Rafael Jiménez Bonilla

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Rafael Jiménez Bonilla (1944)

RAFAEL JIMÉNEZ BONILLA

(1944)

 

Rafael Jiménez Bonilla nació en San José el 24 de septiembre de 1944. Es médico de profesión, hematólogo. Conocemos poco de su biografía. Sabemos que actualmente trabaja en el Hospital Nacional de Niños en hermatología. Es doctor en Microbiología y un excelente investigador sobre temas como la leucemia y otros.

 

LO QUE HA ESCRITO RAFAEL JIMÉNEZ BONILLA

 

 

NOVELA

         

                                                     

1. Un siglo de veinte siglos: 2001

2. Los rostros del azar: 2006 

 

Un siglo de veinte siglos es la primera novela escrita por el hematólogo Rafael Jiménez Bonilla y la publicó en el año 2001.1

 

Ésta es la primera novela que ha escrito este hematólogo. No cabe duda que el proyecto novelesco fue enorme, en ambición y extensión. Eso de escribir una novela que abarcara todo un siglo, el veinte y una vida, como paralelo, de un médico científico inglés, es una gran osadía. El resultado es una novela de más de quinientas páginas, reducidas, según el mismo autor, lo indicara.

 

Es una novela tradicional, realista, monofónica, de una sola voz y perspectiva, la del narrador omnisciente (autor), lineal, cronológica y de una clara y no disimulada visión positiva de la historia, oficialista. No hay censura, criticidad ni ruptura con los paradigmas establecidos por la oficialidad y el poder económico. Está bien escrita y su lectura resulta entretenida. La visión del mundo ofrecida en la obra, es positiva, un tanto ingenua pero sincera y quizás superficial. En ocasiones, cuando leíamos la novela, se nos parecía a un tour, ya no por lugares turísticos e históricos descritos por el guía de turno, sino por la historia del siglo veinte.

 

A pesar de que el autor, al final de la novela, en una especie de aclaración, informa sobre la existencia real de Philip Grimes, el inglés protagonista de la historia novelesca, enterrado en el Cementerio General de San José, en el Camposanto de los extranjeros, y no dudar de esa referencia histórica, preferimos comentar la novela desde su propio verosímil. Un detalle puede ser de utilidad para evitar la tentación de guiar la crítica novelesca en un paralelismo entre realidad histórica y novelesca. Se trata del premio Nóbel en medicina, compartido con el norteamericano Hermann Joseph Muller en 1946 (1890-1967), genetista y premio Nóbel estadounidense, conocido por la inducción de mutaciones en los genes de la mosca de la fruta mediante rayos X. Es también conocido por sus severas advertencias sobre los efectos de la radiación nuclear en los genes humanos.

Las listas oficiales afirman al norteamericano, como el único premio Nóbel de ese año y no mencionan al inglés que no aparece como un personaje importante en la historia de la inanidad

 

La novela está estructurada como un paralelo entre la biografía del hematólogo Philip Grimes y los acontecimientos del siglo veinte, sobre todo occidentales. Por esta razón la obra se estructura como una biografía de un personaje y de un siglo, al menos eso pretende ser. Así se convierte en una extensa descripción de aventuras acerca del protagonista, envueltas en el contexto histórico-social europeo. El personaje no forma parte protagónica de ningún acontecimiento histórico, se convierte en un simple mortal, espectador y sufriente o admirador de los sucesos históricos. Se mantiene al margen de los sucesos, a pesar de que su propia existencia, lógicamente es determinada por algunos hechos históricos, tal es el caso de la salida de su patria, Inglaterra, como una alternativa de sus padres para huir de la Guerra Mundial y las atrocidades de Hitler.

 

La estructura lineal de la novela se objetiva en tres momentos básicos de la biografía de Philip:

 

1. La niñez en Costa Rica.

 

2. El matrimonio con Agnes, una española de la familia Fiorito, el premio Nóbel y el viaje a Las selvas venezolanas, donde perdió a su esposa, asesinada por unos buscadores de diamantes y se relacionó con los indios en las riberas del Orinoco y se hizo amigo de Omalá e Ito.

 

3. El segundo matrimonio con Isabel, la rica costarricense y su permanencia y muerte en Costa Rica, en el año 1999, octogenario.

 

Niñez, madurez y vejez, tres momentos importantes en la vida de cualquier persona. Aprendizaje, vigencia y muerte, la primera la realizó en Costa Rica, estudió en un centro religioso, El Seminario, conoce Limón, aprende el español, experimenta algunas aventuras propias de su edad adolescente y luego regresa a Inglaterra para continuar los estudios en medicina. Los padres permanecen en Costa Rica, cerca del ferrocarrilero Minor Keith y sus empresas millonarias, en proyectos relacionados con las máquinas de tren. Mueren en un accidente, mientras su hijo permanecía en el río Orinoco.

 

La segunda etapa se desarrolla en Inglaterra, donde se gradúa de médico, investiga y trabaja en hospitales, se relaciona con Agnes, se casa y recibe el premio Nóbel en 1946, juntamente con Muller, viaja a Venezuela, se interna por el Orinoco y convive con los indios en la selva. Aprende de ellos sus costumbres y sabidurías, sufre la muerte de su esposa por manos de un desalmado y solo regresa a su patria, Inglaterra.

