WALTER ISMAEL ROJAS PÉREZ
(1962)
Walter Ismael Rojas Pérez nació en Villa Franca, Pococí de Limón el día 19 de julio del año 1962. Es Doctor en ciencias ambientales y trabaja como profesor en los Estados Unidos. Se desempeña como un ambientalista crítico. Dirige una revista sobre ello. Es Educador. Escribió una antología sobre Ecocrítica muy leída en varios países. También un libro que llamó
LO QUE HA ESCRITO WALTER ROJAS PÉREZ
NOVELA
1. Amor en Línea Vieja: 2007
Esta novela no es de ciencia ficción y se trata más bien de exponer y comentar la vida de dos familias "campesinas" que viven en Zancudo, un pueblito de Línea Vieja de Limón.
La obra tiene escaso valor literario. El autor a través de un narrador omnisciente muy cercano a los hechos expuestos es quien dirige los comentarios de los personajes que se tornan bastante irreales. El verosímil de la novela se viola constantemente. Los personajes "campesinos", sin casi preparación académica se comportan como profesores universitarios cuando se refieren a los temas ambientales. Y es que ellos son útiles para que el autor exponga sus puntos de vista sobre los más variados temas sociales: Importancia del agua, la guerra por el petróleo, el uso desmedido de los recursos naturales, la necesidad de la enseñanza, el núcleo familiar, los contratos bananeros (por cierto que Tomás Guardia no contrató a Minor Keith para crear el ferrocarril después de que existía la bananera sino que fue parte del contrato. Le concedió gran cantidad de tierra para que sembrara banano a ambos lados del ferrocarril.) La novela es un pretexto para exponer sus puntos de vista que compartimos pero no en una novela.
Chemo, su esposa e hijos compran un poco de tierra a don Román, un finquero bueno que es su amigo. En el inicio de la obra discute con su esposa Flor las bondades de irse a vivir en esa montaña. Utiliza un discurso culto, racional y un tanto lleno de lugares comunes y un lenguaje actual que pretende ser popular sin lograrlo. Una vez convencida se establecen en ese lugar y las bondades salen a flote constantemente. Es un paraíso terrenal para las tres o cuatro familias que lo habitan. Fácilmente se nota el citar forzado de leyendas, sueños, como parte de ese folclor que se pretende resaltar. Y los hechos van apareciendo como por magia con el fin de exponerlos más que de narrarlos. Es así como sucede con el primero que aparece en la novela que es la caza fortuita de unos cerdos salvajes.
Poco a poco ese mundo bello comienza a ceder y augura un final trágico. Es un cuento insertado maravilloso del robo de la niña de Flor, el primer indicio de ello. Si bien es cierto la niña aparece sana y salva, cuenta su historia y su mundo vuelve al equilibrio, se auguran peores tiempos. Es la traición de la esposa de don Román la que nubla la felicidad de su marido y sus amigos. Ella se va con su amante y sus hijos para Río Jiménez donde la abuela y luego hasta Río Cuarto. No es muy acorde con la mentalidad de los campesinos que se casan para siempre. Luego viene la muerte de la hija de Flor y Chemo ahogada en el contaminado río. De paso se describen los viajes por la línea, las condiciones infrahumanas en que trabajan los peones bananeros, las nulas garantías de salud que reciben, el envenenamiento de los animales con los tóxicos usados para exterminar plagas, etc.
Es una tragedia final la que cierra la novela, cuando los trabajadores recién inician la huelga, la muerte de Chema bajo las ruedas del bus. No se da noticia de la forma cómo ocurrió el suceso, pero lo cierto es que Flor, su esposa queda sola con sus hijos y emprende luego un proyecto titánico e imposible para ellos solos: limpiar el río de toda la contaminación que los humanos hacen día a día con él y la naturaleza.
Novela importante por el discurso, por la información, por la denuncia, por el llamado a evitar la destrucción del planeta, pero de escaso valor literario. Es una novela discursiva tradicional, monofónica, causal y con muchas fallas en lo verosímil del relato mismo.
Estimado Benedicto Víquez Guzmán:
Por este medio y con mucho respeto deseo compartir con usted algunos puntos literarios sobre la novela Amor en la Línea Vieja (2007) del costarricense Dr. Walter Rojas Pérez.
