Alberto Cañas Escalante

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ALBERTO CAÑAS ESCALANTE

(1920-2014)

 

Alberto Cañas Escalante nació en El Carmen, San José, el 16 de marzo de 1920. Sus padres fueron  Alberto Cañas Iraeta y doña Claudia Escalante Bonilla. Su madre fue maestra y su padre comerciante  y funcionario público. Su hermana Hannia  murió. Alberto quedó sólo con sus padres. Fue un niño bastante enfermizo. Siempre vivió con sus padres y abuelos.

Murió en San José el día 14 de junio del año 2014.

 

Sus primeros estudios los realizó en la escuela  Buenaventura Corrales en el Edificio Metálico. Ingresó en 1927 y la terminó en 1932. La secundaria la realizó en el Liceo de Costa Rica. La inició en 1933 y se graduó en 1937.

 

Entró luego, a estudiar Derecho, en La Universidad de Costa Rica, en 1938 y en 1944 se graduó de abogado con su tesis Los partidos Políticos.

 

Empezó a trabajar  al segundo año de ingresar a la Universidad, en 1939.También laboró en el Diario de Costa Rica. Fue fundador del Centro para el estudio de los problemas nacionales, cuyo líder indiscutible era Rodrigo Facio. También fue director y fundador del diario La República.

 

Es casado  con doña Alda Collado y con  cuatro hijos de familia: Víctor, Daniel, Alberto y Alda María.

 

De 1948 a 1949 y de 1956 a 1958, ambos gobiernos de don José Figueres Ferrer, fue embajador  de Costa Rica en La ONU. Fue Viceministro de Relaciones Exteriores de 1955 a 1956. Diputado por San José de 1962 a 1966 y Jefe de la fracción parlamentaria del Partido Liberación. También, por segunda vez, fue Diputado al Congreso en el período que ocupó el hijo del Expresidente, José Figueres Olsen,  de 1994 a 1998.

 

Tanto en la escuela, como en el colegio, tuvo problemas con las maestras y profesores, así como con el Director del Colegio. No tuvo ninguna educación especial. Fueron sus padres quienes lo iniciaron en el teatro, el  cine y la música, ya que solían llevarlo a las diferentes funciones que se presentaban en San José.

 

En el colegio recibió la  guía del profesor don Isaac Azofeifa, fallecido  en l997 y de él guarda grandes recuerdos. Fue quien lo inclinó por el camino de la literatura. Conoció a don Julián Marchena, primo de su padre y a don Joaquín García Monge, quien fue maestro de su padre. Él los conoció siendo niño.

 

En el colegio ganó un concurso de cuento y poesía, fueron sus primeras composiciones literarias.

 

Desde muy joven ha sido un gran lector. De mil maneras se las ingeniaba para conseguir los libros que  devoraba febrilmente. Su materia predilecta ha sido la literatura.

 

Ejerció el Derecho durante 25 años y luego se retiró de esa profesión que dejó de interesarle.

 

Lo que más le ha gustado es el teatro, la literatura en general y  el periodismo.

 

A pesar suyo ha dejado el Partido Liberación nacional por considerar que perdió los postulados de su fundación y se convirtió en un partido electorero igual que su oponente tradicional.

 

Él ha  sido  profesor de literatura costarricense en la Universidad de Costa Rica y de periodismo, materias que conoce e imparte por propia iniciativa, pues nunca llevó cursos formales de ellas. Quien escribe este trabajo fue alumno del curso sobre Literatura Costarricense que impartía en la Escuela de Periodismo.

 

Don Alberto es gran conversador y muy  ameno. Entre tazas de café  puede pasar todo un día hablando de teatro, lo mismo que de novela, cuento o política. Le gusta sobre manera la música,  el teatro y el arte.

