Jaime Fernández Leandro

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JAIME FERNÁNDEZ LEANDRO

(1955-2007)

 

 

Nació en San José el 07 de junio de 1955 y murió en el año 2007. Realizó la primaria en la Escuela Juan Rudín y la secundaria en el Colegio Don Bosco y el Liceo San José. Estudió Psicología y Educación en la Universidad de Costa Rica y trabajó como técnico en DINADECO, Dirección Nacional de Desarrollo  de la Comunidad, en varios lugares del país. Esta labor le permitió escribir, con conocimiento directo, algunas de sus obras. Dejó ese puesto y se dedicó a la Literatura. Actualmente escribe y trabaja como profesor de español y Literatura Universal para estudiantes de Bachillerato  por madurez. Vive en Hatillo 2, San José.

 

 

 

LO QUE ESCRIBIÓ JAIME FERNÁNDEZ LEANDRO

 

NOVELA

 

1. Palenque: 1989

2. Aquél fue un largo verano: 1993

3. Retorno a palenque: 1999

4.  Riberas del averno: 2003

5. Ardiente Caribe: 2003

 

CUENTO

 

1. Cuentos de hoy para mañana: 1986

2. Perfume de mujer bonita: 2001

 

TEATRO

 

1. El velorio de Beto Ureña: 1989

La primera novela que escribió recibió el nombre de Palenque y la publicó en 1989.1

 

Esta primera novela de Jaime Fernández Leandro se inscribe en el paradigma tradicional de la novela costarricense, lineal, causal, de clásico narrador cercano al personaje y al autor. Utiliza la voz de un personaje llamado Roy Pineda y otras veces se convierte en un narrador omnisciente, conocedor de todos los pormenores de la historia narrada. Nos sorprendió un tanto los errores ortográficos y tipográficos de la edición pero a la vez, como virtud creativa, la novela ofrece un marco sincero, abierto, objetivo, de la burocracia estatal y política de los partidos políticos de turno y las aspiraciones de los grupos de izquierda, adscritos  al partido Vanguardia Popular, de ideología comunista, de los años ochenta y que hoy, salen a relucir los resultados de esa corrupción política, ideológica y social.

 

La novela abre una instancia, casi no expuesta en nuestras letras: la corrupción burocrática de las instituciones sociales de desarrollo. No es la exposición y crítica de los burócratas incapaces de resolver los problemas individuales de los ciudadanos, ni la imposibilidad de de comprender la angustia existencial del individuo que busca solución a sus problemas cotidianos, el desinterés del empleado, las largas filas, la inoperancia de los burócratas, etc. sino la incapacidad del sistema establecido para enfrentar los retos de una sociedad cada vez más injusta, impersonal, enajenante, corrupta e impune.

 

El grupo de personajes desplazados desde San José a Palenque, pueblo de la península de Nicoya, no importa su nombre, puede ser Paquera, Jicaral o cualquier otro, representa la decadencia burocrática, moral, incapaz de los partidos tradicionales y la izquierda política, ebria de poder y carente de proyectos prácticos aplicables en las zonas rurales. La novela ni siquiera toca el tema del desarrollo social y económico de ese pueblo. Se detiene en la vida desordenada, el alcoholismo, la bohemia y el deschave sexual de los personajes, la irresponsabilidad, el engaño, la insulsa vida, enajenada de ellos y nunca los problemas sociales de los habitantes de la región. Hay un distanciamiento abismal entre la teoría, la verborrea, los planteamientos idealistas, más cercanos al valeverguismo, al a mí qué me importa, al "yo primero y después venga lo que venga", al sálvese quien pueda, y nunca el compromiso con los proyectos sociales que supuestamente deberían desarrollar en esas zonas rurales. Y no se crea que el grupo representa una casualidad, todo lo contrario, es la regla, tanto en las zonas rurales como en la ciudad, en las dependencias centrales. Milena y los demás personajes, secretarias, directores, coordinadores, todos tienen miles de referentes. No son casos aislados en nuestra reciente historia y tampoco pertenecen solo a la administración pública en general. Son símbolos de una sociedad corrupta generalizada y aceptada como una cultura general, como algo normal e incambiable, esa es la tragedia. Está en los partidos de izquierdas, centros y derechas, sindicatos y cooperativas y en las empresas privadas que se aprovechan y lucran de esa corrupción.

