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A LA SOMBRA DEL MANGO. Relato. Benedicto Víquez Guzmán

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A LA SOMBRA DEL MANGO

-Y saber que en una celda  de ese elegante edificio pasé más de siete meses. Estaba del otro lado y al lado me hacían compañía, Ana, la joven mostradora, Chavitos, Gerardo y Patojo.

En la glorieta las palomas se bañaban y revoloteaban por unos poyitos en busca de su alimento. Unas gringuillas las espantaban, más por el  temor de recibir una cuita que por miedo a ellas. De repente una hermosa y tornasolada se posó en mi rodilla y permitió que la acariciara.

-Muy confianzuda la caraja, jajajajaja

- Sí, desde hace mucho tiempo son mis amigas y siempre me buscan para conversar. No interrumpen, solo miran y vuelan en círculo cuando están asustadas.

-Al menos esta parece contenta.

-Creo que desea escucharte, intuye una buena historia. Respeta mucho a los mayores. Verás que se mantendrá en silencio cuando empieces la historia.

Pues todo comenzó allá por los primeros años setentas, cuando recién regresaba de la universidad La Lumumba, donde me gradué en Historia y comenzamos a vivir días muy convulsos y nos entusiasmó la organización revolucionaria. Queríamos transformar nuestra patria y hacerla más justa. Eso nos motivo mucho y de las ideas pasamos a la acción.

Alquilamos una casa en San Joaquín de Flores, cerca del cementerio, del famoso Vinocour y a mí me tocó negociar con él.

La conozco, desde chiquillo solía pasar mirándola como una casa misteriosa, siempre cerrada y sin habitantes, al lado de un recibidor de café, de Los Sánchez y como usurpando la gran hacienda de café de los padres de un ex presidente.

Algunas veces, nos metíamos por una ventanilla que tenía el vidrio quebrado y llenos de asombro recorríamos las oscuras habitaciones, llenas de murciélagos y alguno que otro espíritu  del vecino cementerio que llegaba a descansar en los suaves colchones.

Pues, gracias a un sobrino de Cuco, logramos planear el secuestro y una noche oscura, tocábamos la puerta de su residencia y sin esperarlo apareció el profesor Patrocinio. Sin mediar palabra alguna, lo encañonamos, lo montamos en el auto y lo trasladamos de inmediato a su nueva residencia.

Los niños seguían jugando con las palomas y las ardillas que se peleaban  los granitos de maíz picado que les tiraban, se sentaban a saborear las semillas. Otros ya mayorcitos con sus caballos jineteados por niños como charros, sacaban fotos que vendían a sus padres, para conserva  como un recuerdo del parque de Los Mangos.

¿Y ese sobrino era amigo de ustedes?

Sí, él nos orientaba y nuestro jefe, planeaba todo lo que día a día debíamos hacer. Así escogimos la habitación del fondo que era pequeña y un tanto oculta, muy independiente pero que se comunicaba con el servicio sanitario y el baño. Siempre se mantenía vigilado por dos compañeros y yo atendía los ruidos de la calle y las inoportunas visitas que de vez en cuando hacían algunas vecinas cercanas a nuestro refugio.

Trece días duró su cautiverio, maldito número que nos trajo tanto dolor y fracaso.

La paloma alzó sus alas y las abanicó como deseando sacudirse los malos augurios invocados en su presencia...

Una noche llegó Isaac Araya con sus matones del DIC. Los pasamos con respeto a su interior. Vieron y registraron todo y de pronto me dijo con voz de mando:

¿Y detrás de esa puerta qué hay?

 El baño y el servicio sanitario y con prontitud se la abrí. Miró con detenimiento por unos segundos y a su lado pasó Ana con dirección a la cocina.

¿Y ésa joven qué hace aquí?

Es la sirviente, señor.

Se quedó mirándola de arriba abajo y les dijo a sus subalternos:

 -Vamos, estos hijueputas lo que tienen es carnita fresca para pasar la noche abrigados.

Se rieron todos y partieron, sin encontrar lo que buscaban...

Y se llegó a la entrega del millón de colones acordado que solicitamos a Cuco.

 El profesor Patrocinio Arrieta Leiva que había  ocupado la Jefatura de Educación Primaria en 1924-25 y como tal presidió la Sociedad de Socorros Mutuos del Magisterio, consiguió el dinero que hasta de Nicaragua le mandaron. Tenía  fama como prestamista. Y de poseer algunas propiedades. Unos afirman que después del suceso, Cuco colaboró con dinero para el MRP.

El Jefe preparó su entrega. Y cometió la imprudencia, ¿o sería traición?, de llamarnos desde un teléfono público frente a un negocio. Una mujer escuchó su conversación y de inmediato llamó a la DIS.

