Flory Chaves Quesada

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FLORY CHAVES QUESADA

(1932)

 

Flory Chaves Quesada nació en El Carmen, San José Centro, el día 12 de marzo del año 1932 y vivió en uno de los barrios históricos de San José, Aranjuez. Es hija de don Joaquín Chaves y la señora Sofía Quesada. Los estudios primarios los realizó en instituciones importantes de la capital. Es doctora en Filosofía y profesora de esa disciplina en Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica desde 1978. Catedrática de esa institución educativa. Estudió además, Educación y Economía y Pintura con el profesor José Ureña Monge, de escultura en la Casa del Artista y de ballet con Roberto Snowball y Teresita de Marsdem. Habla varios idiomas. Ha escrito y publicado varios poemarios y uno sobre crítica literaria: Juana de Ibarbourou, una visión filosófica (2000). Tiene además publicados abundantes artículos y ensayos en diferentes revistas costarricenses y la revista Studi Sciacchiani de Génova, Italia.

 

Ha realizado varias exposiciones artísticas. La primera (1958-1959) en Quezaltenango y durante los años, 1987, 1988, 1989, 1990, 1991, en varias instituciones del país, como el Banco Nacional de Costa Rica, la Galería de Arte de ese banco y la Universidad de Costa Rica.

 

Publicó una antología biográfica de su padre: Un hombre, un pensamiento. Joaquín Chaves Barrientos en sus fuentes: 2006. Fue una edición únicamente de 60 ejemplares.

 

LO QUE HA ESCRITO FLORY CHAVES QUESADA

 

 

NOVELA

 

1.   Aurora Alvarado: la ruta de un destino: 1997

2.  En el umbral: 2003

3. Piscis: 2003

4. Tierra Virgen: 2010

 

CUENTO

 

1. Cuentos del crepúsculo: 2008

 

POESÍA

 

1. Canto a la vida: 1991

2. Fuego Sagrado: 1992

3. De amor y dolor: 1993

4. Cántaro Roto: 1994

5. Cruz y misterio: 1998

6. Ritmo Vital: 1999

7. Amareto: 2003

8. Ámbar: 2008

 

 

Aurora Alvarado: la ruta de un destino es la primera novela que ha escrito Flory Chaves Quesada y la publicó en el año 1997.1

 

Es un documento biográfico, una crónica, tradicional, logocéntrica, causal. Está narrado en primera persona, descrito desde un tiempo narrativo posterior al enunciado. El presente es de adulto y evoca el pasado, desde el origen, su nacimiento en un pueblo de la capital, Aranjuez. No cita fechas, ni escuelas o colegios donde estudió. Es una evocación de lugares que describe, referentes históricos y físicos que tienen que ver con su vida de hogar y los alrededores de su barrio, sus primeros trabajos, sus jefes, sus relaciones con su madre y su padre a quien admiraba e idealizaba. A su madre le reprocha no haberla dejado escribir poesía. Su historia es evocada desde dos espacios concretos, Aranjuez, y Guanacaste, donde solían ir de paseo y terminaron comprando (su padre) una hacienda de ganado en donde pasó algún tiempo, pero casi no describe ese lugar, solo lo hace sobre las costumbres, las comidas, las canciones, a pesar de ser propietarios por más de cuarenta años. Le interesa más bien la participación de su padre en el logro de la construcción de la carretera y el desarrollo del pueblito de Huacas, cerca de la playa Conchal. Se entretiene más en San José, y sus trabajos, los profesores que tuvo y sus enseñanzas, sus compañeras de estudio y por fin, sus estudios universitarios, su graduación en Filosofía y su trabajo como profesora en la universidad. Termina su crónica biográfica afirmando que su papel de soltería fue satisfactorio porque tuvo muchos hijos (de otros, pero vistos por ella como propios) y desempeñó con acierto el papel de madre de un hogar y que eso la realizó. Es un final positivo.

 

La segunda novela que ha escrito Flory Chaves Quesada la llamó En el umbral y la publicó en el año 2003.2

 

Esta segunda novela de Flory Chaves Quesada es también de corte tradicional, sencilla, causal y lineal. Es la historia de una mujer, Eugenia, una muchacha de clase media, de un hogar corriente, simple: un padre italiano y una madre costarricense, con tres hijos. Eugenia es la mayor, le sigue Samanta y luego Rodolfo, viven en San José casi pobremente. Cuando termina Eugenia sus estudios primarios decide trabajar y gracias a una amiga, Mireya, consigue trabajo en un bazar situado en el Mercado Central, luego de un tiempo lo hace en otra tienda en la Avenida Central y por último en una comercializadora de chocolates. La vida que lleva es corriente, bajo una rutina puntual, sin aristas, sin contratiempos, sin grandes acontecimientos, llana, nada sobresale en ella: unos estudios de pintura y otros, los menos, de computación, un noviazgo fracasado y una amistada con Jorge, compañero en la academia de arte que se convierte en una boda intrascendente. De este matrimonio nace Enrique y pareciera que ahí comienza la tragedia de Eugenia y su esposo. Se desarrolla una relación de dependencia con su hijo que la lleva a la posesión de la vida del joven, hasta que lo casa con Lucía, su sirviente y esta mujer humilde, en apariencia, logra hacer de Enrique su alter ego y con él abandona a sus padres y se distancia de ellos, los desprecia y por último, los encierra en un asilo. Solos, aun entre ellos, Eugenia en un pabellón y Jorge en otro, solo esperan la muerte que llega primero a Jorge y luego a Eugenia. Precisamente con esa muerte termina la novela.

