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El águila no caza moscas de Eduardo Estevanovich Rojas

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                                            EL ÁGUILA NO CAZA MOSCA

 

El águila no caza moscas, es la primera novela que Eduardo Estevanovich Rojas publica y esto lo hace en el año 2010.[1]

 

Algunas aclaraciones preliminares.

 

Los contextos seleccionados por parte del autor son, esencialmente políticos, ideológicos muy recientes. La novela se ocupa de una figura política que aún vive y que su historia, por lo menos la más visible acaba de terminar. Esto tiene sus beneficios y también sus limitaciones. Ya no se trata de novelar los contextos biográficos, históricos y políticos de un gobernante del pasado remoto, tal y como hicieron los escritores del neorrealismo, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, García Márquez, etc. sino de entrar en el mundo de ficción con dos personajes vigentes. Del pasado el lector quizás tenga recuerdos contados por sus abuelos pero del presente, tiene vivencias experimentadas y sufridas. La reacción del público será muy diferente. O se reacciona con pasión o simplemente se declara, por parte de los interesados un silencio sepulcral por algún tiempo.

 

La segunda aclaración también tiene que ver con esos contextos frescos. El autor posee una visión muy cercana y es difícil alejarse lo suficiente de ellos como para mirarlos con perspectiva, tanto histórica como ideológica. Los hechos son tan recientes que aún no han sido digeridos por el rumiar del tiempo. Quizás esta novela sea el primer molino de esa harina que está por salir.

 

El autor de esta novela muestra conocimientos literarios importantes que le permiten acercarse a esos contextos y a partir de ellos crear su obra literaria, su visión, su creación, su mentira, su embuste que cuando es tal, supera los límites de la realidad.

 

La novela, y ahora me atengo al comentario como tal de la obra literaria, se inicia con una evidente intención estructural: la maravillosa historia de un rey que atendía bajo su reinado un país o reino muy pequeño. Esta es la situación inicial, un espacio, un tiempo cercano, un personaje y un conflicto: lo que era el reino-país y lo que se creía, decía, mitificaba de ese reino. Las dos leyes de los relatos maravillosos en la versión de cuento de hadas. Por una parte las leyes naturales (LN) y por el otro, las leyes sobrenaturales (LS). Este conflicto será la clave de la novela, su tesis. Lo que es y lo que se pretende que sea.

 

A través de las voces del relato se van desarrollando los acontecimientos y esto es novedoso en la estructura de la novela. No se presenta un narrador que guía al lector con maestría y estricto orden lógico-causal, atento, explicador, moralista, guía sino que se acude al diálogo. Son voces apenas perceptibles que van perfilando la historia. Y esto no es fácil manejarlo, máxime si se decide prescindir de todo signo tipográfico para indicarlo. La novela es un solo párrafo de 152 páginas y no presenta signo alguno de diálogo o intervención de las voces-personajes. Esto en el teatro es fácil, pues el receptor ve la imagen de quien enuncia, mientras que aquí debe deducirla del tipo de expresión, del valor semántico mismo y tal vez de algunas frases clisés que juegan como elemento mágico del relato-enunciación.

 

En los cuentos de hadas el rey no sale a recorrer el mundo. Envía a sus hijos, parientes, cercanos, etc. a conseguir el elixir, lo deseado, riquezas, mujeres princesas, una flor especial que le quitará su ceguera,  o las plumas de un pájaro (Dulce Encanto), una muñequita-virgen que evite las injusticias sociales y las desigualdades, etc. En esta novela el rey busca la gloria, el ser supremo y aquí se da la simbiosis con el Señor Presidente del país pequeño. El señor Presidente busca ser rey de ese reino y se lo cree. Pero ambos están presos, cautivos, encerrados, enajenados: el rey por sus terribles celos  que encierra a todos los hombres en la cárcel por soñar con la reina y El señor Presidente por las intrigas de su hermano que usurpa su lugar y tiene el poder del país-reino. Ambos son reyes sin poder.

 

Cuando el Presidente es electo por el pueblo tiene gran acogida  y es vitoreado por unos y otros y hasta se le da el Gran Premio del Orbe. Todo ello lo consiguió con un elemento mágico que recibió desde niño y tiene que ver con la retórica. Se trata de adornar sus discursos con citas (mágicas) de autores famosos y uno que otro refrán popular. Este elemento mágico lo convirtió en un político de ficción. Por una parte transcurría esa imagen prefabricada, con apariencia de hombre inteligente, único, sabio que ponderaron sus amigos, los aliados, los periodistas arrimados, la iglesia interesada y los ricos gananciosos. Y ese elemento mágico, permanece como una reiteración cansina, pero de gran valor semántico, en toda la novela.

 

El hermano del señor Presidente confeccionaba sus discursos y sin reparo alguno se los entregaba con la recomendación siguiente. Póngale cuantas citas quiera y adórnelo con imágenes retóricas pero no le cambie el contenido, el fondo.

 

Y con ese elemento mágico, el poder político y el económico, doblegó conciencias y leyes y se reeligió, con fraude incluido, por segunda vez.

