Primera Generación: 1927. Superrealismo

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PRIMERA GENERACIÓN: 1927. SUPERREALISMO

(1935-1949)

 

NACIDOS: 1890 A 1904

GESTACIÓN: 1920 A 1934

VIGENCIA: 1935 A 1949

 


Esta generación está formada  por los nacidos  entre 1890 a 1904. Es la primera del período Superrealista y es una generación de ruptura con  el paradigma de las generaciones anteriores y en general de la época moderna. Lo que conservó, sobre todo de la generación anterior llamada Mundonovista fue su interés, su énfasis, su  apego a lo propio del continente, lo nacional, la búsqueda de sus raíces culturales, antropológicas, étnicas pero con una total transformación formal. El mayor cambio se operó en la manera de visualizar la realidad y representarla en el arte. Lo más claro fue el rechazo al Naturalismo, en el ámbito general latinoamericano, no así en algunas novelas costarricenses.

 

Esta generación asimila las técnicas europeas de la vanguardia artística en general y la poesía en particular. Los novelistas viajan y viven en París y lo que ahí sucede no sólo no escapa a sus intereses sino que  es incorporado a sus creaciones literarias. No hay que olvidar que a esta generación perteneció la llamada Generación Perdida norteamericana que contaba con novelistas de la talla de William Faulkner (1897-)1962) y Ernest Hemingway (1899-1961), para sólo citar dos de los más importantes. Las luces de la llamada capital del arte y de la cultura europea moldean a nuestros escritores que por diferentes razones se trasladan a vivir ahí. Unos por razones políticas, exilados por las tiranías latinoamericanas y otros en busca del saber de fuentes primarias el acontecer artístico del momento: es un momento de creacionismos, ultraísmos, existencionalismos, futurismos; sólo baste citar a César Vallejo (1892-1938), Vicente Huidobro Fernández (1893-1948), Jorge Luis Borges (1899-1986), Pablo Neruda  (1904-1973), poeta chileno, el costarricense Max Jiménez (1900-1947) y los novelistas más consagrados de nuestro continente, Miguel Ángel Asturias (1899-1974), Alejo Carpentier (1904-1980), Agustín Yáñez (1904-1980), Eduardo Mallea (1903-1982)  y otros.

 

Latinoamérica sorprendió al mundo con estos novelistas y abrió el famoso boon de la literatura hispanoamericana. Europa, por primera vez, prestó atención a lo que se producía de este lado del Atlántico y cómo se creaba. Mejor que en la historia, los europeos conocieron las tiranías latinoamericanas, expresadas en novelas tales como El Señor Presidente: 1946 de Miguel Ángel Asturias (1899-1974) o  El recurso del método: 1974 de Alejo Carpentier (1904-1980), la explotación de los trabajadores por las compañías bananeras norteamericanas: Viento Fuerte: 1949, El papa verde: 1959 y Los ojos de los enterrados: 1960  de Miguel Ángel Asturias, así como la magia o el Budú en países como Haití, claramente expresados en la novela El reino de este mundo: 1949 de Alejo Carpentier  que dio inicio al llamado movimiento del Realismo Mágico, propio  de esta generación superrealista.

 

Se abre una nueva conciencia de la realidad y una visión poética de la misma que permite a los escritores, no sólo innovar en temáticas antes no utilizadas, sino en la creación de las más variadas técnicas formales, monólogo interior, perspectivismo, cubismo, puntillismo, parodias musicales, distanciamiento narrativo, paralelismos, simultaneidades narrativas, descripción onírica, automatismo verbal, el uso del humor, la ironía y lo lúdico  y lo más novedoso, la creación de un lenguaje poético casi sin fronteras. Recordemos, para citar un ejemplo las jitanjáforas de Miguel Ángel Asturias  en su novela El  Señor Presidente: 1946, y el impresionante inicio de esta novela por  la sonoridad del lenguaje, con el uso de las jitanjáforas:

 

"¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre!"1.

