Carlos Cortés Zúñiga

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Carlos Cortés Zúñiga (1962)CARLOS CORTÉS ZÚÑIGA

(1962)

 

Carlos Eduardo Cortés Zúñiga nació en San José el día 25 de septiembre del año 1962. Hijo de una familia de clase media. Es periodista. Tiene una maestría en Sociología de la Prensa, en la Universidad de Navarra, España. Luego viajó a Francia, en 1994 y se especializó en prensa escrita y  un post-grado en Nuevas tecnologías de la Información, como la sociología de la comunicación. Ha trabajado siempre en el periódico La Nación donde ocupó el cargo de director de redacción. Hoy ha dejado ese matutino.

Es colaborador de revistas y diarios en Latinoamérica y España y ha escrito monografías, ensayos, antologías, prólogos y números especiales de revistas, publicaciones especializadas y separatas en Centroamérica, Estados Unidos, España y Francia. Ha ofrecido charlas y conferencias sobre literatura costarricense y latinoamericana en la Universidad del Claustro de Sor Juana, México, Casa de América de Madrid, Universidad de Navarra, Universidad de Extremadura, Casa de la América Latina de París, Universidad de Tulane y Casa de las Américas, Cuba.1



1 Tomado de la página de Internet: Editorial Costa Rica.

 

En 1999 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura, por la novela Cruz de Olvido.

Ha recibido gran cantidad de reconocimientos:

 

Premio "Roberto Brenes Mesén" (poesía), Universidad de Costa Rica, 1981 (Costa Rica).
Premio "Carlos Luis Fallas" (novela), certamen UNA PALABRA, 1985 (Costa Rica).
Finalista certamen latinoamericano de literatura EDUCA (poesía), 1985 (Costa Rica).
Primer premio, poesía, certamen UNA PALABRA, 1986 (Costa Rica).
Primer lugar, Juegos Florales Centroamericanos, México y Panamá, 1988 (Guatemala).
Finalista, premio internacional de poesía "Jaime Sabines", 1994 (México).
Recomendación del jurado XIV Bienal de poesía "Provincia de León", 1997 (España).
Premio nacional "Aquileo J. Echeverría", novela, 1999 (Costa Rica).
Beca de la Casa de Escritores y Traductores de Saint-Nazaire, 2001 (Francia).
Medalla de oro, Círculo de Escritores de Venezuela, 2002 (Venezuela).
Miembro del jurado del premio Casa de las Américas, 2003 (Cuba).

Y en revistas y periódicos nacionales y extranjeros ha publicado infinidad de ensayos.

Artículos en revistas académicas y literarias

"Una panorámica de la poesía costarricense actual",
Poesía, #29, Ministerio de Cultura, Madrid, 1988.

"Poetas costarricenses: de la rebeldía al desencanto" (en colaboración con María Lourdes Cortés),
El Urogallo, #122-123, julio 1996, Madrid.

"Poemas europeos de Roberto Armijo", Cultura,
#85, mayo-agosto 1999, Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, San Salvador.

"La poesía costarricense de fin de siglo",
Cuadernos Hispanoamericanos, #588, junio 1999, Madrid.

"La literatura latinoamericana (ya) no existe",
Cuadernos Hispanoamericanos, #592, octubre 1999, Madrid.

"El año de Max Jiménez", Cuadernos Hispanoamericanos,
#594, diciembre 1999, Madrid.

"El paraíso entre comillas", Cuadernos Hispanoamericanos,
#606, diciembre 2000, Madrid.

"Insula rarissima (insularité, mythes et démocratie)",
Nuit Blanche, #82, printemps 2001, Québec.

"El Nobel de Borges", (paréntesis),
#9-10, abril-mayo 2001, México.

"Fronteras y márgenes de la literatura costarricense",
La Casa Grande, #17, 2001, México.

"Homenaje a Roberto Armijo", La Casa Grande,
#18-19, 2001, México.

"El hilo de Ariadna ", Revista de la Universidad de San Carlos de Guatemala, #2, octubre/diciembre 2002.

"Literatura y globalización", Cuadernos Hispanoamericanos, #638, agosto 2003, Madrid.