 

La novela es polifónica y a través de las diferentes voces, los campesinos, los intelectuales, Cordero su amigo, Penélope, su amante, Beatriz, su esposa, etc. se perfila como la visión mural de un hombre víctima de sus propias ambiciones, enfermo de poder, sin casi aplicarlo, solo, desterrado como los antepasados latinoamericanos de esta especie con sus respectivas variedades históricas y sociales. Es una víctima que mueve a consideración, un parapléjico que se extingue en su propia impotencia.

 

Es una novela semiabierta, cuyo final es menos intenso que sus agudos diálogos, a veces jocosos pero siempre críticos. Es su primera novela y  su intromisión en la novelística es augurio de cosas mejores.



[1] Estevanovich Rojas, Eduardo. El águila no caza moscas. Ed. Guayacán, San José, 2010.

Efectos Personales. Novela de Faustino Desinach Cordero

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Efectos Personales es la primera novela que publica Faustino Desinach Cordero. Lo hizo en el año 2009.1

 

Esta novela la han ubicado como integrante del movimiento llamado "Realismo sucio". En la misma novela el narrador dice:

 

"Narradores en imágenes, ahí es donde está la belleza del realismo sucio de las cosas y del ser humano".2

 

Tendríamos que entender que existe un realismo limpio. Tal vez el nombre no sea feliz. Pienso que es una modalidad diferente de enfrentarse a la misma realidad y crear la obra literaria a partir de ella. El arte en general y la literatura en particular tienen la libertad, propia del creador, de escoger qué partes, tonos, claroscuros, matices, de esa realidad para configurar su obra. De esta visión propia del autor surgirá una obra descarnada, tremebunda, desgarradora, u otra positiva, llena de imágenes bellas  y ambas podrían ser literarias si el manejo del lenguaje y otros elementos es el adecuado. Ya el naturalismo como movimiento literario, en el pasado, se encargó de mostrar el lado feo de la realidad y los autores contemporáneos vuelven los ojos hacia una realidad que la sociedad burguesa y la historia oficial tratan por todos los medios de ocultar.

 

La novela tiene un rasgo del que poco se ha teorizado y éste es "lo privado". La épica se dedicó por completo a la vida pública, lo que todos sabían, lo dicho, lo expuesto y quizás podriamos afirmar del mundo oficial pero la novela tendría la oportunidad de fundamentarse en ese mundo desconocido, oculto y siempre tan importante como es lo privado. No sólo en cuanto  a los personajes se refiere sino a la historia. El buen novelista siempre encuentra la forma de contar, narrar sobre mundos privados, desconocidos, inventados pero terriblemente reales. Ese mundo subterráneo, lleno de pasiones, descarnado, sádico a veces, terriblemente violento es el que descubre y recrea esta novela: Efectos Personales. Es como si se abriera esa valijita y comenzaran a salir toda clase de imágenes que algunos no quieren ver o desearan ocultar o simplemente mirar para otro lado.

 

Por ello, creemos que el personaje fotógrafo y aficionado a las mariposas Tony Fernández, en sus estadías en San José de Costa Rica y Nueva York, disfruta revelando sus imágenes en ambos sentidos. Es cierto que nuestra sociedad es violenta y eso muy pocos podrían negarlo y que se tiende a empeorar cada vez más. Pero lo que sorprende y quizás llama más la atención es tropezar con personajes corrientes, jóvenes, de clase media, estudiantes universitarios y hasta profesionales como protagonistas de ese desenfreno sexual, esa violencia desmedida e inhumana a que voluntariamente se introducen. El sexo por el sexo mismo. No importa cómo ni con quién. La vivencia de la violencia sexual hoy y mañana... no importa. Pero no nos asombra por falso, pues no lo es. En esa lucha por alcanzar el éxito, medido en poder, no se escatiman medios. Así desfilan por la novela las historias más crudas, desde la muerte de Parmenio, la violación del joven en la sabana, el maltrato y abandono de hijos y madres a la miseria, el asesinato de una joven que rechazó a un viejo sádico, por manos de él, la venganza de su hijo contra ese mimo viejo que era su padre, la violación de un menor por un soldado de la marina, etc. Todas estas imágenes narradas son un testimonio que no podremos ocultar.

 

No más al comienzo de la novela cuando Aurora lleva a Pablo Morfo a la iglesia católica y el padre baña a Pablo con agua bendita, comienza un soliloquio que es de antología. Morfo le da gracias a Dios pero de qué manera. Dejo al lector en suspenso con el fin de que lea la novela y pueda experimentar ése y otros pasajes importantes de la misma. Está en la página 62.

 

Ahora bien, cabría preguntarse, los personajes son felices, se realizan plenamente. Mi respuesta es no. Y la novela es explícita no solo en el lenguaje directo, sin tapujos para describir las escenas más violentas de sexo, como para señalar imágenes de frustración, impotencia, fracaso, y sobre todo de soledad, tal y como muere el personaje Tony Fernández  en un hospital.

 

La novela deja muchas dudas existenciales y abre un abanico de respuestas a la violencia actual ejemplificada en el sexo y las drogas pero sobre todo en la impotencia del ser humano para resolver ésas, sus propias limitaciones en esta sociedad materialista.



1 Desinach Cordero, Faustino. Efectos Personales. F. Desinach, San José, 2009.

2 Desinach Cordero, Faustino. Ob. Cit., p. 144.

 

Es que soy un salao por Benedicto Víquez Guzmán

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ES QUE SOY UN SALAO

 

-Mirá Miguelito. Si hay alguien salao, ése soy yo. No existe otro en este mundo

 

Me decía Felo al salir de misa de diez.

