HERNÁN ELIZONDO ARCE
(1920)
Don Joaquín Hernán Elizondo Arce nació en Santo Domingo de Heredia el 28 de octubre de 1920. Es hijo del hogar formado por don Leonardo Elizondo y doña Maclovia Arce.
A los siete años emigró con su familia a la ciudad de Guanacaste, al cantón de Tilarán.
En 1928 ingresó a la escuela central de Tilarán y a los nueve años empieza a interesarse por el paisaje guanacasteco. En 1935 ganó el quinto año de la escuela y tuvo que esperar un año más para obtener el sexto grado en otra escuela, pues en Tilarán no lo podía lograr.
En 1945 viajó de Tilarán a San José y el expresidente José Figueres le financia su primer libro de versos Alma, dolor y paisaje. García Monge lo elogia.
En 1949, a los 28 años, ingresa al Liceo Nocturno Carlos Gagini, en San José. Tuvo problemas con el estudio porque debía atender a sus ancianos padres. No fue sino hasta 1968 que obtuvo el Bachillerato por madurez. Estudió en el Centro Internacional de Enseñanza y ahí obtuvo el título de Contabilidad y Secretariado.
Se casó con la señorita Aracelly Murillo y con ella tuvieron siete hijos: Itza María (ya muerta), Marta María, Aracelly, Eugenia, Shirley, Adriana y Marcos Hernán.
Trabajó en el Servicio Comercial y fue profesor de inglés.
En el año de 1980 se pensionó.
Admira a don Alejo Carpentier y de él, su novela El arpa y la sombra: 1979.
Actualmente vive en Esparza y tiene una novela próxima a salir. Goza de una lucidez admirable y mantiene su mismo espíritu creativo.
LO QUE HA ESCRITO HERNÁN ELIZONDO ARCE
NOVELA
1. Memorias de un pobre diablo: 1964
2. La ciudad y la sombra: 1971
3. La calle, jinete y yo: 1975
4. El santo, el niño y el mar: 1980
5. Muerte al amanecer: 1982
6. Adiós Pestiño: 1985
7. De este lado de la eternidad: 2001
POESÍA
1. Alma, dolor y paisaje: 1945
2. Un hombre, un soldado, un héroe: 1948
3. La Fuga...: 1952
4. Alma Criolla: 1953
4. Romance de campo: 1955
5. Me dijo una voz: 1956
6. A Miriam Francis: 1956
7. Señor: 1956
8. Canto a Guanacaste: 1960
CUENTO
1 La Ventana: 1983
Memorias de un pobre diablo, publicada en 1964,1 es la primera novela de Hernán Elizondo Arce.
Recibió un premio en los Juegos Florales de 1963 y el Premio Aquileo Echeverría de novela en 1964. La segunda edición se publicó en 1969 con un prólogo del mismo autor donde agradece la acogida a su novela y se defiende básicamente de dos críticas:
1. Alberto Cañas Escalante lo acusa de usar temas muy trillados como la campesina prostituta.
2. Joaquín Garro se pregunta si su obra es una novela o un documento. Plantea el problema del género.
Es difícil establecer una historia en esta novela, porque la misma está configurada por cuadros, reflexiones, presentaciones de diversos tipos de personajes que el autor trata de configurar como una síntesis de los problemas sociales, algo así como un espacio social: Guanacaste. No obstante, se utilizan algunos elementos que dan cierta continuidad a la novela: El pobre diablo, personaje- escritor, además del lugar geográfico, y en cierta medida de La Toña, su compañera.
La novela la inicia un narrador protagonista, El pobre diablo, que desde una perspectiva adulta, escribe (recuerda) sus memorias. Así comienza con su presentación: sin nombre, es de El Llano o de la costa, sabanero o peón, pero eso sí desheredado, desarraigado, explotado, ultrajado por la sociedad. Nació a orillas del Tempisque en un rancho, con el destino marcado y en un ambiente hostil. Es huérfano por abandono del padre y vive con una hermanilla y su madre. Sus amigos son La Carmencilla, chiquilla huérfana como él y víctima de la madrastra, y muerta poco después por las aguas del río; Robertillo, un jugador de lotería que murió por la caída de un rayo, Francisco, su primo, encarcelado, cuando se hacía adulto, por haber asesinado, en una riña, a un hombre y la hermana de Roberto que se hizo prostituta.
