Carlos Tapia Fernández (Mexicano)

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CARLOS TAPIA FERNÁNDEZ (de origen mexicano)

(1960)

 

Nació en Veracruz, México, en 1960. Es Diseñador Gráfico y pintor. Reside en Costa Rica desde hace muchos años.

 

 

LO QUE HA ESCRITO CARLOS TAPIA FERNÁNDEZ

NOVELA

 

 

1. El perfume de un beso: 2001

 

 

CUENTO

 

1. Entre rosa y celeste: 1994

 

La única novela que ha escrito Carlos Fernández Tapia la llamó El perfume de un beso y la publicó en el año 2001.1

 

Esta novela nos agradó. Sin ser un dechado de técnicas modernas y menos un alarde de estereotipos literarios de moda, logra imantar al lector por su franqueza, su desparpajo, su finísima ironía y aguda burla de una realidad decadente frente a un pasado convencional, pero a la larga más sincero y real, a pesar de sus excesos rutinarios y "de poca onda".

 

Sin embargo la novela muestra una originalísima manera de enlazar dos historias de la misma historia, unidas por un personaje bien logrado, doña Etelvides, esta abuelita inicia la primera historia de la novela, de la enunciación que se convierte en la segunda historia de lo narrado, de lo enunciado. A esta primera o segunda historia, según se mire, pertenece el presente de la vida de la anciana cuando se aproximaba su muerte, que se anuncia desde el inicio de la novela, como un personaje más de ella, doña Muerte, la que espera al pie de la cama y nunca perdona. Viven en una casona vieja, ella y sus dos nietas, Carmelina y Leila, con las visitas de un personaje pintoresco, llamado Eusebio, enajenado por la religión y las visitas de Rodrigo, el dueño de una especie de pulpería popular, que les lleva los alimentos a esa casa tipo cárcel. La historia termina cuando las hermanas en una noche de placer violan y se dejan violar por Rodrigo y forman un trío que juran permanecer unidos para siempre. Pero Rodrigo sabedor de que la abuela no aprueba esa unión, en un arrebato de cólera le da muerte y después se casa con Leila y se lleva a vivir a su casa-dispensario a Carmelina, emprenden una carrera increíble de trabajo y mejoramiento, convierten la casona en un hipermercado modernísimo y se dedican a hacer dinero, hasta el mimo Eusebio le dan un pasillo para que abra un local religioso en el supermercado. Todo marcha aparentemente bien hasta que Leila queda embarazada y sufre de achaques y mal humor. Es entonces cuando aparece la abuela en la televisión y les da consejos para seguir adelante y les pide a ambas que traten bien a Rodrigo que ha resultado ser un buen hombre para las dos. Este hecho abre la virtualidad de la convivencia dedos planos diferentes en uno solo. Las leyes naturales se ven violentadas por apariciones de muertos, sueños reales, etc. Es la apertura al género maravilloso donde esto es verosímil. El lector lo ve como algo natural y no se siente afectado, lo acepta y pasa a formar parte del mundo mostrado. También la abuela aparece como fantasma en el supermercado y le devuelve a Leila la felicidad perdida y le alivia de sus achaques. Todo sigue la marcha "normal" de la vida convencional que habían emprendido. Un acontecimiento viene a trastocar ese mundo pacífico y fue la aparición de un español (como Cristóbal Colón) en el supermercado y al ver a Carmelina queda impresionado de su belleza, mezcla de india y española y le ofrece convertirla en una super modelo internacional.

 

