Carlos Gagini Chavarría 1

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Carlos Gagini CHAVARRÍA

(1865-1925)

 

Carlos Gagini Chavarría nació en San José, el 15 de mayo de 1865. Fue único varón del matrimonio formado por el ingeniero, de origen suizo, Pedro Gagini Traversa y de doña Emerencia Chavarría, dama costarricense.

 

En 1865, la familia goza de una posición económica desahogada y Carlos Gagini  inicia su niñez  entre juegos  y abundancia. Posteriormente pierden su fortuna, y muy joven aún, tiene que impartir lecciones para contribuir al gasto familiar.

Su niñez, según él, fue muy  importante:

 

"De mis primeros cuatro años conservo recuerdos indelebles: los zuecos de doña Concha, el primer temblor que ví (sic) y un susto mayúsculo que di a mi familia."1

 

En su  autobiografía menciona los acontecimientos políticos que dejaron huella en su mente de niño. El asalto al cuartel, el arresto del Presidente Ricardo Jiménez y el asesinato del  comandante Biscoubi. Estos hechos sucedieron muy cerca de su casa paterna y que según lo dice él:

 

"...los  oí referir más tarde."2

 

 De mayor  importancia para el niño fue la guerra Franco-prusiana, por los comentarios que escuchaba  de su padre, entusiasta francófilo como casi todos los suizos de sangre latina.

 

Inicia la  educación primaria en la escuela de  su tía doña Juanita Acuña. Posteriormente su padre lo traslada a la escuela de doña Mercedes Acuña, madre de don Mauro Fernández.

 

Como escolar, don Carlos afirma:

 

"A los seis años, mi bagaje intelectual consistía en esas vagas nociones del mundo que los niños adquieren por medio de su propia observación, de sus relaciones con amiguitos y criados y de las conversaciones que en su presencia sostienen las personas mayores, no siempre discretas cuando las escuchan oídos infantiles."3

 

Fue un alumno sobresaliente;  rápidamente aprendió  a leer. Como premio  recibe  de su tío don Nicolás Chavarría, libros de cuentos que  lee y aprende de memoria:

 

"Simón el bobito, El gato con botas, Michín y otros cuentos universales que constituían la delicia de la gente menuda."1

 

En 1873 ingresa a la escuela pública ya que las escuelas  de primeras letras sólo enseñaban a leer, escribir y rezar.

 

En la escuela pública, uno de sus primeros maestros fue don Alejandro González, padre del que posteriormente sería su discípulo, el Lic. Claudio González Rucavado. De este maestro recuerda Gagini, la seriedad con que trataba a los alumnos y el uso de la palmeta, un instrumento de castigo.

 

En 1875 ingresa a la Escuela del Norte, regentada por don Adolfo Romero y Pío Víquez. De aquí viene, según lo reconoce él, su afición por la gramática y la literatura y de un profesor excelente centroamericano, Antonio Escalante, su gusto por las matemáticas.

 

Su libro de cabecera era una antología de trozos clásicos, en la que prefería el de don Quijote. Después lo sustituyó por poesías de Séneca, cuando don Manuel Veiga, recién llegado de Cuba, se encargó de las asignaturas de lectura y religión.

 

En 1876, niño todavía, se aficiona a la literatura. Autores tales como Benito Pérez  Galdós, Antonio de Padua, Alejandro Dumas, etc. son leídos con gusto.

 

 

Confiesa que dos obras lo apasionan en especial: El Mártir del Gólgota y El Conde de Montecristo.

 

Contaba con una buena biblioteca cuyo propietario era su primo Ramón Chavarría.