 

- Con decirle que a mis treinta años nunca he tenido novia y esto te lo digo en confianza, para que no me jodan tus amigos, soy virgen. Nunca me ha salido ninguna atarantada y esto que la he pulseado por todos los medios.

 

Y seguía con su confesión.

 

_ Mirá es feo rajar pero yo no soy tan feo, soy trabajador, no tomo, no mujereo y tampoco me gusta el juego. Me acuesto temprano. De la casa al trabajo y luego a la casa y los sábados y domingos, por la noche me gusta ir al Centro, me meto a ver jugar billar y no subo a bailar arriba, porque viera la torta que me jalé.

 

Y continuaba con más entusiasmo

 

Es que yo si que soy salao. Un domingo, cuando empezaba, a ir al club, subí arriba, según yo a ver si podía bailar por lo menos un bolero que no cuesta mucho y vieras lo que me pasó. ¡Qué salao que soy! Sale un bolerazo y me voy directo hacia una muchacha de pelo largo negritico, lacio y aterciopelado. Ya le había puesto el ojo desde que entré. Me acerco despacito y le digo, tomándole tiernamente el brazo:

 

-Podemos bailar.

 

Para qué  lo hice. Se puso de pie y me mandó un derechazo que casi me arranca los dientes. No ve que era un güevón de esos que usan pelo largo. Salí de ahí corriendo y nunca he vuelto a subir.

 

Me paso la noche, eso sí hasta las once, viendo jugar pool y televisión en el bajo. Pido una coca cola cero, igual que yo, y me la voy tomando despacito. Luego regreso a mi casa, me encomiendo al ángel de la guarda y me acuesto a dormir.

 

Pero eso es saludable, Felo - atiné a decirle-. Llevas una vida sana.

 

-Sí, me respondió, pero vieras que salao que soy. No te he contado lo peor. No sé por dónde empezar. Es que soy tan salao que el domingo pasado Katia aceptó, después de muchos ruegos, salir conmigo por la mañana a misa de seis. Veníamos contentos, hasta me había atrevido a cogerla de la mano, conversábamos de las cogidas de café que estaban buenísimas y antes de llegar a la entrada de la iglesia, junto a la casa de Paco, comenzó a llover, eran unos goterones enormes, y el desgraciado de Quincho, el que recoge la basura en la Municipalidad, de pronto echó a correr con su carretillo y sin darse cuenta nos levantó por detrás y caímos de bruces delante de toda la gente que se reía a más no poder. Katia se levantó enojada y se devolvió para la casa, coloraditica de vergüenza y me dijo:

 

-Con Ud. No vuelvo a salir. Sos un salao, por eso nadie te quiere.

 

-Mirá Miguelito he visitado a consejeros, adivinos, hasta hechiceras y sigo igual. Unos me han dicho que es un mal que me hicieron de carajillo por culpa de mi tata que tenía una mujer de mala vida pero no se decidía a dejar a mi mama. Entonces le mandó un refresco conmigo y yo me lo tomé. Ve qué salao. Hasta libros de esos que llaman positivos he leído y nada. Y lo peor es que desde ese día, en las noches, cuando duermo, oigo un vuelo en mi cuarto, como de un zopilote que no me deja dormir con tranquilidad.

 

Mientras dejaba escapar sus desgracias, se rescaba el cráneo de su cabeza, como si quisiera borrar sus calamidades. Me daba la impresión de que quería contarme algo más grande pero no se atrevía. De pronto se quedó mirándome y me dijo:

 

-Mirá Miguelillo, si te cuento algo, me jurás que guardas el secreto.

 

_Claro que sí, Felo, no faltaba más. Te guardaré el secreto. Y besé la señal de la cruz en mis dedos.

 

Tomó fuerza y después de tres tocidos, me comentó:

 

Ayer por la noche me ocurrió algo terrible.

 

Y no me permitió sorprenderme, cuando retomó la conversación.

 

_ llegué a mi casa a eso de las once y media, como de costumbre, abro la puerta de mi cuarto y luego la cierro, enciendo la luz, me pongo la piyama a rayas, me hinco y rezo la oración que me enseñó mi mama desde pequeño que dice.

 

Y se puso, con devoción a rezarla:

 

"-Ängel de mi guarda,

 de mi dulce compañía,

No me desampare,

Ni de noche, ni de día"

Y siguió

 

Terminada mi oración me acurruqué debajo de la cobija y me dispuse a esperar, con una 38 que me prestó Carlos, el de la casa esquinera, en la mano, dispuesto a matar ese maldito zopilote que no me dejaba dormir en paz.

 

Pasaron diez minutos y el cabrón no entraba, como si supiera lo que le esperaba. Tres minutos más, cinco...De pronto oí un ruido de alas afuera de mi casa. Esperé atento. No tardó en llegar el aleteo, ya dentro de mi cuarto. Se detuvo, pensaba yo, sobre la cortina de la ventana. Luego dio una vuelta y otra. Preparé mi arma y esperé el momento ideal, precisamente cuando pasaba por la puerta. Lo calculé y...disparé. Fue un solo plomazo y oí caer el pesado cuerpo al frente de mi cama. Guardé silencio y esperé. La noche era profunda y el silencio aterrador. Pasados unos minutos de agonía, me incorporé y me acerqué al encendedor de la luz. Lo apreté y ... pude observar, frente a mí, el cuerpo exánime de un ser bellísimo, un cabello dorado con rizos a sus lados y una cara juvenil rosadita, casi con una sonrisa en los labios y unos ojos grandes, redondos como dos lunas que me miraban llenos de compasión. En la espalda, detrás de sus amorosos brazos, se extendían dos hermosas y arrulladoras alas como si desearan guarecer mi corazón agitado.