_Debe ir uno de ustedes hasta el puente del Virilla, cerca del colegio Castella, debajo de él le entregarán un paquete con el dinero, fueron las instrucciones de nuestro Jefe..

Patujo, joven muy valiente, se ofreció de inmediato a realizar la operación pero no regresó...

-Por favor, déjeme ahí en el puente. Pagué lo que marcaba la maría, y bajé de inmediato, casi frente a un enorme hueco que habían hecho unos obreros que, en ese momento tomaban su café en  los alrededores. Vi un automóvil casi en mi frente y por la ventanilla un sacerdote me llamaba. Me acerqué y al llegar a su lado me dijo:

-¿Usted viene por esto y me enseñó un paquete que estaba en el asiento trasero, custodiado por un joven.

-Entre me solicitó el otro que estaba al lado del sacerdote que manejaba el auto, y me abrió la puerta delantera.

Un tanto sorprendido le obedecí y me senté casi encima de la palanca de las marchas. El  cura me miró como si fuera un pecador y pude ver la cacha del arma que ocultaba debajo de la sotana a la altura de la cintura. Todo se iluminó  en mi cabeza. El cura arrancó y aceleró antes de partir. Fue el momento preciso cuando puse los pies en el chasis y con fuerza me empuje hacia atrás, mientras sacaba y disparaba el arma que portaba. Lo herí en una pierna y el paquete con el dinero voló por la ventana y cayó en el enorme hueco abierto en el puente.

Con una fuerza descomunal el agente del asiento trasero me redujo a la impotencia, me puso las esposas, me golpeó en la cabeza con la cacha de su revólver, perdí el conocimiento  y a la mañana del otro día amanecí en una fría celda, desnudo con tres gorilas al frente.

-¡Hable maricas o le sacamos la lengua! Y golpes van y vienen. Me sentaron en una tina con hielo y con una manguera me lanzaban agua.

Calle lo que puede hasta que me desmayé.

No me preguntaban por el jefe ni dónde estaban mis camaradas pero insistían en que les dijera los planes que tenían, para qué queríamos el dinero y que pensábamos realizar con él y quiénes eran nuestros cómplices.

Nuestra amiga la paloma permanecía en silencio y de pronto levantó el vuelo, dio tres vueltas alrededor de la estatua de Tomás Guardia recién colocada en el parquecito, construido al lado del Museo y se posó en la cabeza del general.

Poco tiempo duró en ese lugar, volvió a nuestro lugar y con las alas, los movimientos, la mirada reflexiva nos dio a entender.

Ese puente, llamado hoy de la platina está maldito. Los obreros taparon luego el hueco y confinaron el millón de colones a permanecer en sus abismos.

El falso cura murió poco después en una cantina de Paraíso de Cartago, donde había engañado al curita del pueblo para que le prestara la sotana y el cuello blanco. Lo mató su misma esposa cuando lo encontró tomando guaro con la amante. Sí, bastaron tres disparos al corazón frente a todos los presentes para que  cayera dormido entre las sillas de la cantina.

Por esa razón- continuaba, sin parar, la paloma- esa platina nunca se ha podido arreglar, está hechizada, y el espíritu del cura embustero, suele aparecer en las noches y horrorizar a los choferes que se estrellan contra las barandas del puente cuando lo ven levitar en sus orillas. Han muerto obreros por esa razón y los gobiernos no terminan de pagar su reconstrucción y las indemnizaciones a empresas constructoras que no atinan con la solución. OAS es un ejemplo de ello.

Y guardó silencio, alzo el vuelo y se fue a la glorieta a mojarse un poco y chapotear la fresca agua que salí en la cumbre.

Las ardillas seguían jugando y comiendo las semillas que les lanzaban los niños y se protegían a veces en los huecos del viejo mango que servía de morada.

A las doce de la noche golpearon la puerta con fuerza. Nos habíamos preparado para ese desenlace. Abrí y me encontré de frente con unos oficiales que me pidieron los dejara entrar.

-¿Traen permiso de un juez?

Permaneció unos segundos callado y pensativo.

-Todos duermen y sería injusto despertarlos. 

-¿Porqué no regresan por la mañana?

Esperaremos afuera y se retiraron a sus alrededores.

Las mujeres vestidas con el hábito de la Virgen del Carmen, espiaban atentas por las ventanas y pronto comenzaron los cuchicheos. Los vienen a sacar, seguro esperan que sea de mañana.

Y así pararon en vela toda la noche. Hasta los espíritus salieron del cementerio y se desvelaron también.