 

Fue Director de la Escuela de Periodismo. Director fundador del diario La República en 1950 y aún hoy escribe la columna Chisporroteos, Presidente de la Asociación de Periodismo en 1952, Presidente de la Asociación de Escritores de 1960 a 1961, Presidente de la Editorial Costa Rica después de 1960. En  1970 se le nombra como Ministro de Cultura Juventud y Deportes, es el primer ministro del recién creado ministerio. El 25 de mayo de 1981, el Instituto Costarricense de Cultura Hispánica lo eligió como su Presidente, cargo que ocupó hasta 1983. Diputado por varias veces al Congreso, fundador del Partido liberación Nacional y hoy, por razones muy respetables se aleja de él y funda otro partido el PAC, Partido Acción Democrática.

 

Alberto Cañas Escalante en Costa Rica, es como un narrador omnisapiente en una novela. Tiene presencia en toda parte y lugar. Pero, no todo el tiempo sus opiniones son compartidas por todos y esto no debe extrañarnos. Por ejemplo, cuando, en una entrevista que le hace Alejandra Vargas Morera, del Clubdelibros, del ¿por qué la literatura costarricense no ha trascendido nuestras fronteras?

 

Él contesta:

 

"Porque en Costa Rica no hay guerrilla y por ello no le resultamos interesantes a los lectores".1

 

Esto no es cierto y existen muchos países que sin guerrillas, han dejado como testimonio excelentes obras literarias, escritas en períodos de paz.

 

Se le ha dado, por su destacada labor  cultural, gran cantidad de premios: Premio Nacional García Monge en 1964,  el Magón, en 1976 y  el Aquileo Echeverría, en 1962, 1965, 1977, y 1980.

 

 

LO QUE  ESCRIBIÓ ALBERTO  CAÑAS ESCALANTE

 

 

NOVELA

 

1. Aquí y ahora: 1965. Este libro originalmente comprendía tres obras: La labor de una vida,  Orlando, el enamorado y Una casa en el barrio El Carmen.

 a. Una casa en el barrio del Carmen: 1965. La separó del libro anterior y la publicó     independientemente.

b. Orlando, el enamorado: 1965. Ídem

c. La labor de una vida: 1965. Ídem

2. Feliz año Chaves Chaves: 1975

3. La soda y el F. C.: 1983

4. Los molinos de Dios: 1992

 

CUENTO

 

1. La exterminación de los pobres y otros pienses: 1974

2. Los cuentos del Gallo Pelón: 1980

3. Crisantema: 1990

4. Tanto esfuerzo para nada: 2004

 

POESÍA

 

Elegía Inmóvil: 1946

 

TEATRO

 

1. El Héroe: 1956

2. El luto robado: 1963 (Premio Aquileo J. Echeverría, 1962)

3. En agosto hizo dos años: 1968

4. La Segua y otras piezas: 1974

5. Una bruja en el río: 1978

6. Tarantela: 1978

7. Operación T. M. T.: 1978

8. Uvieta: 1980

9. Ni mi casa es ya mi casa: 1983

10. Oldemar y los coroneles: 1984

11. Cosas de mujeres: Cuatro comedias breves para dos actrices: 2001

12. Algo más que dos sueños: 1956

13. Los pocos sabios: 1961

14. La Solterona: 1966

15. Escena de la torturada y el gorila: 1978

 

 

A pesar de que don Alberto Cañas Escalante es primordialmente un hombre de teatro, ha cultivado todos los géneros literarios. Ya sus novelas forman un grupo considerable de creaciones.

 

 La primera novela, la más conocida y aceptada por el público es Una casa en el barrio del Carmen y la publicó en 1965.1 Premio Aquileo Echeverría del mismo año. Forma parte de la trilogía Aquí y ahora. Es la segunda del libro. Las otras dos son La labor de una vida, la que aparece primera y Orlando, el enamorado, que coloca de última.