 

La tercera parte de su vida se presenta al inicio como un médico responsable, trabajador insigne, investigador incansable pero un tanto aventurero, en lo personal. Se ve envuelto en aventuras amorosas apasionadas, con una bibliotecaria, luego con una enfermera y por último, en forma casual y accidental, con una costarricense, rica que estudiaba en Inglaterra, Isabel Castro, de familia cafetalera, inmensamente poderosa, prototipo de los gamonales de mediados de siglo. Viaja a Costa Rica con ella, y se casa, poco tiempo después. Viven una vida sin tropiezos, salvo la muerte de una hija, Annes, de leucemia, entre viajes a otros países, conferencias, fiestas, paseos, estancias en las muchas haciendas de su propiedad y contemplaciones místicas desde los altos de una enorme casona, cerca del Teatro Nacional que el padre de Isabel, Antonio, le regalara para que viviera con su esposo.

 

Ésta y un sin fin de aventuras, tertulias, viajes, regresos, fiestas, contemplaciones, recuerdos, añoranzas, meditaciones, evocaciones, reminiscencias, casualidades, como la vez que se levantó de su cama porque llamaron a su puerta y al mirar quién lo hacía descubrió que no había persona alguna. De regreso a su cama descubrió la araña luminosa desprendida del cielo raso, en su cama. Todo gira naturalmente, sin rupturas, sin conflictos, a no ser los naturales, las dudas, los deseos, los ideales, las buenas intenciones.

 

Estas tres etapas de la biografía de Philip y sus necesarias relaciones con terceros, están salpicadas de referencias históricas a innumerables acontecimientos ocurridos en el paso del tiempo del siglo veinte. Algunos se enumeran, otros, se citan, los más reciben algún comentario breve. Se presentan como un acopio de erudición, de asombro, de afirmación, de estar enterado, de pulso histórico, de seguimiento, pero nunca de análisis, de criticidad, de rebeldía, de confrontación, de enfrentamiento, de conflicto. Casi no escapa nada, ningún suceso. Es como un noticiero matutino del siglo veinte o como un recordatorio de los muertos del año. Los acontecimientos, quizás olvidados, provienen del lado oficial de la historia, el napam de Viet Nam, el Pinochet de los gringos, estos sucesos feos del "buen gringo", no se desempolvan, se olvidan, se acallan. Lo mismo pasa con la visión de la América indígena. El genocidio español no pasa de ser una leyenda negra. Hay que ver solo lo positivo, y esto, se aproxima mucho al paroxismo de la boda real que acabamos de presenciar, la boda de la vergüenza, el derroche, la ostentación, en frente de miles de hambrientos y menesterosos y vecinos de las peores y más humillantes torturas de la historia, jamás imaginables, realizadas en nombre de Dios, de la libertad y la civilización. ¡Vaya paradoja! 

 

2. Los rostros del azar: 2006

 

Esta segunda novela tiene la misma estructura de la anterior y forma parte de un proyecto ambicioso que costa de tres novelas sobre una misma problemática: un médico en el contexto europeo  en el siglo XX.

 

La novela es lineal, logocéntrica y de clásico narrador omnisciente. Por lo tat es una visión superior que conoce y maneja los hilos del relato desde una perspectiva todopoderosa.

 

En esta novela se estructuran tres momentos diferentes en espacio y codificados por tres personajes distintos que se turnan en las aventras en ocasiones alternas y que dan inicio y final a una novela que pretende ser circular. La situación inicial y la situación final son la misma en cuanto a personajes y biografías de los tres autores. Manuel (Moreno), Destroyer y Misingo, tres alcohólicos que desaparecen en los fríos asesinos de las heladas del momento, tirados en una acera.

 

Se vuelve a la temática, un tanto olvidada del naturalismo científico que explica el fatalismo como causa de los males sufridos por los personajes. Los tres, sobre todo Manuel, son víctimas del destino y se ven envueltos en un sin fin de aventuras, unas veces de gloria y otras de tristeza. Pasan por la fortuna de ganar el premio mayor, hasta perderlo todo en una vida signada por la prostitución, el alcoholismo, la destrucción del hogar y la pérdida de los valores sociales cristianos.

Luego se abre la perspectiva de Ezequiel, el joven que estudiaría medicina en Francia y se van narrando simultáneamente las aventuras biográficas de Manuel, el joven aventurero que trabaja en lo que le aparece y Ezequiel, de familia acomodada que busca sus horizintes en el estudio, la medicina y recibe una beca para hacerlo en el exterior. Así comienzan las incansables avaenturas de Ezequiel en Francia, sus viajes, sus estudios, sus encuentros amorosos, su participación en los hechos bélicos de la frontera francesa y aventuras al por mayor. Y por otro lado no se quedan atrás las innumerables aventuras de Manuel, solo que en este caso, con amoríos, prostitutas y licor.

 

Los personajes terminan degradados y sirven de ejemplo de lo que sus destinos hicieron con ellos irremediablemente planteando implícitamente la moraleja de que, la vida mal encaminada conduce al individuo al fracaso.


La novela está bien escrita, es ejemplarizante y tiene una clara pretensión: educar con ella a las generaaaciones jóvenes para lograr una mejor vida.

 

 



1 Jiménez, Rafael. Un siglo de veinte siglos. Ed. Rafael Jiménez, San José, 2001.

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