El mundo mostrado y sus elementos estructurales

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EL MUNDO MOSTRADO Y SUS ELEMENTOS ESTRUCTURALES

 

 

Dice W Kayser, en su libro Interpretación y análisis de la obra literaria que:

 

"Hay tres elementos creadores de mundo y que representan por ello los elementos estructurales de las formas épicas: los personajes, el espacio y acontecimiento. Los tres elementos pueden participar en la creación de mundo en proporciones diversas."1

 

Esto le permite dividir la novela en tres categorías:

 

1.      Novela de acontecimiento

2.      Novela de personaje. Aquí tipifica la novela de formación.

3.      Novela de espacio2

 

No hay duda de que la novela es un género complejo, capaz de abrigar en su seno las más variadas posibilidades y que todo esfuerzo por clasificar, enmarcar, tipificar, choca contra las casi infinitas formas de combinación y  creación, disponibles para el autor. A pesar de eso, existen elementos importantes que soportan el peso estructural:

 

1.      Los personajes

2.      Los acontecimientos

3.      El espacio

4.      El tiempo

 

Contar algo, una historia privada, por ejemplo, para que alguien lo escuche, o lo lea si es escrita, supone, en primer lugar, y esto lo hemos afirmado antes, una enunciación. Esta necesita un sujeto de ella y un enunciado, así como un destinatario. El Se puede permitir o simplemente dejas que los personajes de él enuncien sus propias consideraciones, historias, etc. y se conviertan en Sp. Ahora bien es dentro del enunciado que se dan los elementos que estamos describiendo: personajes, acontecimientos, espacio y tiempo.

 

1. El tiempo

 

Michel Butor, en su obra, Sobre literatura3 categoriza el tiempo en tres maneras:

 

1.      Tiempo de la aventura

2.      Tiempo de la escritura

3.      Tiempo de la lectura

 

Es verdad que para cada acción tiene su propio tiempo y los tres que Butor enuncia son importantes. Nos detendremos en el tiempo que él llama "de la aventura", ni sin antes señalar que en las novelas, a veces, suelen usarse los tres tiempos. Sabemos que los escritores no tienen un tiempo determinado para empezar y acabar una novela. Cada uno de ellos tiene su propia disciplina y es totalmente arbitraria. Lo mismo sucede con el tiempo de la lectura. Estos dos tiempos para nuestros intereses, dejan de tener importancia.

 

Con respecto al tiempo de "la aventura" o propiamente de la novela, Gennette, lo divide en dos:

 

1.      De la historia

2.      Del discurso

 

Luego establece una variedad de posibilidades. Utiliza el la combinación entre el orden de la historia y el de la narración. Así llama:

 

Analepsis: retrospección. Es toda evocación posterior de una acción a ese momento. Las hay:

 

a.       Internas

b.      Externas

c.       Mixtas

d.      Competitivas

e.       Repetitivas

f.        Parciales

g.       Completas

 

De acuerdo con nuestra teoría, ya expuesta podemos hablar de dos tiempos fundamentales:

 

1. Tiempo de la enunciación que es el presente y se ubica en el mismo lugar que el de la escritura. Constantemente suele interrumpirse para evocar, recordar, proyectar, hechos ocurridos o por venir. Concatena las instancias del enunciado o discurso que son manejadas por los sujetos protagónicos y se ubican en nuevas enunciaciones con iguales características estructurales a la primaria.

 

Desde el presente de esa enunciación primaria, el narrador Se viaja al pasado, permanece en el mismo presente o se proyecta al futuro. Así:

 

 

 

 

 

Ahora bien el tiempo de la enunciación, el presente, es diferente a los otros tiempos. Una novela puede durar, desde la enunciación, una noche. Este es el caso de Noche en vela (1964), de Rima Valbona. Pero lo narrado, lo mostrado, el mundo privado, la historia, gran cantidad de años, desde la niñez, adolescencia y  juventud de Luisa que es el personaje protagonista. Esto mismo ocurre en la novela de Joyce, El Ulises (1922). Un simple entierro puede permitir al Se narrar toda una vida de más de setenta y cinco años y hasta períodos históricos mayores. El título de la novela de Gabriel garcía Márquez es elocuente: Cien años de soledad. El pasado y el futuro del enunciado no tienen límites. Una visita, una conversación, un sueño, una visión, un viaje, un instante, un accidente son los momentos que duran las enunciaciones pero posibilitan lapsos de tiempo mayores y más complejos. Uno de los momentos más usados por la literatura es el pequeño tiempo, por lo general, de la muerte. Novelas como Mientras agonizo (1930) de W. Faulkner, La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, utilizan ese instante para mostrar mundos más extensos.