Lo felicito por haberse sumado a la lectura de obras costarricenses y de tomarse su tiempo para hacer la crítica a la mencionada novela. Dice usted en sus comentarios que la novela representa la categoría de ciencia ficción, sin embargo la novela es una novela de carácter ecocrítico, ya que ─de forma artística─ denuncia la destrucción del entorno por parte de la bananera en esa zona de Villa Franca. Los tal llamados por usted elementos de ciencia ficción no son más que la misma técnica literaria en la novela donde en la trama se complementa el discurso a través del cuento dentro de otro cuento, también llamado en francés mise-en-œuvre. Este es el caso del cuento donde se ve a la niña Nuria que es escoltada a un mundo paradisíaco lleno de verdor tanto en la parte terrestre como en el mundo paralelo donde viajan en el tiempo a través de tan solo hablarle a las rocas. Este cuento dentro de otro cuento revive el folklore costarricense sobre los duendes, creencia que es compartida en muchos otros países del mundo, como por ejemplo la serie novelística El señor de los anillos de Tolkien. Ecocríticamente hablando, este cuento folklórico insertado en la novela Amor en la Línea Vieja muestra al lector los mundos interconectados que a la vez son entornos sustentables en oposición con el mundo contaminado y destruido que se percibe claramente al final de la novela donde Flor (esposa de Chemo), en un acto simbólico se encuentra frente al Río Jiménez plenamente contaminado con los desechos bananeros que pasan por el cuadrante de Borzone y es ahí donde le dice a sus hijos que hay que limpiar el río porque “hay que higienizar el planeta” (120).
Usted cuestiona el valor literario de la novela. No hay duda que en la crítica literaria se puede decir lo que el espectador desee, pero permítame, como profesor y crítico literario, contradecirle con todo respeto que aquí en Paris, Francia en prestigiosas universidades lo estudiamos como obra maestra en la crítica literaria bajo el parámetro ecocrítico. La novela Amor en la Línea Vieja tiene hermosos pasajes artísticos que hacen vivir al lector un mundo paradisíaco costarricense que con la intervención de las trasnacionales bananeras se ha ido destruyendo. Por ejemplo, Flor en su discurso hace un registro literario donde transmite al lector la infinita variedad de árboles que crecen y viven en la zona de la Línea Vieja. El personaje de Rojas Pérez no necesita ser letrado, como campesino de la zona, para saber los tipos de árboles que ella encuentra en su entorno; no necesita ser educada académicamente para saber la contaminación que baja por el Río Jiménez o que la avioneta de la compañía anda regando agroquímicos que matan los animales domésticos, seca las plantas, hace caer el pelo a las personas o que ─con los peses que el hijo de Mara llevó a la casa y con los que se alimentó toda la familia─ todos terminaron enfermos; o que con el tepezcuintle que el negro Bull se comió, terminó intoxicado; que los productos químicos estaban contaminando a los trabajadores todos los días, y que cuando llegaban a ver al doctor Diego Alvarado en Guácimo, éste les dijo claramente que los agroquímicos los habían dejado estériles.
Ahora usted se refiere a los comentarios de los personajes por ser irreales y manipulados por un narrador omnisciente. Sobre este punto recalco que el pensamiento del autor es trasmitido a través de la “multiplicidad de voces” de los personajes (don Román, Chemo, Flor, Maribel, doña Chica, el caballo, Luis Alvarado, los niños, los trabajadores en la bananera y los peones en los maizales que comentan sobre los diferentes temas ecocríticos. Quisiera compartir con usted la idea estereotipada que se ha promovido erróneamente por décadas de que el campesino es una persona iletrada o poco educada académicamente. Sin embargo, ya somos muchos que tratamos de reeducar al lector que “la inteligencia nació en el campo”, así como lo dice el escritor rumano George Cosbuc. Por ende, no hay que suponer que el campesino es un tonto, mal hablado, como nos lo han pintado en la literatura anterior. El campesino de Walter Rojas Pérez es un campesino que escucha la radio y conocen del terremoto que sucedió en India y Pakistán y que su onda sísmica repercute en Nicaragua donde se conoce que el terremoto ocasiono cientos de muertos; don Román es una persona que se nutre con libros científicos que trae desde Cartago. Es por esta razón que los libros científicos hechos por profesionales le dan el conocimiento a don Román sobre temas del origen de la Tierra, el Sol, el agua, el aire, la necesidad de dejar las tierras en barbecho, el maíz no solo como alimento, sino también como el futuro de las energías que moverán al mundo, dejando atrás la brutal destrucción que ocasiona el petróleo. En cuanto a los monos que asustaron a don Román, él mismo acepta que ha recibido conocimiento de los libros donde queda muy confundido por la cercana relación que existe del genoma que acerca el chimpancé con el humano, punto teórico que acomoda muy bien con la teoría de Charles Darwin sobre la evolución de las especies y Zacaría Sitchin quien habla sobre el universo creado por seres supremos que utilizaron la Tierra como un gigantesco laboratorio de experimentos entre una especie y otra, incluyendo al humano que fue mezclado con otras especies. Es por esta razón que Rojas Pérez nos muestra un campesino que, a través de los libros, se instruye e intercambia el conocimiento adquirido con otros personajes.