Su paso por la escuela está señalado por la presencia de dos maestras: La niña Cristina, muy bondadosa que no terminó el primer año ya que el policía y el inspector de escuelas querían abusar de ella y la niña Dorila, agresiva y violenta en los primeros años; después se convierte en abnegada madre, luego de sufrir una peligrosa enfermedad.
Continúa la novela con la presentación de otros personajes, que como él, sufrieron el destino cruel de ser pobres. Cachecho es un joven que comenzó limpiando zapatos para ayudar a su madre, cuando en realidad era su padrastro el que se robaba la plata para tomar licor. Muere de cáncer, después de viajar a Golfito a trabajar en los bananales. Doña Clara, y sus tres hijos, dos niñas y un varón, esposa de don Andrés, el Jefe Político que junto con doña Luz, esposa del Alcalde y doña Rosa, esposa del médico, forman la Cofradía de la Caridad y el chisme en el pueblo. La Juanilla, una campesina honrada que viaja a la ciudad para trabajar como sirvienta de una familia rica y termina embarazada por el hijo del patrón y prostituida. Don Antonio, el gamonal de Santa Rosa, don Paco Arrieta, el barbero, el chino Li con su taberna, el boticario y una serie de personajes que con sus chismes se entretienen en los lugares públicos de la localidad. Desfilan La Zoila, muchacha embarazada que creen que está maleficiada, La Toña, compañera del narrador- autor, La Teresilla, que después de vivir en San José, llegaba a impresionar a los congéneres y luego se describen las fiestas y las borracheras, los políticos, Yigüirra, el pordiosero y escarnio del pueblo, el mandamás y sus tretas políticas, el figurón y también Vargas, la voz de la verdad, acallada por el fraude electoral. El Zacarías, encarcelado por trabajar tierras que no eran suyas y por último, los reproches de Toña al narrador personaje (escritor) para que dejara de protestar. No lo consigue y lo abandona. El personaje-narrador-escritor muere repudiando a los explotadores hipócritas que pasan por la vista en los momentos de su agonía.
El narrador-personaje comienza la novela contando sus congojas y muy pronto termina narrando o reflexionando sobre las miserias de otros, que como él, sufren. Esto está bien, el problema se plantea cuando deja la perspectiva personal para narrar en tercera persona con un conocimiento que escapa al punto de vista protagónico. Esto es, pasa a narrar más cerca del autor que del personaje. Éste cuenta sus experiencias y las que ve, escucha o conoce, pero debe mantener la distancia que posibilita la verosimilitud de la historia.
Por lo apuntado anteriormente, el narrador se coloca siempre en un presente cercano de la enunciación como adulto, como el escritor, que desea contar sus memorias (escribir) pero al hacerlo constantemente mezcla la omnisciencia de quien conoce todo con la visión limitada de quien narra hechos (sus hechos) de la infancia y juventud.
El pobre diablo posee una cultura y unos conocimientos que contradicen su origen, educación y vida (apenas terminó la primaria). Esto también es válido para doña Toña, su compañera. Esta característica del narrador-personaje-autor le llevan a detener la narración de los hechos para encajar grandes reflexiones, opiniones y comentarios de los más diversos temas, por ello algunos vieron en esta novela un problema de género, pues se torna ensayística, documental. Lo anterior se ve robustecido con toda clase de referencias geográficas e históricas que le comprometen más en ese aspecto genérico.
El abuso de las clásicas preguntas retóricas y la apelación al lector le acercan más, esta novela, al folletín, que en Costa Rica tuvo algunos cultivadores, tales como José León en La isla de los hombres solos, Alfredo Oreamuno en todas sus novelas y otros escritores que como José Marín Cañas, en Tú la imposible y Lágrimas de acero, así como Moisés Vincenzi, en Elvira y otros más, como Luis Barrantes Molina, el primero, escribieron novelas folletinescas: unas sentimentales y otras documentales, apegadas al modelo del escritor francés Eugenio Sue.