Antologías que han incluido su obra:

Contemporary Short Stories from Central America de Enrique Jaramillo Levi y Leland H. Chambers. Austin: University of Texas Press, 1994. (Inglés)

Gechiohten aus mittelamerika de José Antonio Friedl-Zapata. Frankfurt: Büchergilde Guttemberg Verlagsgessellschaft, 1994.
Carlos Cortés / Publicaciones (5) (Alemán)

Déluge de soleil. Nouvelles contemporaines du Costa Rica de María Lourdes Cortés y Fernando Aínsa. París: Editions Vericuetos y UNESCO, 1997. (Francés)

Meet, # 4, Saint-Nazaire, La Loire: Maison des Ecrivains Etrangers et des Traducteurs, 2001. (Francés)


Quen Mary 2 & Saint Nazaire.
Saint-Nazaire, La Loire: Maison des Ecrivains et des Traducteurs Etrangers (MEET), 2003. Edición de lujo con textos y fotografías. En francés, inglés y español.


El cuento hispanoamericano actual de Reni Marchevska. Sofía: Grupo Latinoamericano, 2002. (Búlgaro)

En Costa Rica

Antología de una generación dispersa de Jorge Bustamente et al. San José: Editorial Costa Rica, 1982.
Cuento y poesía ganadores en la Revista Nacional de Cultura. San José: EUNED. 1994.
Costa Rica: poesía escogida de Carlos Francisco Monge. San José: EDUCA, 1998.
El amor en la poesía costarricense de Alfonso Chase. San José: Editorial Costa Rica, 2000.
Lunada poética de Armando Rodríguez. San José: Casa de la cultura "José Figueres", 2003.


En Latinoamérica y España

El cuento latinoamericano. México: INBA/Concurso Latinoamericano de Cuento, Universidad de Puebla, 1985.
Poesía de América III. Guatemala, Quetzaltenango Litografía, 1991
"Letras de Costa Rica", Espejo de paciencia, #2, 1996. Las Palmas: Universidad de Las Palmas.
Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI. El turno y la transición de Julio Ortega. México: Siglo XXI, 1997.
"El polvo de los sueños. Aproximación a la nueva narrativa costarricense" de María Lourdes Cortés, Hispamérica, Maryland, número 83, 1999. Pp. 81-116.
Líneas aéreas. Narrativa de Latinoamérica de Eduardo Becerra. Madrid: Lengua de Trapo, 1999.
Cuentos costarricenses de María Lourdes Cortés. Madrid: Editorial Popular, 2001.
Hazañas bélicas. Cuentos contra la guerra. Madrid: Páginas de Espuma, 2001.
Poesía de Costa Rica de Luis Chaves. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2001.
Los centroamericanos (antología de cuentos) de José Mejía. Guatemala: Alfaguara, 2003.
Subidos de tono. Cuentos de amor de Julio Cortázar et al. Bogotá: Coedición Latinoamericana, 2003.
Pequeñas resistencias. Antología del cuento centroamericano de Enrique Jaramillo-Levi. Madrid: Páginas de Espuma, 2003.
Gaborium: textos en homenaje a Gabriel García Márquez de Julio Ortega. México: Siglo XXI, 2004.1

En 1910 publicó La gran novela perdida, un ensayo teórico critico sobre la critica literaria y un antología de cuentos escogidos que ha publicado en años pasados que llamó La última aventura de Batman.



1 Ídem.

 

 

 

LO QUE HA ESCRITO CARLOS CORTÉS ZÚÑIGA

 

 

NOVELA

 

1. Encendiendo un cigarrillo con la punta de otro: 1985

2. Cruz de olvido: 1999

3. Tanda de cuatro con Rosaura: 2002

 

CUENTO

 

1. Mujeres Divinas: 1994

2. Crucifixiones: 2008

3. La ultima aventura de Batman: 2010 Premio cuento en Los Premios Nacionales Uruk Editores

 

POESÍA

 

1. Diálogos entre Mafalda y Ckarlie Brown: 1982

2. Erratas Advertidas: 1987

3. Los pasos cantados: 1987

4. Salomé Descalza: 1991

5. La carne contigua: 1991

6. ¡El amor es esa bestia platónica!: 1991

7. Los cantos sumergidos: 1993

8. Canciones del prodigioso citarista del río: 1993

9. El que duda no ama: 1994

10. Autorretrato: 2008

 

La primera novela que escribió Carlos Cortés Zúñiga fue Encendiendo un cigarrillo con la punta de otro y la publicó en 1986.1

