La obra escrita de Omar Dengo Maison. Libros: Libro de instrucciones relativas al desarrollo de los nuevos programas de educación primaria 2

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casi solo por mediación del maestro; y  lo que es mucho más grave: el contrato del niño consigo mismo, también por mediación del maestro.

 

Todo el pensamiento adverso al magíster dixit subsiste en la lucha contra esa trasmutación del mismo espíritu. Solo han variado, y no tanto como pudiera aparecer, los medios de ejercicio de la autoridad del maestro. Demás de que éste al requerir  la actividad del alumno apela constantemente a incentivos de un carácter individualista. Puede ocurrir y a las veces acontece que el alumno razone y acepte la justificación del esfuerzo que se le pide. Pero  ello no liberta a la justificación de ser artificiosa y en lo tanto infecunda, si emana de las convencionales necesidades de la escuela; no de las vitales del niño. Como lo es cuando invoca móviles inavenibles con los de la espontánea acción del niño, ya que así conspira a la integración de normas de conducta que no se corresponden con las dirigentes de la actividad y de los más altos designios del esfuerzo humano. Sin la experiencia del motivo, no es hacedero que el niño obtenga  la experiencia del propósito. Es decir, sin la asistencia del niño, con la totalidad de sus fuerzas, a la labor de su educación, ésta no logra transformarse en autoeducación."

 

En otra parte del citado trabajo decimos:

 

" El problema de proveer a la  motivación real de la instrucción, queda dicho que, en lo hondo, se confunde con el de educar. Falta el dato primordial en el planteamiento de ese problema: el niño, el hombre. Todo el empeño acumulado por los psicólogos del siglo XIX en la conquista de un conjunto de principios al servicio de la pedagogía, contiene el afán con que la escuela ha buscado la consecución de aquel dato. Una más prudente posición de espíritu de parte de los maestros, convertiría a la escuela en el mejor de los laboratorios que trabajan por descubrir el secreto del niño. La libertad del niño, desde antiguo preconizada, marcaría los límites de la supuesta posición. Libertad intelectual, de preferencia; a fin de que al cobrar dueñanza la mente de sí misma, suscite la acción de todos sus más ricos recursos. Porque fecundándose éstos, en la experiencia de su sentido y de sus posibilidades, refluye su vigor sobre una conciencia de la vida, progresivamente comprensiva y penetrante. La escuela se acercaría siguiendo ese rumbo, al hombre, por mucho que continuase ignorando la definición de su conciencia. Motivar es libertar. Libertar es educar.

 

Libertar al niño, sujetándolo a sí mismo, a la íntegra expresión de su ser, sería abrir el recinto de la escuela, a la sagrada presencia del hombre. Tal la ansiedad de un nuevo realismo pedagógico, no ceñido a la existencia del concepto, sino en cinta de la acción, síntesis en el hombre de la pródiga voluntad de la vida."

 

La cuestión de que el niño sepa qué debe hacer la presenta Strayer en las siguientes palabras:

 

"Parece superfluo llamar la atención hacia el hecho de que cada niño debe tener una idea clara de lo que va hacer, antes de comenzar el trabajo de ejercitación; pero sucede a menudo que el maestro lo da por sabido. Los niños vacilan y fracasan, o no hacen nada, simplemente porque ignoran de qué se trata. Creeríase imposible que a un grupo de niños se le pidiese la memorización de algo que no han comprendido; y sin embargo, es lo que ocurre, pues las posteriores interpretaciones de los niños nos advierten de su incomprensión."

 

No es lo corriente que el maestro aplique con el acierto que dan los conocimientos los principios de formación de hábitos. Los ejercicios de lectura mecánica, las revisiones aritméticas, las lecciones de caligrafía, por ejemplo, de ordinario fatigan y fastidian al niño. Al punto de que generalmente, a más de carecer de objeto, significan una amenaza a la salud del niño y un serio obstáculo para la educación. En muy repetidas ocasiones oímos decir al maestro, a veces presunta autoridad en nuestra enseñanza:

 

 "Mañana a tal hora, no tengo nada qué hacer." O: "Para mañana no tengo que preparar clases"  y agregar como explicación: "Me toca repaso de aritmética o caligrafía o ejercicios de lectura".

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