Como observación final que verifica nuestro análisis, podemos detectar que el personaje protagónico casi no participa en los acontecimientos que se narran (pocos). Es más un espectador que ve desfilar hechos por su vista y que no padece. Citemos algunos ejemplos:
"No me he rozado nunca con los sabios intocables del Olimpo estético ni con los cerebros iluminados de los cenáculos literarios. No sé qué fuerza extraña me arrastra a escribir estas páginas, donde no pueden caber el dolor y la amargura de mi casta maltratada".1.
"Yo sé que mi pluma es humilde, sí pero rebelde siempre, que guarda el mensaje de las masas oprimidas, cansadas de frases hechas, hastiadas de figurones soberbios y de mediocridades pensantes".2
"La hermana de Roberto vive aún. Es la única que ha colmado su esperanza".3
Este "aún" es el fiel testimonio de que se narra desde un presente propio del escritor. Además las referencias en los párrafos anteriores a los escritores del Olimpo, los críticos e intelectuales, etc. se salen de la ficción propia de un relato literario.
Y no lo disimula, sino lo afirma sin ambages:
"Hoy, pasados ya los años, comprendo que en la niña Dorila se unían cien complejo".4
"He retrocedido con el recuerdo muchos años atrás, cuando ya salido de la escuela, me ganaba la vida trabajando.5
No se crea que hoy este problema del narrador y los puntos de vista. Esto está superado. Lo hemos señalado con anterioridad. Hasta los escritores más consagrados (en nuestro medio) ceden a esta tentación. Sólo un ejemplo: Ahora juega usted Capablanca: 1995 de Mario Zaldívar Rivera
Por lo demás, don Alberto Cañas Escalante tenía razón al señalar lo trillado de la temática usada, sin embargo, nuestro criterio es que no es la temática lo que hace exclusivamente una novela pobre desde el punto de vista literario, sino la manera de mostrarlo: el punto de vista, la distancia del narrador entre él y lo narrado, la ironía, el humor, la insinuación más que la referencia directa, etc. Hoy, leemos novelas sobre prostitución que nos sorprenden favorablemente y nos impactan como producto literario y humano. Sólo un ejemplo: Los Peor: 1995 de Fernando Contreras Castro.
La segunda novela que escribió fue llamada La ciudad y la sombra y la publicó en 1971.6
El tema es el mismo de muchas novelas de la generación de 1942. El hombre que destruye la naturaleza para crear la ciudad. Es el viejo conflicto que tantas novelas deparó a la literatura costarricense: campo contra ciudad, civilización contra barbarie, buenos contra malos, campesinos contra citadinos, el paraíso perdido, contra el avance del "progreso". Las sombras simbolizan el campo, la montaña que sufre el embate de citadinos ansiosos por hacer dinero y logran crear la ciudad, a expensas del extermino de la montaña. Gabriel Arcángel, junto con Aurora, su amante, son los primeros en comenzar la destrucción de la naturaleza y comienza la rapiña por el terreno limpio. Así nace la ciudad y la escuela y la religión y todos los elementos que trae la llegada de la "civilización". Se funda el pueblo de San Gabriel, de gente sencilla y noble y empieza el enfrentamiento contra los foráneos, los de la ciudad que quieren desalojarlos de sus tierras. Comienzan a llegar a este pueblo tranquilo también los vicios de la ciudad. La prostitución es la primera en aparecer y con ella el alcoholismo. Se funda el Luzbel Bar, propiedad de Mamá Chola y comienza la degradación del pueblo. También aparecen los primeros síntomas de homosexualidad entre Florindo, el sacristán y Pedrito Luna y el suicidio de Florindo por la traición de Pedrito luna. Luego se desarrollan una serie de aventuras-situaciones de diversa índole como la muerte del hijo del farmacéutico Diego Arguedas y la quema de su farmacia. El Doctor Arnáez ve cómo su esposa, doña Águeda lo traiciona con Luis Agustín Romero (Lagartija), hombre de baja ralea que es raptado por el mismo Satanás del Bar y que sirve de escarmiento para que los habitantes de San Gabriel se acerquen más a Dios y dejen las bajas pasiones y los vicios. Pero la ciudad impuso su poder y volvió otra vez a caer en la tentación de los vicios. Aparecen nuevos personajes que se matan como Casimiro Piedra que pierde la vida en una pelea y Julio, inocente va a la cárcel sin ser el autor. La novela termina con una serie de familiares de Gabriel Arcángel, hijos y nietos que sufren las consecuencias de la ciudad, hasta con partido de fútbol incluido.