 

Esta novela es la primera que escribe Carlos Cortés Zúñiga (casi no hay crítica de esta novela). En ella se inicia en el género. Se enfrentó al lenguaje y trató de reinventarlo al mismo tiempo que se rebelaba contra el sentido de su ser. Así la novela es una búsqueda pero no de la trillada y manida búsqueda de la identidad latinoamericana o costarricense, sino del sentido de su vida frente a la sociedad por una parte y  su papel de escritor. Esta ruptura, esta crisis (en sentido griego), este mundo de dudas más que respuestas, estos rituales de iniciación, esos miedos y rencores, ese parto doloroso, se abre en esta primera novela como un tímido asomo a la luz, la salida del túnel, del vientre de su madre, de las tinieblas que lo rodean, lo llevan a asirse al sol, al mar, al aire, a las imágenes, a los intentos. Lo inician en la inevitable escalera y comienza, poco a poco, a subir los escalones hacia algo que apenas sospecha, lleno de miedo y terriblemente solo.

 

La relación entre él y el mundo es de enemistad, de rechazo, de enfrentamiento, a pesar de intuirse destruido, héroe degradado. Es una relación de búsqueda en un laberinto asfixiante, aterrador y de ahí se abre esa respuesta lingüística barroca, absurda, destructiva, violatoria. Enfrentarse al lenguaje convencional es su primera gran batalla. A veces sale victorioso y en otras ocasiones, se torna hermético, barroco, ininteligible, absurdo como el mundo que enfrenta. El intento es importante aunque no pase del primer capítulo y la novela termina con la satisfacción de haber salido a recorrer la ciudad y el parto sucedió. El niño comienza a dar los primeros pasos. Por eso esta novela es como un rito de iniciación, en la vida del personaje y la profesión del escritor.

 

Cándido Bonaparte (su nombre y apellido ya son significativos) no solo es huérfano de padre y espiritualmente de madre sino del mundo. Las relaciones de niño son vacías, vagas, solitarias, absurdas. Por lo menos así las recuerda Cándido. Llegó a la juventud siendo un niño huraño, insociable, lleno de miedos y rencores, sin destino, sin respuestas y muchas interrogantes y con la inevitable verdad de tener que vivir esa vida y enfrentarse a un mundo hostil, vacío, convencional, absurdo, estereotipado, frívolo. Una sociedad insípida más mala que buena, castrante, que te da muestras de libertad pero te asfixia, que te deja salir pero sin entrar, que no te conduce a ninguna parte, donde pareciera que no pasa nada pero que destruye, aniquila, en pocas palabras, donde la esencia de vivir consiste en aparentar, no hacer nada y aparentar que se realizan grandes proyectos. Sociedad sin horizontes, de mirada chata, con ínfulas de París pero cagaderos de hueco.

 

La segunda novela que publicó Carlos Cortés Zúñiga en 1999 fue Cruz de olvido.1

 

Esta novela es polifónica, con una estructura de novela negra, policíaca. Utiliza el crimen de Alajuelita, la muerte de siete mujeres y su atroz descuartizamiento que como otros tantos crímenes, quedó en el misterio. El tiempo histórico novelado se concreta entre 1982 hasta 1986, bajo el mandato político del señor Luis Alberto Monge Álvarez, del Partido Liberación Nacional y el espacio, donde se desarrolla la historia novelada es Nicaragua, al inicio y San José de Costa Rica. Esta última ocupa la mayor parte de la novela. Hay referencias a nuestra vecina Panamá. A pesar de seguir la estructura de la novela policíaca, solo le sirve de pretexto pues, si se lee con detenimiento, veremos que se trata de una novela histórico-social. Es el retrato profundo de una ciudad decadente, degradada, podrida, gobernada por un grupo de políticos oportunistas, ambiciosos, corruptos. Las referencias son elocuentes. A pesar de ello ha pasado desapercibida y los referentes han decidido callar.