 

Las instituciones como el Instituto Interdisciplinario (¿Dinadeco?), el Imas, el Itco, Cáritas, Alianza para el progreso, TLC de hoy, y tantos otros, desaparecidos unos, o existentes aún hoy, otros, se han convertido, igual que la OEA, y la ONU, en instituciones de caridad, de ayuda, de paliativos, de cómplices de guerras injustas, tolerancia de incumplimientos de tratados de protección del medio ambiente, de auxilio ante epidemias y calamidades, de mampara para emplear amigos o partidarios, colocar familiares y servirse de ellos. Es parte importante del soporte social para afirmar la política globalizante del todo para mí y nada para ti. Se convirtieron en grupos políticos, al servicio de los gobiernos de turno, sobre todo si son poderosos. En ellos participaron y participan los militantes pegabanderas, los hijos de amigo de los políticos y se convierten en agentes de espionaje de las centrales, ubicadas en San José. No creo que se diera una guerra abierta entre las  izquierdas sindicales y políticas y las derechas, llamadas social demócratas o cristianas. Lo que ocurrió fue un conflicto de intrigas entre los mismos y de intereses, con diferentes signos ideológicos, ansias de poder y protagonismo. En la realidad no existió ninguna diferencia entre unos y otros, arribistas de la emergente clase media que deseaba participar del botín político que siempre ha estado, salvo las migajas que le han dado a la izquierda, en componendas, sobre todo de prebendas salariales y puestos políticos secundarios, sin trascendencia alguna. Estas alianzas que históricamente se han dado entre las oligarquías y los izquierdistas, han producido algunos alcances de tipo laboral, como la aprobación de las garantías sociales en los años cuarenta, pero más allá de eso, no ha llegado a nada importante que cambie las estructuras hegemónicas de poder.

 

Por lo expuesto en el comentario anterior, la novela no expone, no plantea una verdadera problemática social y una clara propuesta programática, un modelo de desarrollo social y económico de las zonas rurales. Se mantiene en la denuncia de funcionarios corruptos, incapaces, vividores, alcohólicos, pervertidos, en la región de Palenque y en la sede central. Eso sí, la burocracia institucional abre una nueva visión que afirma otro elemento más a la impotencia del pueblo por superar sus problemas sociales, gracias a que los encargados de solucionarlas o abrir vías hacia sus resoluciones, son externos a ellas, y viven sus propias limitaciones.

 

Desde esta perspectiva la novela inicia, en esta generación de 1987, que hemos llamado ecologista, por su marcado interés en esa tendencia de denuncia sobre el robo y destrucción de nuestra naturaleza, una marcada inclinación sobre la crítica social del sistema, más profundo, más directo y deja al descubierto una sociedad lacerada, desprotegida, carente de valores y proyectos prácticos, de doble discurso, de hipocresías, de un solo horizonte: la riqueza de unos pocos y la pobreza de los más. Ya la burocracia institucionalizada se refugia en comisiones y no en delegados detectivescos, en declaraciones abiertas de transparencia, palabra clave, ideológica, oscura, encubridora, llave de los políticos corruptos que con su evocación, tratan de exorcizar su corrupción evidente, tapar la verdad, ocultar sus nefastos intereses personales y materialistas. Por eso en los últimos años, aún la prensa interesada, no con los más desposeídos, por lo menos en sus hechos, ha comenzado a descubrir, publicar, desnudar ese cáncer de nuestros políticos corruptos y las empresas privadas, propiedad de ellos mismos: están fotografiando ese concubinato corrupto y escandaloso, entre los políticos y sus empresas anónimas.

 

La segunda novela de Jaime Fernández Leandro la llamó Aquél fue un largo verano y la publicó en el año 1993.1

 

Esta novela es de corte tradicional, causal, lineal. El narrador es protagonista aunque está más cerca del autor que de un personajes ficticio independiente. Es un narrador que lo mismo narra como protagonista, como testigo y en no pocas ocasiones, como omnisciente y suele adelantar acontecimientos que muchas veces no sucederán, por lo menos en el relato. Es una crítica, un tanto moralista, evidente, superficial, fotográfica a las actividades burocráticas y viciosas de un grupo social del gobierno de turno.

