero que los puestos no me tientan. Y aquí, generalmente solo se trata de puestos.

 

Tanto es así, que son muchos los hombres de los cuales sabemos que una vez terminado un período presidencial terminan también, definitivamente su incolora actuación pública. Es el mismo caso de ciertos hombres de confianza de las casas presidenciales, de quienes suelo decir que me hacen la impresión de las chimeneas, que una vez trasladada la cocina, ningún papel quedan haciendo sobre el techo, por más erguidas y encumbradas que estén. ¡Ya no hay modo de que siga saliendo humo por allí!

 

Además -si no es repetición- la noticia ni es ni podría ser políticamente oficial. Alguien, creo que el temible Obregón, me preguntaba por qué no protesté de la afirmación. Sencillamente porque ni cabe, ni me corresponde tal actitud.

 

Si el asunto da margen para protestas, que las formulen los interesados, , quiero decir, los interesados en dar ministerios y los interesados en aceptarlos.

 

Como ocurrió, mi estimado Caldera, cuando se habló de que yo iría a Relaciones. Sobraron las protestas, solapadas es cierto, pero enérgicas. O como ocurrió cuando alguien me creyó capaz de ser diputado y logró, tras conseguir el disimulo de múltiples protestas, que algún inocente, - al cual Dios recompensará- me diera un voto-, el único, Caldera, que me acredita y me acreditará para el ejerció de la representación popular. O como sucedió, finalmente, una vez  que fui por un rato candidato a munícipe y las protestas mataron la candidatura.

 

¡Ya ve usted que cuando los menesteres democráticos no están reñidos conmigo, soy yo quien está reñido con ellos!

 

Puedo decir, para darme importancia, que he tenido en las manos una Subsecretaría, ofrecida por un ministro en tiempos de don Julio Acosta, y una Secretaría de Estado, después. En ambas ocasiones dejé que se fueran de mis manos esos talismanes tentadores. Es cierto que abren muchas puertas, pero no siempre permiten que, a través de todas ellas se asome serena la conciencia a mirar este paisaje en movimiento de la vida.

 

Por supuesto, Caldera, que si mañana me ofrecen la Presidencia -que aquí, si nos descuidamos, se convierte en tentación de ganapanes, pensaré en el asunto con calma. Y acaso sea así más cauto que otros, que no piensan.

 

Lo saluda su  agradecido servidor,

                                                                        Omar Dengo,

Heredia julio de 1927.

 

 

TELEGRAMA

 

                                                                                     San José, 15 de febrero de 1916

 

 

Srta. Elena Vargas

Alajuela.

 

Haríanos honor aceptar plaza Departamento investigación problemas educacionales, escuela a mis órdenes, colaboración García Monge, trabajo nuevo, digno de sus aspiraciones. Ojalá respuesta hoy.

                                                             Omar Dengo.

 

* * *

 

                                                                                   San José, febrero 17 de 1916

 

Muy estimada Elena:


Apenas - al menos en el curso de esta semana- me es posible saludarla. Aunque la escribo con especial complacencia, sus cartas pertenecen a un vasto conjunto, al cual debo consagrar toda mi atención. Quiero, de preferencia repetirle mi expresión de hondo agradecimiento por el honor y el servicio que significa la aceptación del puesto ofrecido. Quiero explicarle, además que la haga extensiva a su señor padre por el consentimiento que para ello ha sido necesario. Mi ferviente esperanza en el trabajo que vamos a emprender, noble por excelencia, nuevo, fecundo, fraternal, que permite expresar el deseo de que tal manifestación de gratitud cobre ante Ud. el valor de una promesa para sus capacidades de inteligencia y de corazón y para las aspiraciones a que ellas sirven. Con sinceridad y con pureza de hermano, con fe de idealista, le ofrezco, pues, todos los servicios  que sea capaz de cumplir a su lado. Su trabajo -acerca del cual la informaré detalladamente en una muy próxima visita a ésa-, difiere, por entero del de los maestros, aunque a ellos se refiera y a su obra esté consagrado. Con una compañera, que aún no sé quién sea, manejará Ud. el Departamento de Investigaciones de la Escuela. El mencionado Departamento se encargará de estudiar los problemas de más urgente solución en la enseñanza del país; en condiciones que le aseguran una labor eficaz, que ustedes sabrán hacer hermosa.

