Napoleón Pizarro Centeno

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NAPOLEÓN PIZARRO CENTENO
(1935)
 
Ramón Napoleón Pizarro Centeno nació en Filadelfia, Guanacaste, el día 1º. de septiembre del año 1935. En ese pueblo realizó los estudios primarios. Los secundarios los hizo en Puntarenas, en el Liceo José Martí. La enseñanza superior la llevó a cabo en la Universidad de Costa Rica. Ahí se graduó de licenciado en Filosofía y Letras.

 

 

LO QUE HA ESCRITO NAPOLEÓN PIZARRO CENTENO

 

NOVELA

 

 

1.   Los fugitivos: 1994

 

CUENTO

 

1. Cuentos de amor, vida y muerte: 2005

2. La rueda gira en su eje: 2005

 

Los Fugitivos es la única novela que conocemos de este autor y la publicó en 1994.1

 

Es una novela tradicional, monofónica, de esas que los críticos suelen llamar de realismo crítico. En realidad la novela evoca más las llamadas novelas de prostitución del Naturalismo. Es una novela de espacio social. Es la narración biográfica de cuatro jóvenes, desde los primeros años escolares, hasta que llegan a la adolescencia e inician su juventud: Bonifacio Malacara, Jaime González, Amancio Espinales, Humberto Bogantes y Moisés Delgado. Pero no importa el nombre ni los apellidos, ellos solo simbolizan los jóvenes pobres e hijos de padre alcohólico del pueblo Villa Esperanza, esperanza es lo que menos abrigan. Los acontecimientos no se dan linealmente sino a intervalos, con cortes separados de uno u otro muchacho y, a veces, de dos en dos, pero lo cierto es que cada historia individual no es más que un calco de las otras. Es un narrador personalista pero bastante distanciado de lo que narra, que lo hace desde un presente de la enunciación, como recuerdo, evocación, como una visión superior de esas vidas iguales, con una historia trágica, también similar, determinista, cruda. Si las novelas de prostitución tenían como antihéroes a campesinas que eran violadas en la ciudad y luego seguían el calvario de la prostitución en ella, como algo irremediable, determinista, en esta novela, los antihéroes son apenas niños que desde su mismo nacimiento y a pocos años de vida, comienzan la tragedia de vivir en un hogar desintegrado, lleno de violencia, de hambre, de vejámenes y ultrajes y fuera de éste la vida, para ellos no cambia. No hay esperanza, en la escuela no están seguros y menos en el hogar. Desde niños se ven compelidos a robar, como único medio, para comer ellos y sus madres y los hermanos menores, mientras el padre deja el salario en licor y mujeres, para llegar a la casa y realizar los escándalos de siempre. A pesar de que existe la educación, ésta se ve relegada por las necesidades primarias, llevar el sustento que los padres alcohólicos no hacen, mientras que las madres sufren, paren más hijos y no les queda más remedio que enviar a sus hijos, apenas terminada la primaria, o antes, a buscar trabajo, para poder comer.

 

La novela, de principio a fin, muestra esa vida fatal, signada por el fracaso, la desolación, el fatalismo. No hay una ventana, una luz por donde buscar atisbos de solución a sus necesidades primarias. La huida se presenta como única salida, pero ésta que se realiza al puerto de Puntarenas y en él, en vez de mejorar, empeora. Los hombrecitos, obligados por las circunstancias buscan trabajo y lo que encuentran es apenas para medio comer, con un agravante, que poco a poco, se van iniciando en el vicio, el licor que en todos, a pesar de no desearlo, son compelidos a realizarlo. En el puerto, empieza el deambular de antro en antro y se mezclan con el lumpen, las prostitutas, el hambre, la desolación. El liceo Martí les invita a estudiar y algunos entran en él, pero circunstancias adversas impiden que puedan concluir con éxito la secundaria, que de todas maneras, de poco les serviría. Sufren el abandono de sus madres, en algunos casos por muerte y en otras por buscar a un padre ausente que no promete nada y deben asumir responsabilidades de adultos, sin haberlas buscado, ni estar preparados para ello.

 

Una novela importante, por varias razones, primero porque está bien escrita y brinda una mirada objetiva, sin prejuicios, valiente, de una realidad insoslayable. Sin ser un dechado en recursos literarios, utiliza los necesarios, para narrar, a través de un lenguaje polifónico, un mundo hostil para los hijos de una región, casi nunca tomada en cuenta por los escritores nacionales. Esto alienta a otros para que esos espacios físicos y sociales encuentren voces que los den a conocer, desde la perspectiva literaria.

 

La novela termina en una última huida, la esperanza hecha viaje, uno, para el norte, dos para lo desconocido, la aventura en un barco Colombiano. Solo Humberto y Jaime permanecen anclados en el puerto, con la esperanza puesta en el estudio.

 



1 Pizarro Centeno, Napoleón. Los Fugitivos. Ed. Costa Rica, San José, 1994.

 

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