Luis Dobles Segreda

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Luis Dobles Segreda

LUIS DOBLES SEGREDA

 (1889-1956)

 

Luis Dobles Segreda, nació en San Francisco de Heredia, el 27 de enero de 1889 y murió en el mismo lugar, el 27 de septiembre de 1956,  a los  67 años.

 

Su hogar estuvo formado  por don Manuel Dobles Sáenz, su padre, y doña Rosario Segreda Víquez. Además tuvo  un hermano mayor  que él. Era una familia de solvencia económica, pues producían y comerciaban con café.

 

Don Luis, de niño, se vio  obligado a realizar tareas como vender melcochas, bizcochos, etc., debido a que su padre quebró su empresa, gracias a la baja en el precio del café. También ayudó a su hermano como vendedor  en un tramo en el mercado de Heredia.

 

Fue mediante una beca del gobierno que pudo ingresara al Liceo de Costa Rica. Ahí recibió la  enseñanza de profesores tales como Roberto Brenes Mesén y Joaquín García Monge. Después de realizar estudios en esa institución por cinco años, en 1907, ve frustrado su afán de graduarse, por haber sido aplazado en Cosmografía. Poco  después superó ese obstáculo.

 

Don Luis se graduó como profesor de geografía y castellano y ejerció por muchos años la labor docente

.

Trabajó como profesor en Limón y fue maestro en la escuela de San Pedro de Poás; profesor de segunda enseñanza, director en varios colegios y Ministro de Educación del país. Ocupó las cátedras de Lengua Castellana, Literatura, Geografía, Historia y como una ironía Cosmografía, en diversos colegios del país. Fue profesor de Geografía e Historia en el Liceo de Costa Rica durante los años de 1815 a 1917. Obtuvo el título de Maestro Normal por suficiencia en 1917 y luego el de Profesor de Estado.

 

Fue también profesor de Geografía Física en Maquete  University de Milwukee y profesor de español en State Normal College de Louisiana, Estados Unidos de América. Ocupó la dirección del Instituto de Alajuela de 1919 a  1924 y director del Liceo de Costa Rica de 1930 a 1932.

 

Entre otros cargos que ocupó están, Director  General de Enseñanza Primaria en 1925, Secretario de Estado en el Despacho de Educación Pública en las segundas  administraciones de Ricardo Jiménez Oreamuno y Cleto González Víquez y de igual manera en los primeros meses de León Cortés Castro, de mayo a julio  de 1936.

 

También desempeñó diversos cargos políticos. Entre otros, fue Presidente del Consejo Municipal del Cantón Central de la Provincia de Heredia, Diputado al Congreso Constitucional por la Provincia de Heredia: 1932-1936 y miembro de la Asamblea Constituyente de 1949.

 

Como diplomático fue  Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de la República de Argentina, Chile, España, Reino de Italia, Santa Sede, y Brasil. Encargado de Negocios ante los gobiernos de Francia, Reino de Bélgica y Reino de Holanda.  Fue Cónsul General de Costa Rica en París.

 

Fue delegado del Gobierno de Costa Rica a la Coronación de Su Majestad el Rey Jorge VI, delegado del gobierno de Costa Rica a los siguientes congresos: Congreso Pedagógico de Uruguay, 1928, Séptimo Congreso de Agricultura Tropical y Subtropical en París, 1937, Congreso Internacional de la Cruz Roja en Londres, 1938,Congreso del Cáncer y de Rayos X en París, 1939 Congreso  de Revisión Aduanera sobre Material de Aviación de Servicios Internacionales en Londres, 1939 y Congreso Internacional de Cooperación Intelectual en París, 1939.

 

Recibió innumerables condecoraciones y distinciones, entre ellas: Medalla de Plata de la Independencia de Costa Rica, Medalla de Oro de Instrucción Pública de la República de Venezuela, etc.

 

Don Luis  Dobles Segreda formó  un hogar con la señorita Trinidad Sánchez Cortés, hija  del famoso cafetalero don Julio Sánchez Lépiz y doña  Emilia Cortés.

 

Fue miembro de la Real Academia Española Costarricense.

 

Escribió en diferentes revistas y diarios del país.