En cuanto a su punto de que a Minor Keith no lo contrató Tomás Guardia, cito la novela Amor en la Línea Vieja: “Mire usted, don Román, el acuerdo entre el ex-presidente Tomás Guardia y Minor Keith. El gringo, especialista en edificar ferrocarriles en el mundo, estaba construyendo el ferrocarril en Perú” (Amor en la Línea Vieja 14). No hay duda que el escritor no va a narrar en su novela todos los hechos acontecidos entre el contacto del gobierno costarricense con el tío de Minor Keith, Henry Meiggs que al final concretan el contrato en 1871. Posteriormente, en 1877, al morir Henry Meiggs, tío de Minor Keith, Minor Keith es el que se hace cargo del proyecto bananero, liniero y transporte en Costa Rica. Luego, al entrar en una crisis el gobierno costarricense con los bancos ingleses, es que en 1882 Minor Keith y compañeros pagan 1.2 millones de liras esterlinas a los bancos ingleses y posteriormente en 1884 se firma el contrato Soto-Keith entre Keth y el ministro Bernard Soto Alfaro. Como ve, respetado Benedicto Víquez Guzmán, es una historia larga que contar, por lo que creo que, artísticamente Rojas Pérez en su novela resume toda esta historia en 5 líneas. Lo que sí es importante señalar es que en pocas líneas dice que Minor Keith llega ser en poco tiempo el “rey sin corona” para Costa Rica y las otras naciones bananeras que han heredado la “fama”de “Banana Republic”. Minor Keith llega a ser tan brillante y poderoso en Costa Rica que hasta se casa con Cristina Castro Fernández, hija del primer presidente de Costa Rica, José María Castro Madriz.
Ahora me gustaría citar palabras suyas que, con respeto, nuevamente no comparto. Dice usted: “La novela es un pretexto para exponer sus puntos de vista [del escritor] que compartimos pero no en una novela.” Antes de dar mi punto de vista sobre su interpretación a la novela, debo decirle que teóricamente hablando el teórico ruso Mijaíl Jrapchenko en la página 12 de su libro La personalidad del escritor y la evolución de la literatura explica que toda obra literaria lleva consigo el pensamiento y las vivencias de cada escritor. En este caso, Walter Rojas Pérez y todos los novelistas, poetas, dramaturgos o ensayistas impregnan sus obras con sus experiencias de la universidad de la vida, que es la vida práctica y cotidiana en cada ser humano. Vea usted que llega a ser tan amplio este punto de vista que hasta la cultura oral se amalgama en este pensamiento y se ve con claridad el tema de los duendes, elfos, extraterrestres, el pasado edénico que todas las personas incluyéndolo a usted y a mí, en su momento, transmitimos. Ahora tengo una pregunta para usted: ¿Cree usted que el tema del medio ambiente debe o no ser tratado en la literatura costarricense?, cuando Costa Rica, según las estadísticas, es uno de los países más deforestados del mundo y por eso, algunos medios de prensa en Alemania le dieron el premio del Diablo Ambiental: “El turismo más hipócrita del mundo se desarrolla en Costa Rica. Así lo confirmaron los dos más importantes movimientos ecologistas de Alemania, al entregarle al ministro de Turismo Luis Manuel Chacón, el Premio Diablo Ambiental” (El Nuevo Diario, 25.06.93). Estos actos sobre la destrucción ecológica también fueron registrados en su momento por la escritora Anacristina Rossi en su novela La loca de Gandoca (1992), y la llamaron “loca” por defender contra viento y marea las bellezas de Gandoca. En 1941, a Carlos Luis Fallas la compañía bananera United Fruit Company le compró todo el primer tiraje de la novela Mamita Yunai para silenciar su denuncia ecológica. Usted y yo sabemos que Carlos Luis Fallas Sibaja en su novela Mamita Yunai lo que quería denunciar