Guillermo Castro Echeverría

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GUILLERMO CASTRO ECHEVERRÍA

 (1920-1999)

 

 

Guillermo Castro Echeverría nació en San José, según lo informa en la última novela, fue en un hospital de Panamá, el 23 de septiembre de 1920. En el Registro Civil aparece que fue en San José Centro y murió el día 10 de abril del año 1999. Pasó parte de la niñez en Santa Ana, Escazú y en Cartago, de donde era su madre. Engendró tres hijas. Obtuvo el título de Relaciones Internacionales en California. Militó en el ejército de EUA desde 1943 hasta 1946, durante la segunda guerra mundial, en la infantería. Desempeñó funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores desde 1953 hasta 1955; fue Gerente del Instituto Costarricense de Turismo de 1955 al año 1960, gobernador de la provincia de San José de 1963 a 1965. Trabajó en la embajada de Costa Rica en EUA.

 

En Costa Rica se ha dedicado a las empresas comerciales. Fue fundador del Fondo Patrimonial de Empresas y del Instituto, INCAE.

 

 

LO QUE ESCRBIÓ GUILLERMO CASTRO ECHEVERRÍA

 

NOVELA

 

1. Al final del arco iris: 1958

2. Ceniza: 1977

3. Soda Palace: 1981

4. Cartago: 1989

5. Perafán, un centauro agónico: 1992

6. Su norte es el sur: 1999

 

 

Al final del arco iris: 18582, es la primera novela escrita por Guillermo Castro Echeverría.

 

No entendemos por qué, don Alberto Cañas Escalante afirma, en el prólogo de ella, que son siete relatos3,  Ésta, como el resto de novelas de este escritor, utiliza el tema de la guerra y de conflictos amorosos para rellenar el tema bélico. Las vicisitudes amorosas de los personajes dan inicio desde el mismo momento en que inicia la guerra. Dos soldados hacen guardia por parte del ejército triunfador  que ocupó el territorio enemigo. Los soldados amigos visitan la ciudad, recorren parte del pueblo vencido poco antes por sus enemigos y deciden entrar a un bar, donde tienen un inconveniente por no quitarse los zapatos a su entrada, que era una vieja tradición. Prisa, uno de los jóvenes recuerda la muerte de su novia: se ahogó. Poco después Prisa enferma de pulmonía e ingresa al hospital, donde duró un mes inconsciente. Ahí conoce a una joven, casada con un veterano de la guerra del 98 y se enamoran. El anciano mejora de su dolencia y le corresponde salir del hospital, entonces Prisa le pide a la joven que huya con él. La muchacha no acepta pero concuerda en tener una cita con él, unos días después, pero el encuentro no se da porque Prisa recibe la visita de su madre y llega tarde, cuando la joven  ya se había marchado.

 

El joven decide estudiar medicina, entra a la universidad y ahí conoce a una muchacha, con la que contrae matrimonio, poco después. Comienza un período de acontecimientos degradantes, pues no tiene dinero y sus pinturas no se venden y cuando logra colocar un cuadro sólo le dan quinientos colones, y por ello, lo celebra con una fiesta. Sigue triste y  su comportamiento es extraño y lo que ve se convierte en desolado, vacío. Se siente desesperado, con gran soledad y desesperado. Decide buscar su destino y recorre calles vacías deprisa y sólo vislumbra su felicidad al final del arco iris. Este mundo de visiones y desequilibrios mentales, lo despiertan hacia una amarga realidad, estaba loco. El arco iris que divisó y hacia el que dirigió su desenfrenada carrera, no era un arcoiris sino una locomotora que le arrolló y le produjo su muerte.

 

Es una novelita de corte tradicional, monofónica y de técnicas corrientes. Tal vez sea importante señalar que lo más destacado es la locura del personaje pero no se manifiesta, abiertamente, como producto de la guerra, sino del fracaso amoroso que siempre le rodeó.

 

La segunda novela de este autor, la llamó Ceniza y fue publicada en 1977.1

 

Es una novela pequeña en la historia narrada, como en la ambición literaria. El autor utiliza la circunstancia natural de una de las más grandes erupciones de ceniza, realizadas por el volcán Irazú. Comienza con la llegada del presidente de los Estados Unidos de América, Jhon  F. Kennedy, a Costa Rica, el 18 de marzo de 1963 para reunir a todos los jefes de estado del área centroamericana con el fin de proponerles la famosa y difunta Alianza para el Progreso.

