LA MUERTE DEL LIRIO
Por: Roberto Brenes Mesén
Acuéstame, mamá, sobre las rosas deshojadas;
Acuéstame, mamá, sobre mis sueños,
Como sobre una almohada;
Estoy yerta y triste como una flor enferma;
Se ha muerto para mí toda esperanza.
Acuéstame, mamá, porque me siento
Colgando de la vida sobre el mundo de la nada,
Como en el campo los flotantes lirios
De la efímeras arañas.
Así estoy bien, mamá. Entreabre ahora
El cristal de la ventana;
Quiero sentir ese jardín fragante
Sentada al borde de mi cama,
Como un amigo
De la infancia
Que acerca a mis narices su pañuelo
Empapado de esencias de montaña.
Mamá, dame perfumes
Porque me embriagan;
Yo entiendo lo que dicen
Las tímidas gargantas de las flores olorosas.
Mamá, se rizan los claveles y hablan
Una lengua penetrante,
En cuyas sílabas de aroma muchas cosas olvidadas
Resucitan
Se levantan,
Y ríen lo mismo que los niños en tu alcoba
Si los despierta el sol por la mañana.
Acércame el florero: me gustan los claveles;
Su piel, su color y su alma.
¡Es una alma tan serena
El alma de esa flor que nunca engaña!
Mamá, ¿tú crees que hay alma? ¿la tenemos todos?
Si el alma es mariposa, ¿la del hombre es una larva?
-No, sueño mío, ¡tú no piensas! Oye;
Tu padre
-Sí, perdóname, ¡tú lo amas!
¿Te ha comprendido alguna vez mi padre?
¿Verdad que no?...Tu labio tiembla y calla,
Porque temes decir una mentira;
Jamás te ha comprendido, alma de mi alma,
Tus ojos me lo dicen,
Me lo cuenta el silencio de tus lágrimas,
¡A mí Luis no me comprende!
-¡Cálmate Blanca!
¿Por qué te martirizas? ¿Por qué lloras?
Lirio de amor, ¡ten calma!
-¡No me comprende Luis! Supón, me ha dicho
Que las niñas de mi edad no tienen gracia,
Que no hay en los capullos
Ni un hermano del perfume que se oculta en las entrañas
De las rosas bien abiertas
A la luz de la mañana,
Que las damas de treinta años,
Como copas rebosantes de Champaña,
Están llenas de luz, están llenas de fuego,
Y tienen a sus pies, como a una sierva, la palabra.
Nosotras las de quince,
No sabemos cómo se ama
Nos seducen los semblantes
O el color de la corbata.
Ignora Luis que toda mi existencia
Está suspensa de las alas de su voz, porque me llega
Como de un bosque fresco, con la carga
De tesoros que no he visto nunca,
Sino a través del tragaluz de su mirada.
Por ella he descendido
Al fondo de una gruta de esmeralda
Y sorprendida me venció el encanto
De la lámpara
Misteriosa que Aladino ha sepultado
En un rincón de esa alma,
Sólida y luminosa
Como el agua congelada
Que duerme en las pupilas del diamante.
Mamá, Luis no me comprende, y no ama
Quien no puede comprender
A la persona amada.
Extiéndame la colcha,
La colcha blanca;
Será mi último sueño
Y quiero morir amortajada
Para que nadie aje mi cuerpo
Ni siquiera con la luz de una mirada.
¿Di a Luis, cuando me busque
Que me dormí con la esperanza
De volver a los treinta años!
Deja abierto el cristal de la ventana
Quiero sentir ese jardín fragante
Sentada al borde de mi cama,
Como un amigo
De la infancia
Que acerca a mis narices el pañuelo
Empapado de recuerdos y de esencias de aquella alma.
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Muito bom esse post, Parabéns !
(¡Muy bueno este post, enhorabuena!
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Gracias
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán
muchas gracias por este poema me remonto a una epoca muy feliz de mi vida el colegio que lindo recuerdo a mi querido profesor don Manuel de cariño Manolito siempre nos leia poemas y se detenia a explicarlos a comentar en aprendi a amar la poesia este poema es bellisimo no recordaba al autor solo porque en algun momente me senti como Blanca recorde el titulo gracias por este tan noble y desintersado esfuerzo
Es muy estimulante que te haya gustado este hermoso poema.
Gracias
Benedicto Víquez Guzmán