 

Gagini recuerda los hechos relevantes de su  juventud. El asalto al Cuartel Principal, el 29 de julio de 1877 y los presos políticos, que incluso -dice él- fueron maltratados físicamente:

 

"... Vi al doctor José María Castro Madriz con grillos en el patio de la casa presidencial; y por último colándome a en casa de José Antonio Chamorro, uno de los revolucionarios muertos en el asalto, le vi tendido en la sala, con la camisa entreabierta, dejando ver en el pecho el espantoso boquete que le abrió la bala al salir..."2

 

En 1878 ingresa al Instituto Nacional donde sobresale el Ingeniero Rodolfo Bertoglia, de gran afición por las Matemáticas y el dibujo lineal.

 

También se destaca Adolfo Romero como director. Ambos son exponentes de los grandes maestros extranjeros con que contaba la educación costarricense, en esos días.

 

Estos educadores tuvieron que emigrar posteriormente por la intromisión de la política  en la educación y por los escuálidos salarios.

 

En 1879, conoce al profesor catalán José Torres Bonet, que le cede su biblioteca  con obras escritas en francés. En ese mismo año recibe los premios de estudiante sobresaliente en latín, matemática y geografía.

 

Siendo aún adolescente y debido a la precaria situación económica, decide trabajar. Lo hace impartiendo una lección diaria de aritmética en la escuela privada de José Ramón Chavarría. En 1881 recibe el título de Bachiller.

 

Inicia la carrera de derecho que posteriormente abandona porque no le satisface.

En 1882, da clases de aritmética en la escuela de Miss Mariam Le Capellain. Y en enero de ese mismo año, es nombrado profesor de castellano y latín,  en el Instituto  Nacional. Da estas materias también en otras instituciones. Su padre, en ese año, contrata la construcción de la aduana de Limón con una pésima  situación económica y la salud quebrantada. Muere el 13 de diciembre. Desde este momento el joven Gagini será  el jefe de la familia. Escribe La gramática Teórica y el gobierno aporta el papel para publicarla.

 

En 1884, se matricula en la escuela  de Ingeniería del país.

 

Poco después nos recuerda que fueron abolidas las torturas de las escuelas públicas.

 

Presenta a don Juan Fernández Ferraz su Gramática Práctica, sin embargo, molesto por una gacetilla de La República, periódico que siempre lo había atacado, decide no publicarla en ese momento.

 

En 1885, ofrece sus servicios para ir a luchar por la patria, pero su ofrecimiento no es aceptado, pues el Ministro  sostiene que es más valiosa  su presencia en el país.

 

Se cierran las aulas por disposición del  Ministro y Gagini, en compañía  de otras maestras, dan clases, sin salario, para que los estudiantes no se atrasen. En ese tiempo don Mauro Fernández, le propone la Oficialía Mayor del Ministerio de Educación, pero no la acepta.

 

Le entregan un proyecto de programas para la escuela primaria. No agrada al Ministro, pues no acepta una enseñanza diferente para las áreas rural y urbana.

 

En ese mismo año, lo nombran director de la escuela de Alajuela, lo mismo que a su hermana Mariana; por esta razón se traslada a vivir a esa ciudad y recibe el nombramiento en el tribunal para examinar a los maestros.

 

En 1886 solicitó una beca para estudiar ingeniería en Europa, pero don Mauro Fernández  decide oponerse, pues encuentra  más importante su  permanencia en el país. Se frustra así, definitivamente, su deseo  de ser ingeniero como su padre. En este mismo año publica  su tercera gramática.

 

Luego ocupa una plaza  como profesor en la División Elemental del Liceo de Costa Rica. Por este tiempo se funda el Instituto de Alajuela, en el que más adelante ocupará importantes cargos. La dirección de este colegio la ocupa Miguel Obregón.

 

Fue nombrado como Inspector de Escuelas de Alajuela y en ese cargo desempeña una gran labor. Ordena la enseñanza y fiscaliza a los maestros.

 

Poco después logra que el Ministerio de Educación apruebe que el Almacén Escolar suministre a las Juntas de Educación, el material didáctico que necesitan.