 

Tomé mi cobija, Miguelillo, enrollé aquella hermosa criatura que permanecía inmóvil pero serena y sin mostrar una sola gota de sangre, la tomé en mis manos y la llevé al cafetal. Ahí, detrás de la mata de chayote hice un hueco y le di cristiana sepultura. Construí una crucita de piñuela y le agregué unas chinitas y me arrodillé y le pedí perdón.

 

-Sí Miguelillo. Maté a mi ángel de la guarda. Vea si soy salao.

 

Felo murió de viejo a los noventa años, en el asilo de ancianos San Agustín de Heredia

El vuelo de Ra. Novela de Manuel Delgado Cascante

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El vuelo de Ra la escribió Manuel Delgado Cascante en el año 20101 y es la única obra literaria conocida que hasta ahora ha escrito.

 

Ha sido clasificada como literatura de Ciencia Ficción. Por esta razón antes de comentar la novela propiamente nos vamos a referir brevemente a este género literario.

 

El primer aspecto y más importante que una clasificación es establecer si la obra es literaria o no. Si reúne los principales rasgos de ese arte. Si partimos de que el arte literario es invención, creación que utiliza el lenguaje polisémico como único medio para plasmarla, entonces llegamos a la conclusión que la obra en estudio es de muy escaso valor literario pues el lenguaje utilizado se acerca más al discursivo y analítico y aplica una secuencia lógica, lineal que lo acerca al lenguaje unívoco propio del uso corriente, natural. Además se muestra muy explicativo. Solo la frase "es decir" se encuentra a lo largo del relato dos o más veces en cada página. Lo mismo ocurre con las llamadas preguntas retóricas  que son reiteradas y numerosas como queriendo interesar al lector social con problemas futuros fácilmente predecibles. Por último y no menos importante es el descuido gramatical y los errores tipográficos, lo que algunos correctores de estilo llaman "suciedad del texto".

 

Con respecto a la tipificación de la novela como ciencia ficción debemos aclarar que esta modalidad pertenece al género maravilloso. En él el lector acepta la interrelación entre las leyes naturales y las sobrenaturales o, como en el caso de la ciencia ficción, las leyes científicas posibles, pero aún no demostradas con base en la experimentación. En el primer caso los lectores reciben con agrado toda clase de elementos mágicos y seres sobrenaturales con rasgos inverosímiles y disfrutan de ese mundo fantasioso con gran entusiasmo. Está más cercano a la fantasía de los niños; en cambio en la modalidad de la Ciencia Ficción lo que hace agradable e interesante del relato es la introducción de teorías o ideas científicas nuevas que explican racionalmente fenómenos inexplicables por la ciencia actual pero que el lector acepta como posible y se interesa por su aplicación en la ficción literaria. A pesar de que se afirma que son relatos del futuro ello no es imprescindible aunque se usa con mucha constancia. Bien podría tratarse de mundos paralelos, viajes al pasado, encuentros y vivencias productos del azar, el teletransporte, el efecto del túnel, la sincronía temporal, la indeterminación y las virtualidades científicas que abre la teoría cuántica en los diferentes campos de la energía, la luz, el tiempo, etc.

 

La estructura de un relato de Ciencia Ficción, en lo básico, sería más o menos así:

 

Se parte de una situación inicial generalmente negativa, en el caso de la novela que nos ocupa sería la destrucción de la vida en el  planeta tierra que sufrió los dos procesos del mundo dividido, el mundo unificado o el imperio, hasta que llegó la gran explosión. Esta situación inicial negativa genera una serie de procesos que engloban una especie de prueba particular. Es este caso es el inicio del viaje espacial de Ra, esa nave-ciudad que albergaría a los científicos más calificados pero que básicamente están representados por Viktor Hensen-Pavel y Camila. La nave que nos recuerda el arca de Noe, es una especie de sección de planeta que viaja por el espacio y tiene como función salvar parte de la humanidad, la más calificada, aunque niegan la entrada de la niña de Camila, después aparecen escuelas y toda una organización planificada social. Estos dos personajes y su equipo de científicos configuran lo que podríamos llamar El elemento fundamental del éxito, la salvación de la raza humana pero en este relato de ciencia ficción su poder mágico radica en los conocimientos científicos que poseen, mediante los cuales podrán salir airosos en la prueba fundamental y así llegar a una situación final positiva, que en la ciencia ficción se configura de preferencia en el futuro.