 

Ésta fue la obra que lo dio a conocer como novelista. La novela gira en torno a la compra de una casa antigua, vieja, pero cómoda y rústica, llena de ventanas y sobre toda repleta de historia y recuerdos. Estaba situada en el Barrio El Carmen de San José y era como un símbolo para la vieja oligarquía y para los que la conocieron y frecuentaron, sobre todo los políticos. Tal fue su fama, que don Ascensión Esquivel la llamó La República. La casa estaba hipotecada a don Pablo Alvarado, cuñado de los hermanos Pérez y que, por razones económicas, tuvo que ceder la hipoteca a su abogado Rubén Bonilla. Uno de los compradores de la casa era don José Eduardo León, yerno de don Pablo Alvarado. Pretendía instalar en ese lugar una gasolinera. En cambio, Rubén Bonilla quería venderla, a través de Walter Jiménez, al Instituto Nacional de Previsión, del cual era representante.

 

No se llega a ningún acuerdo,  por lo que Rubén Bonilla decide sacar la hipoteca a  remate por la suma de veinticinco mil colones. Interviene Eusebio Pérez Quesada que solicita el dinero prestado a su sobrino, José Eduardo León y se presenta ante Rubén Bonilla para sacar  la hipoteca pero éste le ofrece una buena cantidad de dinero con tal de que no impidiera el remate. Faltando pocos días para el remate, los propietarios de la casa, los hermanos Pérez Quesada, buscan el dinero, por todos los medios, pero nadie se los presta. Como último recurso Brígida, decide visitar a Walter Jiménez, viejo amigo de sus padres y que solía visitar la casa, en tiempos pasados, y  éste decidió comprarla y la puso a nombre del Instituto Nacional de la Previsión, a través de un decreto ejecutivo.

 

Como puede observarse con facilidad, toda la trama gira alrededor de la  vieja e histórica casona del Barrio de El Carmen. El litigio legal, las intrigas entre los abogados y los ricos del momento sirven de pretexto al autor para presentar, a través de la casa, el paso del tiempo, el enfrentamiento entre dos épocas bien distintas, con intereses opuestos: unos viviendo la desgracia del llegar a menos, del no tener dinero, ni siquiera para rescatar su casa y con ella sus mismas raíces, sus antepasados, sus recuerdos, su historia y los otros para obtener ganancias con ella, sacar provecho económico sin importarles un comino el valor cultural de la casona, es la gente nueva del consumo, del tonto con plata, cuya meta única es tener dinero no importa por cuáles medios se consiga.

 

Podría afirmarse que es una novela de recuerdos y nostalgias, de enfrentamiento de tiempos, pasado y presente pero, sobre todo, en ella se avizora el futuro de la ciudad de San José, su transformación arquitectónica y social. De ciudad semiseñorial, llena de historia y cultura, se llega, con la venida del modernismo, a la ciudad oficina, comercial, ciudad supermercado, un tanto atiborrada de talleres y prostíbulos y tomada por las noches por el hampa. Es la ciudad despersonalizada, fea, sucia, donde de día, un montón de gente viene a trabajar y de noche se va a dormir en lugares, fuera de ella, para convertirse en un fantasma, propiedad de la delincuencia y los vicios.

 

La labor de una vida es la segunda novela y se publicó en el mismo año.

 

Fue una sorpresa agradable, su lectura, porque sin llegar a ser un dechado de técnicas literarias y mantenerse en una sólo perspectiva, la del narrador omnisciente, logra interesar al lector, entretenerlo, hacerlo reflexionar y adentrarse en un conflicto, que en apariencia es intrascendente, pero que, en el fondo, es de enorme importancia para desentrañar lo aparente, lo superficial de un grupo social decadente y sin ninguna autenticidad. Es una novela simple, monofónica, de narrador omnisciente, cuando en realidad, si el lector lo desea, la puede rehacer en primera persona, sin que desmerezca su calidad literaria, que plantea el problema de la identidad del personaje Paco, propietario de un almacén y casado con Elena Terry, frívola e intelectual. Es una especie de matrona que organiza la vida de Paco y todo lo que él significa y sigue los cánones sociales vigentes, frívolos y superficiales. Ya antes, la madre de Paco, había moldeado su personalidad: correcto, impecable en el vestir y bastante tímido con las mujeres. Es el perfecto hombre de bien y apegado a las normas sociales de la época.