 

Murió en Heredia  el 27 de septiembre de 1956.

 

 

LO QUE ESCRIBIÓ LUIS DOBLES SEGREDA

 

NOVELA

 

1. El rosario de marfil: 1928 (relato)

2. Fabrique Gutiérrez: 1954

 

CUENTO

 

1. Por el amor de Dios: 1918

2. El clamor de la tierra: 1918

3. Rosa Mística: 1920

4. El libro del héroe: 1926

5. Caña Brava: 1926

6. Añoranzas: 1922 (cuadros)

7. Semana Santa: 1949 (cuadros)

 

POESÍA

 

1. Novia: 1921

 

Publicó diversos ensayos y artículos de los más variados temas. Es digno de mencionarse el Índice Bibliográfico de Costa Rica: de 1927 a 1936 (9 tomos, dejó pendientes tres  más). Es poco conocido y quienes no lo han consultado se han perdido una riquísima fuente de investigación.

 

La que aparece como novela El rosario de marfil y que se publicó en 1928, es un relato.

 

Es importante que el mismo autor, en una especie de prólogo que escribe al principio del relato, diga:

 

"Así fue como pude escuchar esta historia que es casi una novela"1.

 

No es la primera vez que esto sucede con algunos escritores costarricenses que suelen llamar novelas a escritos de diferente naturaleza: cuentos, relatos, leyendas, crónicas, biografías, autobiografías, historias, investigaciones, panfletos, etc.

 

Es importante señalar que lo primero que debe esclarecerse es, si el escrito presentado, es literatura u otra cosa y no necesariamente porque el autor así lo considere, sino porque es arte literario y reúne todas las características exigidas por él. Después deberá justificarse con claridad si es novela o pertenece a otro género. Existen razones claras para determinar cuándo una obra es literatura y pertenece al género novelístico.

 

Así, hecho el análisis necesario, llegamos a la conclusión de que Rosario de Marfil es literatura y reúne las características esenciales del relato y no de la novela.

 

El autor utiliza, para introducir el relato, el clásico pretexto de que la historia la escuchó en una velada, algo así como en El Decamerón: 1348-1353, de Giovanni Boccaccio (1313-1375) y le agradó. También utiliza diferentes personajes: Él, Ella, El otro, para narrar la acción del relato que es muy intensa. Al final da títulos a los dos últimos capitulitos. En realidad casi todo el relato lo narra El Patrón. Es el punto de vista de éste el que sobresale.

 

El relato plantea el clásico triángulo amoroso: Froilán, Lico y Rufina y el cuarto personaje, que viene a ser El Patrón que procura mantenerse al margen, pero no logra evitar el crimen final.

 

Rufina, una bellísima conchita, ama a Froilán, otro concho que decide irse a trabajar a la ciudad y aparece como el malo. Lico es el que ama a Rufina, sin ser correspondido, es trabajador, honrado, fiel, buen amigo, fuerte y valiente. El Patrón que comienza por conquistar a Rufina, pronto desiste en sus intentos, pues se da cuenta de que Rufina no acepta sus deseos. Entonces se da a la tarea, noblemente, de unir a Rufina con Lico para que se casen y vivan felices y ella no sea víctima de las malas intenciones de Froilán. Después de conversar con Lico y tratar de persuadirlo para que luche por casarse con ella, no alcanza su propósito pero, cuando conversa con Rufina, se da cuenta que conoce la transformación de Froilán en la ciudad y ya había decidido alejarse de él. Así ve las puertas abiertas para insistir en la unión de Lico con ella. Esto se ve favorecido por el descubrimiento del regalo que Lico le hace a Rufina, un bello rosario de marfil que ella había visto en el pueblo y le había gustado. La tarea de celestino, emprendida por El Patrón, se abre fácilmente y pronto fijan la fecha para la boda. Él les dio una casita primorosa cerca del río, le compró el vestido y conjuntamente con sus hermanas prepararon la boda lo más adecuadamente posible, sin que faltara nada.

