Marilyn Echeverría Zürcher (Lara Ríos)

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MARILYN ECHEVERRÍA ZÜRCHER (Lara Ríos, seudónimo)

(1934)

                           

Marilyn Echeverría Zürcher nació en El Carmen, San José el día 09 de abril del año 1934, 150 metros al Norte de la Avenida Central, cerca de Discolandia. La familia la formaron tres hijas y sus padres. A los ocho años pasó a vivir con su familia al barrio La California. Estudió en la escuela El Perú y luego en el colegio de Sión. Pertenece a un grupo social de clase adinerada, aunque a la muerte de su padre, le tocó vivir una situación incómoda, desde el aspecto económico. Muy joven sufre la pérdida de su padre, don Gonzalo Echeverría Flores, Magistrado del Tribunal de Elecciones e hijo menor de Aquileo a quien casi no conoció en vida, murió cuando tenía cinco años. Trabajó en el Banco de Costa Rica, pero su salario era poco y todo se lo daba a su madre. Tenía de novio a Werner con quien se casó. ÉL era comerciante, vendía toda clase de objetos importados. Era dueño de la firma José Sauter e hijos. Su boda la realizó en la iglesia Santa Teresita. El matrimonio mejoró notablemente la economía familiar.

 

En 1975 obtuvo el premio Carmen Lyra por su poemario Algodón de azúcar. Se ha dedicado a escribir y promocionar la lectura de obras con un destinatario social específico: los niños y los adolescentes.

 

 

LO QUE HA ESCRITO  MARILYN ECHEVERRÍA ZÜRCHER

 

 

NOVELA

 

1. Mo: 1991

2. Verano de colores 1993

3. Pantalones Largos: 1995

4. Pantalones Cortos: 1996

5. El círculo de fuego blanco: 2000

 

CUENTO

 

1. Cuentos de mi alcancía: 1991

2. El país rosado:

3. El duende y el Joboto:

4. El rey que deseaba contar un cuento:

5. Cuentos de palomas:

6. Las aventuras de la lora Dora y Chico Perico: 2004

7. El rey que quería escribir un cuento: 2005

 

POESÍA

 

Algodón de azúcar: 1975

 

TEATRO

 

 

1. El eco y el miedo:

 

 

La primera novela que publicó fue llamada Mo1 y lo hizo en el año 1991.

 

En realidad es un relato maravilloso moderno, como lo veremos a continuación. Tiene la clásica estructura de los cuentos maravillosos clasificados como de hadas.

 

El personaje principal comienza con una situación inicial negativa, de necesidad, es bueno y sin necesidad de someterse a una prueba particular, pues posee los rasgos de bondad, amor, religiosidad, cariñosa y por ello se hace merecedor de un elemento mágico2 que le ayudará a vencer al enemigo, el mal, en una prueba fundamental y luego de la victoria, termina con una situación final feliz, positiva. La estructura se puede formalizar así:

 

 

Si- : Pp :: Pf : Sf+

 

 

El relato se da de la siguiente manera. Mo, una joven indígena, cabécar, tiene varias necesidades que satisfacer, en primer lugar desea ser sukia, doctora india para ayudar a su pueblo que tanto lo necesita. De alguna manera, Mo representa las necesidades de su pueblo. A pesar de que tiene poderes especiales, no puede desarrollarlos por ser muy joven, apenas ha cumplido los catorce años. La otra gran necesidad es saber qué les ha ocurrido a sus dos hermanos que se fueron de su casa y no sabe de su suerte. Por último desea estudiar en el colegio y no puede hacerlo, por falta de dinero. Su abuelo, entonces, se convierte en el iniciador de su camino hacia el final feliz, le da consejos y la empieza a preparar para que llegue a ser una sukia. Además le dota de los elementos mágicos necesarios para enfrentarse, no sólo a la prueba particular, sino que le ayudarán en la gran tarea- cumplimiento final, la que hemos llamado fundamental, que es el rescate de su hermano de las fuerzas del mal, representadas por Teófilo o Dolólo, sukia enemigo de su padre. Preparada así, emprende el viaje o camino de las aventuras en pos del encuentro de su hermano Milo y la lucha victoria contra Teófilo. El viaje le trae algunas aventuras donde se pone en prueba el poder de los elementos mágicos de que iba provista. Es el sapo muerto el que en un apuro, cuando están perdidos y fueron engañados por los duendes del mal, cobra vida y les guía hacia la Gran Laguna, donde está preso su hermano, por el desacato a los deberes impuestos por Teófilo, de dar un regalo como muestra de agradecimiento hacia él por todo aquél que entrara en su territorio. Milo no lo hizo y se hizo merecedor al castigo, tampoco quiso construir tambores que el sukia le solicitó.