 

Esta generación, en Costa Rica, casi no aporta  novelistas de renombre. Salvo los intentos del más creativo de todos Max Jiménez Huete (1900-1947) con sus obras,  Unos Fantoches: 1928, El domador de Pulgas: 1936 y sobre todo la novela El Jaúl: 1937, la más lograda, José Marín Cañas (1904-1980) con sus novelas, El infierno verde: 1935 y Pedro Arnáez: 1942, León Pacheco (1902-1980), con su novela Los pantanos del infierno: 1973. Los otros esfuerzos fueron intentos por producir novelas de corte tradicional y bajo las técnicas y temáticas de la época anterior y todavía bajo la perspectiva naturalista. La verdad es que  no vale la pena, si  no es por razones históricas, y por dejar testimonio de ellas, mencionarlas.

 

Lo más destacado de esta generación costarricense es el aporte de Max Jiménez Huete, que vivió muchos años en Francia y  en compañía con poetas como César Vallejo aprendió lo mejor de la expresión europea,  con respecto al uso  de nuevas técnicas formales y a la aplicación  en  la temática novelesca. Con él se abre una corriente novelística en Costa Rica que será de enorme importancia en las generaciones posteriores. El tradicional enfoque nacionalista, folclórico, turístico, criollista del campesino, frente a la ciudad da paso  a un enfoque más universalista: el hombre frente a su acontecer vital, la lucha casi agónica del hombre por sobrevivir a su misma circunstancia. Este inicio tendrá mejores frutos en novelistas de generaciones posteriores tales como, Yolanda Oreamuno Unger (1916-1956), Julieta Pinto González (1922), Rima Gretel Rothe de Valbona (1931), Carmen Naranjo Coto (1930), Samuel Rovinski Gruzco (1932), Alfonso Chase  Brenes (1944), Tatiana Lobo Wiehoff  (1939), Ana Cristina Rossi Lara (1952) y otros menos destacados.

 

Luego tendremos ocasión de referirnos a ellos y sus obras.

 

Salvo este importante aporte, las novelas escritas por esta primera generación llamada superrealista, en Costa Rica, no inició la ruptura, ni la  aparición de novelistas del tipo sobresaliente que aparecieron en los países latinoamericanos. El superrealismo pasó desapercibido, en nuestro medio, y, el Realismo Mágico pasó de lejos.

 

Los novelistas de esta generación, en Costa Rica, que escribieron una o más novelas fueron, en orden de edad, los  siguientes:

 

Gonzalo Chacón Trejos (1890-1969)

Jorge Orozco Castro (1891-1967)

Francisco Soler (1893-1920)

Hernán Zamora Elizondo (1894-1967)

María del Socorro González de Tinoco (1894-1959)

Ricardo Jinesta Muñoz (1894-1968)

Hernán Zamora Elizondo  (1895-1967)

Manuel Segura Méndez (1895-1978)

Moisés Vincenzi Pacheco (1895-1964)

Rafael Merino Aguilar (1896- 1967)

Mariano Padilla Bolaños (1896-1965)

Carlos Jinesta Muñoz (1896-1979)

Abelardo Bonilla Baldares (1898-1969)

Max Jiménez Huete (1900-1947)

Euclides Chacón Méndez (1900-1963)

Francisco Monge Quirós (1902-1977)

León Pacheco Solano (1902-1980)

Georges Vidal (1903-1964)

Arturo Castro Esquivel (1904-1981)

Gonzalo  Dobles Solórzano (1904-1984)

José Marín Cañas (1904-1980)

Rubén Yglesias Hogan (1904-1980)

Edelmira González Herrera (1904-1988)

Luisa González Gutiérrez (1904-1999)

Alexander Frank Skutch (1904-2004)



1 Asturias, Miguel Ángel. El señor Presidente. 7ª. Edición, Losada, Buenos Aires, 1967. Inicio de la novela p.7.

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