La segunda historia o primera como se desee tomar empieza con la juventud de Etelvides, la abuela, su vida pacífica, metida en su casa y bajo el paradigma convencional de la religión católica y apostólica. La joven trabajaba de recepcionista en un consultorio médico y ahí conoció a Pablo Centenario, rico hacendado, casado y con tres hijos. Pocos días de rondarla hasta que la subió a su auto último modelo y se la llevó a dar un paseo en una de sus fincas y ahí, entre guayabas, flores, jocotes y zacate, se consumió con el fuego del amor el más apasionado idilio, recién iniciado. Se la llevó a una de sus tantas fincas que tenía en Tres Ríos y la convirtió en su segunda mujer, la jota, a quien amó hasta que murió al estrellarse contra un carro maderero. De este idilio que duró bastantes años nació Flora y llenó de alegría a los dos, a pesar de que la joven resultó ser un tanto rebelde y no gustaba de la vida carcelaria a que tenía que someterse por ser la hija de un matrimonio ilegal, que la sociedad no aceptaba y censuraba. A los quince años, en su gran fiesta, aunque no fuera en el Teatro Nacional, como correspondía a la hija de ese gamonal cafetalero, sino en la casa que Etelvides había convertido en una casona solariega enorme y llena de cuartos y escaleras, más allá de cualquier imaginación posible, se entregó a Mario Rosablanca y antes de iniciar su fiesta rodaron por el diván, donde dejaron su virginidad. La familia del niño bien, al saber de sus amores lo envió a estudiar a Europa la carrera de médico y así Flora se encontró de nuevo sola, pero poco después se da cuenta de su embarazo.

 

Es aquí donde empieza, a mi manera de ver, lo mas original de esta novela. Simultáneamente Leila empieza el embarazo que dará a luz un niño, Humberto y Carmela se van con el español en busca de la fama y Flora inicia el embarazo que dará a luz la primera hija con Mario, Carmela. Las hijas de Flora, Carmela y Leila solo vivieron con ella unos pocos días de niñas, prácticamente no la conocieron. Fue la abuela la que las crió. Madre e hija, en tiempos diferentes (históricos) pero en un mismo presente narrativo enunciativo, ante el lector salen a buscar mundo, a rodar por el mundo, en busca del ser, del cambio, salen de lo convencional, su casa-cárcel para enfrentarse a lo inusitado, inesperado, apenas vislumbrado. Es algo así como lo que hacen los personajes masculinos en los cuentos de hadas que dejan su hogar y salen a rodar tierras en busca de fortuna. Al final regresan y fundan un nuevo hogar, tan convencional como el que dejaron y en los cuentos maravillosos son felices. Carmela se convierte en una supermodelo y patrocina la marca del perfume "El perfume de un beso", tiene algunos amores pero nunca cuenta con tiempo para su disfrute, ve pasar el tiempo como en un tren sin destino ni puerto, se hace adicta al licor y echa a perder el único amor que le ofreció un joven que se enamoró de ella, Alejandro. Sin pena ni gloria regresa a la patria y al supermercado, solo con la estela de su fama por herencia. Mientras tanto Flora, su madre, viaja por varios países, se convierte en hippy y queda embarazada por segunda vez, también vuelve a su casa, a dejarle a Leila, a su abuela y con Mario, también convertido en hippie, se van a vivir a África a cuidar enfermos y ver realizado su ideal de paz y amor.

 

La novela termina con una entrevista que le realiza la televisión a Carmelina y la presentadora, una arpía y chismosa que practicaba el periodismo amarillista, deseaba envilecer. No lo consigue a pesar de recordarle su conducta impropia con Alejandro a quien presenta en el estudio. Carmelina, en vez de enojarse, abraza a éste y se besan, en presencia del público que enloquece y la presentadora muere de rabia por lo que le sucedió. Hasta Eusebio encuentra su monja y viven felizmente su enajenación religiosa.

 

Novela crítica, irónica, sarcástica, satírica. Enfrenta el convencionalismo con las posturas seudo rebeldes, revolucionarias, libertarias, superficiales, postizas. Pareciera indicarnos con una sonrisa, al estilo de la Mona Lisa, que el único camino correcto para enfrentar la vida, desde cualquier ángulo que se desee, doctrina, religión, institución, etc. Es con autenticidad, con sinceridad, con hidalguía, con rectitud y nunca con poses, caretas, comodidades, conveniencias. Ser por encima del parecer. No importa si se está equivocado, si se es auténtico es fácil rectificar. Lo viejo, el pasado nunca fueron mejores que el presente ni viceversa, solo fueron, y son, diferentes. 



1 Tapia Fernández, Carlos. El perfume de un beso. Ediciones Perro Azul, San José, 2001.

 

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