El águila no caza moscas de Eduardo Estevanovich Rojas

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                                            EL ÁGUILA NO CAZA MOSCA

 

El águila no caza moscas, es la primera novela que Eduardo Estevanovich Rojas publica y esto lo hace en el año 2010.[1]

 

Algunas aclaraciones preliminares.

 

Los contextos seleccionados por parte del autor son, esencialmente políticos, ideológicos muy recientes. La novela se ocupa de una figura política que aún vive y que su historia, por lo menos la más visible acaba de terminar. Esto tiene sus beneficios y también sus limitaciones. Ya no se trata de novelar los contextos biográficos, históricos y políticos de un gobernante del pasado remoto, tal y como hicieron los escritores del neorrealismo, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, García Márquez, etc. sino de entrar en el mundo de ficción con dos personajes vigentes. Del pasado el lector quizás tenga recuerdos contados por sus abuelos pero del presente, tiene vivencias experimentadas y sufridas. La reacción del público será muy diferente. O se reacciona con pasión o simplemente se declara, por parte de los interesados un silencio sepulcral por algún tiempo.

 

La segunda aclaración también tiene que ver con esos contextos frescos. El autor posee una visión muy cercana y es difícil alejarse lo suficiente de ellos como para mirarlos con perspectiva, tanto histórica como ideológica. Los hechos son tan recientes que aún no han sido digeridos por el rumiar del tiempo. Quizás esta novela sea el primer molino de esa harina que está por salir.

 

El autor de esta novela muestra conocimientos literarios importantes que le permiten acercarse a esos contextos y a partir de ellos crear su obra literaria, su visión, su creación, su mentira, su embuste que cuando es tal, supera los límites de la realidad.

 

La novela, y ahora me atengo al comentario como tal de la obra literaria, se inicia con una evidente intención estructural: la maravillosa historia de un rey que atendía bajo su reinado un país o reino muy pequeño. Esta es la situación inicial, un espacio, un tiempo cercano, un personaje y un conflicto: lo que era el reino-país y lo que se creía, decía, mitificaba de ese reino. Las dos leyes de los relatos maravillosos en la versión de cuento de hadas. Por una parte las leyes naturales (LN) y por el otro, las leyes sobrenaturales (LS). Este conflicto será la clave de la novela, su tesis. Lo que es y lo que se pretende que sea.

 

A través de las voces del relato se van desarrollando los acontecimientos y esto es novedoso en la estructura de la novela. No se presenta un narrador que guía al lector con maestría y estricto orden lógico-causal, atento, explicador, moralista, guía sino que se acude al diálogo. Son voces apenas perceptibles que van perfilando la historia. Y esto no es fácil manejarlo, máxime si se decide prescindir de todo signo tipográfico para indicarlo. La novela es un solo párrafo de 152 páginas y no presenta signo alguno de diálogo o intervención de las voces-personajes. Esto en el teatro es fácil, pues el receptor ve la imagen de quien enuncia, mientras que aquí debe deducirla del tipo de expresión, del valor semántico mismo y tal vez de algunas frases clisés que juegan como elemento mágico del relato-enunciación.

 

En los cuentos de hadas el rey no sale a recorrer el mundo. Envía a sus hijos, parientes, cercanos, etc. a conseguir el elixir, lo deseado, riquezas, mujeres princesas, una flor especial que le quitará su ceguera,  o las plumas de un pájaro (Dulce Encanto), una muñequita-virgen que evite las injusticias sociales y las desigualdades, etc. En esta novela el rey busca la gloria, el ser supremo y aquí se da la simbiosis con el Señor Presidente del país pequeño. El señor Presidente busca ser rey de ese reino y se lo cree. Pero ambos están presos, cautivos, encerrados, enajenados: el rey por sus terribles celos  que encierra a todos los hombres en la cárcel por soñar con la reina y El señor Presidente por las intrigas de su hermano que usurpa su lugar y tiene el poder del país-reino. Ambos son reyes sin poder.

 

Cuando el Presidente es electo por el pueblo tiene gran acogida  y es vitoreado por unos y otros y hasta se le da el Gran Premio del Orbe. Todo ello lo consiguió con un elemento mágico que recibió desde niño y tiene que ver con la retórica. Se trata de adornar sus discursos con citas (mágicas) de autores famosos y uno que otro refrán popular. Este elemento mágico lo convirtió en un político de ficción. Por una parte transcurría esa imagen prefabricada, con apariencia de hombre inteligente, único, sabio que ponderaron sus amigos, los aliados, los periodistas arrimados, la iglesia interesada y los ricos gananciosos. Y ese elemento mágico, permanece como una reiteración cansina, pero de gran valor semántico, en toda la novela.

 

El hermano del señor Presidente confeccionaba sus discursos y sin reparo alguno se los entregaba con la recomendación siguiente. Póngale cuantas citas quiera y adórnelo con imágenes retóricas pero no le cambie el contenido, el fondo.

 

Y con ese elemento mágico, el poder político y el económico, doblegó conciencias y leyes y se reeligió, con fraude incluido, por segunda vez.

 

La novela es polifónica y a través de las diferentes voces, los campesinos, los intelectuales, Cordero su amigo, Penélope, su amante, Beatriz, su esposa, etc. se perfila como la visión mural de un hombre víctima de sus propias ambiciones, enfermo de poder, sin casi aplicarlo, solo, desterrado como los antepasados latinoamericanos de esta especie con sus respectivas variedades históricas y sociales. Es una víctima que mueve a consideración, un parapléjico que se extingue en su propia impotencia.

 

Es una novela semiabierta, cuyo final es menos intenso que sus agudos diálogos, a veces jocosos pero siempre críticos. Es su primera novela y  su intromisión en la novelística es augurio de cosas mejores.



[1] Estevanovich Rojas, Eduardo. El águila no caza moscas. Ed. Guayacán, San José, 2010.

1 Comment

Estimado Benedicto:

Es un excelente comentario. Muchas gracias por leer mi novela y tomarse el tiempo para analizarla.

Valga la oportunidad para expresarle mi agradecimiento eterno por todo lo que he aprendido de usted en cuanto al análisis literario.

Reciba un fuerte abrazo de su ex alumno,

Eduardo Estevanovich R.

Gracias Eduardo. La novela da para más. Es apenas una lectura literaria. Ella soporta un análisis más riguroso y detallado.
Gusto en saludarte después de tanto tiempo.
Benedicto Víquez Guzmán

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 27 de Septiembre 2010 3:29 PM.

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