 

La novela está narrada, básicamente, desde una perspectiva protagónica. Martín Amador, excombatiente costarricense del ejército Sandinista, después del triunfo de los revolucionarios, se ve obligado a regresar a Costa Rica, luego de conocer que su hijo Jaime, supuestamente había sido asesinado en el crimen múltiple de Alajuelita. En la novela se sustituye intencionalmente a las siete mujeres asesinadas, por hombres. Esta inversión es propia de toda la novela y muy significativa, como lo veremos después. También aparecen otras voces narrativas que van configurando el caleidoscopio del mundo narrado. Esta polifonía permite al lector recibir un coro de voces distintas, enmarcadas en la historia central de la narración, es un abanico, un arcoiris, un carnaval de sentidos con el único fin de provocar en el lector una reacción, un despertar, un percatarse de que en esta "suiza" centroamericana huele a podrido. Hasta hoy, después de casi tres años de haberse publicado, pareciera que eso no ha ocurrido, a pesar de que los referentes históricos y personales son tan evidentes, fuertes y claros, que hasta el más despistado puede relacionarlos sin temor a equivocarse. Un comentario de Ana Cristina Rossi en Áncora y alguna reseña tibia y complaciente, superficial es todo el escándalo que ha suscitado esta importante novela en nuestro país. La indiferencia, el silencio, la abulia se mantiene. Razones, ¿No la han leído?, ¿Qué mi importa?, No va conmigo. Es un resentido. Haga lo mismo y no sufra. "Mejor me tiro los goles del negro Chope". Ni siquiera la izquierda, lo que queda, la erótica de la soda Tapia, o los trasnochadores arreglatodo del Chelles o los eruditos académicos de las universidades, han abierto la boca para asombrarse. Triste realidad la nuestra. Meses enteros peleando por quemar Cocorí, como en los tiempos de la Inquisición o desfiles multitudinarios de hipócritas por la avenida central, rasgándose las vestiduras por la violencia en el hogar o los crímenes de niños, actos de por sí detestables, pero cuyas causas todos parecen evadir cobardemente y menos enfrentar. Esta novela los denuncia en sus causas, en sus raíces y no solamente en sus efectos. No se trata de los trillados relatos amarillistas de jovencitas abandonadas y prostituidas en las calles de los barrios del sur que despiertan lamentos en nuestra camarilla de críticos baratos y complacientes. Es la denuncia de la corrupción, del tráfico de armas, de la intromisión de los Estados Unidos en la política de nuestros países, como la imposición de Violeta Chamorro en Nicaragua, es la política del todo para mí y nada para usted. Es el crimen que nunca se esclarece, precisamente por conocerse los asesinos intelectuales, la Penca del ayer y el Parmenio de hoy. Es el presidente de ese país que noche tras noche desfila por los bares de la capital tomando licor y se satisface, vestido con boina verde, persiguiendo homosexuales en la sabana y  desnudándolos para "chucearlos" y hacerlos hombres, según él. Es su enriquecimiento con la venta de armas a panameños contrabandistas. Es el político al servicio de sus amigos, crea estatuas de barro como su muy adorado periodista, su amigo inseparable o el diputado busca mujeres para su entretenimiento.

 

El viaje de Martín y la búsqueda de su hijo, muerto o vivo, secuestrado o autosecuestrado, no importa eso, permite al autor desnudar la costa rica (con minúscula) de finales de siglo veinte que sigue siendo la misma de hoy con diferencias de barniz. La puesta en evidencia de lo que está ahí a la vista de todos pero que saltamos sobre él para no manchar los zapatos, se torna, en esta novela sorprendente por la fuerza, la crudeza, la cólera, la rabia con que está narrada. Es una bofetada al hipócrita, al cubre manchas, al que todo lo justifica o que siempre deja en manos de Dios para que lo resuelva, al político que siempre hace promesas y nunca las cumple, a los que se rasgan las vestiduras, cuando los gay buscan legalidad a sus uniones de hecho por razones simplemente civiles, pero que no les importa, en lo más mínimo la vida de ellos, la venta de sus cuerpos para poder comer o que se asombran cuando muere una niña asesinada en una buhardilla josefina pero que escamotea el pago de impuestos en las aduanas o lucha por vender nuestras instituciones a las trasnacionales para obtener pinches ganancias. El negocio es neutro, no es moral ni inmoral, lo importante es ganar dinero, sin importar los medios. 