 

Un día que sufría de un fuerte dolor de cabeza, decide regresar a su casa y ahí escucha a su esposa decir a unas amigas, que ella había hecho a Paco, tal como era. Esto le llena de cólera y opta por separase de Elena, después de doce años de casados. No tenían hijos.

 

Elena viaja a Europa, por un tiempo, y Paco conoce a una joven humilde con las características contrarias a su esposa: es poco refinada, alegre y segura, comprensiva y espontánea. Estos atributos hacen que Paco se fije en ella.

 

Como puede observarse, la labor de toda una vida, en boca de Elena, al final del baile de fin de año, se ve, en un breve momento echada por tierra. Así lo dice ella a sus amigas de clase.

 

Paco decide ser él mismo y tomar su propio camino, muy opuesto a las conveniencias y prácticas sociales de una vida superficial y frívola, en una sociedad a la cual él, aunque tuviera dinero y algún linaje familiar, no pertenece.

 

La crítica es sutil e irónica. Plantea un conflicto familiar, de relación entre pareja con otro más trascendente, la sociedad decadente, alienante y superficial de los ricos sin cultura que viven del parecer a expensas de su propio ser. Paco representa o simboliza la nueva clase de ricos comerciantes que recién subían al altar de los ricos refinados y europeístas, abogados y profesionales, que gracias al café, se habían cultivado en Europa, bajo su cultura, dulce encanto y refinada posición. La conducta de Paco, después de deshacerse de esas programaciones que lo convertían en un monigote, hechura de su madre y esposa bajo las más estrictas normas de la alta burguesía ya decadente, es el resultado de una rebelión interna que encuentra, en una viuda pobre, y una familia vulgar, sin linaje, su propia libertad, su realización individual, a expensas de la crítica, y el choteo de sus antiguas amistades, que en realidad lo eran de su mujer.

 

Orlando, el enamorado es la tercera novela que conforma el libro Aquí y ahora publicado por don Alberto Cañas Escalante en el año 1965.

 

Es una novela un tanto diferente a las que ha escrito don Alberto Cañas Escalante, antes. Ofrece una novela de formación, de juventud o mejor expresado de joven a adulto, en cuestiones de amor. La historia es sencilla, un estudiante universitario de Derecho conoce a una muchacha que visita el despacho donde él trabaja ocasionalmente, casi como conserje, y recibe una escasa paga del dueño del bufete y que despierta en él un interés especial. Realiza algunas averiguaciones y se entera de que la joven, bastante mayor que él, se piensa divorciar  y realiza las gestiones para ello, ante su jefe. Así comienza una relación que se ve completada con la intensidad amorosa que se convierte en su amante. Flora que así se llama logra el divorcio que su mismo marido, Pedro, había convenido y pagado. Éste murió en un accidente y dejó a Flora sin casi como mantener a su hija y ayudar a su familia, que vendió una finca y se trasladó a vivir con ella, después de invertir el dinero en una pulpería. Orlando se ve desplazado, poco a poco, de Flora, por la familia de ésta y el trabajo a que se ve necesitada de realizar, en varias empresas. Se distancian y, sobre todo él, se percata de que aquella relación ha terminado y descubre que al fin se ha convertido en hombre. Se dedica más al partido político al que se había inscrito, intensifica sus estudios y formaliza su futuro. Al fin la empresa había sido eso una aventura que lo convertía en hombre.

