El punto de vista en la narración

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EL PUNTO DE VISTA EN LA NARRACIÓN

 

 

Tal y como lo especificamos con anterioridad, en todo acto enunciativo del discurso, se distinguen dos ejes fundamentales: uno que pertenece al YO, sujeto de la enunciación y el otro que pertenece al YO protagónico, sujeto del enunciado. No hay que confundir al sujeto de un enunciado, al hablar, narrar, contar, reflexionar, con el sujeto gramatical aunque a veces puedan coincidir. El sujeto gramatical, personaje, animal u objeto, nunca será sujeto protagónico sino asume ese rol y desde luego no deja de ser sujeto gramatical pero toma el segundo como recargo. El decir y hacer pueden realizarse simultáneamente: "Duermo". Yo lo digo y simultáneamente realizo la acción de dormir. Fisiológicamente no puede suceder, pero en el relato ocurre la licencia. De igual manera sucede con la expresión "Yo despierto" "muero", etc. La verdad es que una especie de yo-conciencia es la que asume la función de ser Se. No es lo mismo si se dice: "iré mañana a mi casa". El YO sujeto de enunciación dice esa oración pero la realizará hasta el otro día. Por lo menos eso es lo que planea. El acto de la enunciación es anterior a la acción que se realizará. Ese es el futuro temporal. De igual forma sucede si se evoca una acción del pasado: "Fui al cine ayer". El Yo Se lo dice en presente pero la acción del verbo ya ocurrió, sucedió ayer. Es un recuerdo.

 

Esto permite al escritor colocar al observador, al Se en una perspectiva, siempre desde el presente, pero contando o narrando hechos pasados (perspectiva del pasado), del futuro (perspectiva del futuro) o del presente (perspectiva del presente), está narrando y actuando en el mismo instante. Así se pueden señalar tres formas de colocarse el Se. Dentro de los acontecimientos, en forma protagonista o fuera de los acontecimientos (de la historia).En la novela Mi Madrina comprobamos que el sujeto de la enunciación Se es el mismo sujeto protagónico Sp solo que el primero se coloca como un observador de su vida pasada desde adulto, de hombre maduro (el doctor) y desde ahí deja que sea el niño, le da la palabra a ese punto de vista infantil para que cuente su vida. Se corre el peligro de que solo sea formal esa designación y que el YO adulto controle el relato. Estos son dos puntos de vista que a pesar de pertenecer a la misma persona deberían de ser muy diferentes. No es igual ir contando los hechos que se está viviendo, aún después de realizarlos, experimentarlos, en poco tiempo de separación, con la visión que se pueda tener después de muchos años. La madurez, los conocimientos y la cultura son otros y la valoración de los hechos es muy diferente. "Nadie que sea el mismo puede bañarse dos veces en el mismo río". Esto ha hecho que muchos escritores violen ideológicamente el punto de vista narrativo. Dejan que narre un niño adulto y no el verdadero niño aunque formalmente así lo parezca. Si bien es cierto, en última instancia es el escritor quien se responsabiliza del texto llamado novela, no obstante, ha quedado claramente demostrado, que el sujeto de la enunciación puede y de hecho se hace, homologarse con el autor no en todos los casos y tampoco mecánicamente porque ello conduciría a errores interpretativos y teóricos sino con el único fin de entender mejor la novela. Puede ayudar al lector a verificar causas, características y visiones de mundo. Hasta ahí. Decir, por ejemplo que Macario, personaje que narra, como sujeto de enunciación secundaria, en el cuento Macario (1953) de Juan Rulfo, es igual al autor, supondría afirmar que Rulfo es retrasado mental y que lo que narra es producto de su experiencia, cosa que a todas luces es falso e incorrecto. Lo mismo cabría decir de los relatos Unratodetenmeallá (1960) de Cabrera Infante o Cachaza (1977) de Virgilio Mora, a pesar de que en ésta el punto de vista y los conocimientos médicos del personaje pongan en tela de juicio, los conocimientos de este personaje con respecto al autor.

 

El punto de vista, o de quien observa, se parece mucho a la cámara fotográfica en una película. Es ella la que permite ver un detalle, una escena pero no otras, desde luego manejada por el técnico. La cámara es quien guía, selecciona, oculta, resalta, destaca, reitera, tanto los hechos como los detalles. Con ello se persigue producir tales efectos en quien mira la película y no otros. Es de gran importancia el papel que juega la cámara en el cine, lo mismo que el punto de vista en la novela. Para Mignolo en Para una teoría del texto literario, un acontecimiento puede ser captado por un observador desde cuatro diferentes niveles, pero no excluyentes: lo que sabe, lo que ve, lo que juzga  y lo que evalúa. Cada orden está relacionada con un punto de vista diferente: temporal, espacial, psicológico e ideológico (p. 142). Para este crítico, por ejemplo, el punto de vista omnisciente se explicaría por la intención del observador en su enunciación y segundo por una invasión ilimitada de los órdenes de saber y ver en la aprehensión del objeto. El narrador lo ve y sabe todo. Otro caso que describe es el de la omnisciencia múltiple. Aquí los observadores son varios y no uno. El observador disfraza su punto de vista desplazándolo a múltiples observadores y ellos otorgan al observador que los presenta, los poderes de la omnisciencia del primer caso.

 

Como podrá notarse, el punto de vista es muy importante en la novela y a través del sujeto de la enunciación Se y los diversos roles que establezca con los personajes u objetos cuando les da la función de sujeto protagónico y crean las enunciaciones subordinadas a la primera, irá configurando una red de relaciones y significaciones capaces de resaltar no solo un saber, un ver, sino un conocer, una visión de mundo privada polifacética, carnavalesca, en suma una ideología que privilegiará un determinado momento histórico, ciertos acontecimientos, ciertas estructuras, ciertos valores y negará o ocultará otros. Por la afirmación de unos o la ausencia (con o sin intención) de otros, el texto literario signará una manera de ver y mostrar el mundo privado, de interpretarlo, de valorarlo y porqué no, de transformarlo aunque ésta no pase de ser una mera intención.

 

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