 

Se podría especular y poner de relieve, que la unión familiar, tal cual se desarrolla en esta sociedad, en muchas ocasiones, produce el fracaso del proyecto humano, tanto en hombres como en mujeres, sobre todo en éstas pero no encontramos en la novela indicios para concluir que haya esa crítica intencional. Creemos que el realismo con que se narra la vida de Eugenia desde un narrador omnisciente, muy cercano a ese personaje y que en ocasiones hasta utiliza la primera persona, al referirse a los lectores, la sinceridad con que se presentan los hechos y los múltiples comentarios del narrador, inducen a pensar que la estructura es latente y no intencional. Es consecuencia de lo ocurrido y por lo tanto se mantiene en el nivel de lo inconsciente.

 

Los elementos que motivan ese fracaso, como proyecto humano de la pareja y el hijo, tales como la educación formal recibida, las programaciones moralistas y religiosas, así como el código familiar y las relaciones de poder verticales, entre padres e hijos, la rigidez de una sociedad machista, de doble moral, el reclutamiento de la mujer en la casa y para la casa, cuyo complemento, son los deberes del hogar, tener hijos y servir al marido, hacen un paradigma propio para el fracaso humano. Máxime si la sociedad es degradada y degradante y ofrece pocas expectativas a la mujer (también al hombre) para realizarse como persona y en unión de pareja. Todo esto, ahumado a una fuerte sobreprotección de la madre, un amor alienante, por parte de ella, con respecto a su hijo, una relación enfermiza de enajenación que convirtieron a su hijo en un monigote con profesión, inmaduro, dependiente, incapaz de resolver sus más mínimos problemas pues era ella la que se los resolvía, una relación envolvente, propia de padres (sobre todo de la madre por sus hijos) que desean que sus hijos realicen los proyectos que ellos nunca pudieron llevar a cabo, o los realizaron incorrectamente, llevaron a este hombre a ser presa fácil de una empleadita ambiciosa e inescrupulosa, en un principio, aliada de su madre, para mantener bajo su poder al hijo, según ella. No conocemos al final, la historia el éxito o fracaso de esa pareja pero es de suponer que debería ser igual al de Eugenia y Jorge que quiso encontrar en sus últimos días la comprensión en Cristo y murió degradado, en una absoluta soledad e impotencia.

 

La novela, sin llegar a ser un dechado literario, tiene la virtud de presentar unos personajes simples, llanos, casi sin problemas, ayunos de grandes tragedias, sin problemas existenciales, rutinarios, muy parecidos a los que diariamente conocemos, pero que dejan entrever el enorme fracaso de sus exiguos proyectos humanos. Aún en la no vida, en su misma enajenación, sin ellos percatarse, fracasan y esto los convierten en personajes todavía más empequeñecidos. Su misma carencia de tragedia los evidencia como personajes trágicos, que viven su "no vida" y mueren en su misma soledad, irremediablemente. Su tragedia consiste en no tenerla, no sentirla, no conocerla, no ser conscientes de ella y morir en un asilo, al lado de otros, iguales que ellos, sin ninguna esperanza. Ni siquiera anhelan la muerte. 

 

La tercera novela la llamó Piscis y la publicó en el año 2003.1

 

Es una novela similar a las anteriores. Tradicional y monofónica, con clara participación del narrador omnisciente como eje de mando del discurso narrativo.

 

En ella la vida de los personajes de clase media y campesinos se torna intrascendente con excepción a la de Juan Vicente, el pintor que cobra algún relieve, sin llegar a nada sobresaliente en el marco existencial y social. La vida de estudiante en el colegio, así como la carrera inconclusa de sus estudios universitarios transcurre llanamente y su trabajo en el colegio así como con los dos grupos de mujeres aspirantes a pintoras carecen de relieve de principio a fin. Su mismo matrimonio con Ana y su función de consejero lo convierten en un hombre común y corriente, de igual manera que su vida social y la amistad con Marisol de quien se toma el título de la novelita.

 



1  Chaves Quesada, Flory. Aurora Alvarado: la ruta de un destino. Imprenta y Lit. Mundo Gráfico,

2  Chaves Quesada, Flory. En el umbral. Ed. Guayacán, San José, 2003.

 

1 Chaves Quesada, Flory. Piscis. Ed. Guayacán, San José, 2003.

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