 

La novela permite al autor desarrollar una visión social sobre ese grupo familiar de la clase media, más pobre que rica, sus aspiraciones, sus anhelos y sus inquietudes. Es el escenario que don Alberto habría de usar con alguna insistencia, la ciudad pobre, llena de contrastes y decadente que se comienza a dibujar después de los años cincuentas, con el apogeo del comercio y la industrialización galopante que, poco a poco, va desalojando la ciudad para dar paso al progreso chabacano, de mal gusto, decadente de una clase que arriba al poder, a través del dinero, como única carta de presentación. Por ello, en esta novela, como en otras del autor, se plantean las costumbres de la clase pobre y algunos riquillos de los pueblos, como los paseos del domingo al potrero y los baños en las pozas de los ríos que aún eran limpios y sin contaminación. Los amores furtivos entre los jóvenes, más como afirmación de sí mismos, como pruebas de su hombría que por otras razones y la búsqueda de su propio sendero en la encrucijada vital que les esperaba.

 

La novela es de corte tradicional, también puede narrarse en primera persona, pero es amena, pícara,  y de una fina ironía, tanto de las costumbres de la época como de las costumbres y programaciones de los grupos sociales que novela. Utiliza en ella, como en las otras novelas, los clásicos paréntesis para aclarar, resaltar, o simplemente para llamar la atención sobre aspectos que desea enfatizar, más como autor, que como narrador. A pesar de conocer las diferentes técnicas literarias que podrían evitar esos paréntesis, se resiste con pleno conocimiento, creemos, a utilizarlas.1

 

La cuarta novela que escribió, le dio el nombre Feliz año, Chaves Chaves y la publicó en 19752. 

 

El personaje principal, sobre el que gira el relato es el diputado Bruno Chaves Chaves, el mismo de la siguiente novela La soda y el F. C. El lugar de donde proviene el diputado es también el mismo, San Luis, al este del cerro Zeraquí, bautizado por el cura como el monte de la Concepción, así como su novia de juventud, Maruja o María Eugenia y otros habitantes de ese pueblo. Pero en esta novela se detiene, el autor, a examinar, no sólo el papel del diputado del pueblo sino los cambios que sufre éste a través del tiempo y las decisiones de los políticos de turno y sobre todo, la firma del contrato con la trasnacional Mineralogical para explotar el mineral del Monte Zeraquí. Así éste cobra tanta importancia como un personaje, se convierte en símbolo de soberanía, identidad, belleza natural, honor, hidalguía, honradez. Es el corazón del pueblo que los mismos vecinos entregan a la rapiña extranjera y Bruno se ve obligado a votar el contrato, a favor de la compañía, el criterio del cura, los vecinos, el maestro, el alcalde o jefe político, todos, inocentemente unos, y calculadoramente otros creyeron que era la salvación del pueblo y la llegada de fuentes de trabajo, el progreso, la riqueza, la industria, el modernismo pero no sucedería así, y Bruno se da cuenta de ello y comienza su descenso en la soledad, su reproche interior, la voz de la conciencia que no le deja descansar, ni dormir, ni le permite sosiego alguno, habla, camina, busca, huye de sí mismo, se emborracha, acude a Teresa y luego a María Eugenia, más, para que lo consuelen que para amar, más para apaciguar, callar su  conciencia, que para vivir. Su vida misma se transforma en un carnaval de luces, colores y gritos que le señalan con el dedo, le piden cuentas, lo estigmatizan como traidor a la patria, al pueblo, a su partido y corrupto que recibió, aunque esto no fuera cierto, dinero por su voto. Es el diputado destronado de su sitial de honor que camina por la ciudad ebrio de soledad, de tristeza, desamor, huérfano de todo, hasta de cariño, que se encierra en sí mismo, se degrada y se convierte en un antihéroe desmoralizado, derrotado por sus mismos actos.

