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Leyendas, cuentos y mitos de los indígenas costarricenses. Las Manrán

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Las Manrán

LAS MANRÁN

 

Estos eran dos niñas. Eran paganas, por eso no tenían nombre.

Los personajes de esta historia fueron los primeros Borucas que vivieron. Ellos eran así: solo veneraban a los suquias: Los suquias eran paganos. Hacían cuanto se les antojaba; todo les salía bien. Sabían hacer muchas maldades.

Los suquias se enojaban con otros borucas. Entonces les quitaron dos niñas. Esta niñas tenían cinco y seis años respectivamente. Se las llevaron de la casa de sus padres para que vivieran solo en la quebrada de de Boruca.

Los padres no pudieron hacer que regresaran a su casa. Ellas solo querían estar jugando en la quebrada. Se pasaban comiendo únicamente mojarras y camarones crudos.

Pasaban los días, y ya nadie las podía detener: tenían una fuerza enorme. Para entonces ya eran mujeres. Cuando veían a un varón en la orilla de la quebrada salían corriendo para agarrarlo. Pero no lograron agarrar ninguno.

Ellas vivían desnudas.

Los suquias hicieron que estas muchachas se volvieran como monas, todas llenas de pelo. Entonces otros ancianos, los más sabios, hablaron nuevamente para que se las llevaran a otra quebrada, lejos de Boruca. Y las llevaron a la quebrada de Veragua, que fue entonces su vivienda.

Los borucas solían ir por allí a buscar plátanos en Barranaco y, para ello, tenían que pasar por la quebrada de Veragua. Como aquellas dos mujeres recorrían la quebrada de arriba abajo, los Borucas no querían cruzarla para ir a Barranco. Ellas vivían esperando solo a los hombres para agarrarlos; las mujeres que pasaban no les interesaban. Querían solo a los hombres.

Entonces nuevamente buscaron a los suquias y éstos las sacaron de Veragua para llevarlas a una poza muy grande de la quebrada de Bijagual.

Hoy día muchas personas tienen sus viviendas ahí. Y las Manrán abandonaron el lugar desde que se estableció gente bautizada en los alrededores. Nuestros mayores decían que se habían ido a la Fila de la Tortuga.

Para concluir, sus huellas se pueden ver en unas piedras grandes en las que se sentaron, pues en aquellos tiempos las piedras eran como barro.

Quien esto dice está acostumbrado a ver aquellas piedras: allá están para quien las quiera ver.

 

Narrado por Espíritu Santo Maroto.

El tigre la devoró

 EL TIGRE LA DEVORARÁ, EL LAGARTO LO DEVORARÁ

 

Ellos eran hermano y hermana.

Entonces se enamoraron.

Andaban sin más compañía el uno con el otro.

Cuando la madre se dio cuenta, ya la muchacha tenía muy adelantado el embrazo.

Entonces le dijo:

- ¿De quién es lo que vas a tener?

 

Pero ella no le quiso decir, porque era de su hermano.

Entonces se fue la madre a hablar con los suquias. Estos le dijeron:

- No te lo dice porque es de su hermano.

Entonces se asustó mucho la gente.

Y dijeron los suquias:

- Llamaremos tres tigres para que la devoren. Así tendrán temor los jóvenes. Vamos a apartar de nosotros esa maldad.

Entonces llamaron a los tres tigres y se la llevaron a Cac Yrá.

Allá la sentaron en una piedra al pie de un árbol. Allá quedó ella. Pero ellos también llevaron a un joven para que viera lo que iba a suceder. Aquél subió a un árbol.

 

A la media noche ya no quedaba ni sangre ni carne ni nada, Se habían comido incluso los huesos.

Aún no había amanecido el día y nuestros mayores habían bajado ya a Correviento.

Amaneció. Entonces él hizo sonar un caracol. Ellos lo oyeron.

"Está vivo, a él no lo devoraron. Está vivo, vayamos a traerlo"

Se fueron a buscarlo.

Llegaron y se lo trajeron para que contara cómo el tigre se había comido a la mujer.

Llegaron muchachas jóvenes y muchachos a ver lo que había pasado.

Allá aquel mismo les contó que los tigres se habían puesto a tocarla.

Ella  gritaba:

- ¿Por qué me cosquilláis? ¿Por qué me tocáis?

Los tigres la besaban y ella gritaba.

Entonces decían nuestros mayores, decían los suquias:

- Así esperaba ella a su hermano así andaba tras él. Ahora su mismo hermano irá a Barú allá el lagarto lo devorará, se lo entregaremos al lagarto.

Y lo llevaron ellos  para allá.

Cuando  llegaron, llamaron al lagarto.

Entonces el  lagarto salió y se colocó sobre él.

Entonces los suquias viéndolo decían:

-Así querías tú a tu hermana. Así tocabas a tu hermana.

Entonces el  lagarto enrolló su cola sobre él. Su cola se enrolló en él.

Aquel lagarto lo devoró todo en tierra para que ellos vieran que no dejaba ni restos de sangre ni de huesos.

Entonces regresaron.

Los mismos que lo habían entregado contaban que así había sucedido..

Así lo contaban los que lo habían apartado de nuestro pueblo. Ellos mismos fueron quienes lo contaron.

Y así será algún día, cuando el mundo sea viejo. Entonces, los padres tendrán a sus hijas, los padres tendrán hijos con sus hijas.

 

Narrado por Isolina de gonzález Morales

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