En esa mañana, las mujeres de hábito mandaron correos a todo el vecindario y más allá. Pronto se juntaron en las cercanías de la casa del secuestro.

Mientras tanto el curita en su parroquia casi tenía que rezar el rosario solo, con la compañía de sus monaguillos y los seguidores acostumbrados que nunca faltaban.

Y llegó el momento tan esperado. Las puertas de la casa se abrieron en el preciso momento que también se abrían las fauces de las perreras y poco a  poco fueron saliendo los secuestradores esposados y cabizbajos. Solo don Cuco se mostraba feliz y se montaba en el auto del Comandante.

Ahuera las mujeres del hábito del Carmen se agrupaban, tomaban el Cristo del rosario que colgaba de sus pescuezos y gritaban: ¡muerte a todos esos malditos comunistas, violadores, ateos! A la cárcel, métanlos en la prisión más tormentosa...

Y el cura de la parroquia oraba:

Jesús, puesto de rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y entrando en agonía oraba con más intensidad. Y le vino un sudor como de gotas de sangre que caían hasta el suelo

¡A la cárcel, malditos comunistas, lejos de nuestro pueblo. Aquí no los queremos jamás.

Pilatos se dirigió de nuevo a los judíos y les dijo: Yo no encuentro en El ninguna culpa. Hay entre vosotros la costumbre de que os suelte uno por la Pascua, ¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces gritaron de nuevo: A Este no, a Barrabás. Barrabás era un ladrón. Entonces Pilatos tomó a Jesús y mandó que lo azotaran

Y se los llevaron rumbo a San José, directo a las celdas de la DIC...

En un pueblito una madre no pudo dormir. Pasó la noche entre rezos y lloros. No podía aceptar y menos comprender que a su hijo estuviera metido en ese secuestro. Pero ella lo escuchó con claridad en radio Alajuela.

La policía había entrado a la casa de Binocourt, donde tenía a Cuco  y los secuestradores fueron trasladados a las celdas de la DIC en San José.

Mi hijo está entre ellos. Hace 13 días que no llega a dormir y ni una llamada. Lo tienen que haber engañado.

Y a las seis de la mañana se tiró de su cama y buscó uno cuadernillo viejo que tenía en el fondo de la cómoda. Arrancó una hoja en blanco, tomó un lapicero y se puso a escribir.

Estimado don Nando ya no puedo soportar tanto dolor, ayer escuché por radio Alajuela que habían apresado unos secuestradores de un señor llamado cuco aprieta y casi estoy segura que mi hijo, el que trabajó para usted, está entre los secuestradores.

No tengo a quien acudir y como sé que Ud. Es tan bueno y generoso, que dios te lo recompense con miles de bendiciones, hará algo para que a mi hijo no lo maten pues seguro él fue engañado. El nunca hizo daño a nadie, a lo sumo se tomaba, por las noches unos traguillos en la cantina de los Guillén pero de eso no pasaba y es muy honrado y trabajador. Usted lo conoce.

Espero que le puedas ayudar y esta vieja recuperar un poco de paz pues no descanso de llorar.

Y puso al final su nombre:

Ruperta. La final aparecía manchada como si una lágrima hubiese caído en ella.

Tomó el papel y lo dobló cuidadosamente, salió a la calle y vio que Miguelillo, el hijo de la vecina ya iba para la escuela y le pidió el favor:

-Miguelito, llévele esta carta a don Nando y se la entrega en sus propias manos y le dice que se la mandé yo.

El chiquillo tomó en sus manos el papel doblado y antes de llegar a la escuela, cumplió fielmente el encargo.

Esa mañana me levantaron con golpes como a las nueve  y siguieron con el interrogatorio y las torturas. Me había puesto dos camisas y dos pantalones para mitigar los porrazos y aliviar el dolor cuando me metieran a la tina llena de hielo y agua.

Dígame qué pensaban hacer con ese millón, gran cabrón. Quiénes lo llevarían a cabo y como callaba me levantaban del pelo que por cierto no me dolía y me quemaban con cigarros la espalda ya desnuda.

Hable pendejo, dígame quiénes y donde están sus cómplices.

Y ya muy enojado por mi silencio, el oficial, pidió que me levantaran en vilo y me propinó tal pichazo en la cara que la sangre salió expulsada con fuerza y bañó literalmente a todos los presentes. Y seguían los gritos en las celdas vecinas

-Eso no, no me violen, por su madrecita... pero no se detenían...

Y sucedió el milagro. Fue obra del Espíritu Santo, solo Él lo podía hacer.