Funda el Liceo de Costa Rica. En este año  de 1887, se crea la escuela de Le Capellain en casa de Gagini, quien a su vez imparte lecciones de lectura y gramática. Termina su cuarta gramática que desde 1886 venía escribiendo para un certamen que patrocinaba el Ministerio de Educación. Es evidente que el premio lo obtendría Gagini, sin embargo el  jurado, no  se lo otorga porque seguía el método crítico de Icaza,  que -según ellos- presentaba el problema de no ser muy pedagógico. Enojado, Gagini, niega a don Mauro Fernández el permiso para publicarla y en su lugar se publican Los ejercicios Gramaticales de Brenes Córdoba.

 

En 1885 publica su primera poesía: A Costa Rica, escrita cuando tenía 20 años. Aparece en Costa Rica Ilustrada. También publica El Duende del Encinar y Elisa, inspiradas en las novelas francesas.

 

1888 es  el año de mayor actividad literaria. Compone cantidad de poesías que publica en periódicos y revistas de ese entonces. Muchas se editan en La lírica Costarricense.

 

Fue director de la Escuela Normal de Heredia y del Liceo de Costa Rica. Realizó un viaje de estudio a España y Francia. Durante tres años organizó y regentó el colegio de Santa Ana, en El Salvador. A su regreso vuelve al Liceo de Costa Rica, trabaja luego en los Archivos Nacionales y en la Biblioteca Nacional.

 

Era un hombre, de recia contextura física y moral; experto en materias como  filología y literatura, aunque conocía otras ramas de la ciencia. Materialista y positivista, no admitía  otros conocimientos que los de la razón y la experiencia. Conocía a Lamarcke, Darwin y Spencer, pero su verdadero maestro lo fue Augusto Comte. Conocía además a los clásicos castellanos. Polemizó mucho y, a veces con violencia, que derivaba de sus convicciones.

Publicó  su libro  de cuentos Chamarasca en 1898 y Cuentos grises en 1918. Sus novelas A París (relato), en 1910, El árbol enfermo, 1818, La Sirena, 1920, La caída del Águila, 1920. El duende del encinar,1887, Elisa, 1887, El General Gerard, novela corta publicada en tiradas en la revista Costa Rica Ilustrada, en el año de 1890, que es  muy  poco conocida en Costa Rica y la novelita amorosa El Erizo en 1922.

 

Fue notable, como filólogo,  en este campo de los estudios lingüísticos, no solamente del castellano sino también  de las lenguas clásicas y aborígenes. Su interés por ello surge desde  los últimos años del siglo XIX, influenciado  por profesores extranjeros. Desde 1871 y en el discurso de inauguración  de un año académico en la Universidad, el Presbítero Anselmo Sancho, hizo una calurosa defensa de las humanidades y de la enseñanza del latín  y el griego, que existía ya, con varios textos, entre los que anotamos las siguientes: Explicación de las oraciones latinas de mínimos, de Francisco Gallardo (1858); Clave de la traducción griega y latina, del Dr. Valeriano Fernández Ferraz (1863); Compendio de Gramática Castellana, de Alfonso F. Cinelli (1865), etc.

 

En el campo  de la dramaturgia, Gagini  publicó con algún éxito las obras:

 

Don Concepción, juguete cómico de un acto, lo representó la compañía Serrador en el Teatro Nacional, en 1902. Los pretendientes, también en un acto y del tipo de zarzuela. Se estrenó con música del maestro Cuevas, en 1890. El Marqués de Talamanca, zarzuela en tres actos y en verso, con música de Cuevas, se estrenó en 1900 y se presentó ocho veces consecutivas. Otras obras de este género son Las cuatro y tres cuartos, Toño, El Candidato y otras menores, hoy un poco olvidadas, tales como: El reino de Flora y  Trocitos de Carbón y juguetes infantiles.