El lector puede observar con facilidad los grandes conflictos como algo evidente, referencial, superficial, casi como catecismo religioso: Por una parte el arcángel San Gabriel luchando contra el demonio. Éste quizás sea el motivo principal de la novela. Todo el aparataje social y el conflicto entre ciudad y campo se explican como un problema religioso. Es una visión superficial y equivocada de la problemática social del país. Es una novela que no transgrede la censura, se torna moralista y panfletaria.
La calle, jinete y yo publicada en el año 19751 es la tercera novela de Hernán Elizondo Arce.
Esta novela presenta las mismas fallas técnicas de las novelas anteriores.
Miguel Zumbado, queda huérfano de madre a los tres años de edad, a los siete era un niño abandonado, callejero, no iba a la escuela y cuidaba a Julián, su medio hermano, ya que su padre se casó de nuevo. Poco a poco se incorpora a los juegos de la plaza, en ellos sufre bromas pesadas de sus iguales, entra a la escuela y como cualquier hijo de vecina padece las mismas aventuras. A los doce años muere su padre y debe abandonar su casa en busca de sustento y techo; así se convierte en un nuevo vagabundo de aquella empobrecida calle. Tiene que realizar toda clase de trabajos que no exijan aprendizaje sino arrojo, valentía y necesidad. En una de estas andadas encuentra a Jinete, un perro, también como él, callejero, flaco y pulguiento. Lo salva de los mordiscos de sus congéneres y se lo lleva a vivir con él. Éste será su compañero en sus aventuras y desventuras. De este modo asiste a un circo, donde Jinete es entrenado para realizar un acto público, pero a la hora llegada se quema un poco y huye despavorido. La calle le sirve para mirar a las gentes, buscar algún bocado para él y su perro: el club, la casa de doña Mónica, el matadero o la pensión de doña Rosario, desfilan por la mirada de Jinete y Miguel Zumbado.
En los capítulos finales se deja la narración biográfica y se pasa a un narrador que conservando la primera persona, utiliza la omnisciencia y se convierte en descriptor, comentador, juez, analizador de otros personajes: doña Mónica, doña Rosario, Ramiro, Antonio, Serafín. Esto cambia la novela por completo. Su estructura picaresca, personal, desaparece y se abre campo a una novela de corte tradicional con un narrador juez que valora y brinda discursos. Se abren grandes discusiones políticas, sobre la vida y la muerte, la religión, las ideologías, cayendo así en un ensayismo que niega fuerza a la narración.
Se narra desde una perspectiva presente de adulto, la vida del joven Miguel y Jinete como recuerdos, como pasado. Es una repetición de las mismas limitaciones de la novela Memorias de un pobre diablo, y La ciudad y la sombra, ya comentadas.
La cuarta novela la publicó en 1982 y le dio el nombre de Muerte al amanecer.
La historia se centra en la vida de Juan, campesino humilde que viaja a la ciudad a estudiar. Se narran sus aventuras y congojas, éxitos y fracasos hasta que llega su muerte, en el hospital.
Esta novela la dedica a su hija que murió al concluir la secundaria.
La quinta novela recibió el nombre de Adiós Prestiño y la publicó en 1985.