De pronto apareció el Ministro y abrió la celda, me echó una mirada y con voz fuerte  de mando, dijo:

Este caso es mío. Yo lo llevaré hasta el final. Salgan de aquí y no quiero ver a ningunos de ustedes intervenir en él. Es una orden.

Y no hubo nada que explicar, los oficiales torturadores, salieron de la celda y también de las otras y un silencio se apoderó de en celdas y prisioneros.

El milagro ocurrió.....

Y nos mantuvieron en las celadas como cuatro días sin comer pero sin patadas y golpes mañana y  tarde como antes. Y después de siete meses tranquilos nos trasladaron a la casa de Tomás Guardia, ahí en frente y nos procesaron. El tribunal nos impuso tres años de prisión y me dieron un año de pena condicional.

Sí, recibíamos visitas de estudiantes y profesores y el tiempo se hizo más llevadero. Pronto recobraría la libertad y me fui a Pérez Zeledón a trabajar como profesor de historia en la sede de la Universidad Nacional. Mi pesadilla había terminado pero...

Algunos años después, otra familia de jóvenes universitarios de la UCR, rebeldes, llenos de patriotismo, irreverentes  y valientes, se les ocurrió tirar por los suelos, la estatua del machillo del norte, John F. Kennedy, erigida tiempo atrás poco después de visitar nuestro país en el parquecito, frente a la iglesia de San Pedro de Montes de Oca.

Era el año 1963 cuando el presidente del norte, llegaba a este país con un espejito grande, lleno de promesas, llamado Alianza para el Progreso y un valiente, un gigante un enorme coloso, lo recibió al poner los pies en suelo costarricense con un enorme baño de ceniza, como queriendo decirle Polvo eres y en polvo se convertirá. Y no descanso en días y semanas de lanzar ceniza de su vientre que volaba por todos los confines de de esta tierra y más allá.

Los días que el machito permaneció en este país, se refugiaba en el Club Unión o el Teatro Nacional, entre brindis y banquetes y el coloso Irazú, seguía terco en su empresa de protestar con ceniza esa visita de cortesía pero engañosa.

Y murieron las vacas con la ubre llena de arena, los techos y canoas de las casas caían con tanto peso, los cafetos maduros no recibían a los cogedores y las alcantarillas se llenaban de arena y las cuadrillas municipales no daban abasto a recoger tantos sacos de ella. Y el volcán ensanchaba su vientre y vomitaba con furia cada vez más sus cóleras arenosas. El gringuito se fue y aún así la arena seguía cayendo, como para meter en cada habitante la idea de que polvo somos y en polvo nos convertiremos.

Poco después esa sentencia se cumplía en Texas cuando el presidente era abatido desde una ventana de un certero disparo de un francotirador.

Y los jóvenes intentaron botar la estatua del parquecito y solo fue un intento pues la policía acudió al lugar y los reprimió.

En la persecución y el tiroteo murieron tres oficiales de policía: Rafael Godínez Mora, Luis Martínez Hall, Luis Anchía Álvarez, el taxista Miguel Aguilar Porras, y Carlos Gerardo Enríquez Solano, sindicado como integrante del grupo "la Familia".

Y fueron apresados otros integrantes del grupo, entre los que estaba Viviana Gallardo, siendo un adolescente que cursaba su último año de secundaria. Ella también luchaba porque conocía y tenía conciencia de que poco menos de dos años antes se producía la insurrección que derribó a la dictadura somocista, y ya para esas fechas empezaba una prolongada y cruenta contraofensiva política y militar de los Estados Unidos, que alcanza su apogeo con la administración republicana de Ronald Reagan, que entrenó, financió y armó hasta los dientes a la contra nicaragüense.

Fueron llevados a las celdas de la DIS y unos días después era asesinada esta joven por el cabo Bolaños delante de testigos que horrorizados contemplaron la escena.

Bolaños fue condenado  con mano suave. Se le dio la libertad de trabajar de día en la calle y dormir en la cárcel. Se le benefició con la pena condicional y no duró mucho en prisión nocturna.
No se investigó ni castigó a ningún personero de rango superior y el crimen quedó en una impunidad total.

EL milagro también se cumplió para los asesinos pero no para los jóvenes, especialmente la adolescente valiente que murió por defender una patria libre.

La paloma abandonó mi rodilla, se sacudió y alzo vuelo muy alto hasta llegar a la cúpula de la catedral que estaba a nuestro lado derecho y se posó en la cruz. Nos miró  como intimidándonos y dejó escuchar la célebre frase que recorrería pueblos y montañas que decía:

MUCHOS VILLANOS TIENEN ESTATUAS MIENTRAS LOS HÉROES VIVEN EN EL OLVIDO

 

 

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