era el engaño político que vivía el labriego bananero en ese momento. No hay duda que en Mamita Yunai, Carlos Luis Fallas también busca denunciar la destrucción del medio ambiente y el abuso a la ecología humana al que era sometido en ese momento el campesino bananero. Como usted se puede dar cuenta, tanto Carlos Luis Fallas en 1941, Anacristina Rossi en 1992 y Walter Rojas Pérez en 2007 son tres escritores que denuncian en tiempos diferentes una verdad que se mantiene hasta el presente que es la destrucción del medio ambiente en la zona limonense, en Costa Rica y a nivel global. Esto hace que Amor en la Línea Viaja no sea solo ficción, sino también verdadero o una mezcla de hechos reales puestos en forma artístico-literaria.
En el caso de Maribel, la esposa de don Román, ella deja a su esposo que la ama con todo el corazón, pero decide irse con Queco, un muchacho joven que llega a trabajar bien vestido a los maizales de don Román. Luego, al enamorarse Maribel de Queco y encontrarlos don Román infragantes en el monte, ella se va con los niños al pueblo Río Jiménez, luego se encuentra con el amante en Guácimo para posteriormente juntos irse a San Rafael de Río Cuarto, en la provincia de Alajuela (Amor en la Línea Vieja 100-101). Sobre este punto de la novela, usted textualmente agrega: “Es la traición de la esposa de don Román la que nubla la felicidad de su marido y sus amigos. Ella se va con su amante y sus hijos para Puerto Jiménez donde la abuela. No es muy acorde con la mentalidad de los campesinos que se casan para siempre.” Refiriéndome a este tema, le diré que ha quedado registrado en la literatura costarricense, española, francesa y de muchos otros pueblos del mundo donde la esposa en el campo deja a su esposo; como ejemplo cito la novela española Bodas de sangre, y la novela francesa Madame Bovary de Flaubert. Esto afirma que las mujeres y los hombres del campo, al igual que los de la ciudad, en todos los países del mundo, aunque juren ante el juez y el padre que se casan por toda la vida, en la vida real y en la literatura no hay una regla general que los hombres y mujeres se casen por siempre. Este acto tampoco le resta capacidad a la novela Amor en la Línea Vieja por lo que sigo creyendo que esta obra literaria por excelencia llena todos los requisitos para ser estudiada a todos los niveles educativos y por personas que deseen incursionar en el estudio literario a través de la óptica ecocrítica.
Para concluir, estimado Víquez Guzmán, los elementos que tal vez usted toma como relleno y puede que insignificates (como el entorno, la vida en el campo, el trabajo en la bananera, la lucha de los jornaleros, la contaminación del área, las muertes de especies, falta de garantías sociales, la esterilización que sufren los obreros por causa de los agroquímicos, la pérdida de soberanía) es lo que representa la base crítico-literaria de la novela y lo que constituye el elemento educativo para el lector. Esta novela no tiene el propósito de darle escenas de besos y relaciones amorosas, sino más bien despertar la conciencia del lector para proteger el entorno natural y para que los lectores y estudiosos luchen por los derechos que cada especie en este planeta tiene, que conllevan a una vida sana y equitativa. Lo invito para que juntos como lectores, profesionales en la materia, críticos literarios nos unamos para apoyar a escritores y obras con el calibre ecocrítico con el que Walter Rojas Pérez hilvana Amor en la Línea Vieja.
Estimado don Víctor Julio.
Voy a aprovechar este comentario para realizar algunas reflexiones acerca de la literatura en general y la costarricense en particular, sobre todo la novelística.
