ENIO VÍQUEZ RODRÍGUEZ
(1943)
Enio Vinicio del Carmen Víquez Rodríguez nació el 10 de septiembre del año 1943, en mercedes Centro de Heredia. Estudió filología española en
LO QUE HA PUBLICADO ENIO VÍQUEZ RODRÍGUEZ
NOVELA
1. Chela y Trombón: 2002
CUENTO
1. Cuentos de María, la tierra y el hombre: 1944
La primera novela que ha publicado Enio Víquez Rodríguez es Chela y Trombón y salió al público en el año 2002.1
Es una novela positiva. A pesar de que la situación inicial de la enunciación enmarca el final de la historia desde la perspectiva de Alen Castillo, cuando dirige la orquesta de Leningrado en la catedral de San Isaac e interpreta su Scherzo para bandas.
"cerró momentáneamente sus ojos y dejó que su pensamiento se hundiera en el ahora iluminado laberinto de sus emociones y recuerdos más profundos."2
Y finalizó la novela con la misma frase, pero desde la perspectiva de su madre, Chela, cuando en el Teatro Nacional, exponía su trabajo sobre la educación especial.
"Chela, en medio del escenario, cerró momentáneamente sus ojos y dejó que su pensamiento se hundiera en el ahora iluminado laberinto de sus emociones y recuerdos más profundos."3
Así la novela se estructura desde dos perspectivas, la de Chela y la de Alen. Pero desde un presente después de que los hechos han ocurrido. Los dos narradores conocen perfectamente lo que van narrando pues ya lo han vivido. Esto hace que la novela ofrezca un punto de vista narrativo casi omnisciente, como si se tratara de un narrador que está por encima de esos dos puntos de vista que se presentan como parecidos, desde diferentes aspectos: ideológicos, visión de mundo, valoraciones, juicios, opiniones, etc. Quizás por ello se torna, en algunas partes, el discurso de la novela, muy ensayístico, tal el largo análisis y valoración apologística del director del Castella, don Arnoldo Herrera, sin que ello deje de ser merecido, en el contexto histórico referencial.
Otro aspecto que debe destacarse es la visión que la novela ofrece del campesino. Es mucho más ajustada a la realidad histórica y social de nuestra convivencia en el campo. Ya no aparece aquella idílica imagen del campesino como el poloncho bueno, el hombre que vivía feliz en armonía con el gamonal, en una especie de paraíso, un edén, sino el hombre y sobre todo la mujer campesina víctima de vejaciones, pobreza, abandonada a su propia suerte con hijos que educar y mantener, sin educación, no porque no lo quisiera sino por imposibilidades y limitaciones económicas y sociales. Sometida a paradigmas y códigos machistas, propios de la educación y la religión vigentes. En ella los trabajos más duros se hacían realidad, sin importar su condición humana y de sexo. Tanto sufrió y padeció en el campo como en la ciudad, a pesar de que con hidalguía, valor, entereza, nobleza y valentía supo resolver, todas las tribulaciones sola, pero sin desmayar, se levantó para proteger, crear, educar y defender a su hijo genio, que el sistema educativo, los médicos y casi todos creían limitado, minusválido. En otras palabras Chela, fue madre, padre, maestra, enfermera, doctora, y profesional, en educación especial, a la vez que trabajaba de conserje, como ama de casa, oficinista y vendedora de tortillas. Y nunca sucumbió, ni a los vicios, ni al robo, ni al deshonor.
Nos llamó la atención de que Chela fuera incomprendida por su madre y más que eso que era propio del machismo de la mujer por programaciones sociales, que ella se desviviera por su hijo genio y, por lo menos en la novela nunca se sabe nada de sus otros dos hijos, Pedro y Mónica, la sobrina que le dejaron en su casa. Tal vez ellos no eran héroes de novela como Alen. Al fin fue una decisión del autor.
Para nuestro gusto la historia de Chela es superior a la de Alen, a pesar de que las dos son parte de la misma historia. La narración de Chela se nos ofrece bajo un verosímil más espontáneo, más cercano, más posible, más humano. Lo narrado por Alen se torna más ampuloso, ensayístico, ideológico, insustancial y quizás hasta un tanto manipulado. El viaje a Rusia permitió al autor, a través de la visión de Alen, hacer una crítica a ese país un tanto superficial, efectista y poco analítica. El asombro del amor lesbiano de las dos balletistas rusas, muestra que no conoce lo que ocurre en nuestro país a vista y paciencia de todos, hasta en los mismos colegios. Quizás era más censurable lo que hacían sus dos amigos en Rusia pero eso se pasa por alto o por lo menos se ve como normal. Es parte de la visión machista del costarricense, a pesar de que ésta sea inconsciente.
No es fácil enfrentarse a una problemática social desde una perspectiva individual. Tanto Chela como Trombón se tratan como casos individuales aunque en el primero con mayor razón tienen causas sociales. La mujer en nuestra sociedad ha sido, es, y desgraciadamente lo será por algunos años más, explotada, despersonalizada, vista como posesión del macho, codificada, enajenada. Esto no impide que una mujer, a pesar de ello, logre triunfar y llegar a superar los conflictos y obstáculos encontrados en el desarrollo de su proyecto de vida y Chela es ese ejemplo que se realiza sola, sin hombre alguno, los que tuvo a su lado, no servían para nada (a pesar del socialismo de uno de ellos), estudió hasta llegar a ser oficinista y se le admiró por su conocimiento sobre la educación especial y se realizó como madre, por lo menos de un hombre Alen, no lo sabemos si fue lo mismo con Génova. Los logros la hicieron feliz, pero su vida no fue un camino de felicidad o por lo menos de pleno desarrollo. En otras palabras, el hombre degradado que busca valores en una sociedad corrupta, difícilmente termina feliz. Esto suele suceder en los cuentos de hadas pero no en la vida real. El final feliz de ambos personajes puede ser referente histórico, veraz, y haber existido, quizás en más casos de lo que podamos imaginarnos, pero no es lo corriente, sino lo excepcional. Por ello, las novelas de las últimas décadas, las más reconocidas por la crítica experta, no contienen héroes sino antihéroes.
Leave a comment