 

Con mucho afecto,

                                       Omar

 

DOS CARTAS

 

 

CARTA A CORINA

 

                                                                                             Nueva York, enero 19 de 1916

 

Quiero que el mismo sobre les lleve dos cartitas. Ésta la escribo en una hora de congoja, porque mi compañero, Octavio, está en cama, muy enfermo. He debido hacer de enfermero, por primera vez en mi vida, y con tampoco acierto que quizá mi querido amiguito haya de permanecer dentro de su cuarto por el resto de la semana. Hay, como Uds. Ven, en estas cartas, una tendencia al relato minucioso de lo que se hace. El cariño y la distancia explican esa tendencia y pueden excusarla ante Uds. Si no les es grata. Me acostumbré a tratarlas, gracias a las benevolencias de Uds. de esta manera confidencial que tanto me agrada, porque en ella el corazón se muestra al desnudo, si con brusquedad a las veces, también con belleza; y, sobre todo, con la belleza que en esa misma brusquedad puede encontrar el cariño. Me siento, mientras les escribo así, con aquel blando contentamiento que me producía la conversación en la casa de Martha, a media voz, con la inquietud del dolor que pudiera sufrir Corina por la ausencia de unos minutos, con la tristeza de la enfermedad de Martha...Pero, más que nada, con la sensación de una nostalgia presentida, más honda a medida que se acercaban las últimas horas de vida en el Colegio.

 

Hoy, cuando ya sé de cierto que estaremos otra vez juntos, cuando comprendo cómo en determinado momento se nos acercó para que el amor nos comprometiera en el cumplimiento de una nobilísima labor, cuando comprendo la trascendencia que ella, por  causa de su elevado origen desarrollará, hoy, sin embargo, he sentido de nuevo la nostalgia. Recibí un cúmulo de cartas de amigos de Costa Rica esta tarde, y ninguna proveniente de Uds., entre ellas, a pesara de mi esperanza. Sentí como si una trasformación radical de mi ser de este momento, me hubiese puesto en contacto con la realidad tormentosa que muchas veces imaginé en aquellas últimas horas de Heredia. Sentir mi vida en un futuro que entonces creaba el dolor, y era ella ahí cruelmente amarga, sin efectos, sin ideales, llena de desolación espiritual, apenas de cuando en cuando colmada de luz, por la añoranza de ensueños muertos. Pero no podría describirles la sensación de un minuto de nostalgia. Es muy compleja. Después, me ha sido grato pensar que Uds. han contribuido, con más intensidad que nadie, salvo otras dos personas a darme esa sensación. Ello me complace, porque me confirma mi esperanza en la creciente capacidad del corazón para sentir amor puro, ajeno a todo egoísmo, a todo deber resultante de convencionalismos, sin artificialidad, solo amor; y me complace porque tal evidencia contiene la que me permite descubrir para mi vida, en esta encarnación, un objetivo concreto en una obra de servicio.

 

No reprocho la ausencia de las cartas de Uds., tan esperadas, no obstante. Sé que Elena ha perdido mi dirección para escribirme. Así, por informes de ésa recibidos, nada más sé. Si quisiera saber, no es para mi regocijo exclusivamente, sino para saber de Uds.