 

Mo, ayudada por el sapo, elemento mágico y sus aliados, sobre todo José, que también se iniciaba en el arte de la medicina indígena, como sukia, logra vencer, tras luchar contra la adversidad, a Teófilo. Penetra en la cueva y rescata a su hermano, con amor y decisión. Resuelta la prueba fundamental, llega a una situación final feliz. Entra al colegio, estudia odontología y se convierte en la primera mujer de la colonia indígena en ayudar, primero a su padre que había perdido los dientes de arriba, y luego a sus hermanos. Lo mismo ocurrió con José, su amigo y enamorado. Solo faltó la boda para completar el relato maravilloso.

 

Como lo demostramos en el libro Los cuentos de Mi tía Panchita: modelo, género e interpretación1, este modelo oculta una estructura de consolación. Los personajes no luchan por obtener sus metas sino que ello sucede por el poder de elementos mágicos, casi como único merecimiento por ser buenos y no violar el código social establecido o las programaciones permanentes de la sociedad. El logro de sus éxitos aparece casi por obra de seres alados, superiores, fuerzas del bien y nunca por su trabajo. Basta ser respetuoso del código social, del paradigma estatuido para obtener la victoria. El relato deja patente que el estudio, la preparación de los indígenas será el camino que los lleve a su mejoramiento social y económico y esto es innegable pero para lograrlo se necesita algo más que los elementos mágicos. Esto no obedece al verosímil del texto sino a un buen deseo. La lucha-victoria de Mo y sus amigos tenía como fin rescatar a su hermano y vencer al sukia malo y nunca obtener el éxito en la educación, como realmente sucedió en el relato. Lo establecido socialmente en la comunidad de Mo y sus familiares, puesto en peligro por las fuerzas del mal, se restablece y ahí debió terminar la historia, a lo sumo con el matrimonio de Mo con José. El resto de la situación final escapa a lo verosímil y se refugia en lo deseado, anhelado.

 

No deseamos finalizar este comentario, sin hacer referencia a un aspecto que está presente en todo el relato y es la ausencia del hombre como protagonista y la suplantación por parte de la mujer intencionalmente. La familia de Mo no cuenta con el padre y ya Mo se convierte en la heroína del relato moderno maravilloso. El mismo narrador hace la observación de que Mo podría ser la primera sukia de los indios y es ella la que viola algunos códigos cuando decide salir a buscar a su hermano. Los hombres se convierten en aliados y sus roles son de subordinación a ella. El único masculino que realiza un papel importante es el sapo que debió ser una rana para ajustarse a esta inclinación de la autora. Al final Mo realiza la última proeza que consiste en entrar a la cueva por una hendija pequeña. Realiza esa hazaña y no una lucha con espada, con fuerza, pero al fin logra su cometido: rescatar a su hermano, la víctima, que también es un hombre, y no una mujer, como solía ser en los cuentos de hadas maravillosos.

 

Para concluir afirmamos que la liberación de la mujer, la igualdad de derechos, oportunidades de toda índole, no se logrará cambiando los roles únicamente sino superando una cultura machista y una educación que la facilita, la propicia y la cultiva y lo que parece una paradoja, está en manos de mujeres, por lo menos en el hogar, la escuela y el colegio y hasta en algunas carreras universitarias.

 

Verano de colores es su segunda novela y la publica en 1993.1

 

Esta novelita está escrita en forma de diario y su narrador es un joven de undécimo año que aún no ha cumplido los dieciséis años. Pertenece a una familia compuesta de cuatro hijos, una mujer y tres varones y los padres. Viven en un barrio, se entrevé, de clase alta, en San José y tienen solvencia económica. Se inicia, cuando el joven sale de vacaciones, y concluye, cuando inician las lecciones, en el año siguiente. Son tres meses de aventuras, travesuras, idilios superficiales, paseos, campamentos, bailes, dormir, oír música, ir a misa y trabajar un mes en una librería. Los conflictos que se presentan se dan entre el joven Arturo, el que narra, y las relaciones con sus padres, algunas incidencias con sus amigos, conocidos o vecinos que también tienen el mismo código social. No existen verdaderamente conflictos serios y las relaciones se mantienen en un plano superficial, a veces cursi y, por lo general se resuelven sin grandes esfuerzos. En realidad la novela se mantiene en un paradigma conservador, tranquilo, cómodo, alegre, normal, más paradisíaco que trágico. Es un mundo sin contradicciones en el que se puede soñar, hacer algo de caridad, ir a misa y vivir en paz con Dios y con los demás. Las travesuras de los jóvenes no llegan a nada que pueda poner en duda el hogar, su seguridad, sus valores y su futuro halagador, sobre todo, en tener fortuna, buena posición y un hogar parecido al de sus padres. Las pequeñas diferencias entre los hijos y los padres se resuelven con un beso, un abrazo, o un regalo.