 

En la novela el vuelo de Ra reúne la doble virtualidad del viaje de ida y de regreso. Con esta estructura el autor contrapone dos sistemas sociales diferentes solo en algunos aspectos: los políticos, los sociales y los morales. Así durante el viaje el narrador omnisciente cercano al autor, participa de la reflexión en los tres estadios anteriores y censura los vicios de esa humanidad del mundo dividido y la crueldad y el exterminio del mundo unificado o el imperio. Son constantes las reflexiones sobre aspectos morales propios de una sociedad materialista y producto de la globalización, así como la muerte violenta, el exterminio, el egoísmo y la injusticia. Utiliza sobre todo la vida de Víktor y Camila, así como la participación del general Octavius.

 

A pesar de que los científicos guiados por Viktor y sus conocimientos no logran el propósito de llegar a Marte y luego rodear el sol para regresar a la tierra, pues el científico muere y Camila inicia un viaje a la tierra desde Ra, la novela no cierra sino con otra virtualidad de Camila. Un regreso a la tierra sin venganza.

 

La novela, más anhela por parte del narrador, una sociedad distinta que la materialización de la misma. Se convierte así en una virtualidad quizás como resultado del azar donde se eliminen todos los vicios de la anterior y que no pierda la memoria de lo pasado.



1 Delgado Cascante, Manuel. El vuelo de Ra. Uruk Editores, San José, 2010.

Unos Novios de Manuel González Zeledón (Magón)

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UNOS NOVIOS

 

Por Manuel González Zeledón (Magón)

 

 

Ñor Sebastián Solano, viejo qua abrió los ojos allá por el año de la Independencia, que después de batirse con un bravo en nuestra única y tan sonada Campaña Nacional, supo acumular una regular fortunita, vive en santa y regalada paz en el pueblo de su nacimiento, en compañía de su familia, compuesta de ña Teresa Rivera, su arrugada costilla, y de su "unicuija", la donairosa Jacinta o Chinta, como sus padres la han confirmado.

 

Lencho Anchía, mozo de unos veinticinco años, vecino y ahijado de ñor Solano, entabló amores con Chinta y, correspondido por ésta, todo fue uno quererse y casarse con el beneplácito de toda la parentela.

 

Yo he venido siendo amigo de ñor Sebastián, y por consiguiente, fui por él invitado a la boda con todos sus circunloquios.

 

_Vea, don Magón, lo qu'es por bestia no deje de ir; el sábado bajo y le dejo el patas blancas pa que vaye: es cosa de probes, no se figure que va'ver budines ni bistedes.

 

Y lo que fue por bestia no dejé de ir; fui en el "patas blancas" a trote desgarrador y me encontré en plena fiesta de novios, la casa de mi buen  amigo ñor Sebastián Solano.

 

Sobre la tranquera lucía un hermoso arco de "bambuses" entrelazados con pacaya y saúco, y cubierto de flores de reina de la noche; el patio, amplio y despejado, había sido barrido a conciencia; los corredores estaban adornados con vástagos de plátano y banderitas de papel, y la sala brillaba como una camisa almidonada, cubierta de flores y adornada con cortinas y antimacasares prendidos con poco arte y menos gusto, de cuanto ángulo saliente o cajón de puerta y ventana daban lugar a recibir un clavo.

 

La ceremonia eclesiástica había tenido verificativo a las cinco de la mañana en la Ermita del pueblo, ante numeroso concurso y con su acompañamiento de bombas y cohetes, su velorio y repiqueteo de campanas y chorreadera de candelas de cera y esperma.

 

De manera que a mi llegada los viejos, los novios y la concurrencia sólo se ocupaban del hartazgo, de la bebedera, del baile y del consiguiente jaleo.

 

Los músicos, un violín, un clarinete, y una guitarra, lanzaban al aire alegres aunque desentonadas notas; los "muchachotes" se esforzaban en bailar atropelladamente agarrados a sus respectivas parejas; los viejos se atarugaaban de lomo relleno, café y cuajadas, arrodajados en la cocina; los novios coqueteaban encaramados en una canoa a la vera del corredor, y ñor Sebastián y su vieja sudaban la gota gorda por mostrarse complacientes y dejar bien sentados su nombre y su fama de personas "rajadas pa un convite".

 

_Mándese apiar, don Magón. Ya yo me creí que no venía.

 

_Sí, señor, ahora me lo estaba diciendo Sebastián, que qué sería la tardanza.

 

_Venga pa que conozca a Lencho y pa que vea a Chinta.

 

Corrió ñor Sebastián, agarró a Lencho de una punta de la chaqueta y me lo empujó echándomelo encima, a la vez que me lo presentaba con estas palabras:

 

_Éste es el mentao Lencho Anchía, que unque es feo el decilo y no es porque se haiga casao con m'hija, no tiene por qué le ponga nadie la cara en vergüenza en ninguna facultá.

 

Ña Teresa me señaló a Chinta, toda avergonzada y confusa. Temblaban en los ojos de la buena vieja un par de lagrimones; su cara denotaba encontrados sentimientos de placer y ternura y la sangre franca y leal de nuestras campesinas coloreaba las arrugas de su honrada frente.

 

_N'ues poque sea m'hija don Magón, pero vale lo que pesa en oro; ella pa la plancha, ella pa la piedra, ella pa la batea, y más que no se sepa la O por redonda, eso sí buena cristiana y buena hija con sus padres.

 

Chinta tenía que ser cuanto su madre decía: si la cara es el espejo del alma y a los ojos se asoma el corazón en las horas de supremo placer como en las de honda angustia, si para reír como para llorar, lo bueno y lo bello despliegan o contraen los labios o los párpados, aquella niña era dechado de virtud y ternura.

