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Tu nombre será borrado del mundo. Guillermo Fernández

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Tu nombre será borrado del mundo

 ¿Un cuento de ciencia ficción o una ficción de ciencia?

 Guillermo Fernández, escritor costarricense, nos sorprende con un nuevo libro. Esta vez de cuentos. Así que nada mejor que ofrecerles un comentario del cuento segundo con el título que representa al libro. Tu nombre será borrado del mundo.

Ya el título del libro y del cuento en referencia, es un indicio de que el relato se moverá en dos niveles de leyes, las naturales, las conocidas y las irreales o sobrenaturales. Y el lector puede interrogarse ¿cómo será posible que mi nombre pueda ser borrado del mundo? Y entrará en ese juego narrativo poco a poco. 

El narrador de la historia dicotómica o el llamado sujeto de la enunciación comienza a develar esa relación dialógica entre lo posible y lo imaginable. Los hombres genios del momento, los más sobresalientes son seleccionados para que trabajen en una Corporación única y también la mejor cuyo objetivo es crear armas de destrucción y venderlas al mejor postor. 

Y es de esa manera cómo dos personajes básicamente, uno masculino y otro femenino comienzan a interrelacionarse en el trabajo y el lector también se va enterando de las relaciones de ese pequeño mundo llamado Corporación. El nivel superior o la clase alta la componen los socios, accionista o dueños, luego, en segundo lugar aparecen los científicos, los creadores más conspicuos de las armas y por último aparecen los administradores o burócratas. Los que planeaban y administraban la Corporación.

Tu nombre será borrado del mundo

 

¿Un cuento de ciencia ficción o una ficción de ciencia?

 

Guillermo Fernández, escritor costarricense, nos sorprende con un nuevo libro. Esta vez de cuentos. Así que nada mejor que ofrecerles un comentario del cuento segundo con el título que representa al libro. Tu nombre será borrado del mundo.

Ya el título del libro y del cuento en referencia, es un indicio de que el relato se moverá en dos niveles de leyes, las naturales, las conocidas y las irreales o sobrenaturales. Y el lector puede interrogarse ¿cómo será posible que mi nombre pueda ser borrado del mundo? Y entrará en ese juego narrativo poco a poco.

El narrador de la historia dicotómica o el llamado sujeto de la enunciación comienza a develar esa relación dialógica entre lo posible y lo imaginable. Los hombres genios del momento, los más sobresalientes son seleccionados para que trabajen en una Corporación única y también la mejor cuyo objetivo es crear armas de destrucción y venderlas al mejor postor.

Y es de esa manera cómo dos personajes básicamente, uno masculino y otro femenino comienzan a interrelacionarse en el trabajo y el lector también se va enterando de las relaciones de ese pequeño mundo llamado Corporación. El nivel superior o la clase alta la componen los socios, accionista o dueños, luego, en segundo lugar aparecen los científicos, los creadores más conspicuos de las armas y por último aparecen los administradores o burócratas. Los que planeaban y administraban la Corporación.

"-Ahora estás inventando nuevas armas. Yo también lo hago. Cada día experimento con nuevos chips para que se obtengan mejores radares, sondas y sensores. Me pagan tan bien que mis padres están felices de tener a una hija tan inteligente. Pero me entristece que me paguen tan bien por eso..."

. "Ni intenten hablarme de moral porque les morderé la mano", decía durante las horas de café. "No quiero oír que esto que produce mi cerebro es un arma mortal, no tengo la culpa de que paguen tan bien en Caribdis SA, ni que el mundo esté integrado por estas sabandijas que somos nosotros", se excusaba su continua tos de fumador empedernido"

 

Así se va configurando ese mundo de trabajo, de esclavitud, de prohibición de los más elementales rasgos humanos como el sexo, el placer y la reproducción, con un solo objetivo SER EL MEJOR, el único, el más útil, el que más trabajo realice para bien de la empresa. La eficiencia se convierte en la regla número uno y solo seguida por las prohibidas: no hablar con nadie fuera de la empresa. El secretismo de la ciencia es el logro del éxito.

Pero es ese armónico mundo entre lo posible y lo solo imaginable como aspiración del científico, el utilizado para satisfacer un solo propósito: La riqueza material y el poder sobre el mundo y los humanos a través del miedo. Algo que no es nuevo pero que se reviste con nuevas circunstancias.

"Era la mirada del amor impotente lo que temía. Una dulzura impotente. Hoy solo sé que no se puede nada contra los fanáticos. No me simpatizan ni los de mi propia religión. Una religión que de paso no entiendo. Mi gran miedo, quizá por esa causa, es no tener defensas. Ser pequeño, falible".

Y conforme avanza la intensidad del relato, después del suicidio de un científico y el ascenso del hindú, comienza la simbiosis inevitable de los dos niveles narrativos de leyes que en vez de distanciase se van uniendo y así se abren paso los determinantes humanos en ese mundo frío como el ambiente exterior y se va logrando una unión entre el hombre científico y la mujer científica capaz de brotar retoños hasta  en "las lluvias de otoño" y frutos en "la lluvia de invierno I".

"-. Te dijiste a ti mismo y a todos los demás que armamos un mundo que nos matará a nosotros mismos. No puedes rehuir esa verdad. De seguro ya sabían que una aldea de ignorantes musulmanes mercenarios había cesado de respirar por las emanaciones invisibles e indetectables de su arma, un arma que tenía, ¡increíble genialidad y acrobacia química!, el poder de liquidar a los creyentes de su secta."

La corporación no solo solicitó al científico una nueva lluvia para su éxito total sino que le dio su nombre: "Lluvia de invierno I"  Y los científicos terminaron cumpliendo su mandato. Volvía a nacer el hombre mortal pero humano, sin las amarras exigidas por las sectas y religiones, las supersticiones de todo el mundo. La muerte del ser esclavizante, el destructor, el inventor de ciegos, de obcecados, de seres sumisos, robots,  llegó a su fin.

Si, el hombre ha llegado a crear ese Dios Corporación a quien todos respetan, temen, aman, y sirven como esclavos es el amor, la solidaridad, la desnudez, las más pequeñas virtudes del hombre de sus entrañas quienes volverían a nacer y sobresalir en el ser mortal,  limitado capaz de sufrir y llorar pero también de amar y disfrutar del reino del acá y no del más allá. El robot llegó al final. La humanidad no tendría en adelante ni dioses, ni idolatrías y menos destrucción en su nombre.

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