 

1. El tiempo

 

Lo anterior permite hablar de diversos tiempos:

 

1.      Tiempo cronológico: El que marca el reloj.

 

2.      Tiempo Histórico: Es el tiempo de la historia contada. No se debe confundir con el tiempo histórico real. Este último se incorpora en la novela como un referente para dar veracidad a lo que se narra y como tal debe entenderse, Este uso es propio de la novela monológica y su uso es una violación a la verosimilitud de la novela.

 

3.      Tiempo psicológico: Es el tiempo que transcurre interiormente comparable solo con el sueño que dura pocos segundos pero quien sueña puede experimentar períodos mayores, en el presente, hacia el pasado o hacia el futuro Es muy utilizado por los escritores en los llamados monólogos interiores.

 

4.      Tiempo mítico: Algunos hablan de este tiempo simbólico.

 

Los autores, desde el presente de la enunciación pueden evocar, narrar, acontecimientos anteriores a ese presente, simultáneos a él o posteriores a ese presente. Veamos:

 

"Muchos años después, el coronel Aureliano Buendía, habría de recordar la tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo." Cien años de soledad

 

Así comienza esta novela. El Se se coloca en ese presente y evoca la tarde remota en que el padre de Aureliano lo llevó a conocer el hielo. Es un hecho posterior a ese presente de la enunciación y si leemos la novela llegará ese momento y será protagonizado por ambos. Esta novela, y muchas otras, juegan con esas posibilidades. Por eso suelen usar expresiones que inician con las frases: "muchos años después", "por esos tiempos", "muchos años antes", "por aquellos tiempos", "eran los tiempos", "antes de", "al mismo tiempo que eso sucedía", "cuando no había", "hacía apenas unas horas", etc.

 

Para nuestro criterio el lector crítico de novelas debe tener claro los niveles de las diferentes enunciaciones, los sujetos, tanto el de la enunciación primaria, como los protagónicos. Desde ahí podrá descifrar los tiempos usados por esas voces, sus relacione e intercambios y comprender su significado y el papel que juega este elemento estructural del mundo mostrado en la novela.

 

 

 

 

2. El espacio

 

Este elemento estructural de la novela, que W Kayser utilizó para caracterizar un tipo de ellas: novelas de espacio, es sin lugar a dudas de gran importancia en la creación de las novelas. Podríamos afirmar que no existe ninguna novela sin espacio. Ha de existir un lugar donde los personajes o los acontecimientos ocurran. Pero en los últimos años del género y con la consolidación del paradigma polifónico y la apertura del sinfónico, ha adquirido mayor relevancia y en gran cantidad de novelas es el elemento determinante.

 

Así, tanto los personajes como los acontecimientos se subordinan al espacio, en muchas de las novelas.

 

Definimos el espacio como el lugar físico o abstracto, real o imaginario, único o complejo, exterior o interior, individual o colectivo donde el Se o los  Sp, ubican a los personajes para que realicen sus acciones, su vida. Una primera clasificación del espacio sería:

 

1.      Espacio físico

2.      Espacio subjetivo

 

Estos espacios pertenecen a la novela por lo tanto todos son ficticios. Lo importante es que en la novela se objetivan en estas dos formas que se parecen a las que conocemos. Macondo es un pueblo muy parecido a otros que geográficamente se pueden buscar en el mapa, pero no existe sino en la obra Cien años de Soledad. Los autores de la novela monológica acudían a ubicar a los personajes en lugares geográficos conocidos con el fin de lograr convencer a los lectores de que lo narrado era cierto. Lo contrario ocurre con los paradigmas siguientes. Ya desde El Quijote de la Mancha, los críticos se han llenado de canas buscando el lugar que el Se dice "de cuyo nombre no quiero acordarme" y a fe que no lo han encontrado. Los referentes espaciales suelen usarse todavía pero si se ubican en la novela pasan a formar parte de ella y dejan de representar los  lugares históricos como tales aunque se parezcan.

 

En Costa Rica las novelas suelen ubicarse de preferencia en el campo y durante muchos años lugares como Limón, y algunos del llamado Valle Central (Desamparados, San José, Centro), fueron atrayendo, de preferencia a los escritores del paradigma monofónico. Actualmente es la ciudad la que, en mayor grado los atrae y Limón sigue siendo tierra fértil para la creación de novelas, quizás en mayor cantidad que San José. Las otras ciudades parecieran ser poco atractivas para desarrollar novelas. Pero, poco a poco, los espacios físicos van cediendo a los espacios imaginarios, creativos, poéticos. ¡Cómo ha costado que el escritor costarricense se desprenda del código "realista" de la novela monofónica!