 

No he podido escribirles cuanto ni como he querido. Es tan corto el tiempo señalado por la necesidad para mi viaje que, escudándome en la bondad de Uds., les he sustraído mucho del que mi corazón me aconsejaba que les destinara. Aludo tan solo al tiempo para escribirles. Que en cuanto al que el pensamiento ocupa, es verdad, que, ni un minuto en tantos días, he dejado de estar en mí venerado como en un santuario, el recuerdo fraternal de mis amigas. Muchos de los trabajos que aquí he emprendido, como lecturas, meditaciones, preparación de conferencias, estudio de museos o bibliotecas, etc., han sido sugeridos por el deseo de recoger información que Uds. pueden utilizar, por el de facilitarles los estudios que desean hacer, por el de buscarles material para más de una tarea que de regreso les propondré. Sueño que cada una de Uds. hará una obra, un pequeño libro, por ejemplo, una serie de conferencias, una investigación y he procurado inquirir acerca de lo que con ese fin fuera dable utilizar. Por los niños, por las mujeres, por los maestros, por los pobres, por el arte, por la filosofía, hay ¡tanto! qué hacer en nuestro país, que Uds. pueden encontrar, en cualquiera de esos tópicos, la finalidad de una tarea hermosísima.

 

Ojalá que desde ahora piensen en ello. Ojalá que al avistarnos no más a mi vuelta, ya sea posible conversar de esos proyectos e iniciar su realización.

 

Ojalá que mediten largo rato, más de una vez, en el valor que puede desplegar la cooperación -de alma-, en la construcción de un hogar para las más altas y más puras devociones del espíritu. Ojalá que si ello les despierta ansiedad de acción, fe, inquietud, se comuniquen entre ustedes las impresiones, las iniciativas, las esperanzas, y vayan, así tejiendo, con seda y rosas, el sustratum de una fraternidad que para siempre viva.

 

Tengo sobre la mesa en que escribo, junta a un pequeño retrato de Emerson, un calendario de Shakespeare. Es decir, un calendario, cada una de cuyas hojas contiene, para que durante el día correspondiente se piense en él, un pensamiento de Shakespeare. El de hoy, hiere, con finísima ironía, la vanidad. Al releerlo antes de terminar la carta, me he preguntado:

 

¿Será fatuo el pretender que mi espíritu, una vez cerrada esta carta, se quede solazándose, como en un valle pastoril de cuento o égloga, con la convicción de que sus ingenuas expansiones serán recibidas amorosamente?    

 

Mi amada Corina, saludará a Bertalia; chiquilla, dulce chiquilla rubia, a Adelia; a Martha, la buena Martha; a Elia. Y todas, cuando alguna vez, con alguna o alguno de los compañeros tengan comunicación, dígales, que en mi penúltima carta para Uds., a todos envié un pensamiento de paz.         

                                                                                                                Omar

PARA EFRAÍM

 

 

Tengo EL alma llena de dolor. Estimaba mucho a Elisa1; era algo su espíritu, de lo que más he querido y admirado en la  Escuela normal, lo estimo mucho a Ud., y luego tengo esta pena profunda de no haber estado en condiciones de servirle ni de acompañarlo. Por esto, Ud. sabrá perdonarme. ¡Siquiera hubiera podido yo tenerlo a Ud. en mis brazos cuando Ud. sintió el terrible golpe!

 

Pero Ud., Efraím, está en la obligación, por Elisa, de ser superiormente fuerte. Ella necesita de la serenidad y de la paz de Ud.; y Ud. puede atraerlas hacia su corazón pidiéndolas a lo alto, para su Elisa, fervorosamente. Ella necesita que Ud. le consagre su vida a su recuerdo sagrado; ella necesita que Ud. piense en ella como si ella estuviese con Ud., como realmente está en la región superior en donde se entrelazan los destinos, en la cual todo es paz. Si Ud. se deja arrebatar por un dolor ciego y desesperado, perturba la paz de ella y entonces ella no podrá consagrarse a la obra de protección espiritual que Dios le encomendará cerca de Ud., ni podrá continuar, sin obstáculos, la vía de ascensión espiritual a que la ha llamado el destino.