 

La novela es lineal, realista, causal, monofónica y se destaca la voz única del narrador omnisciente manipulada desde el punto de vista del el autor. Escoge este accidente y narra los acontecimientos politiqueros de vida diaria de un Gobernador de la provincia de San José. Hay que recordar que el señor Guillermo Castro Echeverría fue nombrado como tal, por don Francisco Orlich, presidente en ejercicio, en el año 1963, precisamente en el año del acontecimiento natural.

 

La novela transcurre en una presentación de los planes del Gobernador en ejercicio para limpiar la ciudad de San José, de la ceniza que llegaba desde el volcán a la provincia y más allá. Esta actividad, lo mismo que toda la administración está dirigida como si se tratara de una guerra, bajo el ordenamiento y la disciplina militares. El conflicto principal, sin embargo, no aparece por esa razón sino por el enfrentamiento del Gobernador con los politiquillos de turno, de su mismo partido Liberación Nacional y no por razones administrativas o político-sociales, sino de índole electoreras. La tesis de la novelita se plantea, como el enfrentamiento de los intereses de la provincia, contra la conveniencia electorera de los dirigentes liberacionistas. Ni en la novela, ni hoy, y posiblemente nunca, se podrá anteponer los valores e intereses de la patria contra la politiquería de quienes viven de ella y se benefician con su papel individualista, carente de una visión desinteresada de lo que debe ser un país. Esto es quizás lo más importante de la novela porque ella no censura otra cosa. La visión de mundo es llana, superficial, utilitaria y de horizonte estrecho. La administración de la ciudad debe ser algo así como pintar la casa por fuera, hacerla placentera a los ojos del visitante. Está inmersa en el parecer y no en el ser. El hombre no tiene asidero como sujeto político, social, histórico, trascendente. No es personaje importante ante sí ni ante la historia, desde ningún ángulo que se desee mirar, sea éste individual o social.

 

Otro aspecto que está ausente es la crítica política hacia un país rico y poderoso como es EE.UU. de quien el autor, no sólo siente admiración sino aceptación, entrega sin reservas, a todo lo que provenga de él. No existe la mínima duda de que lo propuesto está por encima de todo. Es la voz única, la verdad y ante ella, sólo cabe la obediencia ciega, como en el ejército. Sólo existen las relaciones verticales y se ignoran o no se aceptan las horizontales. No olvidemos que en el contexto social y político de ese momento histórico, EE.UU. libraba la guerra de Viet Nam e internamente, había aparecido el movimiento Hippy en la juventud del  país. De pronto, si el lector no conociera al autor, podría imaginarse que la novela giraría alrededor del volcán Irazú y la lluvia de ceniza como una protesta contra las políticas del todo para mí y una limosna para ti.

 

La tercera novela recibió el nombre La Soda Palace: 19811.

 

Esta novelita trata del tráfico de drogas, en este caso desde Panamá. Está matizada por un idilio entre un panameño y una muchacha llamada Sandra. El lugar donde se conocen es la popular Soda Palace que fue muy famosa por haber sido visitada por muchas personalidades del país y extranjeros. La mesera Miriam le va narrando los pormenores del lugar, hasta el día en que llega su contacto y le traslada a una casa fuera del centro de San José. Los dos son vigilados y seguidos por agentes antidrogas que los apresan cuando depositan la droga en la casa del contacto y se disponen a recibir el dinero. La muchacha de quien el panameño se había enamorado en la soda, resultó ser Sandra, policía a cargo del operativo.

 

Es una novela como todas las del autor, tradicional, monofónica y sin ninguna importancia literaria. Se mantiene en la corriente realista, ligada más a la crónica, la descripción, la anécdota que a un afán de producir obras literarias.