 

Esta novela ofrece cambios importantes en la forma de narrar, utilizada frecuentemente por Alberto Cañas Escalante, que da belleza a la novela y logra mayor expresividad. El narrador omnisciente, cercano al autor, deja esa intromisión y permite a los personajes, que bajo su perspectiva, narren, opinen, vivan, sufran, y esto le da mayor verosimilitud al relato. No lo hace totalmente, aún acude a citas innecesarias a pie de página o a los frecuentes paréntesis, en muchas ocasiones innecesarias, cuando son aclaratorios o explicativos que se pueden evitar dejando a los personajes el proceso directo de la enunciación del predicado. Pero lo cierto es que hay evolución, en el uso de esta técnica, para bien de la novela. Esto cobra mucha importancia al final de ella, cuando llega el encuentro de Bruno con Eugenia y recorren la ciudad vestida de carnaval, de fiesta de fin de año. Esta polifonía de colores sociales y psicológicos se ve robustecida, vivencial, con la conducta de Bruno y la búsqueda de salida a sus remordimientos. Está lleno de colorido y se coteja expresivamente este contrapunto, paralelismo carnavalesco, para dejar la sensación de impotencia, de frustración, de actos irremediables, de los hechos sin retroceso, sin reversa. Es el torbellino no sólo del fin de año, sino de un hombre, de un pueblo, de una identidad.

 

La novela ofrece un gran desaliento, un desamor, una desesperanza llena de nostalgia. Lo ido, ido está, sin remedio y lo nuevo se presenta como decadente, despersonalizado, superficial, extraño. Es una sociedad irresistible, víctima de su misma voracidad material, de consumo, de mal gusto, de todo igual, en serie, de la multitud sin alma, sin espíritu, deshumanizada, de la vorágine social que devora todo intento de ser y cobra importancia, carta de ciudadanía, el parecer, el qué dirán, la fachada, el corredor de afuera, la acera de enfrente, la mirada chata, sin horizonte, del comer para durar o el durar para comer y desaparece el comer para vivir, disfrutar, ser auténtico, no importa la pobreza, si ésta se vive con dignidad.

 

No está bien comentar aspectos que no aparecen en la novela, pero no resistimos a la tentación de esperar de don Alberto la novela de los diputados, gobernantes, magistrados, etc. que ostentan y han ostentado el poder durante la existencia de este país, antes, ahora y es de esperar, después. Los ricos que nos han gobernado y han hecho de nuestra patria lo que él censura en sus novelas porque no son los Chaves Chaves quienes han convertido la patria en lo que es hoy y esto lo conoce mejor que nadie don Alberto y quizás él más que nadie nos ha quedado debiendo esta otra cara de la moneda.

 

La quinta novela que publicó en 19831, don Alberto Cañas Escalante, la llamó La soda y el F. C.

 

El autor aprovecha su experiencia como diputado de la Asamblea Legislativa (1962-1966) para, con fina ironía y mordaz crítica, denunciar las prácticas corruptas de los diputados y su poca capacidad para ocupar un puesto en ese recinto. Se ubica en la Asamblea Legislativa y en el pueblito San Luis, al este del cerro Zeraquí. Los padres de la patria se dedican a llevar partidas específicas a diferentes grupos sociales sin ninguna planificación y con el único afán de ganarse el aprecio de los que votaron por él. Poco o casi nada saben de leyes y menos del interés político y social del país. Están más interesados en ayudar a un equipo de fútbol o una soda, que legislar por el bien común de los ciudadanos. Entre un tiempo presente y otro histórico no tan lejano, se intuye una crítica, al deterioro social del país, la pérdida de valores y los cambios vividos en este presente insulso, interesado, inculto, pero irremediablemente real. La tesis es evidente. Los tiempos idos fueron mejores, al menos en estos aspectos, que el presente. Se inicia así la crítica social del ascenso al poder de la clase media mediocre, al tonto con plata, inculta pero audaz, consumista, chabacana, o como suele decir el autor, la "canalla", la gradería de sol, que cambió los intereses de los novelistas e inició la generación irrealista de 1957 y que produjo tantos y tan buenos novelistas. El campo, por fin cede su hegemonía, a la ciudad.

