Flora Herrera Fonseca

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FLORA HERRERA FONSECA Y SU ESPOSO

(1940)

 

 

Flora Herrera Fonseca nació en el cantón central de Heredia, el día 20 de septiembre del año 1940. Es de profesión, abogada.

 

LO QUE HA ESCRITO FLORA HERRERA FONSECA

 

NOVELA

 

 

1. Las pavas tirándole a las escopetas: 2001

 

 

Las pavas tirándole a las escopetas es la primera novela, así la llama ella, publicada por Flora Herrera Fonseca, en el año 2000.1

 

Creemos que no reúne las condiciones del género novelístico y que su valor literario es escaso. Esto de ninguna manera quita el mérito que tiene el libro desde otras perspectivas. Consideramos que esta obra es un testimonio importante y que debe ser considerado por quienes se interesan por la aplicación de la justicia en nuestro país y la funcionalidad de las instituciones correspondientes. La autora, a través de numerosas pruebas documentales plantea una hipótesis de gran relevancia para la vida democrática de nuestra nación, la credibilidad de nuestras instituciones y explicita fehacientemente la corrupción de los funcionarios públicos y las autoridades implicadas en los casos expuestos.

 

La hipótesis abre las siguientes interrogantes: ¿Es la justicia costarricense creíble? ¿Se aplica a todos por igual? ¿Existe corrupción en el Poder Judicial de Costa Rica en general y los juzgados en particular, así como en los Municipios? ¿Son algunos o muchos administradores de la justicia sobornables? Pareciera, después de  leer la obra que el testimonio de esta pareja de esposos, Marcelina y Leo, demuestran en carne propia que las preguntas tienen una respuesta positiva. No se podría, quizás generalizar esta hipótesis pero cabe preguntarse hasta dónde este caso se repite aún hoy, en sus aspectos fundamentales denunciados.

 

Un caso sencillo que debió resolverse sin necesidad de acudir a los tribunales se convirtió, por negligencia, malos procedimientos, complacencias, prepotencias, ignorancia de algunos funcionarios, servilismo, en un caso complejo, enredado que hizo mucho daño a personas inocentes, a una comunidad e incurrió en gastos burocráticos onerosos y pérdida de tiempo. Da la impresión de que esa práctica de los municipios por resolver los problemas sin estudios adecuados, a la buena de Dios y creer que las comunidades se van a beneficiar con la llegada de personajes adinerados que  impresionan con un saco  lleno de promesas deslumbrantes pero que luego de obtener sus granjerías se vuelven lobos y dejan a los pueblos peor que antes de su llegada. Los mismos funcionarios se hacen de la vista gorda cuando se trata de empresas poderosas y sucumben ante los  ofrecimientos que por lo general olvidan.

 

Todos los días escuchamos en las noticias reportajes de constructoras de casas que no cumplen con lo establecido. Se retiran o se dan en quiebra y dejan a los clientes sin dinero y sin casa o no cumplen con las características de las viviendas que se comprometieron a entregar. Obtienen los permisos para realizar las urbanizaciones sin estudios por parte de las municipalidades, sin contar con agua potable para satisfacer las necesidades de los futuros habitantes o cumplir con las exigencias del sistema de cloacas, alcantarillados, zonas verdes, encunetados, aceras, etc. Las comunidades después, si es que les entregan algún día la casa, se tienen que organizar para realizar los proyectos que la misma administración de la urbanización debió cumplir. En muchos casos ni siquiera se hace un estudio de tierra para saber si los terrenos son aptos para la construcción de casas de habitación y ¿qué decir de los permisos municipales para establecer talleres, cantinas, discotecas, plazas de deportes, iglesias (a veces escandalosas) y otros negocios que no son propios para la tranquilidad y la salud de los moradores?

 

El caso del libro testimonial abre una serie de deficiencias políticas que enmarcan a la justicia como arbitraria, partidaria, interesada (y no por ser pronta, adecuada y cumplida) irrespetuosa del debido proceso e incapaz de resolver hasta los más elementales conflictos contravencionales. Y no es por falta de leyes o contradicciones entre ellas sino por conveniencias, intereses particulares, ignorancia o desconocimiento o funcionarios sin ninguna preparación como es el caso de los policías de Barba. Este tipo de no justicia o injusticia, acarrea una serie de males. No solo a los que padecen su ineficacia sino al país y la credibilidad del mismo sistema judicial y esto es sumamente grave. La Defensoría de los habitantes no debería de existir y de hecho no existiría si los ciudadanos tuvieran una justicia adecuada e igual, para ricos y pobres, negros y blancos pero pareciera que eso no es posible.

 

El caso de esta urbanización en San José de la Montaña de Barba, perteneciente a la provincia de Heredia, no es único y esto es lo más preocupante. Por otra parte si esta odisea jurídica la sufrió una pareja de esposos con grado académico alto, ella es maestra, y con conocimientos fundamentales de sus derechos y deberes como ciudadanos y dispuestos a defenderlos ante los encargados de impartir justicia. Nos preguntamos ¿qué no les podrá ocurrir a campesinos o ciudadanos sin estudio y que aceptan con impresión lo que le ordena cualquier don nadie vestido de pajarraco? Lo que sucede en el país es grave. Se está generalizando un alto grado de desconfianza e incredibilidad en las instituciones del estado y los encargados de proteger los derechos de los ciudadanos.

 



1 Herrera Fonseca Flora. Las pavas tirándole a las escopetas. Herrera F. San José, 2000.

 

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