 

El día de San Rafael se casarían, y llegado el momento, todo era felicidad. Lico muy alegre decide visitar a su novia, antes de la boda y a todos les pareció normal, pero al poco tiempo de estar en su habitación salió de ella como loco, atacó y golpeó al Patrón. Los peones lo contuvieron y tanto las hermanas como él entraron en la habitación para averiguar lo sucedido. Su sorpresa fue mayúscula cuando encontraron a Rufina ahorcada con el rosario de marfil que es considerado como un símbolo religioso del matrimonio, llamado "el yugo" y un retrato del Patrón en el suelo.

 

Se podría pensar que el relato sigue la narrativa tradicional del enfrentamiento entre el campo y la ciudad. Los personajes buenos del pueblo (la conchita) víctimas de los desafueros del hijo (sobre todo) del dueño de la hacienda, la violación, la huida, y a veces la caída de ella en la prostitución, pues sus padres la echaban a la calle. Pero no. Aquí la perspectiva está dirigida por El Patrón, él es el bueno, humanitario, desprendido, comprensivo, protector, sacrificado, una especie de celestino bueno, mientras que el malvado es Froilán, el concho que emigra a la ciudad y se ve deslumbrado por los placeres y despierta en él los bajos instintos que desea satisfacer con su novia Rufina y Lico que es el concho bueno que no ha sido contaminado por la ciudad pero que víctima de los celos asesina a quien era todo para él. Se podría pensar que el destino lo tenía marcado.

 

Algunas conclusiones pueden obtenerse de este relato. La oposición campo-ciudad sigue vigente a pesar de que aparece un citadino bueno. Pero esto no es de asustar porque en general los malos eran los hijos de los patrones y más, por ser jóvenes e inexpertos, que por malvados. Sus fechorías eran más clasificadas como  locuras de juventud. La verdadera oposición económica casi no se plantea en las dimensiones, tener dinero y no tenerlo, ser pobres o ricos, patrones o peones. Después de todo El Patrón gozó de  gran respeto por parte de los peones pues de ellos recibía algunos beneficios que bien analizados no eran más que lo suficiente para comer y medio vivir, sin poder salir de su pobreza y condición servil. El cambio social humano no tenía cabida. Era una herencia de por vida que heredaban los padres a los hijos.

 

Otro aspecto que se puede analizar es que el elogio zalamero de los ricos por los campesinos era un tanto o mucho, falso. La campesina era una presa fácil para ellos que tenían todas las condiciones para poseerlas, que era su objetivo final y no por bellas, y angelicales, que a todas luces fue una idealización de los poetas, porque las campesinas no se bañaban todos los días y tampoco usaban perfumes, debido a sus trabajos duros y reiterados, sudaban mucho y se veían expuestas a toda clase de enfermedades, a pesar de su juventud. Eran fácil presa de los piojos, niguas y enfermedades de la piel. Tampoco usaban dentífricos para lavar sus dientes y si a esto agregamos, su escasa o nula educación, el cuadro no es nada inspirador, además de que su carácter, a pesar de ser sumisas con los padres, era más, por temor a ellos y a la religión que por propio convencimiento, por ello, no se garantizaba que no fueran agresivas por no decir malcriadas. Y si a todo ello, agregamos que, como era lo más natural, deseaban tener los beneficios de las señoritas de la capital, pronto y fácilmente sucumbían a las falsas promesas de los muchachos de la ciudad, que repito, veían en ellas el sexo fácil, de poco riesgo social y económico. Esto reafirma que la realidad oculta está más allá de la aparente y los escritores burgueses no se interesaron por desentrañarla o no fueron capaces de hacerlo.

 

La segunda novela, así la llaman algunos críticos e historiadores de la literatura costarricense, que escribiera Luis Dobles Segreda, la llamó Fabrique Gutiérrez1 y la publicó en 1954.


Lo primero que debemos precisar es, si esta obra es novela u otra cosa. La empresa no es fácil pero debemos enfrentarla. Nuestra respuesta es que Fabrique Gutiérrez no es una novela. La obra cae dentro de campos colindantes con ella pero no precisamente es una de ellas.