 

La última novela que ha publicado don Alberto Cañas Escalante la llamó Los molinos de Dios en 1992.1

 

Estas novela es la última que ha escrito don Alberto Cañas Escalante. Es la más ambiciosa desde el punto de vista temático. Es histórica y abarca un período con alusiones escogidas de los hechos que considera más importantes donde fueron testigos y actores sus personajes, que va desde finales del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, aproximadamente. A pesar de que los acontecimientos se presentan de alguna manera linealmente, no así los personajes, pues la novela es la crónica de una especie o tribu como prefiere llamarla el autor. Se trata de la familia fundada por Bartolomé González y María Teresa Juárez. El eje central, sin embargo es una hija de ellos doña Tila o La tía Tila, cuyo nombre real fue Domitila González Juárez de Guzmán y el motivo, una declaratoria de la "mujer del año". La historia de esa estirpe comienza con el episodio que le ocurre a Patricia Bustamante de Martínez, cuando descubre a su esposo Armando Martínez, en los brazos de una amante ocasional, la señora Trotter, cuando veraneaban en la playa de Flamingo. Huye de ahí y viaja, en su auto, hasta su casa, en Escazú, donde al entrar a su residencia es asaltada por un delincuente que le hiere en el estómago. Esta escena instituye el presente de la enunciación y desde ella comienza el narrador-autor a desarrollar, desde los orígenes, la historia de esa familia y sus ramificaciones, a través de la Tía Tila que es algo así como el testimonio viviente de ese largo recorrido del tiempo y la historia. Termina con el reconocimiento de Patricia del atacante que es un vecino de San Luis, descendiente de un amigo de Bartolo González que llegó a menos después de vender una finca al mismo Bartolo y otras a un alemán de apellido Schultez, descendiente de los famosos Melitones de apellido Muñoz.

 

Bajo esta estructura sencilla, el autor va mostrando la vida privada y pública de cada uno de los principales personajes de la estirpe González Bustamante, una mezcla de ciudad y campo, cultura, por lo menos turística, de unos cafetaleros de origen humilde pero que, gracias al café, llegaron a ser muy ricos. Bartola González era un joven peón pobre y gallero que, por el consejo de Juanito Mora, que visitaba la finca en que trabajaba, economizó, compró unos terrenillos en Escazú, fue ensanchando su hacienda, se hizo beneficiario (compró un beneficio) y luego exportador. Es decir cumplió con el requisito, para llegar a ser millonario: tener tierra sembrada de café, beneficiar el mismo y exportarlo a Inglaterra. Esto permitió, sobre todo a sus hijas y su hijo Vicente, visitar varias veces Europa, sobre todo París y rozarse con la cultura refinada de ese país. Sus descendientes tuvieron todo el dinero necesario para disfrutar de lo que deseaban. Así se fue creando una especie de cafetocracia. Fueron los momentos más gloriosos de eso millonarios, cuando crearon el Teatro Nacional, el Club Internacional que después sería el Club Unión y por último se trasladarían al Costa Rica Country Club, se construían mansiones en el barrio Amón, Otoya y Lahmann, así como en Escazú y Tres Ríos. Las ciudades más importantes, en ese orden, eran San José, Cartago, Alajuela y algunas familias de Liberia. Fueron los años anteriores a la llegada de Alfredo González Flores, Tinoco, Durán, etc., al poder. Y después de ellos, hasta la llegada del Doctor Calderón Guardia. A este grupo se les llamó El Olimpo. Como consecuencia de la guerra mundial y la crisis del 29, comienza esta aristocracia cafetalera a decaer y aunque no pierden el poder político, pues seguían colocando al presidente que les convenía, sí ven, cómo aparecen grupos de oposición que tratan de cambiar el estado de cosas, que los mantenían en la riqueza, sin siquiera tributar. Se da la huelga bananera y Ricardo Jiménez obliga a la compañía a negociar con los trabajadores (1934), se aprueba el código de trabajo, bajo la administración del doctor Calderón Guardia, puesto por ellos, aparece la alianza del gobierno con Manuel Mora (los comunistas criollos) y la iglesia, con Monseñor Sanabria y por fin llega la guerra civil del 48, encabezada por José Figueres Ferrer y se establece la nacionalización de la banca, la abolición del ejército, etc.