Con respecto a sus comentarios acerca de la novela de Walter Rojas Pérez he de afirmarle que estoy de acuerdo, en términos generales con Ud. El contenido de la historia y la trama de los acontecimientos tiene un referente cierto casi idéndicto al planteado por el escritor. ¡Que podremos agregar a esos temas de fondo: contaminación, explñotación irracional de los recursos naturales, tala de bosques, envenenamiento del agua y contaminación abundante de los ríos,son algunos para no citar otros que hoy, suceden en nuestro país con la complacencia de nuestros gobernantes. La explotación del agua por la trasnacional Florida en San Joaquín de Flores, mi pueblo natal, de un naciente en su misma sede, es un hecho. Su venta embotellada es quizás más cara que la misma gasolina y no sabemos si pagan algún dinero por tal explotación. Otro ejemplo vigente es el caso de Las Crucitas y la posible firma con una trasnacional canadiense para la explotaación del oro a cielo abierto. Nustro Presidente proclama en los foron internacionales "Paz con la Naturaleza" pero en su país hace lo contrario.
Así que por esa parte estamos claro que la novela denuncia ésos y otros problemas importante de nuestra realidad, pasados y presentes.
Los puntos de vista quizás se oponen un tanto en el carácter literario de la novela. Yo afirmo que ella es de escaso valor literario y paso a justificar mi criterio.
La literatura en Costa Rica en gneral y la novelística en particular no gozan de un prestigio universal sobresaliente. Desde 1888 cuando Manuel Argüello Mora publica la novelita El huerfanillo de Jericó hasta hoy no existen más de trescientos novelistas y sus publicaciones no alcanzan las mil novelas. Es cierto que la cantidad no agrega nada a la calidad pero si a ello agregamos que los autores que han salido de nuestras fronteras. a través de la calidad de sus obras quizás no alcanzan la cifra de veinte y que aún en nuestro medio existen más novelistas que solo leen los amigos, la tragedia literaria no es nada alagadora. Pero lo más importante es que tenemos unas generacciones de jóvenes que recién comienzan por el camino correcto que nos hace presagiar un horizonte halagüeño.
Son muchos los factores que se conjugan para ello.
El primero es que las personas, hombres o mujeres de cualquier edad, cren que por la simple razón de tener una historia, según ellos importante, pueden escribir una novela. Eso no es correcto. La mejor historia mal contada, mal estructurada, mal diseñada y sin considerar la tipicidad del lenguaje, no pasa de ser éso una historia pero nunca alcanzará la categoría de literaria.
En estos días han salido a la luz dos "novelas". Sus mismos nombres las denuncian como historias o crónicas interesantes y sucedidas en nuestro medio. Una se llama La autoridad Superior y la otra La mala praxis. Ambos autores son profesionales pero yo pregunto ¿Saben lo que es una obra literaria? ¿Conocen las técnicas del lenguaje literario polisemántico? Tengo una respuesta reservada.
Lo cierto es que yo nunca haría un trasplante de corazón porque sé que mataría al paciente.
La obra de arte nace de la realidad, de ella se alimenta, pero el autor crea otra realidad, la suya. Para ello utiliza el lenguaje. Esta afirmación que parece tan sencilla es compleja. Si bien el agua es el producto de la combinación covalente del oxígeno y el hidrógeno, su sustento, su origen, sin embargo es una realidad distinta con sus propias características. No es gas, es solubre, incolora, no tiene sabor, puede sufrir cambios físicos propios, etc. Esto nos hace ver que la obra literaria no necesariamente debe parecerse a sus referentes. Los contextos que utiliza el autor son su punto de partida. Lo social, lo histórico, la ideología vigente, etc. sumadas a los contextos del autor y quizás a los de un lector ideal, son muy importantes para el autor pero su gran reto es crear otro ente llamado "obra literaria" que es única e irrepetible. Esa es la creación. Nada nace de la nada pero un hijo de cualquier ser vivo es otro ser vivo pero no idéntico al ariginal, a no ser que sea un clon y ello no es arte.