 

Ninguna programación se pone en tela de juicio y menos se atenta contra ella. El éxito está asegurado, si el sujeto social permanece ajustado al paradigma establecido. Las diferencias con relatos del siglo pasado, que describían la sociedad burguesa de los gamonales solo se manifiestan porque estos últimos mezclaban a campesinos con gamonales y aquí solo se da una cara de la moneda. El código ideológico es el mismo y contra él no se da la violación a la censura.

 

La tercera novela fue llamada Pantalones Largos y la publicó en 1995.2

 

Es una novela que abarca  más o menos cinco meses de tiempo y va desde el 20 de julio hasta el lunes 23 de noviembre. Es el último semestre del bachillerato de Arturo. Este es el narrador de sus propias aventuras o travesuras en primera persona. La familia es la misma, así como los personajes. Los conflictos que presenta el personaje son un poco más serios e importantes pero nunca los sufre directamente ningún miembro de la familia Pol sino sus amigos. Un ejemplo de esto es la incursión en las drogas por parte de su amigo Manolo y las relaciones de éste con Sandra, la novia de Raúl, que al final resultó ser usada por éste como enlace para vender drogas. Arturo se ve envuelto en situaciones difíciles por la relación de amistad con Manolo y Sandra pero él no protagoniza hechos de relieve que permitan ponerlo en situaciones difíciles de vencer. Al final resuelven el conflicto de las drogas, al mejor estilo de las películas malas, policíacas. Capturan a Raúl y sus aliados, rescatan a Manolo y Sandra, y se vuelve a establecer el orden, que por un momento estuvo en peligro.

 

El relato mantiene el mismo código moral e ideológico conservador, fijado por occidente, sustentado en la familia, el cristianismo y sus valores. Es la estructura familiar que se sustenta en el parecer, lo superficial, el éxito del dinero, del poder económico, el consumismo. Establecen su meta en el futuro, como un proceso de lucha por obtener una profesión, deseable que sea liberal, como medicina, ingeniería, derecho, etc. Y casarse con un buen partido, sea femenino o masculino y formar un matrimonio o familia ejemplar feliz, constituida en el parecer.

 

La novela Punto de referencia de Daniel Gallegos la describe y la censura. Es la que destruye a Roberto, el padre y Patricia, la hija y que tanto se crítica en la novela. Es la misma que en los relatos de Lara Ríos se concibe como el ideal de una sociedad. En la primera es destructora del ser, alienante, en las otras, el modelo, lo ideal, lo deseado. Hay algunos vocablos utilizados por ambos autores: la tribu. Con este término se denomina al grupo de familias amigas que comparten una misma vida social y se relacionan ritualmente entre sí. "La tribu", ¿sin connotaciones racistas? Está por verse. El otro término o frase lo utiliza la autora en Pantalones Largos  sobre todo y está muy en boga, se trata de la típica frase "pura vida" que representa un estado de los personajes, alegre, vital, positivo, feliz. Es el clásico vocablo "tuanis" de un nivel más vulgar. Obedece de preferencia al ritual de saludo ¿Cómo estás? Y la respuesta es "pura vida" o la otra usada por analogía "pura birra" refiriéndose a la cerveza en un inglés españolizado. Estas frases no son inocentes y reflejan toda una ideología del costarricense, significada en el conformismo, el vivir el presente, la superficialidad, la pereza mental, el salir del paso, el vivir el presente sin aspiraciones mayores, el no comprometerse en algo importante. Es el ¡Qué me importa! Y vulgarmente "me vale mierda". "Haga lo mismo y no sufra". El lenguaje delata la ideología del que habla.

 

La cuarta novela de Lara Ríos la llamó Pantalones Cortos y la publicó en 1996.1

 

Es una continuación de la novela anterior en cuanto a la forma de diario utilizada. Lo único que cambia es la edad del personaje que es el mismo pero unos años anteriores a la que tenía en la novela anterior. Ahora el que narra es un niño de once años que recién ingresó al colegio, antes de la edad corriente que es de trece años. Desde esta perspectiva, esta novelita debería ser anterior a la novela Verano de colores que utilizó las vacaciones y en este caso el tiempo de lecciones. Esto le sirve al narrador para contar algunas travesuras de estudiante en el colegio. Por lo demás la novela comprende el diario del siete de marzo hasta el lunes 18 de julio, cuando salen a vacaciones de mitad de año.