 

Haga un supremo esfuerzo, siquiera por un momento, para poder pensar que su deber ante Elisa es acallar la voz del dolor que clama justicia, para dejar oír la del dolor que pide paz. Porque este mismo terrible dolor que hay en Ud., no es, en realidad, sino una de las pruebas que los dioses le imponen a aquellos seres en cuya vida ellos sienten alguna complacencia. Hay luz divina en el fondo de ese dolor, hay luz allí, destinada a iluminar sendas de las almas de ustedes para la realización de designios de bien que la mente no puede alcanzar a comprender, pero que la sabiduría suprema de la vida busca ansiosamente a través de las vidas de los hombres.

 

El espíritu de Elisa, como el suyo, es inmortal, porque ambos son emanaciones del espíritu del Universo. No hay poder que pueda alterar el glorioso destino de eterno progreso del espíritu. La muerte, cuando es obra de Dios, viene, con toda su trágica crueldad, como emisario de la sabiduría. El dolor, cuando sabe ser generoso y justiciero, porque nuestro ánimo así lo torne, refleja mejor la ley infinita de que depende, tras la cual es omnipotente la gloria del espíritu.

 

La plegaria consciente, pura, profunda, noche tras noche y en cada amanecer, la plegaria que desea paz para Elisa y a ella blandamente le pide consuelo, consigue que Dios, -entre los dos espíritus- ponga su pensamiento de Amor, del cual todo lo que existe ha surgido, y los comunique, así, eternamente, allá en la recóndita mansión de su misericordia.

 

Y todo el poder necesario para que la Suprema Piedad venga a Ud. en las alas angélicas del fervoroso orar, allí está en su corazón, por cuya paz, como por la de Ella, yo pediré con amor en las oraciones que consagro a mis hijos.

 

Lo abraza,

Omar.

 

CARTA PARA OCTAVIO JIMÉNEZ

 

   

Hace hoy un año, muy querido Octavio que en un salón del Colonial Inn, en Concordia, comentábamos nuestra visita de la tarde a la tumba de Emerson. ¿Recuerda que esa noche conocimos la nieve? La conversación, cargada de saudades que eran como inciensos, nos rodeaba de la solemnidad de un templo. Había en nuestro desasosiego y en nuestra tristeza, una aspiración vehemente de cosas eternas.

 

Salimos como a las ocho a buscara la biblioteca que guarda los manuscritos de Emerson. Concordia bajo sus pinos se estremecía, como ahora nuestra ciudad, con el regocijo de la Noche Buena. Concordia, crecida en nobles heroicidades, no nos interesaba, sin embargo, ni por su vida de aquella noche, ni por la gloria de su tradición. Nuestros ojos buscaban por sobre la multitud, cielos y estrellas. En el oído, ritmos del mar que acabábamos de cruzar. Ha sido una de las noches en que hemos sentido que cada ser humano trae consigo una nueva visión del Universo. The soul recreals its own truths. Ésa era nuestra glosa al poema de la noche. Apretado el corazón por amor de peregrinaje espiritual, florecían en los labios las palabras más sutiles.

 

En la biblioteca, ante la estatua del grande hombre, yo sentí deseo de decir la plegaria de Renán. No sé si allí se rompió su abstracción. Sí la mía. Alguien nos miraba desde los pupitres. Sorprendí al buscar los ojos, un incendio de alma.

 

La señorita que miraba, apenas pudo ocultar tras la mano enguantada de gris, un gesto de desesperanza. Sentí que toda una vida refugiaba su angustia en el cuenco de la mano enguantada.

 

Ese sencillo gesto, que era una novela, me puso en contacto con la vida de la pequeña ciudad. Salimos a la calle. Compramos libros y juguetes, un muñequillo de los de Rose Me. Klein, un diario de bolsillo... En el mío solo una página ha sido escrita. Habla de aquel viejo que nos guió hasta el cementerio...