 

La cuarta novela que escribió fue Cartago y la publicó en 1989.2

 

Esta novela, como las demás, es tradicional, monofónica. Da inicio a varias novelas de corte histórico, sobre todo de los orígenes de la provincia de Cartago. Es un elogio a los conquistadores españoles y está escrita desde una perspectiva oficial, panegírica. Acudió a fuentes históricas, en su mayoría españolas, como lo certifica en una especie de prólogo a la crónica apologística. Es el libro de León Fernández Bonilla, Documentos para la historia de Costa Rica. Su tesis parte del principio de que los costarricenses somos diferentes al resto de centroamericanos porque los españoles que nos conquistaron (apaciguaron, según él) fueron diferentes, eran "hombres honorables, soldados disciplinados y buenos cristianos". Este tipo de hipótesis está sustentado en afirmaciones falsas que no soportan ni un análisis superficial. En primer lugar, es un estereotipo vulgar, afirmar que los costarricenses somos diferentes al resto de centroamericanos en el sentido de que somos superiores. Esto es falso a no ser que nos atengamos a los aspectos formales tales como el color de la piel, de los ojos o la figura de los pómulos. Es más rica la cultura indígena de Guatemala que la de Costa Rica, en todos los aspectos y si el alcance de la educación es más alto, en nuestro país, en nada depende ello, de los conquistadores españoles, que por lo general fueron los mismos en esta región. La segunda afirmación de que los españoles que conquistaron Costa Rica fueron diferentes, superiores, a los que conquistaron el resto de países centroamericanos, desde cualquier punto que se le mire, es falso. La religión católica fue la misma para todos y el idioma español también. La cultura guerrerista de los españoles, después de ocho siglos de guerra estúpida contra "los herejes", es la misma para todos, sin olvidar a la Santa Inquisición que hasta en Cartago tuvo sus desacertados y dogmáticos juicios como el que emprendieron contra el primer médico que llegó en el siglo XVIII a Cartago, el italiano Esteban Curti, y si acudimos a su organización social, sustentada en la familia, también fue igual. La formación de los pueblos y su código jurídico, tampoco fue diferente. Lo mismo cabría decir de las costumbres, virtudes y defectos. Entonces ¿donde está la diferencia? En ninguna parte, porque no existió.

 

A pesar de utilizar una hipótesis obvia, el historiador Samuel Stone, para demostrar que los gobernantes costarricenses provenían de Juan Vázquez de Coronado y sus 16 ramas genealógicas, Antonio de Acosta Arévalo y Nicolás González y Oviedo, realizó, a pesar de la hipótesis, una investigación histórica  de gran valor y sumamente importante para comprender la formación social de Costa Rica. En cada una de estas ramas se explicitan los árboles genealógicos, sincrónicos y diacrónicos. Es verdaderamente una fuente objetiva para conocer la historia de Costa Rica, a través de sus descendientes españoles, las diferentes clases sociales, los grupos de ricos y plebeyos, etc. Lo que aparece como obvio es que, así como los gobernantes de Costa Rica provienen de esas familias españolas con poder económico, salvo excepciones, más cierto es que también, de ellos, derivan los demás estratos de nuestra sociedad, trátese de prostitutas, alcohólicos, delincuentes o personajes de alto linaje. A esos grupos, por supuesto, no pertenecen los grupos indígenas y los negros que de todas maneras fueron marginados. También puede, el lector, encontrar cuadros comparativos de la constitución de españoles, indios y negros en los diferentes países de Centroamérica. Con ello la tesis que trata de plantear Guillermo Castro Echeverría se cae, además se aclara, que las diferencias del color de la piel, obedece únicamente a que los indígenas se agruparon en mayor número en países como Guatemala y El Salvador, más al norte de nuestras fronteras, y los indígenas de Costa Rica, en zonas periféricas del país, como Guanacaste, Puntarenas, y Limón y algunos grupos en el Valle Intermontano.

 

Otro libro que deseamos recomendar sobre el tema del indigenismo, sobre todo en el aspecto jurídico, lo escribe Mayobanex Ornes y se titula Los caminos del indigenismo1. Esclarece en gran medida, los prejuicios raciales, el papel de los gobernantes con respecto a los indígenas y trata el tema con rigurosidad científica, sin eufemismos.

 

La novela Cartago se desarrolla cronológicamente y se dan todos los detalles del viaje de Juan Vázquez de Coronado, desde Nicaragua, los diferentes lugares que les sirven de descanso, tales como Chomes y otros, hasta llegar al llano donde fundó la ciudad de Garci-Muñoz, en recuerdo de su pueblo natal. Se describe detalladamente el viaje, las estrategias de la guerra, las conquistas (robos) de territorios vecinos, la lectura de las ordenanzas, y la configuración física de la ciudad, así como la configuración política y jurídica, no sin antes tomar parte, la jerarquía religiosa. Luego se realizan varias excursiones a palenques y pueblos indígenas que son "pacificados" y al final se funda, en el Guarco, la ciudad de Cartago, también por Juan Vázquez de Coronado y sus españoles "selectos." 