Esta obra gira sobre uno de esos personajes característicos de ciudad, el pícaro, el hombre bueno pero alma de Dios, sencillo, especie de indigente pero sin vicios, pobre y sin futuro pero pletórico de amor y sentimientos religiosos. El hazmerreír del pueblo. Es el típico personaje folclórico y pintoresco que tanto se explotó en la literatura costumbrista.
La sexta y última novela la llamó De este lado de la eternidad y fue publicada en el año 2001.1
A pesar de que don Alberto Cañas elogia esta novela en su presentación, la verdad es que mantiene loas mismas limitaciones literarias de las anteriores. Utiliza un colage de personajes que reúne en un asilo y comienza a contar sus historias biográficas. Este término y la naturaleza de estos lugares hoy están superados pero no interesa aquí examinar ese aspecto. Parte del principio de que todo tiempo pasado fue mejor, a pesar de que constantemente se contradice cuando narra las vidas de algunos personajes como por ejemplo Griselda, la prostituta que no puede evitar contar su origen degradado en ese tiempo dorado de lugar ameno que defiende. Lo mismo ocurre cuando ataca el progreso y solo ve en su llegada el vicio, cuando en realidad es una visión parcial de la realidad, pues también llegaron importantísimos avances en las ciencias, la medicina, las técnicas, las construcciones, la calidad de vida, etc.
Casi toda la novela está constituida por aporías, contrarios, bien contra mal. Su visión de mundo es logocéntrica, teológica y cuando se refiere críticamente a la religión católica solo lo hace desde el punto de vista formal, administrativo, como es el caso de la disputa entre el cura viejo y el joven y la discusión entre el periodista y un cura. A pesar de razonar abiertamente y con argumentos irrefutables en beneficio de la razón, la ciencia, lo cierto es que antes y después de ello se acude al mito de Adán y Eva, el diluvio, que Fallas revivió en su novela Gentes y Gentecillas, la serpiente, que sublima el ancestral racismo de los gringos, los códigos tradicionales de la familia (papel de la mujer), la vieja historia del cura "engañado" por una bella mujer, utilizada por varios autores, los homosexuales, quemados por el brazo divino y augurado por el pájaro de la muerte, ya aacaabó. Le parece bien el origen del pueblo: iglesia, plaza y (a veces) escuela, pero no la llegada del "progreso" que él señala como los bares, las salas de baile, etc. Nunca cita la electricidad, las vías de comunicación, el teléfono, los dispensarios, los medios de transporte, la salud. Se destacan unos aspectos y se ocultan otros. Con los curas españoles llegaron también las enfermedades venéreas, los fanatismos, los dogmas, las supersticiones, los juegos violentos como los toros, La Inquisición, el despojo de las tierras a los indios, la esclavitud, la violación de una cultura, el genocidio y para qué sigo. Eso no se dice porque la religión católica lo ignoró y a veces lo propició.
Tal y como se auguraba al inicio de la novela al final de ella ocurre un terremoto que destruye el asilo y mueren todos los anciano, por designio de Dios.
Novela tradicional recurrente a las historias de personajes típicos pero sin profundidad psicológica bajo una problemática nueva cual es la tercera edad, lo que le permite dar a conocer vidas de personajes, anécdotas, vivencias pero que no supera los viejos cánones de su poética literaria platónica y la creación de novelas monofónicas y logocéntricas, propias de generaciones anteriores.
1 Elizondo Arce, Hernán. Memorias de un pobre diablo. Ed. Costa Rica, San José, 4ª. Edición, 1978.
1 Íd. p. 16.
2 Íd. p. 21.
3 Ib.
4 Ib. P. 35.
5 Ib. P. 43.
6 Elizondo Arce, Hernán. La ciudad y la sombra. Ed. Costa Rica, San José, 1978.
1 Elizondo Arce, Hernán. La calle, jinete y yo. Ed. Costa Rica, San José, 1981.
1 Elizondo Arce, Hernán. De este lado de la eternidad. UNED, San José, 2001.
Leave a comment