 

Emerson ha cobrado dueñanza de su hondo amor de belleza, querido amigo. Usted derrama oro que viene de allí. Los cuentos que le han premiado, expresan un verbo de trascendente sentido. Sencilla la estructura, como la de las hojas de laurel, ciñe conceptos amados de la gloria. No hay máculas de insinceridad en la túnica de su idea. Ahora, cuando place el cuento de saló, presumido de psicologías artificiosas, conviene que el suyo, hijo de más nobles entrañas, nos traiga la reminiscencia y así el encanto de la página de Ruskin. Es siempre la presencia del valor que Emerson entendió como unidad de vida, aunque más cercano a la inmediata realidad.

 

Ahora vive usted cerca del mar, y allí la ola difluye, en una constante meditación de ritmos, el color de infinito de que se tiñe la vida a través del cuento que la mira desde ella misma. No desde los hombres, porque éstos solo son las formas de que se recubren ciertas ideas del Alma Suprema. Los hombres no existen en verdad. Son personajes o moldes. La humanidad viene a ser cosa así como una filosofía, optimista o pesimista. De ahí que valgan más los hombres que más pensaron y más sintieron. Son las más altas, las más bellas, las más profundas ideas.

                                                          

  Diciembre 23 de 1918

 

UNA INTERESANTE CIRCULAR

 

 

                                                                                             Heredia 20 de marzo de 1922

 

 

Escuela Normal de Costa Rica

Dirección

 

Benedicto Víquez Guzmán: La obra escrita de Omar Dengo Maison. Cartas.

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8. CARTAS

 

 

Transcribimos, en esta sección, algunas de las cartas que Omar Dengo envió a sus familiares (algunas conocidas) y a sus amigas (alumnas) y otras de índole profesional. También se incluyen las oficiales, propias de su función como Director de la Escuela por varios años y las que escribió a sus amigos, profesores y otros personajes de la vida p{ublica costarricense.

 

A CARMEN LYRA

 

 

¿Astucia? ¿Cansancio? ¿Debilidad? De todo eso hay en mí, desgraciadamente. Pero tengo derecho y deber de esforzarme por condensarlo todo en una sonrisa de esperanza. Como el jardinero, pongo en las eras ceniza, cal y estiércol y después planto el rosal con la ilusión de que en las rosas ascenderá todo aquello hacia la alegría del cielo.

                                                                                     

Septiembre, 1927.

 

CARTA A MARÍA ISABEL CARVAJAL

 

 

 

Es triste, María Isabel1, que Ud. supiera, por adelantado, que yo cumpliría loa promesa. Es triste para mí, - quiero decir. Desde hace años mi vida se viene deshilachando en promesas irrealizadas que casi siempre son o han sido pedazos de mi corazón. Siquiera fuese una bandera enarbolada, poco importaría  que el viento la desflecara. Usted señaló mi dolor, y si no supiera yo decir que su mano besa, diría que quema.

 

Por fortuna, ni Ud. es Mahoma, ni yo la montaña. De selva algo tengo; de selva impenetrable, por la oscuridad espiritual en que vivo, ciego casi a la luz que me rodea. Y por mi carácter abrupto, algo de montaña tengo también. De cumbre nada; salvo en cuanto a que la cumbre suele sentir voluptuosidad en los latigazos del rayo, que son como sus cilicios..

 

¡Qué egoísmo el mío, Isabel! No quiero ser romántico, ni soy pesimista, pero a veces me parece espantoso mi egoísmo. Siento que vivo como vampiro, absorbiendo la vitalidad de los corazones que me rodean. Mi madre, toda sacrificio, que yo inspiro; mi Tere, toda bondad y tolerancia infinitas, que yo no recompenso; mis chiquillos, todos porvenir al cual nada consagro; mis amigas y mis amigos, todos generosidad que yo devoro con la ansiedad del fuego.