 

Su labor tropezó con muchas amarguras y oposiciones. Polemizó varias veces contra nobles adversarios, en asuntos de educación y de ciencia. Le correspondió vivir en los más agitados decenios de la  precaria política nacional: golpes militares, confinamientos y destierros contra los adversarios políticos. La oligarquía  quitaba y ponía presidentes. Es importante señalar que Gagini convivió el tiempo suficiente, con los indígenas de Costa Rica para aprender  su lengua.

 

Rechazó una pensión de derecho que el estado le otorgaba, alegando que no la retiraría, mientras le quedaran fuerzas para trabajar.

 

Fue un hombre de naturaleza vital. Dejó una obra variada, amplia y sólida en diversas disciplinas, reveladora de su formación científica, de orientación positivista y alcanzada por su particular esfuerzo. No fue Gagini, por otra parte, un intelectual ajeno a las  grandes solicitudes de su tiempo, sino que, según su real saber y entender, se enfrenta a ellas decididamente o las defiende, también resueltamente.

Muere en San José el 31 de marzo del año 1925.

 

Amigos y enemigos consideraron su muerte como una gran pérdida para el país.

 

 

LO QUE ESCRIBIÓ CARLOS GAGINI CHAVARRÍA

 

 

NOVELA

 

1. El duende de Encinas: 1887 (Cuento)

2. El Sargento Gerard: 1890

3. El árbol enfermo: 1918

4. La caída del águila: 1920

5. La Sirena: 1920

6. El Erizo: 1922

 

CUENTO

 

1. El duende de Encimas: 1887

2. Chamarasca: 1898

3. A París: 1910 (relato)

4. Cuentos Grises: 1918

5. Cuentos Bibrís: 1922

 

TEATRO

 

1. Los Pretendientes: 1890

2. Don Concepción: 1902

3. El Marqués de Talamanca: 1905

4. Los cuatro y tres cuatros: 1905

5. Toño: 1905

6. El Candidato: 1905

7. El reino de Flora: 1905

8. Trocitos de carbón: 1905

9. Madre Modelo: 1905

10. Las nueve musas: 1905

11. Mañanita de sol: 1905

 

Estas obritas de teatro no tienen fecha de publicación  porque se mantienen inéditas aún. En la ciudad del lodo es un manuscrito de una novela que se perdió.

 

POESÍA

 

1. Abandonado: 1891

2. Almas Buenas: 1891

3. Costa Rica: 1887

4. El herrero de la aldea: 1890

5. El trabajo: 1908

6. Flores tronchadas: 1911

7. Juan Santamaría: 1891

8. Lacrimae Rerum: 1881

9. La muerte del quetzal: 1953

10. Rimas: 1891

11. Sueños: 1891

 

Carlos Gagini escribió muchos libros de gramática, psicología, pedagogía y ensayos de diversa naturaleza, que aquí no citamos por el momento. Es importante mencionar el libro A través de mi vida, donde él cuenta sus propias  experiencias. De él tomamos la mayor parte de los  datos biográficos expuestos en este trabajo.

 

Carlos Gagini Chavarría escribió otros relatos de menor importancia. El primero fue El Sargento Gerard: 1890, lo publicó  en forma de tiradas  en la revista Costa Rica Ilustrada, en un ambiente europeo, Francia y con una guerra que  fuera de este medio, la franco-prusiana, es muy poco conocida y a decir verdad no ofrece importancia más que documental. A París: 1910 que fue premiado  en los Primeros Juegos Florales de 1909, de novela corta, junto con La Propia de Magón y El pobre Manco de Gonzalo Sánchez Bonilla, no es novela sino un relato. Lo mismo debe decirse de novela La Sirena, publicada en 1920,  que trata el clásico triángulo amoroso entre personajes de la ciudad pertenecientes a la oligarquía y que enfrentan el ambiente de la ciudad  enrarecido y el del campo como  remanso de paz. El duende del Encinar: 1887 y Elisa: 1887, son otras novelitas sentimentales, poco conocidas, al igual que El Erizo, publicad en 1922 y conocida como novela histórica, cuando en realidad es amoroso o sentimental, al mejor estilo del romanticismo francés.