 

Es difícil establecer límites a la novela cuando ésta es tan flexible y abierta a casi todas las posibilidades de la narración, sin forzarla, estrujarla y en no pocas ocasiones desfigurarla. El género novelístico es tan rico en posibilidades y acepta casi todo lo que encierre escritura, desde un chiste hasta un aviso económico, una esquela, una carta, una canción, un llanto hasta una crónica, una reflexión, etc. Todo es digno de entrar en la novela sin perder la naturaleza de su esencia. Si esto es de esta manera entonces cuáles son sus límites, si los tiene, cuáles sus posibilidades y qué hace que una obra en prosa o en verso, eso sí  narrativa, sea una novela y no otra cosa.

 

Lo primero pero no determinante, es que el autor desee hacer una novela y no un poema, un cuento, una leyenda, una biografía, una crónica, aunque todas sean literarias. Es decir utilicen el lenguaje literario, polisémico. La intención del escritor es muy importante pues según sea ésta así logrará o no lo que desea. Si un historiador desea realizar la biografía de un determinado personaje importante para la historia, se preocupará por ajustarse a los métodos históricos rigurosos e investigará los hechos de los contextos en los que vivió ese personaje y demostrará fielmente todo lo concerniente a su vida y obra. Otro tanto hará un cronista que desea dejar patente, por escrito, un acontecimiento importante o varios de ellos; así realizará un detalle de él lo más fielmente posible y se ajustará a la verdad de los hechos. El problema se presenta cuando el escritor no define claramente la naturaleza de su obra y deja campo abierto a las más variadas especulaciones sobre la misma.

 

Hoy, más que antes, los novelistas, cuando se acerca el otoño de su vida y sienten que ya se despiden para siempre, escriben su biografía, sus recuerdos, sus memorias y retroceden en el tiempo y crean su propia visión de ellos mismos y los entornos en que les tocó vivir. Ven desde un presente de suma madurez, la película que ellos mismos comienzan a crear de su propia vida, bajo su dirección, su arbitrariedad, su orquesta. En otras palabras, en esa ópera, son los autores, el director, el ejecutor, el cantante, el creador omnipresente y omnipotente: una especie de Dios. ¿Cuál es el resultado? Si es un artista, en primer lugar, una obra de arte, en este caso, literaria y ¿en qué género la ubicamos, cuando el autor no lo ha querido hacer? ¿Una biografía?, ¿Una crónica?, ¿Una novela?, ¿Una mezcla entre ellas? En Costa Rica Fabián Dobles nos legó Los años pequeños días: 1993 y poco después murió, Joaquín Gutiérrez Mangel, Crónicas del mundo: 2000 y poco después murió. Es algo así como su última obra. Ahora asistimos a Vivir para contarla: 2002 en dos tomos, el segundo aún no lo ha terminado, de Gabriel García Márquez que esperamos no muera tan pronto pero  de lo que sí estamos seguros, es que será su última obra importante.

 

Estos tres ejemplos nos permiten especificar que estas obras son literarias, las tres son biográficas o para ser más explícito autobiográficas y por lo menos en una de ellas utiliza en el título la palabra crónica y si las leemos verificamos que las tres tienen que ver con la crónica. Ahora, ¿son novelas? En la primera de Fabián Dobles no dudamos en afirmar que sí. No nos sucede lo mismo con respecto a las otras dos. Para nuestro criterio son crónicas literarias y no novelas.

 

Si en la obra aparece un narrador que es el mismo autor, con nombres y apellidos y nos narra lo más ajustado a su verdad los hechos históricos que vivió, nos los describe, así como los personajes reales, naturales aunque tapizados por su óptica, padres, abuelos, hijos, parientes y amigos en general y da cuenta de hechos, anécdotas, encuentros, convivencias, cuentos, chismes, escogidos o recordados por el autor, que no se oculta, que no pasa desapercibido, que es quien dirige, toca y canta en la orquesta, su propia orquesta, entonces deja de ser novela y la creación es una autobiografía literaria o una crónica cuando priva el narrar, los acontecimientos, el hacer, el ver, sobre el ser, el padecer que es propio de la autobiografía o la biografía cuando se trata de un escritor que la realiza sobre otra persona.