 

Es el joven que después de realizar estudios universitarios obtiene un puesto en el IMAS y viaja a un pueblo llamado Palenque ubicado en la Península de Nicoya, como él lo llama un puerto sin mar. Lleva ilusiones y conocimientos pero ninguna experiencia y desde que inicia su viaje en el Ferry, EL Salinero empieza su enfrentamiento con el ambiente y las costumbres de los que luego serán sus compañeros de trabajo. Poco a poco, se va insertando en las prácticas de los viejos empleados del gobierno que aunque rechaza al principio, también las va incorporando a su vida, sobre todo, en el pueblo. Siente que hace mal pero irremediablemente cae en las muchas tentaciones que el medio ofrece. Participa en las borracheras consuetudinarias, las orgías, las relaciones sexuales con sus compañeras y nunca hace denuncia alguna, a pesar de que como narrador ofrece un repertorio abundante de oposición a la conducta que él mismo acepta y por lo tanto lo convierten en convierte en cómplice. Hay desde luego, la crítica a los gamonales ganaderos de la región, a las municipalidades llenas de políticos corruptos, a los politiquillos inescrupulosos y viciosos, oportunistas y vulgares del lugar, a los comerciantes del alcohol, la farra y la destrucción de los lugareños, el despilfarro de los burócratas, al médico bohemio, a las viejas santurronas, al cura afeminado. Nada escapa a la descripción, muchas veces en un lenguaje discursivo y moralista. De ser necesario interrumpe el hilo narrativo para explicar la historia de un personaje como el negro Harry Brice y su relación con el fútbol e introduce personajes que participan en la misma jauría lujuriosa. Es una descripción cruda, nunca de atisbos o insinuaciones sino de verdadero retrato directo de los hechos y con un lenguaje crudo, sin rodeos.

 

La novela desde un punto de vista literario no ofrece atractivo, sin embargo, los hechos presentados, casi como escenas teatrales, son testimonio de una burocracia oficial corrupta, oportunista, al servicio de intereses particulares de gamonales y políticos inescrupulosos y jamás en beneficio del pueblo. A pesar de que esto es obvio la denuncia es importante por tratarse de una zona poco utilizada en la novelística costarricense. Creo que es la primera novela que aparece bajo esa temática en esta región.

 

La tercera novela de Jaime Fernández Leandro la llamó Retorno a Palenque y la publicó en el año 1999.1

 

Es una continuación de la anterior. Se trata del mismo lugar y hasta de algunos de los personajes utilizados en ella. El personaje central es Roy Pineda, el idealista de izquierda que en su juventud había formado parte de ese grupo de socialistas románticos que deseaban cambiar, aunque fue un acomodado borracho que no movió un dedo por ello, las condiciones económicas y sociales deplorables en que se encontraba la península de Nicoya, sobre todo el pueblo llamado Palenque. Es el regreso al pueblo después de casi veinte años de ausencia. Es un personaje cuarentón, maduro, realista que desea comprar un terreno para afincarse en esas costas, vegetar y convertirse en un cómplice más de lo que en algún momento vislumbró como injusto.

 

La novela, a pesar de seguir la misma estructura de la anterior, lineal, causal, típica del realismo crítico, es a nuestro entender, de mayor alcance literario. El autor aleja más al narrador del mundo mostrado y permite que los personajes cobren cierta autonomía, mayor independencia. Existen así diferentes voces que tras sus comentarios, en algunos casos muy discursivos y valorativos, sus actuaciones y puntos de vista, abren una narración más variable, rica en expresiva, que la convierte en una visión más completa de la realidad y más objetiva. Desde el punto de vista literario es una novela más elaborada, más significativa. El lenguaje utilizado sigue siendo el mismo, expresivo, directo, desnudo, realista, sin rodeos y sin temores. Es crudo y sin matices. Las descripciones de las escenas sexuales van más allá de lo erótico insinuado y dejan poco a la imaginación.