 

Era alta, esbelta, morena. Abundosa y rizada de negrísimo cabello sombreaba el óvalo correcto y picaresco de su linda cara; brillaban bajo sutiles cejas y al amparao de sedosas pestañas, unos ojos más negros que la conciencia de un agiotista y más juguetones que un gato vagabundo; la boca, como flor de granada rociada de sereno, daba paso al candor y a la inocencia en forma de sonrisa; la blanquísima gola de la fina camisa, a duras penas contenía la exuberante curva del turgente seno; la respiración anhelosa hacía temblar la luz en las plateadas lentejuelas y formaba magnífico pedestal a tan hermoso busto la graciosa ondulación de la breve cintura y la apretada redondez de las caderas. El color bronceado claro del fino cutis, la atrevida sencillez de los desnudos hombros, el terciopelo del fino vello de los torneados brazos, la corona de azahares olorosos, la húmeda mirada, la sonrisa zalamera y el todo de aquel botón de tricopilia, lleno de sangre joven y de perfume de selva virgen, me hicieron envidiar la suerte del novio, del venturoso Lencho a quien odié un instante y por quien me hubiera trocado a pesar de sus manos callosas, sus orejas llenas de tierra, sus talones "rajaos" y su chaqueta color de panza de burro y sus calzones negros de cuero de diablo.

 

_¡Tóquese El Torito!

 

_¡Sí, arrelen a un zapatito y que bailen los novios!

 

El clarinete rompió el silencio con las picantes notas del torito, el violín hacía segunda y en la guitarra vibraban las sonoras cuerdas con un rasgueo endemoniado que hacía saltar el corazón y anudaba el gozo a la garganta.

 

Los novios se abrieron paso y los mirones hicieron cancha.

 

Lencho, con su pañuelo de seda rojo echado al cuello y del que agarraba las puntas con ambas manos, restregaba las patas en el suelo de tierra y llevaba el compás con las angulosas caderas, dando vueltas alrededor de Chinta, hincando ora un  rodilla, ora la otra, tirándole besos con la punta de los dedos y lanzando de pronto vivas a su airosa pareja.

 

Chinta, cogida la cintura con aire desdeñoso, enarcando el gracioso cuello, con la perpetua sonrisa en los labios, con jacarandosa y sandunguera alegría en el semblante y estremecimientos provocativos, movía los pies con acompasado ritmo y escurría el cuerpo a su galante pareja.

 

Ña Teresa hacía pucheritos en un rincón de la sala, y ñor Sebastián resoplaba entre la piña de mirones con las cuerdas del pescuezo tirantes como bordones de contrabajo, la cara amoratada y sudorosa y la bocaza abierta de par en par, dando ancho paso a la alegría que le llenaba el cuerpo y a la satisfacción que le rebosaba el alma.

 

Concluido El Torito, una ruidosa, atronadora aclamación acogió a los bailarines, entraron a la lid nuevas parejas, mientras que las salientes se entretenían en placeres más sólidos alrededor del "molendero" de la cocina, atestado de gallinas rellenas, lomos, chorizo,, huevos duros, queso fresco, cuajadas, pan dulce y rosquetes, e infinidad de bocaditos más o menos sabrosos.

 

Yo me saqué la tripa de mal año, y hasta una indigestión, atipándome de cuanto yo creí que me gustaba, además de lo que los viejos me hacían creer que era bueno, y a las once de la mañana, un tanto soco y un mucho ahíto, me dormí profundamente al pie de un frondoso higuerón, al arrullo de las músicas nacionales, olvidando a Lencho y cantando entre dientes:

 

Echame ese toro ajuera

hijo de la vaca mora,

para sacarle una suerte

delante de mi señora

 

El Heraldo de C. R., 12 de abril de 1896.

 

Cuadro de costumbres de Manuel González Zeledón. Resalta en él la descripción, sobre todo de Chinta, esa joven campesina que simboliza la mujer campesina costarricense de principios del siglo XX, tanto con respecto al código moral cristiano, como a su belleza sin igual. Magón es un maestro en pintar con sutiles pinceladas esa inimitable mujer, su ironía deja campo para que señale sutilmente la gracia y la delicadezade Chinta así como ese dechado de rasgos que haacen de ella un ramillete de encanto y belleza que hasta el mismo Magón sienta celos de Lencho, su futuro esposo.
Se ha dicho por algunos que Magón se burla un tanto de los campesinos, sobre todo en las descripciones de los hombres pero si nos ajustamos a la realidad, tenemos que afirmar que eran así. La belleza de Chinta se contrasta con lo grotesco del varón. Lo cierto es que esa pintura de la boda campesina costarricense es sin igual y nos trasporta a ella a través del lenguaje y quedará en nuestra rutina para siempre sobre todo para aquellos que la vivieron.