 

Se puede observar, que lo que se da en Costa Rica, en el campo económico, político y cultural, es una especie de arco. Se parte del campo (maiceros), a través del café se llega a la riqueza desmedida, se colocan a los políticos afines a ellos o dentro de su grupo, a la vez que exportaban el café, mandaban a sus hijos a estudiar a Europa (Inglaterra) unos y "turisquear", otros, se hacía gala de la imitación cultural de occidente, esta es la parte más sobresaliente del arco pero luego vienen los precios bajos del café y el deterioro de la economía, la guerra fría, los disturbios, la inconformidad de los jóvenes, la rebeldía, el desalojo de los políticos al servicio del grupo cafetalero, las revoluciones y con ellas el ascenso de grupos sociales, de clase media, más amplios y de menor cultura. Así se inicia un camino más participativo en lo político y la apertura a los habitantes fuera de la ciudad para llegar al poder. Lo que don Beto llama y critica con fina ironía, la "canalla".

 

La novela lleva un paralelo entre ambos planos, el histórico y el privado de la estirpe y sus relaciones, en el plano político, social y económico. Es una visión generosa de esos largos años, a pesar de que, como es natural, deja de lado hechos que para don Beto, fueron paréntesis en la historia, tal el caso de la presidencia de dos años de los hermanos Tinoco, el golpe de estado y la muerte de Joaquín, así como el poder de los Estados Unidos sobre estos países, sin excluir a Costa Rica, para reconocer o no presidentes o gobiernos. Tampoco se refiere en detalle a ningún acontecimiento en concreto, tal la revolución del 48. Él fue fundador del Centro y como tal estuvo implicado en el movimiento. Prefiere narrar acontecimientos  relacionados con personajes de la dinastía de menor importancia como el caso de la joven que muere en brazos por un francotirador en Limón, pero no hace referencia al asesinato del Codo del Diablo, para citar solo uno. Esto es lo que llamamos el derecho de selección que tiene el autor de una novela histórica de seleccionar lo que desea narrar. A pesar de que lo importante y subordinante es la tribu y la Tía Tila, que el autor entrevista, en las faldas del Barba, con frecuencia, las bodas, los viajes, los bailes, las aventuras amorosas, los vaivenes y vicisitudes del negocio del café, los hechos históricos le dan el marco referencial a la novela. La obra va más allá y se presenta como el nacimiento, desarrollo y decadencia de la cafetocracia, porque en realidad hoy el poder del café sigue siendo tan importante como antes, solo que las fincas, sobre todo las que se crearon cerca de las ciudades, van dando paso a las urbanizaciones al comercio, así como la industria liviana. Los mismos dueños de las fincas han cambiado de actividad, a través de quienes le administran los bienes y trabajan para ellos, pues casi nunca trabajaron la tierra aunque disfrutaron, como nadie, de sus beneficios.

La visión de la novela es bonachona, pícara, irónica, con una fina sonrisa burlesca que nos recuerda a Magón y Aquileo pero más disimulada. También un tanto nostálgica, de añoranza, de tiempos idos y nunca repetibles y si se quiere, al final, se intuye un poquitín o mucho de frustración.1



1 Rovinski, Samuel y otros. Alberto Cañas Escalante, personajes de dos siglos. Clubdelibros, p. 2.

 

1 Cañas Escalante, Alberto. Una casa en el barrio del Carmen. Tercera edición, ed. Costa Rica, San José, 1977.

1 Otro aspecto a que don Alberto se mantiene fiel, en sus novelas, es al realismo y para resaltarlo no escatima esfuerzos. Llega hasta a poner citas a pie de página para explicar, dicho autor,  que tal personaje,  Maruja, aún existe y que no es tan gorda, etc.

2 Cañas Escalante, Alberto. Feliz año, Chaves Chaves. 2°. Edición, Ed. Costa Rica, San José, 1981.

 

 

 

 

 

 

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 11 de Septiembre 2009 7:39 PM.

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