 

La problemática de la novela, los conflictos principales que simbolizan los personajes tienen una clara manifestación. En los aspectos sociales el pueblo sufre varias enfermedades: alcoholismo, pobreza, prostitución, desempleo, desintegración familiar, corrupción en todos los ámbitos. Estos son consecuencia de causas diversas pero la novela las trata muy tangencialmente, por ejemplo desigualdad económica, pésima educación, estructuras de consolación, tanto en las aspiraciones en esos niveles como en lo espiritual y consolidación de sus anhelos individuales y sociales.

 

Roy Pineda regresa a Palenque con un dinero que obtuvo por la suerte al ganar una lotería y no por dineros obtenidos por su trabajo. Es el matrimonio con Maribel, hija de un rico gamonal, lo que le da estabilidad económica y emotiva. Deja los vicios, más por viejo y enfermo que por voluntad de superarlos. Lo mismo sucede con su esposa que a pesar de su ignorancia lo que desea es figurar, llegar a ser alguien importante, como si no fuera nada. Y es que para los personajes de esta novela el ascenso político y social es imperioso. Se cree que la estabilidad económica, la riquezas trae la realización pero personajes como el político Arístides Montelimar es un ejemplo de que eso no es cierto, para la tesis de la novela. Los hechos del precario y la toma de los terrenos de éste personaje se da como un acontecimiento aislado y no forma parte importante de la novela. Algo similar ocurre con las posturas religiosas de las sectas y de la misma religión oficial. Se dan algunas actuaciones pero de exponerlas no pasan. La llegada a la región de los gringos y el aparente progreso material se ve como negativo pero se deja de lado, no se incursiona en la esencia de esta problemática, apenas si se anuncia y medio comenta la venta que hará el gobierno de las costas del litoral.

 

La novela nos deja la sensación de que se privilegia el aspecto de los efectos, lo evidente, lo visto real, lo cotidiano, pero lo profundo, lo esencial, las cusas, las fuentes aunque sospechadas, insinuadas muchas veces, quedan incólumes, sin penetración. Y es que la problemática social denunciada en la novela es la misma en todo el país, con tonos diferentes pero en esencia no es nueva. Cualquiera de los aspectos que deseemos tomar lo vamos a encontrar en todos los lugares. Ejemplos, el licor y sus estragos, la prostitución, la desintegración familiar, la violencia, todos con distintos ropajes han llenado las páginas de cientos de novelas. Fueron mejores los tiempos pasados que los de ahora, afirmamos que no, solo son diferentes. Los políticos de antes, fueron mejores que los de ahora, en términos generales, no. Han variado los estilos de la corrupción, del amiguismo, del servirse del puesto en el gobierno para sí y sus familiares o amigos. Y ¿qué decir de los partidos políticos? Sin importar cuál color los simbolice, todos sin excepción, han mostrado los mismos vicios y limitaciones y el pueblo sigue siendo la víctima siempre, porque los poderosos, los que gobiernan, los dueños de la riqueza, no padecen desmerecimiento alguno en sus fortunas y de ser así, existen mecanismos "legales" para salir de sus momentáneas crisis.

 

La cuarta novela la llamó Riberas del averno y la publicó en el año 2003.1

 

Es una novela policíaca, de las llamadas novelas negras. Es tradicional, monofónica, predecible y bastante superficial y de escaso valor literario. No ahonda en las verdaderas causas y causantes, los peces gordos del trafico de drogas. Se mantiene en los estratos bajos y muy intermedios. La novela no es típicamente policíaca. Hay un crimen y alrededor de él se desgrana una serie de intrigas entre miembros del Organismo Técnico del Poder Judicial, destacado en la zona Atlántica del Puerto Caribe (los nombres sufren cambios pero fácilmente se constata que se trata de Costa Rica, Puerto Limón y los hechos ocurren en los años finales de los ochentas). El interés parece que se centra especialmente en la corrupción de los agentes oficiales, desde el jefe que  se hace de la vista gorda en espera de una jubilación, hasta sus subalternos que se convierten en sicarios pagados por los narcos criollos de la zona. Hay algunas alusiones a personajes de alto nivel, como un diputado que casi llega a ser Presidente de la Asamblea Legislativa y de quien todos sabemos en lo que terminó, pero la novela no incursiona en los estratos altos y más bien, por momento los dos agentes se tornan un tanto cómicos a pesar de sus crímenes. De las dos bandas de narcomafia, Los Panteras Negras, dirigidos por el negro Doctor Chalier Los Demonios Azules, cuyo líder era Barbilindo, es poco lo que se profundiza. También se hacen alusiones a jueces y abogados corruptos pero no pasan del conocimiento que todos conocemos, brindado por los periódicos y generalmente muy impreciso.