La Actriz de María Bonilla Picado

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                                        La Actriz de María Bonilla Picado

 

La tercera novela que publicó María, recibió el nombre de La Actriz y fue publicada en México en el año 2006.1

 

Esta novela es de escaso tamaño. No va más allá de las 74 páginas. Sigue las mismas directrices de las dos novelas anteriores Mujer después de la ventana y Al borde del aliento, otoño en varios aspectos. El personaje principal es una mujer y utiliza la primera persona femenina para narrar los acontecimientos, se inclina, la autora, por un diseño de técnicas teatrales y en este caso contrapuntea con una obra de W. Shakespeare, la comedia Sueño en una noche de verano; por otra parte el personaje femenino se desnuda en su interioridad, lleno de dudas, separaciones, irrealizaciones, sueños y deseos, impotencias y proyectos inconclusos, amores y frustraciones.

 

El diseño formal de la novela es sencillo. Una compañía de teatro solicita la presencia de una mujer que hará un papel en la comedia Sueño en una noche de verano de W. Shakespeare y solicita algunos requisitos que deben presentar en un curriculum vitae. El personaje María, que este es el nombre del protagonista, asiste a la cita y después de un tiempo logra que le den el papel. Deberá representar a Titania, la diosa de las Hadas en la comedia. Durante más de 14 días representan la obra en el teatro y la novela termina cuando llegan a la última representación.

 

La novela simultáneamente va desarrollando el proceso del personaje María como actriz desde el momento en que decide solicitar el empleo y en forma paralela las vivencias del mismo personaje en su búsqueda del amor imposible de la comedia, el viaje al bosque, la separación y los encuentros, la huida hacia el Paraíso, las venganzas, el suicidio y un mundo lleno de imágenes oníricas que ocurren en ese sueño de "amor" en esa noche de verano que en ocasiones es fría, llena de soledad, de incertidumbre, de dudas, encuentros y separaciones. No escapa tampoco la cotidianidad como certeza irrenunciable tanto en la vida del personaje real como el trabajo reiterativo de la puesta en escena de la comedia.

 

Otro aspecto que llena de vitalidad la novela es la intertextualidad que va no solo por la utilización de una obra literaria como trasfondo sino estrofas poéticas, propias y ajenas, pedazos de canciones y hasta incorporaciones de los cuentos de hadas y sus poderes mágicos que yacen en la misma obra de W. Shakespeare y es el lugar (el bosque) donde suceden los encantamientos, transformaciones, enamoramientos, encantos y desencantos.

 

Novela de imágenes, llena de esencias de vida, profundamente humana que desnuda el corazón de una actriz en su cotidianidad y en sus sueños. Esa vida compleja llena de dudas, más que de certezas que invita a reflexionar sobre la misma esencia del teatro que permite representar esos trozos de vida más trágicos que cómicos, más soñados que vividos de ese verosímil incierto, ese azar caleidoscopio que parece, en muchas ocasiones dirigir nuestras vidas por caminos insospechados y escurridizos. Teatro o realidad, verdad o ficción, luz o sombras o quizás lo más certero: síntesis de ese misterioso destino conducido por el azar.

 

Esta novela bien podría tener un uso pedagógico: enseñar a los noveles actores  en ese maravilloso mundo del espectáculo teatral.



1 Bonilla Picado, María. La Actriz. Tintanueva Ediciones, México, 2006.

La hybris. Una propuesta para atacar la violencia

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LA HYBRIS

 

Esta palabra de origen griego significa "cólera" en español, desequilibrio. Es un estado emocional irracional de impredecibles consecuencias. Algunos lo comparan con un corto circuito y ello es correcto pues es el enfrentamiento entre dos fuerzas opuestas cuyos resultados son, por lo general violentos. Este es el detonante de la violencia.

 

La literatura universal recoge gran cantidad de obras de gran valor cuyo eje central es ese momento emocional desequilibrado. Recordemos algunos ejemplos: La mil y una noches inician con la muerte de las dos princesas que sendos hermanos descubren cuando les son infieles.  La Ilíada de Homero se inicia precisamente como una invocación a una diosa que más o menos dice así:

 

"¡Canta, oh Diosa,  las cóleras del pélida Aquiles,

Cóleras funestas que causaron tanto daño a los Argivos!"

 

Sí la guerra de Troya fue el resultado de la hybris de Aquiles, por lo menos el detonante,  qué decir de las tragedias griegas: Edipo Rey,  Edipo en Colono, Electra, y todas ellas, las de Esquilo, Eurípides  y Sófocles.

 

¿Y el Cid Campeador o Vengador, Shakespeare con su Otelo y hasta los amores imposibles de Romeo y Julieta; porque los suicidios son estados emocionales desequilibrados, donde prevalece lo irracional sobre la razón, donde no hay equilibrio, serenidad, paz sino violencia?

 

No existe épica sin héroes y éstos sin guerras. La literatura está llena de violencia por la sencilla razón de que sus obras literarias son creaciones de la realidad misma y ésta siempre ha sido violenta.

 

Si el lector acude a los libros sagrados, todos tienen muestras abundantes de cóleras y violencia, desde el Gilgamesh, Los Vedas, El Ramayana, El Kalevala, etc. hasta llegar a la Biblia. Todos son violentos. La Biblia es uno de los más violentos, sobre todo en los libros del Antiguo Testamento. La muerte de Caín por su hermano, La destrucción total de Sodoma y Gomorra, Las cóleras del rey Nabucodonosor que solo el harpa de David podía calmar, Sansón y Dalila, y el increíble crimen de Judea que aparece en Jueces, la matanza de los niños inocentes, las lapidaciones y apedreadas a mujeres, etc., etc.