 

Otra forma de tipificar el espacio es:

 

1. Espacio social

2. Espacio psicológico

 

Los escritores van comprendiendo quizás que los conflictos del hombre cada vez son más sociales que individuales y que los personajes no son más que particularidades de la colectividad. Por eso los espacios sociales cobran mucha importancia. Los tugurios, los precarios, los parques, las iglesias, los pobres, los ricos, los desvalidos, los ultrajados, las minorías, las mujeres, los gay, las lesbianas, todos estos grupos cobran significación en las actuales novelas como representantes de condiciones sociales, espacios sociales. El escritor comprende mejor las llamadas programaciones, la enajenación, la manipulación, como producto de condiciones objetivas de injusticia, distribución desigual de la riqueza, globalización de la miseria para unos y los dólares para otros, los menos. El hombre ya no se ve en forma aislada sino en el complejo social, desde la familia hasta las más sofisticadas sociedades presentes, antiguas o futuristas.

 

Y como consecuencia de esto los viajes por los lugares interiores del individuo, los monólogos de la incomunicación, el espacio interior que hiere, duda, cuestiona, muere, agoniza, sufre, degrada y la impotencia ante el poder, la corrupción, la miseria frente a la opulencia, el descaro, la justificación, el desamparo frente a la misma vida. Y lo más desesperante los manjares a la mano, a la vuelta, todo ofrecido con sonrisas, música y alegría, sin prima. Todos los sueños se harán realidad si... y comienzan las frustraciones. Unos pocos con todo en abundancia y las mayorías viéndolos disfrutar de su opulencia, sin techo, sin medicinas, sin abrigo, sin comida, alimentándose de promesas, de unos puestas en la otra vida y los otros en el futuro, si... hace lo que le pido. Este es el espacio interior que ausculta, el escritor de hoy, no con rayos equis obsoletos, sino con tacs modernos y ondas electromagnéticas poderosas.

 

3. Los personajes

 

Este es otro de los elementos importantes que estructuran el mundo privado de la novela. En sentido amplio podríamos afirmar que no existe novela alguna que no tenga personajes. Hay teóricos como Greimas que han especificado la naturaleza de este elemento y lo han tipificado bajo diferentes denominaciones: actante, actor, etc. Aquí lo seguiremos llamando personaje y ampliaremos su concepto no solo a representantes humanos sino a elementos capaces de realizar, padecer acciones o efectos de ellos. No importa si es un objeto o un animal o un fenómeno, una casa, una ventana, una banca, un gato, un árbol, etc. Lo que interesa es su función. El sujeto del enunciado que suele ser un personaje de la primera puede narrar su propia vida o la de otros que están a la par o simplemente evocar personajes del pasado o predecir los del futuro.

 

Existen gran cantidad de tipificaciones y muy variadas, según sean los factores que se consideren. Algunas de ellas:

 

1.      Personajes típicos:

 

Sucede cuando éstos representan a sectores humanos, agrupaciones bajo un código común. Ejemplo: El pícaro, el avaro, el sátiro, el burlón, el don Juan, el celoso, el embustero. El loco, etc.

 

Dentro de esta misma categoría se podría ubicar a grupos sociales: el obrero, el campesino, el citadino, el pobre, el rico, el extranjero, el burgués, el proletario, el industrial, el capitalista, el globalizador, el vendepatrias, el tirano, etc. Y por último los que representan grupos como los gays, las mujeres, los negros, las lesbianas, las prostitutas, los fundamentalistas, los curas, los futbolistas, los detectives, los asesinos en serie, el traidor, etc.

 

2.      El personaje individual. Es aquél que, a pesar de tener rasgos comunes con otros seres o personajes de la misma novela, no evidencia sino su particularidad, su vivencia, su yo. Es el héroe de la novela, el protagonista único, el responsable de sí mismo. Es poco usado en nuestros tiempos.

 

3.      Primarios: Los que desempeñan las funciones importantes de la novela, tal el caso  del protagonista. Ellos mismos, a veces suelen contar su propia vida. Estas novelas se llaman biográficas.

 

4.      Secundarios: Estos desempeñan papeles o roles subordinados al protagonista, giran a su alrededor. Son personajes que juegan un papel accidental casi  siempre. Aparecen unos  y desaparecen otros.

 

5.      Simbólicos: Son personajes que simbolizan en la novela un valor, una virtud, un fenómeno o un vicio.

 

6.      Imaginarios: Son personajes que no se explican con las leyes naturales. Ejemplo de ellos, pueden ser, las hadas, los duendes, Dios, la Tzegua, el Cadejos, la Llorona, la muerte, el alma en pena, la bruja o el doctor Moreno Cañas, (este con referente histórico), etc.