El arte en general y la literatura en particular se expresa en imágenes. El lector se extasía ante las imágenes que brotan de la poesía, del cuento, de la novela. Cuando leemos un poeta que expresa:
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente", inmediatamente creamos en nuestra mente esa imagen de la mujer misteriosa, abstraída, meditabunda quizás. Y si contemplamos la sonrisa de la Mona Lisa, el tiempo se nos pierde sin poder decifrar esa imagen. O cuando leemos:
"Hay golpes tan fuertes, yo no sé,
golpes como si el odio de Dios..."
Y cuando se describe Comala en pedro Páramo y Juan Preciado en su primera noche dice: Oía unos quejidos untados en la puerta. ¡Qué belleza! Y si a esas imágenes se une un coro de voces que desde sus perspectivas narran sus vivencias y forman una polifonía o mejor expresado una sinfonía, ese mural de imágenes y voces se convierte en lo que llamamos "Novela" y la disfrutamos, lloramos, sufrimos, soñamos con esa nueva realidad.
No olvidemos que la literatura es el mayor embuste creado por el hombre a través del trabajo con el lenguaje pero paradógicamente quizás sea la más grande verdad.
Benedicto Víquez Guzmán
Muchas gracias por dar respuesta a mi postura literaria sobre el análisis ecocrítico en la novela “Amor en la Línea Vieja” (2007) del Dr. Walter Rojas.
Mi punto de vista en la investigación se fundamenta en los estudios ecocríticos aplicados a la obra literaria “Amor en la Línea Vieja”. Es sobre este discurso que se puede estudiar en la obra lo histórico, lo social, lo político, lo antropológico, lo económico, la justicia… dentro de la obra literaria. Es de esta forma que se analiza el discurso literario enfocándolo en cualquiera de los temas anteriores o bien buscar otras aristas de estudio. No hay duda que la ecocrítica permite los análisis interdisciplinarios-literarios. La ecocrítica busca de forma multiaspectual la interpretación de una realidad ecológica global.
He visto que el Dr. Walter Rojas Pérez ha donado muchas de sus obras de crítica literaria a las bibliotecas de la Universidad de Costa Rica en San Pedro y la Universidad Nacional en Heredia. Este buen gesto del literato ayuda a que muchos profesionales podamos leer critica literaria e interpretar mejor la realidad global. No hay duda que esta corriente ecocrítica tiene sus inicios en Estados Unidos de América, pero la realidad que involucra la literatura es mundial.
¡Feliz año nuevo! Víctor Julio.
No hay duda de que la ecocrítica es una lectura de las obras literarias importantísima para la comprensión de las mismas y se convierte en un gran aporte al conocimiento no solo de la literatura sino de los contextos naturales que tanto se destruyen. Es de enorme valor no solo realizarla sino divulgarla y enseñarla en los centros de educación. Desde cualquier contexto que lo deseemos, la literatura si es buena se presta para realizar estudios serios, sea éste lo social, lo político, lo biográfico, lo ideológico, lo geográfico, lo científico (Ciencia Ficción), lo imaginativo (lo maravilloso), etc. Pero existe un problemilla que no debemos pasar por alto: la literatura es sobre todo un arte, una creación y el medio que utiliza el escritor fundamentalmente es el lenguaje. Es por ello que esos contextos tan importantes no deben convertirse en lo esencial del arte sino en parte constitutiva de él y comprenderás que tampoco deben ser el pretexto para su análisis en forma exclusiva. El análisis, el comentario, la interpretación y la valoración deben se literarios esencialmente y los demás elementos complementarios. Y no por ello ser menos importantes, todo lo contrario. Es un asunto de trascendencia. La historia literaria está llena de comentarios sobre lo accidental y no lo esencial. La estilística, el contenidismo, el historicismo, el socialismo, el ideologismo, etc son muestras de ello. Es importante que la ecocrítica que recién inicia tome en cuenta este aspecto y sin dejar de lado lo esencial del arte literario, tenga presente esa temática tan importante en estos momentos en que el hmbre estúpidamente destruye la naturaleza.
Hasta pronto,
Benedicto Víquez Guzmán
Feliz año 2010 en unión familiar y de amigos.
He recibido su último comunicado y estoy de acuerdo con lo que dice sobre los diferentes aspectos literarios que se han analizado.
Le deseo solo éxitos en lo que se propone en este año 2010.
Víctor Julio
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Claro que sí, siempre y cuando lo cite.
Benedicto Víquez Guzmán