 

De todo eso vivo, como un mendigo en puerta de un palacio, sin otro gesto que el de saber pedir perdón.

 

Pero tengo una esperanza, una sola, que me consuela, me fortalece y me redime.

 

No estoy de acuerdo con Ud. en algo de lo que me dice, pero prefiero callar la objeción. ¿Para qué decirla, si en cambio estoy de acuerdo con Ud. en lo que es más importante? En la actitud, digamos, hacia las cosas.

 

Chabela, qué triste, qué horrible esto de los tests. Medir, medir, ¿qué? (Y tengo que estudiarlo.)

 

A este paso, el hombre, que siempre ha sido gusano, terminará por ser un gusano medidor.

 

¡Qué linda tu carta, qué grata con esa sutil sencillez que en Ud. es genial! Un vuelo de mariposa su carta.

 

Y deja un lampo azul en el corazón. Beso la mano que la escribió...y que escribirá otras.

 

 

ENSEÑANZA DE LA CALIGRAFÍA1

 

                                                                                                       Heredia, octubre de 1821.

 

Señor Secretario

 

Asociación De Inspectores

San José

 

Estimado amigo:

 

Contesto las preguntas que esa Asociación ha tenido a bien hacerme acerca de la enseñanza de la caligrafía. Las contesto brevemente, pues algunas de ellas dan margen a un estudio extenso. Solo que yo no me he propuesto sino expresar una vez más mi simpatía a los intereses que esa Asociación representa.

 

Porque en realidad, para resolver el problema que el cuestionario formulado implica, poco se avanza con obtener, no digo la mía, sino la mejor contestación del mismo. La organización de la enseñanza de tal asignatura, paréceme un simple aspecto del magno problema de la organización total de nuestra enseñanza.

 

Agradezco mucho que al pensar en el asunto se quisiera tomar en cuenta mi buena voluntad.

 

Contesto las preguntas en el mismo orden que las presenta el cuestionario.

CARTA A CORINA

 

                                                                                               Nueva Cork, enero 17 de 1916.

 

 

 

Esta cartita, querida Corina, ha de pasar de sus manos a las de Elena y a las de Martha. Todas esas manos las estrecha con amor mi pensamiento.

 

Hoy las he tenido más cerca de mí que en ninguno de los otros días de ausencia.

 

Don Roberto, que está ahora aquí, me había invitado a las 11 a. m., al Museo de Arte. Llegué a esas horas al Museo. No me esperaba allí don Roberto, sino doña Ana María. Roberto está un poco enfermo - me dijo -. Después de haber ido a acompañar a la señora hasta el hotel, y de saludar al hermano, volví al Museo. Conocía ya las galerías de pintores, y fui a recorrer las de escultura. Pero solo una visité, y en ella solo una obra vi. Dos horas estuve en un banquillo, ante El Pensador de Rodin.

 

¿Recuerda la alusión que a esa obra hice en una conferencia que a Ud. le agradó mucho? Si mis trabajos, que son muchos, lo permitieran, diariamente iría a contemplar la grandiosa escultura. Situándose de frente a ella, y mirándola con profundidad en los ojos, se siente, en verdad, cómo se agitó, absorto ante lo infinito, el pensamiento de Rodin, al concebirla. Se comprende cómo, las obras eternas en arte, son aquéllas que muestran el alma del artista en el instante en que más hondamente se ha sumido en el misterio de las cosas. La brusquedad, la precipitación de ciertas líneas copia la lucha, trágicamente, melancólicamente melódica, de un concepto eterno, fundamental en la organización del universo al sentir la presión de la forma. El bloque de mármol refleja, en este mundo, la existencia que tiene en otro, una idea de la verdad. El artista ha trasladado la idea de un mundo al otro. Al pasar el límite de las separa, como toda creación es un sacrificio, y todo sacrificio una belleza, sangra gloria.