 

Como se puede observar existen muchos tipos de personajes, individuales o colectivos, reales, simbólicos o imaginarios, con nombre o sin él. Lo importante es descifrar el rol o papel que desempeñan en la novela y su significación en el contexto de la misma. Antes interesaba lo que hacían hoy lo que dicen, calla, padecen, siente, evoca, anhelan.

 

Los personajes de las novelas monofónicas tenían determinada funciones, exclusivas, y nada más: ser el antagonista, oponerse a tal acción del protagonista, ser el tercero en la novela de triángulo amoroso, el citadino malo, el campesino bueno, el padre ejemplar, la madre abnegada, el novio fiel y abnegado, el ama de casa, la mujer religiosa, el esclavo, la sirviente, etc. Después de ese rol, el personaje no realizaba otras funciones. En muchos casos, cuando el autor sentía que en la novela se complicaban los acontecimientos y no encontraba salida al problema, entonces introducía un personaje que le sacara del atolladero. Esto ocurre en la novela El sitio de las abras de Fabián Dobles. Hoy, en cambio, en los paradigmas siguientes el personaje es múltiple, mucho más cercano al ser humano, en unas ocasiones es bueno y en otras lo es menos y en muchas, por razones explicables actúa mal aunque eso vaya contra sus principios o quizás estos han cambiado. No debemos olvidar que los hombres cambian y lo que muchas veces era bueno y aceptado por la mayoría en otros tiempos, hoy no lo es del todo o en forma absoluta. El machismo es un fenómeno que nos sirve de ejemplo. Las programaciones sociales, aún las permanentes, como son la religión, la familia, el matrimonio, la lengua, evolucionan, tienen cambios que a veces ofrecen otra naturaleza muy distinta a la anterior. El personaje dejó de ser codificado, estereotipado, predecible y funciona hoy, más acorde con las necesidades vitales, sus aspiraciones, sus metas y sus frustraciones.

 

Un personaje como el tirano de la novela El Otoño del Patriarca, de García Márquez, cobra mayor calidad no solo literaria sino humana, cuando es capaz de realizar las acciones más inhumanas y otras veces llorar como un niño sus propias impotencias y debilidades.

 

Otra característica de la novela monofónica es que el Se narraba desde la perspectiva del personaje protagónico (el bueno) y fácilmente se observaba cómo el autor tiraba de los hilos a ese monigote. El personaje se convertía en un intermediario, más o menos simulado, del propio sujeto de la enunciación y, debemos afirmarlo, del mismo autor. Por ello iniciaba y terminaba la novela con él y todo lo que ocurría en ella, de una u otra forma, se relacionaba con ese personaje protagónico. Hoy, en cambio, no es así, El Se da autonomía a los personajes, no solo para que actúen, sino para que narren su propio mundo privado, el Se se independiza de ellos, se distancia y configura el mundo novelesco, no a través de una perspectiva única, sino a través de varias, representadas por las diferentes voces. Así la novela se convierte en un mundo privado visto y narrado, experimentado y sufrido por un concierto de voces dispares, contradictorias, en contrapuntos,  pero que en conjunto forman la armonía orquestal de la sinfonía.

 

Hoy más que nunca los personajes evidencian una visión de mundo desde su privacidad más sincera, llena de dudas, con más preguntas que respuestas. Forman el concierto de las voces nunca oídas, de los seres sin voz que apenas si logran articular sus anhelos elementales de casa, comida, vestido y un poco de salud porque pensar en algo más, se torna cada día, un beneficio de unos pocos, un privilegio de los heredados de la tierra.

 

4. Los conflictos

 

Algunos críticos prefieren referirse a ellos desde el ángulo temático, semántico y hablan de temas. Nosotros lo entendemos pero preferimos hablar de conflictos que padecen los personajes o las sociedades. Existen razones importantes par afirmar que los conflictos pueden ser los mismos pero la manera de enfrentarlos, desarrollarlos y resolverlos, si ello es posible, varía a través de los tiempos, y que un conflicto determinado exige diferentes maneras y algunas especiales para ser resuelto y expresado, mostrado. Por esto afirmamos que existe una relación dialéctica entre los conflictos y la manera de presentarlos, por parte de los novelistas.