 

Y ¿qué decir de la conquista de América por los españoles con la espada y la cruz como solía decir Galeano? Llenaríamos páginas y más páginas y no cabrían los ejemplos solo literarios de tanta violencia y eso lo que indica es que nuestra civilización ha estado llena, repleta de violencia, desde el origen del hombre hasta nuestros días. ¿No fue acaso el nacimiento de las religiones paralelo al surgimiento de las guerras y el poder de unos pueblos que avasallaban a otros. La muerte en nombre de Dios ha sido una consigna antigua y moderna y los ejemplos los tenemos al Norte y al Sur. Hoy hasta los carteles de la droga tienen su propia virgen.

 

Ahora bien, si esa ha sido la realidad y la cultura de la guerra, de la violencia, de la hybris, de la cólera, del desequilibrio, del irracionalismo, la pregunta es cómo podemos, ahora, parar esa estupidez humana? ¿Con proclamas, campañas, manifiestos, huelgas, reuniones, congresos, más policías, llenando nuestras casas con barrotes como cárceles? Las respuestas parecieran ser muchas y complejas, sobre todo si se sabe que quienes ostentan el poder mundial, político y económico son los promotores, directos o indirectos de esa pandemia. ¿Se podrá cambiar esa realidad o al menos intentar cambiarla desde abajo o desde arriba? ¿Cómo empezar? Se ha escrito tanto al respecto y se han codificado las soluciones pero la pandemia aumenta y no presenta visos de sanación, casi ni para los poderes mágicos, pues han resultado ser improductivos.

 

Los unos afirman que la violencia está en el hogar, otros en la pérdida de valores y los más sesudos pontifican que es un mal, producto de la desigualdad, de la pobreza, de la injusticia social. Y todos, unos más, otros menos, parecieran tener razón y la medicina a esa pandémica situación varía desde las creaciones de ejércitos poderosos hasta acuerdos generales de paz que nunca se cumplen ni por los mismos que los ponderan como es el caso Israel y Palestina.

 

Todos opinan y dan las soluciones pero la violencia sigue creciendo y amenaza con extinguir la humanidad. Quisiera tener la solución pero no la tengo. Solo me atrevo a comentar algunos conceptos sobre los actores de la violencia.

 

Tres elementos conforman esa problemática:

  1. El sujeto: Es quien realiza la violencia
  2. La acción: El acto mismo, producto de la irracionalidad
  3. El receptor. La víctima de esa acción

 

El primero y el tercero son interactivos, cambiantes. Unas veces son sujetos y otras receptores o víctimas. En esta categoría aparecen varios niveles: el nivel primero es  al que pertenece el poderoso, el que manda, el que tiene el dinero y el poder político, el que ordena. Luego aparecen los mandos medios que son los segundones, los que conciente o inconscientemente se convierten en aliados: las religiones, los medios de comunicación, etc. Y el nivel bajo que lo representa el pueblo, los actores comunes. Son abundantes y tienen un solo propósito: obtener lo que no tienen. Ésta es la violencia más visible y palpable y la que la mayoría de personas ve, siente y padece. Hacia ella se enfocan casi todas las medicinas: cárcel, leyes duras, pena de muerte, y a los actores se les llama criminales, asesinos, bestias, etc. y lo son pero  no se les llama así a los del primer nivel sino a los de abajo. Porque los del primero y segundo niveles pasan por buenos, salvadores, ejemplares, héroes, ungidos, sabelotodo. Y se preocupan por la problemática solo en el momento en que ella atenta contra sus intereses o alcanza a uno de ellos, por casualidad.

 

El segundo elemento lo representa el acto mismo del desequilibrio. Este elemento es variado y va desde un suicidio hasta una guerra y podría llega hasta la extinción de la humanidad. Se manifiesta de muchas formas: robo, trasiego, injusticia de un juez, muerte, hambre, carencias, etc. Ocurre en cualquier lugar y se manifiesta de las maneras más increíbles e inesperadas. Puede ser la muerte violenta de un animal, la intolerancia, la impotencia, el vicio, la droga, la inconformidad, la burla, el castigo injusto, etc. Las consecuencias de un acto violento son impredecibles e insospechadas. Simplemente suceden y las causas son variadas y complejas pero tienen un mismo origen: desequilibrio, hybris, cólera.

 

El tercer elemento está representado por toda la sociedad. Unos, más que otros pero nadie escapa a esa pandemia. Tarde o temprano le tocará su cuota y ésta llega cuando menos lo imaginamos. Tanto victimarios como víctimas sufren las consecuencias de esa violencia producto de esa hybris.

 

Cualquiera pensaría que el remedio a la violencia sería muy fácil: eliminar esa maldita hybris, esa cólera, ese desequilibrio y muerto el perro terminada la rabia. Pero eso no es tan fácil. ¿Por donde atacaríamos la enfermedad, por el primer elemento, el sujeto de arriba y luego los intermedios y por último a los actores visibles... o será mejor al revés? O ¿lo debemos hacer simultáneamente atacando los dos frentes? Porque no hay duda de que ahí está el germen de la violencia. Lo que corresponde es diseñar la estrategia y comenzar de inmediato con la medicina.

 

Ahí les dejo estos comentarios para que los mediten y hagan sus propuestas a quienes tienen el poder en sus manos para sanar de violencia esta sociedad.

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