 

El pensamiento de Rodin, luminoso dentro del bloque imponente, es visible en el espacio que se extiende ante las miradas de Dios de El Pensador.

 

Allí, he pensado tanto amor a Uds. Al llegar a mi casa he encontrado una carta en que don Arturo me dice, desde Sussex, que le han escrito "las muchachas". No sé si Uds. mismas. Me dice que arregle con don Roberto lo que al futuro trabajo de "las muchachas" concierne. Precisamente en eso hemos trabajado en estos días, y mañana terminaremos los arreglos. Así se lo comunicaré a Arturo en seguida. No imaginan las amadas amigas ni los amigos de "la clase de 1915" - las que han manifestado deseos de trabajar  conmigo -, cuánto espero hacer por ellos y cuánto espero que ellos quieran hacer conmigo por el porvenir de nuestro país. Todas las mañanas, cuando visito las escuelas en que recojo el material para mis estudios de esas largas noches, cuando converso acerca de propósitos y procedimientos con las maestras, cuando acaricio a los niños, cuando observo el material de enseñanza, o recorro las bibliotecas, se me llena el alma de una vigorosa esperanza, de un hondo idealismo, de una profunda fe en la obra del maestro. Y sueño que estamos haciendo esa obra, juntos, en nuestra escuela, con un espíritu nuevo en el país, nuevo, aunque eterno, en la educación, fraternalmente, como en Shanti Niketán bajo el arbolado de amor que nuestro corazón sabrá tender sobre la inquietud de la generación que nos espera. Entre las jóvenes maestras, muy distinguidas de la Horace Man School, hay una  - Miss Roxana A. Steele -, que cuando conoció mis proyectos me pidió el libro de notas para escribir en él estas palabras: "Si yo fuera maestra en Costa Rica, trabajaría en su escuela, porque quien sinceramente ama la educación, tiene el deber de buscar aquellas oportunidades que de verdad prometen una labor de idealismo."

 

Le contesté con la lentitud de "mi inglés": " I am sure, Miss Steele, that those who are, as you do, sincerily interested in education will extended to me very possible assistance."

 

"Pero...Miss Steele, yo no estoy dispuesto a abrir la escuela que se me ha confiado, si sus maestros..." Y le dije, cómo esos maestros es preciso que pertenezcan al grupo de Uds. De no, el abrir la escuela nunca significaría, como es mi mayor aspiración, el trazado de nuevas rutas en el porvenir de nuestros niños, de una nueva promesa de engrandecimiento para el país, de una más eficaz asistencia de maestros...soñadores, valerosos, fuertes, pujantes.

 

Mis proyectos, aunque no completos todavía, pero sí lo bastante organizados para que se pueda trabajar con ellos desde ahora, los conocerán Uds. muy pronto, sea porque en uno de estos días los envíe, sea porque, como se acerca mi regreso, prefiera llevarlos conmigo. Cuando los estudien, reconocerán en ellos la presencia del amor de Uds., moviendo mi alma, y sentirán que a ese amor quiero corresponder con el más profundo y con el más puro que en mi ser haya siempre.

 

Acerca de las obras de Rodin, que en el curso de esta semana estudiaré, en una corta visita de todos los días al Museo, mucho, mucho, hemos de hablar.

 

Adiós mis queridas amigas.

                                                               Omar

 

MIGUEL ÁNGEL OBREGÓN

 

Hermano:

 

El símbolo de Juan Santa María es una tea; el tuyo, la proa de una barca.

 

Él ensangrentó una muralla; tu sangre enrojeció las olas, que parecieron, en el momento histórico, otro incendio sublime.

 

Allí donde, caíste con tu legión, el mar -como una voz del destino de la patria- responde el grito de libertad del soldado Juan.

 

Hermano:

 

No he podido salir todavía tras tus pasos. Cuando salga, llevaré en el espíritu un fulgor de gloriosa esperanza: ¡Mis hijos tienen sangre de tus venas!