 

Entenderemos por conflicto una tensión, un desequilibrio, una fuerza de opuestos que abre la virtualidad de un movimiento. Éste, producto de la fuerza de tensión, necesariamente conduce a cambios, unos accidentales e intrascendentes y otros fundamentales, desde dos perspectivas: cualitativas y cuantitativas. De esta manera el conflicto es como la chispa que enciende, que activa la explosión, es causa, es razón de la conducta de los personajes y la motivación de su ser. Todo ser humano y los personajes los representan, tiene conflictos y la razón del ser, es saber resolverlos.

 

Se pueden clasificar en dos grandes categorías:

 

1. Individuales

 

2. Colectivos

 

Los primeros pertenecen al ámbito del individuo y afectan, en forma significativa solo a él, sin dejar de señalar que quienes están a su alrededor pueden verse afectados por el conflicto que padece ese individuo. Es muy difícil aislar los conflictos individuales del entorno familiar, sobre todo. Pero la mayoría de conflictos individuales tienen causas colectivas, de grupo, sociales. De alguna maneara tienen relación con las condiciones en que ese personaje se desarrolla. Quizás lo más importante es la manera de enfocarlos, de plantearlos en la novela por parte de los narradores o voces protagónicas.

 

Los celos de un personaje afectan a él pero también a la mujer amada y los familiares. El conflicto es individual pero las consecuencias de él repercuten en otros de su entorno y hasta lleva al individuo a desarrollar conductas impropias en el grupo donde vive y más allá. Esto quiere decir que los conflictos pueden tener causas sociales, colectivas pero algunos no. Los celos pueden ser hereditarios, aún no se ha demostrado científicamente. Habría que esperar mayores adelantos en la investigación genética. Pero existen claramente otros que son de índole social, en sus causas y sus efectos. La prostitución, el alcoholismo, las drogas en general podrán sufrirlas determinados individuos y no otros, pero las causas son sociales y los efectos también

 

Los grandes conflictos del hombre aparecen con las necesidades básicas para vivir dignamente: La carencia de techo, vestido, comida, trabajo, salud, educación, recreación, descanso, placer, disfrute, amor, solidaridad, fraternidad, justicia, igualdad, en los más y lo contrario, en los menos forman algo así como los conflictos universales. Ellos son la fuente de las novelas actuales y pasadas y no creemos que desaparezcan en el futuro. Los hay menores y mayores, imaginados y reales (los imaginados son reales en la medida que el personaje lo  cree real). De fácil resolución y complejos. Unos dependen del mismo personaje pero otros de los más variados actores y circunstancias. Algunos afectan a unos pocos y otros a cantidades significativas. Lo cierto es que los conflictos existen, ocurren, se dan, nacen, crecen y desaparecen, algunas veces por un tiempo determinado y vuelven a aparecer. Algunos como la muerte son universales e irremediables: todos moriremos, en un determinado momento. Es el mayor acto de justicia e igualdad en el mundo de los seres vivos. Hay otros inevitables, como el dolor, físico y psicológico, la frustración, el desengaño, el desamparo, la orfandad, la incomunicación, la enfermedad, la soledad, la tristeza, la incertidumbre, el miedo, el temor, la impotencia. Si bien los personajes son los depositarios de ellos, la sociedad en su conjunto se torna un gran personaje también enfermo y sin posibles soluciones a sus grandes conflictos.

 

El lector debe considerar no solo el conflicto sino la manera de plantearlo, desarrollarlo y resolverlo. Gran parte de los cuentos de Hadas iniciaban con conflictos, generalmente carencias y los personajes salían a recorrer mundo para buscar la solución a los mismos y con la única arma de un código moral positivo (pobre, bueno, caritativo, humilde, honrado, etc.) y en el camino encontraba aliados poderosos que le ayudaban a resolver satisfactoriamente el conflicto inicial, sin merecerlo, sin ningún esfuerzo, como premio a su condición de personaje bueno. Esta manera de resolver el conflicto se convierte en una estructura de consolación, pues sabemos que a pesar de ser el verosímil de los cuentos, los convierte en lecturas engañosas para los lectores sobre todo si se trata de niños.

 

Si observamos que la novelística monofónica tenía como fin una función didáctica, moralista y trataban de ser referenciales para convertirlas en historias, según los autores, reales, entonces esta intencionalidad del escritor que escapa al rango literario, pareciera convertir al lector social en un cómplice de esa visión de mundo y sus consolatorias resoluciones de los conflictos, sobre todo sociales. Es un acto de enajenación, alineación y no una acción verdadera de educación de la verdad a pesar de ser difícil de digerir. Y esto lo hacemos al margen del texto literario y está más ajustado a una posible interpretación valorativa.



1 Kayser, W. Interpretación y análisis de la obra literaria, p. 471.

2 Ídem, p. 482

3 Butor. Sobre literatura, p. 121.

 

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