ADOLFO HERRERA GARCÍA
(1914-1975)
Adolfo Herrera García nació el 24 de agosto de 1914 en San José. Sus estudios primarios los inició en Limón y los concluyó en la escuela Buenaventura Corrales en San José. Los estudios secundarios los realizó en el Liceo de Costa Rica, en San José, en 1924. Desde muy corta edad ingresó en el periodismo que fue su pasión. En esta profesión realizó una labor casi siempre anónima y fue, en ella, donde realizó sus mejores obras. Es autor de guiones radiofónicos, corresponsal viajero y otros cargos de gran relieve. Fueron muchos los premios que obtuvo por su destacada labor periodística: Premio Nacional de Periodismo en 1945, Medalla en 1968, dada por
LO QUE ESCRIBIÓ ADOLFO HERRERA GARCÍA
NOVELA
1. Juan Varela: 1939
CUENTO
1. Los Novios: 1959
2. El barbero de Santa Ana: 1959
3. El Gamonal: 1959
La única novela que publicó Adolfo Herrera García fue Juan Varela y la publicó en 1939. 1939.1
Es la primer novela de esta generación y por haberse publicado antes de 1940, algunos críticos no la consideraron como parte de lo que ellos, equivocadamente llamaron generación del 40. Este escritor forma parte de esta generación como el que más, no sólo ideológicamente sino por la estructura de la novela, su temática y el tratamiento crítico de la realidad que se presenta en dicha obra.
Juan Varela es, sin lugar a dudas, la primera novela de importancia literaria en Costa Rica. Representa el inicio de la primera generación de novelistas costarricenses, la de 1942, llamada del Neorrealismo.
Esta obra inicia una producción importante de novelas de tipo social, de denuncia, de crítica directa, sin tapujos, de enfrentamiento descarnado de las injusticias sociales que padecían los campesinos, los pobres de nuestro país. No importó en que zona ocurriera, de preferencia se inclinaron por la provincia de Limón, por razones muy comprensibles, pero denunciaron las injusticias sociales en diferentes partes, el Valle Central, como en esta novela y algunas de Carlos Luis Fallas Sibaja, Fabián Dobles Rodríguez y Joaquín Gutiérrez Mangel, que son, con Yolanda Oreamuno, en otra temática, los más destacados novelistas de esta generación de 1942.
Esta novela presenta algunos adelantos, aunque pocos, en el ámbito técnico y literario. El lenguaje es tratado con más cuidado, el narrador utiliza algunos trucos para ocultarse y existe un distanciamiento del autor con respecto a lo narrado. No se utiliza el relato para narrar la propia historia del autor sino la de un campesino corriente Juan Varela. Creemos que el oficio de periodista de Adolfo Herrera García le permitió utilizar recursos que casi nunca fueron empleados por los novelistas de generaciones anteriores.
La fábula de la novela es cronológica y lineal. Juan Varela con su esposa deciden salir al campo a cultivar una tierra que recibieron, como parceleros, después de casarse. Luchan por hacer de aquella finca inhóspita, una tierra fértil y poco a poco lo logran. Su finca produce pero comienza el calvario de vender sus productos agrícolas que no reciben el precio justo y prácticamente deben votarlos. Frustrado por eso empieza a fabricar dulce y monta su propio trapiche y para ello recibe un préstamo del banco y la respectiva hipoteca de su finca. En esta ocasión le vuelve a suceder lo mismo. Los intermediarios, los comerciantes no le pagan con justicia su producto y vuelve nuevamente la frustración de Juan Varela y su esposa y lo que es peor el banco se apropia de su finca porque éste no puede pagar el préstamo. Pasa a ser un simple peón de un terrateniente pero su salario no le alcanza para mantener a su familia. Entonces construye su propia fábrica de licor clandestino, es denunciado y perseguido por las autoridades, mata a uno de ellos y tiene que huir entre la montaña. Tiempo después desesperado y cansado de esconderse, se entrega a las autoridades y es enviado al presidio de San Lucas. Sus hijos mueren y su esposa se une a un nicaragüense.
Esta novela inicia lo que algunos críticos han llamado la novelística del agro, del campo, de la tierra. Ciertamente es la primera en tratar esta problemática y vendrán muchas novelas de esta generación a descarnar las injusticias entre los terratenientes, la oligarquía cafetalera, las transnacionales del banano, etc. Y los trabajadores, los desposeídos, los peones, los que hacen la riqueza de los ricos. Esta problemática aún persiste en nuestro medio y está lejos de solucionarse.
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