 

La primera fue El Sargento Gerard: 1890, que publicó como novela en forma de tiradas en la revista Costa Rica Ilustrada, es más un relato, a pesar de que algunos lo consideran como novela.

 

Observemos las razones.

 

El relato se desarrolla en un ambiente europeo, en París, y dura poco más de  ocho meses. Va desde el día 19 de septiembre de 1870 hasta el 21 de mayo de 1871. Su extensión es de unas 20 páginas, que divide en VIII secciones de variado tamaño.

 

La historia consta de dos aspectos diferentes pero ligados entre sí por tres personajes más sobresalientes: La jovencita  María de 18 años y de una belleza sin igual y el joven Emilio Gerard, de 26 años. Ambos de origen humilde, más bien pobres, sobre todo ella que vino a menos por la participación política de su padre al lado de los Republicanos y los Socialistas, de nombre Lamarre, más conocido como el Tío Marrat. Entre ellos se desarrollan dos conflictos importantes: la guerra franco-prusiana y el idilio de amor entre María y  Emilio, a pesar de la oposición del padre de María por ser contrario a su posición política. El  proceso amoroso abre el relato y lo cierra y más bien el ambiente de guerra sirve de marco a este idilio al mejor estilo sentimental y sensiblero. Se inicia con el regreso  a la ciudad de Emilio y parte del ejército parisiense derrotados por los Prusianos en las afueras de París. En una de las avenidas se da el encuentro entre María y Emilio y se establecen una serie de visitas que muestran el apasionado amor de los jóvenes y su mutua decisión de unir sus vidas en matrimonio. Poco después de esos paseos amorosos, Emilio es llamado nuevamente para ir al frente del ejército a combatir contra los prusianos en la defensa de París. Se despide de María con apasionadas promesas de volver pronto a su lado. Una vez cerca del lugar de batalla, acepta una tarea peligrosa de parte del General Vinoy, para inspeccionar  el recorrido desde donde se encontraban hasta Versalles. Poco después de emprender el viaje se ve sorprendido por los Prusianos y  luego de luchar contra algunos de ellos, en desventaja numérica, es herido y mandado a Alemania, en calidad de prisionero. Los prusianos vencen a los parisienses y se inicia una batalla  fratricida entre hermanos, por una parte los comunistas que se habían adueñado de París  y el gobierno legal que se había refugiado en Versalles. Emilio regresa a París para combatir, esta vez contra sus mismos hermanos del bando contrario. Llega a París y enfrenta la lucha sangrienta. Es precisamente en una refriega donde ve caer a un oficial de su ejército de un balazo, dado por una mujer harapienta, cuando el oficial mató a un anciano. Emilio interviene para defender a su compañero, pero se sorprende al ver que la joven era María, su prometida y el anciano muerto por el oficial, el padre de ésta. Entonces suplica el perdón  para la muchacha pero sus compañeros tienen orden de matarla. En un arrebato de heroísmo se abraza a su amada, se desprende de las insignias del ejército, exclama vivas a los comunistas y es abatido mientras entrega su amor en un beso pasional a su amada. Es el clásico relato de unión -separación con final inesperado, trágico, patético.

 

Se desprende  fácilmente la intención del autor de contar este proceso de amor trágico, más que de presentar los hechos bélicos que sirven de marco. Este desenlace es propio del relato y no deja dudas de la intención narracional. Por lo demás se ajusta a la poética narrativa de don Carlos Gagini Cavaría,  que hemos mostrado en las novelas comentadas.



1 Gagini Chavarría, Carlos. A través de mi vida. Ed. Costa Rica, San José, 1961, p. 23.

2 Íd. p. 25.

3 Íd. p. 29.

 

1 Íd. p. 31.

2 Íd. p. 78.

 

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