 

El hogar de Martín, el propio que nunca tuvo, y el de su mamá, es expuesto con una dureza espantosa. La visita de él a su madre es una escena brutal, simbólica. Ese emblema de la sociedad llamada familia desaparece. Nos recuerda a Casa Tomada de Cortázar. El agua, el deterioro, la inercia, la abulia, las goteras, los actos más elementales de su madre ya loca y sus hermanas, la miseria, la nada en que viven es un micromundo simbólico de la Costa Rica que encuentra Martín, la nuestra, la que vivimos. Es una escena que nadie podrá olvidar, es desoladora, triste, esperpéntica, dura. ¿No será acaso, esa escena, parecida a esas mal llamadas familias actuales de niñas-madres, solas, expuestas al mejor pastor, en ambos sentidos, a la prostitución, a lo inimaginable?

 

El viaje de Martín por la ciudad de San José tiene un móvil evidente, buscar a su hijo muerto o vivo, o enterrado, pero se bifurca en otras búsquedas simbólicas, su propia razón de ser, su proyecto de vida, su identidad dentro de ese marasmo de pluralidades y el reconocimiento de una sociedad decadente, degradante, degenerada, sin motivación, corrupta, materializada, hipócrita, de doble o triple moral, donde la razón del ser se concreta en buscar dinero no importa cómo, unos para poder comer, los más y otros para acumular, viajar, tener poder y disfrutar de todos los placeres posibles o imaginables. Los medios para lograrlo siempre serán los mismos.

 

La inversión de los personajes, el mundo al revés, los actos sexuales anormales o por lo menos antinaturales, la insinceridad, la traición, el camino torcido, lo inesperado, la sin razón, la falta de solidaridad (con excepciones como el compartir su apartamento de parte de Dante Polimeni, ya muerto, con Martín), el San José patas arriba, la familia degradada, la imposibilidad de un proyecto vital, todo ello muestra un estado de cosas que debería llamar la atención, asombrarnos, sacudirnos, percatarnos, porque el diagnóstico indica que la cirugía debe ser inmediata y profunda, si pretendemos vivir, no durar, en un país digno y respetable, más justo e igualitario en todos los niveles.

 

Pero la novela no parece ofrecer una luz, una esperanza, un camino. Es el divagar de Jaime, el diálogo seco y entre cortado con su padre, la visita al Chelles, la nebulosa, el seguir igual, la impotencia, el fracaso, el regreso al inicio, la abulia, lo cotidiano, el esto no tiene remedio, pareciera, la única respuesta.

 

 

La literatura es embuste, bella mentira y paradójicamente, la más grande verdad humana, gracias al trabajo paciente y creativo del lenguaje.

 

 La tercera novela publicada por Carlos Cortés Zúñiga  la llamó Tanda de Cuatro con Laura y la publicó en el año 2002.1.   

                                                                                                                                                               

Es una novela moderna, polifónica, de temática social y citadina. Se utiliza la técnica paralela entre tiempo, espacio, acontecimientos y personajes. Por ello la novela se abre como un viaje multifacético, un tour en varias direcciones, al pasado del cine, la muerte de las salas de exhibición de películas, simbolizadas por el famoso cine Rex de San José, el centro, el corazón de la capital, al viaje en la interioridad de los personajes, sus recuerdos, sus vivencias, su pasado, al viaje circular de la ciudad capital y sus nostalgias y por último al viaje caleidoscópico de las imágenes, visuales, plásticas, oníricas, planetarias, agnósticas, satánicas, musicales, narcóticas, mortuorias.

 

Es claramente una novela que pertenece al género de lo fantástico. Hasta hoy la mejor lograda, desde el punto de vista estructural y literario. Desde el inicio se presentan los dos planos propios de este género, el racional o real y el sobrenatural. Este último se insinúa, poco a poco, y aparece en los sueños y los viajes sobre todo de Korea y sus relaciones con Alejandra que se va delineado como un fantasma inseparable de Andrés. Estos dos personajes salidos del reformatorio y con una historia familiar similar, forman el eje del relato social, el viaje de iniciación y regreso, de ida y vuelta, del origen degradado, el abandono de su madre y la tierna y protectora tía Moira quien a su manera lo inicia en el mundo del cine y de la sociedad, y el final en el túnel de la nada, del desencanto. Korea desaparece un día y deja huérfano a Andrés que se entrega a los regazos de Alejandra-Laura, más en la búsqueda de una madre, de un sostén, de un regazo que en la mujer-sexo. Sus relaciones amorosas, por eso terminan en impotencia. Desde esta relación Andrés- Alejandra-Laura se desarrolla la novela y se abre el abanico de acontecimientos, relaciones, imágenes, escenas, viajes hacia el pasado, hacia el origen, tanto individualmente como socialmente. No es otra cosa que lo ocurrido a Sátiro, a Soriano y al cine Rex que se convierte en el laberinto, el túnel, la cueva, la morada, la historia ya no solamente de las salas de cine y las películas sino de Andrés. Este personaje es el centro del texto y de él y sus relaciones parten casi todas las microhistorias del universo narrativo. Una imagen bien lograda de El Sátiro lo testimonia:

 

"El Sátiro enmudeció por un momento y se sintió resbalar por un tobogán hasta el pantano de sus recuerdos."1

 

Y es que toda la novela se dibuja como un torbellino, un remolino, que atrae a los personajes y sus historias y los conduce a un túnel en el tiempo, en su existencia, en la historia personal, en su degradación, en su desengaño. Por eso Andrés es el antihéroe, el que sufre y crea su propia tragedia, su propia imagen de vida, su misma fantasía, su autorretrato, su reflejo en el espejo y desde niño vivió su antivida, su nada, su irrealidad, su fracaso, su mismo engaño. Aún sus propias creaciones, sus vivencias más reales, sus apegos, sus asideros desesperados, sus casi diluidos proyectos personales, al final se convierten en sus mismas máscaras, sus imágenes, sus creaciones, su propia falsedad, su nada. Este es el paralelo que estructura la novela y la significa, la vida y muerte del cine Rex, su gloria y su fracaso, su historia brillante y el estado degradado del presente, el abandono, las ruinas, la conversión en cloaca, orines, bodega, guarida de delincuentes. Los dueños solo viven de sus recuerdos y añorando la riqueza para transformarlos en edificios rentables de otras actividades, un parqueo, por ejemplo, tal y como sucedió con la antigua Biblioteca Nacional. Familia que pasó de la gloria a la decadencia, al suicidio, al aquelarre, la impotencia, a la intriga, al odio, a la búsqueda del dinero por encima del honor.

 

Los edificios son el fiel testigo de la muerte, el deterioro, la desaparición de las salas famosas del cine josefino y la apertura al progreso, la llegada del video y con él muere también la censura y quienes se encargaban de prohibir las películas que no eran aptas para menores de edad. Es también la decadencia y muerte de una moral trasnochada, llena de hipocresía y encubrimiento.

 

Quizás esta decadencia individual, social, simbolizados por Andrés y su cine interior, desde niño se creó en las salas de cine con su tía, y el Rex, y los tres viejos testigos de la tragedia, Soriano, El Nica, Curling y hasta El Sátiro, hacen que el mundo se presente trasvertido, sórdido, maleado, invertido, de relaciones anormales o por lo menos fuera de lo corriente, sexo anal, incesto, drogas, alcohol, enajenación, túnel, ascensor cerrado, laberintos sin salida, espejos, monigotes, ausentes del tiempo y el espacio, buscadores de viajes y caminos que los conducen al dolor, la desesperación. Es la noche sin mañana y cuando ésta se entrevé, se le teme, se le rehúye. El Sátiro lo resume así:

 

 

"- ¿No es irresistible? La tragedia del mundo moderno. El antihéroe recorre la ciudad como si fuera la noche y es incapaz de recuperar el orden. Nada que lo salve o que lo condene. En vez del caos lo que encuentra el hastío, el vacío. No nos queda nada más que el narcisismo, imaginarnos unos a otros, hacerse el amor  así mismo,  ¿Verdad? Singular, mi amor. La tragedia reducida al talk-show, la pasión al videojuego, al espejo del alma a la pantalla digital."2



1  Cortés Zúñiga, Carlos. Encendiendo un cigarrillo con la punta de otro. EUNA, Heredia, Costa Rica, 1986.

1  Cortés Zúñiga, Carlos. Cruz de olvido. Alfaguara, Santillana, San José, 1999.

 

1 Cortés Zúñiga, Carlos. Tanda de cuatro con Laura. Alfaguara, San José,  2002. Anacristina Rossi la considera como la segunda novela. No conoció la primera que aquí reseñamos.

1 Cortés, Zúñiga, Carlos Ob. Cit., p. 201.

2 Ib.

 

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Can I quote you in my report for school?
(¿Puedo citar le en mi informe para la escuela?)
Claro que sí.
Benedicto Víquez Guzmán

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