 

 

 

La quinta novela, la llamó Perafán, un centauro agónico y la publicó en 1992.1

 

La novela se ubica en los primeros años de la conquista española, según él, el apaciguamiento de los indios, la culturización cristiana del catolicismo, la posesión de la tierra por parte de los españoles, la búsqueda del oro, sobre todo en el río La Estrella y la fundación de la ciudad de Cartago. Los hechos se narran cronológicamente desde 1564 hasta 1571, aproximadamente y se escenifican en Cartago y la zona del Pacífico Sur.

 

Lo primero que hace el autor, en esta novela tradicional, monofónica, como el resto que escribió, es citar las fuentes de su investigación. Todas ellas son vistas, interpretadas y presentadas bajo un discurso autoral español. Es la visión del español de la conquista de nuestra tierra, como algo natural, como un don divino, algo así como una cruzada inspirada por Dios y guiada por los mensajeros de Él, los curas españoles. Es la conquista de lo ajeno en nombre de Dios, a través de la cruz y la espada.

 

La novela está signada por un fuerte tono bélico. El autor-narrador se extasía en citar españoles, sus cargos, su linaje, sus títulos y sus hazañas. Lo mismo hace tras breves descansos, en que se detiene a describir la naturaleza, en las estrategias bélicas, las hazañas. El arte de la guerra le apasiona y le guía por toda la novela. Los diálogos son breves y sobresalen los comentarios acerca de los españoles, su vida aventurera, su religión, sus familias, sus merecidos despojos de la tierra de los indios, del oro, de sus hijas, de la esclavitud solapada de negros y sobre todo indígenas, como un premio a los españoles por llevar a cabo tal empresa redentora.

 

Esta visión oficial de la historia la hace parcial, justificante y perpetúa el genocidio, el crimen, el ultraje, el desposo, la imposición de una cultura ajena, en muchos casos peor que la de los indios y llena de egoísmo, avaricia, dogma, imposición. Es una visión enajenante, alienada, foránea, como si naciera de un español y nunca de un costarricense. Una india robada, muy bella se casaba con un usurpador español y adquiría, en boca del narrador, el estatus de persona, para citar un solo ejemplo de los muchos que existen. Tampoco escapa el código familiar de relaciones machistas de poder, vertical y patriarcal. La familia, la tierra, el linaje, los títulos, fijan el estatus de un hombre. Esta novela es el canto español, aunque no poético, al crimen justificado de la conquista española de los pueblos latinoamericanos, realizado por un costarricense.

 

La sexta novela y posiblemente, la última, fue llamada Su norte es el sur y la publicó en el año 1999.2

 

Es una crónica biográfica del autor, narrada desde el presente por una tercera persona, sobre un personaje llamado Guil, que no es más que el diminutivo de su nombre  de pila Guillermo. La historia comienza desde su nacimiento y abarca su carrera militar en los EUA, hasta llegar a Costa Rica y participar en la guerra del 48, llevada a cabo por don José Figueres, la toma del poder y su elección como presidente. Es la reiteración de las obras anteriores, solo que ésta es biográfica y se detiene más en aspectos familiares, sus estudios militares y la participación en la segunda guerra mundial que enfrentó a los EUA contra Japón.

 

La novela es reciente, de corte tradicional, con escaso o ningún valor literario, igual que las anteriores.



2 Castro Echeverría, Guillermo. Al final del arco iris. Ed. Cultural de Cartago, Cartago, 1958.

3 Ídem, prólogo, VII. Edición publicada por la EUNED, 2000.

 

1 Castro Echeverría, Guillermo. Ceniza. Talleres Borrasé, San José, 1977.

 

1 Castro Echeverría, Guillermo. La soda Palace. Ed. Talleres Gráficos, San José, 1981.

2 Castro Echeverría, Guillermo. Cartago, génesis de una nación. Ed. Cultural, Cartago, 1979.

 

1 Ornes, Mayobanex. Los caminos del indigenismo. Ed. Costa Rica, San José, 1980.

1 Castro Echeverría, Guillermo. Perafán, un centauro agónico. Ed. Cultural, Cartago, 1992.

2 Castro Echeverría, Guillermo. Su norte es el sur. Ed. Cultural, Cartago, 1999.

 

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