 

Estas reflexiones deberán extenderse más y formalizarse detenidamente. Por ahora nos bastan, ellas, para justificar que Fabrique Gutiérrez, como muchas otras obras que pasan por novelas en realidad no lo son y pertenecen al ámbito de la biografía, la autobiografía o la crónica.

 

Fabrique Gutiérrez es una mezcla entre la autobiografía, biografía y crónica. En ella, sobre todo en la primera parte, el lector encuentra los datos suficientes para conocer la niñez del autor que no esconde su nombre, Luis Dobles Segreda, quiénes fueron sus padres, amigos, maestros y el lugar donde comenzó su infancia y adolescencia: Heredia y poco a poco introduce un personaje histórico aunque material El Fortín, que aún está ahí, al lado del Parque Central. Establece la relación entre él, Luis y  el fortín y deja en suspenso para la segunda parte que llama El Hombre, la biografía del autor del fortín, Fabrique Gutiérrez, que existió como tal y se ajusta a lo dicho por Luis, a pesar de que sea su propia visión del personaje histórico. Aquí, en esta segunda parte se acude a la crónica, al relato histórico de la época, se contextualiza la participación de don Fabrique en los hechos políticos de finales del siglo XIX. Conocemos de la revolución de 1870 encabezada por don Tomás Guardia, su tiranía, que por cierto los historiadores oficiales casi nunca la ven como tal:

 

"No había partidos, ni podía haberlos en aquella dictadura ad vitam, y todo iba de sorpresa en sorpresa, sin que nadie pudiese atajar los hechos, Fue la más fácil y tranquila elección de que habla nuestra pequeña historia política.1"

 

Y  a continuación explicita:

 

"El país estaba acostumbrado a obedecer la voluntad de un solo hombre, el espíritu público no daba señal alguna de vida, dominada por el fatalismo que las dictaduras imponen. Se abstenía de manifestar públicamente sus opiniones, para no provocar las iras de los poderosos."2

 

El poder de Tomás Guardia duró por más de diez años y llegó hasta su muerte. Subió a él varias veces por golpes de estado y no por elecciones y  sustituyó gobiernos legítimos constitucionales. No obstante nunca se le vio, ese gobierno como una como tiranía y sí a los dos años que duró el paso de Los Tinoco por el trono (1917-1919).

 

La obra de don Luis Dobles Segreda tiene enorme importancia para las letras costarricenses, la literatura y la historia del país. El personaje Fabrique Gutiérrez es de hecho novelesco, como dice el autor, ni bueno, ni malo, humano diríamos nosotros. Fue de todo, escultor, pintor, químico, arquitecto, gobernador, comandante, revolucionario, contrabandista, pendenciero, religioso, ambicioso, mujeriego, etc. Nadie como él refleja la época que le tocó vivir, tan rica en acontecimientos, vicisitudes, contradicciones, diferencias sociales, etc.

 

Esta obra está cuidadosamente escrita bajo un estilo que algunos llamaron modernista pero sobre todo debe leérsele por ser un legado importante para el conocimiento de nuestra historia, a través quizás de lo que Azorín llamaba la infrahistoria de los pueblos oculta a los historiadores oficiales del poder de turno y posterior a él.

 

Es importante retomar este aspecto de la utilización de la historia por parte del autor de novelas. Nos referiremos a él en cada novela histórica que comentemos.

 



1 Dobles Segreda, Luis. El rosario de marfil en Selección de su obra literaria, tomo III, hecha por Carlos Meléndez Chaverri compilador, p. 702.

1 Dobles Segreda, Luis. Fabrique Gutiérrez, Ed. Costa Rica, San José, 1975.

 

1 Ídem, p. 132.

2 Íd. p. 92.

 

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1 Comment

men eso es mentira por que el nacio en 1890 y murio en 1956 y el tiene otro cuento llamado picale la gallina y ustedes no lo tienen!!!

Gracias por tu comentario. Hay algunos críticos e historiadores que afirman que nació en el año 1890 y otros dan como fecha de nacimiento el 27 de enero de 1889. Yo visité el registro civil y me dieron este último dato como verdadero y la fecha de su muerte si fue el 27 de septiembre de 1956. El cuento Pícale la gallina es de él pero no se anotaron todos los cuentos que son bastantes.

Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

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