 

El núcleo familiar es el mismo: Bernardo, Luisa y sus cuatro hijos, Jaime, Arturo, Ana y José y la criada Cecilia. También aparece su abuelita pero vive en otra casa. Las relaciones entre ellos son comunes a una familia de solvencia económica y que no presenta ningún conflicto importante. Es una familia religiosa, por lo menos formalmente, caritativa por parte de la madre, un padre comerciante y una esposa que se mantiene en el hogar, casi siempre y vela por la educación de sus hijos y está pronta a socorrerles en sus necesidades elementales. Viven felices y no intervienen en la problemática social, política, religiosa, económica del país. Se mantienen al margen y no se complican con problemas "ajenos". Forman parte del consenso y están contentos con el estado social de las cosas. Las travesuras, sobre todo del protagonista, son ingenuas, individuales y no atentan contra lo establecido. En otras palabras no hay violación de la censura social. La visión social es ingenua, ocultadora y legitimadora. Hasta el valor del dinero se desconoce, tal y como sucede en la página 46. Un niño de 11 años desconoce el valor de ¢36.50 en 1996. A esa edad cualquier niño sabe que esa cantidad es insignificante.

 

La última novela fue llamada El círculo de fuego blanco y la publicó en el año 2000.1

 

Es un relato maravilloso moderno. Tiene la misma estructura que la llamada novela Mo. Las diferencias son circunstanciales pero el sentido es el mismo, así como la estructura de consolación que apuntábamos, cuando la comentamos.

 

La situación inicial negativa se transforma en situación final positiva, gracias a que un personaje posee virtudes cristianas que le hacen merecedor a un ayudante o aliado que le da consejos y le brinda medios para que resuelva una prueba particular que pondrá de relieve la virtud del protagonista. Este hecho se resuelve favorablemente y entonces se le da un elemento mágico o varios con el fin de que se enfrente en una lucha contra el enemigo, las fuerzas del mal, las venzan, y obtengan sobre ellas, la victoria y ésta los conduzca al éxito, el logro de sus metas.

 

El relato que comentamos, al igual que Mo, utiliza como personaje protagónico a una mujer, en este caso una niña, Lisa, de once años y la tarea que debe emprender es rescatar a su hermano Martín de las fuerzas del mal, también igual que el relato citado. Su aliado principal es ángel(a), femenino y un perro de compañía. Es buena y obtiene dos elementos mágicos para lograr el éxito, en su empresa, un ancla de oro y un cuarzo. Con ellos se enfrenta al mal y lo vence, no sin antes, pasa por una serie de aventuras en diferentes lugares, encuentros y luchas con sus respectivas victorias. Otros elementos mágicos son más humanos, tales como el amor y nunca odiar, la perseverancia, el ser positivo y no desmayar, a pesar de enfrentarse a fuerzas superiores. Es la positividad de la mente, la que conducirá al éxito  a la niña, guiada por el amor y el poder de Dios.

 

Otros aliados que le dan apoyo, son los tres ancianos representantes de los tiempos presente, pasado y futuro. Ellos le ofrecen la visión de ellos, si ella es capaz de luchar por sus proyectos. Desde luego el futuro se presenta como lo deseable, la felicidad, lo apetecible, el paraíso en la tierra y en el más allá.

 

A parte de si se comparte o no la estructura de consolación del relato, éste está bien escrito, mantiene la atención del lector y despierta la imaginación, sin llegar a ofrecer realidades nuevas, que no ofrezcan parecidos obvios con la realidad que posibilita la creación literaria. Tal vez la escasez de relatos maravillosos en nuestra literatura, nos hacen resaltar el encuentro de alguno de ellos. Repito, a pesar de que  no existe censura a la estructura alienante que posibilita y mantiene precisamente lo que se aspira a superar y que todos deseamos se logre algún día. El amor y Dios se han utilizado para tanto crimen en la humanidad que sería cansado recordar esos momentos: La Inquisición, Las Cruzadas, los ocho siglos de guerra en España entre hermanos, las más variadas guerras mundiales o parciales, las del Golfo Pérsico, la de Afganistán, la que hoy sufrimos contra Irak y las que seguirán, sin duda alguna, se han defendido por los que las inician como motivadas en la defensa, el nombre de Dios, la paz, la justicia, la libertad y  el amor. Por ello creemos, que a pesar de ser un motivo positivo, bueno, encubre, casi siempre, otros intereses menos bondadosos y espirituales y sí muy materiales.

 



1 Ríos, Lara. Mo. Ed. Farben, San José, 1991.

 

 

1 Por cierto que para los indígenas, algunos animales eran considerados como dioses, tal el caso de la serpiente y la conocían muy bien y sabían que ella no pica sino muerde. Es frecuente en muchos relatos de escritores costarricenses encontrar este error biológico. El miedo a la serpiente proviene de la cultura religiosa cristiana y no indígena.

1 Ríos, Lara. Verano de colores. 2° Edición,  Ed. Farben, San José, 1994.

2 Ríos, Lara. Pantalones Largos. Ed. Farben, San José, 1995.

 

1 Ríos, Lara. Pantalones Cortos. Ed. Norma, Colombia, 1997.

 

1 Ríos, Lara. El círculo de fuego blanco. Ed. Farben, San José, 2000.

 

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