 

No hay duda de que el narcotráfico, el lavado de dólares, el tráfico de blancas, de armas, la prostitución infantil, la corrupción política, son epidemias que carcomen los cimientos de nuestra patria y están ahí, a la vista de todos, con completa impunidad, e inmunidad y que la novela es un buen intento por denunciarlos, pero, pensamos que no pasa de la superficie.

 

La quinta novela la publicó también en el año 2003 y le dio el nombre Ardiente Caribe.2

 

Es otra novela que se desarrolla en la zona atlántica. Sigue las mismas técnicas de las novelas anteriores. Carece de valor literario. Es monofónica y tradicional aunque en ella se deja que algunos personajes narren ciertas aventuras. Utiliza el secuestro como motivo de la narración pero en realidad su interés va un poco más allá. Se trata de presentar un caso típico de engaño a dos incautas jóvenes josefinas por parte de un mulato delincuente y un rasta negro de Puerto Limón. En realidad la novela se desarrolla en este puerto y Puerto Viejo, con referencias a la capital, a través de las familias de Andrea y Catalina. Estas jóvenes de familias adineradas viajan solas a la zona atlántica a veranear. Rápidamente se ven asediadas por el mulato Davis, un tanto viejo y su amigo el negro rasta Edgar Lindo. Las incautas muchachas, sobre todo Andrea que se presenta como más avispada y experimentada, poco a poco, ceden a los deseos de los nativos y después de algunas aventuras sexuales entre Edgar y  Andrea, son dormidas en una casa de Puerto viejo y raptadas con el fin de obtener de sus padres un millón y medio de dólares. Ahí comienzan una serie de aventuras y acciones detectivescas que conducen la novela a un desenlace trágico en donde muere Edgar y Davis huye del país, Catalina aparece violada y embarazada y el padre paga al detective para que mate al mulato. Así termina la historieta.

 

La novela pretende, así lo vemos, brindar un ejemplo a las muchachas que tratan de jugar a vivas y les da un consejo didáctico en caso de visitar solas lugares exóticos y aventurarse con desconocidos en relaciones que inevitablemente les traerá daño. A la vez pretende criticar la superficialidad, la conducta frívola, el poco interés que brindan los padres de familias muy adineradas a sus hijos. Así muestra el contraste entre los negros delincuentes de Limón y sus ambiciones y vicios y la vida de los blancos ricos y famosos de la capital y extranjeros, así como el turismo sexual que se practica, especialmente en la zona atlántica. Esto se ofrece directamente, se manipula, se estereotipa, aparece sin mediación. Por ello la novela se presenta como forzada, predecible y gracias a ello, los personajes se ven como ingenuos, casi tontos, ilusos, sin malicia, como monigotes, sin personalidad, manipulables y casuísticos.

La imagen de la zona atlántica, sin negar la problemática social que vive ella y todo el país, no es la mejor, ni la más crítica. Se torna superficial, ahistórica, efectista, lineal, plana y esto, desde luego, no favorece ni a la región ni a la novela.

 



1 Fernández Leandro, Jaime. Palenque. Ed. Guayacán, San José, 1989.

1 Fernández Leandro, Jaime. Aquel fue un largo verano. Ed. UNED, San José, 1993.

1 Fernández Leandro, Jaime. Retorno a Palenque. Ed. de la Universidad de Costa Rica, San José, 1999.

 

1 Fernández Leandro, Jaime. Riberas del Averno. Editorial Universidad de Costa Rica, San José, 2003.

2 Fernández Leandro, Jaime. Ardiente Caribe. EUNED, San José, 2003.

 

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