 

Ahora ruego junto a tu madre.

Omar Dengo

 

 

 

 

                                                                                   Heredia, 24 de Abril de 1923

 

Escuela Normal de Costa Rica

Heredia

Dirección

Señor Secretario

 

Tengo el honor de enviar a Ud. un informe que he recibido, relativo a la fundación y a los trabajos de la Sociedad de Normalistas.

 

Como Ud. se servirá advertir, el Director desea que tal informe sea elevado al conocimiento de Ud. y, además, publicado.

 

Juzgo conveniente hacer notar cómo, no obstante sus deficiencias, no obstante las dificultades que al perfeccionamiento del trabajo oponen y a pesar de la corta vida de la Escuela, ya comienza su labor a salir de las aulas, a estimular actividades independientes del trabajo directo de la casa madre. Con esto se realiza una viva obra de extensión en medio de la cual una juventud encuentra la oportunidad de iniciar su actuación social en la vida del país.

 

Con sentimientos de viva consideración, soy de Ud. atto. y S. S.

                                                    

Omar Dengo

 Director de la Escuela Normal de Costa Rica    

                                                                       

 

Señor don Miguel Obregón, secretario de

Estado en el Despacho de Educación Pública,

San José.

 

 

 

                                                                                        Heredia, abril 12 de 1923

 

Señor Director de

Repertorio Americano

San José

 

Muy estimado don Joaquín:

    

A propósito de nuestra conversación acerca del congreso Mundial de Educación que se efectuará en junio y julio en Oakland, California, tengo la complacencia de enviarle la enumeración de los objetivos de la Conferencia y de los medios que se tratará de emplear para realizarlos. He traducido, un poco al pie de la letra, para La Escuela Costarricense, el manifiesto de la Asociación, el cual quizás convendría reproducir. Como le decía en la última entrevista me atrevo a juzgar que ese Congreso, por sus aspiraciones, puede ser el origen de un estímulo superior y trascendente para los movimientos de paz y de fraternidad.

 

Lo saluda afectuosamente,

                                                Omar Dengo.

 

 

EUGENIO CORRALES: NOMBRE DEL LIBRO DE ORO DE LA ESCUELA

 

Heredia, 26 de octubre de 1919

 

Joaquín García Monge

Secretario de Estado en el

Despacho de Instrucción Pública,

Sn José

                                                                                            

 

En acuerdo con las gratas instrucciones de Ud. he citado en la orden del día en la Escuela Normal, el nombre de Eugenio Corrales "uno de los hijos que mejor la sirven y honran". Con el nombre de Corrales, he abierto el Libro de Oro de la escuela, cuyas páginas mantendrán las referencias que Ud. y las demás autoridades escolares se sirvan enviar acerca de la labor de los alumnos graduados. La importancia de tal libro consistirá no solo en la fuente de estímulos, iniciativas y experiencias que poco a poco irá constituyendo el servicio de los alumnos que la escuela prepara, sino además en la utilidad que podrá ofrecer al departamento encargado de organizar el escalafón del magisterio. Por creerlo así he de rogarle que se digne comunicar la apertura del libro a las autoridades escolares del país a fin de que den cuenta a la dirección de la escuela de toda idea, esfuerzo, iniciativa, realización, etc., provenientes de los alumnos graduados y merecedores de un homenaje como el que es mi intención hacerles.

 

También de acuerdo con sus instrucciones he tenido el gusto de trascribirle al señor Corrales, en esta misma fecha, su oficio y el presente.

 

Con sentimientos de la más distinguida consideración, soy de Ud. atto. y S. S.

                           

                                                        Omar Dengo

Director de la Escuela Normal de Costa Rica

 

 

 

 

Señor don Joaquín García Monge,

Secretario de Estado en el

Despacho de Instrucción Pública.

San José.

 

 

 

                                                                                       Heredia, 5 de octubre de 1919

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