MANUEL DE JESÚS JIMÉNEZ OREAMUNO
(1854-1916)
Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno nació el 16 de junio de 1854 en la ciudad de Cartago. Es el hijo segundo del doctor Jesús Jiménez Zamora y de doña Esmeralda Oreamuno Gutiérrez. Sus otros hermanos fueron: Celina, Ricardo, Alberto, Alfredo, Julia y Adela. Siete en total. Familia de Cartago, aristocrática y destacada. Su padre fue dos veces presidente de Costa Rica, durante los años 1863-1866 y 1868-1870. En este año fue destituido, mediante golpe de Estado que, con breves interrupciones, mantuvo en el poder al general Tomás Guardia, desde 1870 hasta 1882.
Sus primeros estudios los realizó en el colegio de Cartago, San Luis Gonzaga, que había sido fundado por su padre y que en ese momento, dirigía el doctor Valeriano Fernández Ferraz, un republicano español, al igual que su hermano Juan. Ambos fueron importantísimos en el desarrollo educativo y cultural del país.
Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno no realizó, estudios superiores formales. Los historiadores afirman que, a pesar de querer estudiar medicina, la pobreza de su hogar, después del golpe de estado de 1870, impidió que realizara sus anhelos. No obstante, don Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno se convirtió, por propia iniciativa, en uno de los más destacados pensadores de ese entonces y un excelente escritor, así como el pionero de los estudios históricos en el país.
Poco tiempo después de salir del colegio San Luis Gonzaga, ingresó de nuevo en él, pero esta vez, no como alumno, sino como profesor de historia, geografía, literatura, religión y moral. Así comienza, para este profesor, una riquísima vida humanística y científica como educador autodidacto y se fue convirtiendo en estudiante incansable. Esa virtud le permitió sobresalir, años después, en diferentes campos del saber: historia, oratoria, escritura, política y literatura.
Casó con María Cristina Rojas Román y formó un hogar, por espacio de treinta y tres años, de gran arraigo católico, conservador y patriarcal.
Don Manuel de Jesús ocupó importantes cargos públicos, desde regidor municipal, hasta el de aspirante a la presidencia de la república, que declinó.
En 1886 salió electo, diputado al Congreso de
En el gobierno de Ascensión Esquivel (1886-1889) fue nombrado Ministro de Hacienda y Gobernación. En 1903 (con don José Joaquín Rodríguez), fue candidato a la presidencia de la república. También, poco después, fue nombrado Cónsul General de
Murió, don Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno, en la ciudad de Alajuela, de una dolencia renal, el 25 de febrero de 1816.
LO QUE ESCRIBIÓ DON MANUEL DE JESÚS JIMÉNEZ OREAMUNO
NOVELA
1. Doña Ana de Cortabarría: 1902 (relato)
CRÓNICAS
1. Tranvía a Grecia: 1911
2. Noticias de antaño: 1902 (Las crónicas así como los cuadros se editaron en 1946).
3.
4. Honor al mérito
5. El año 23
6. La alborada del siglo XIX
7. Las carreras de San Juan
8. Siempre lo mismo
9. Fiestas Reales
10. Antaño
11. Cartago la mayor lástima y compasión del mundo
12. Tesorero de Costa Rica con ochocientos ducados al año
13. Las cuatro manzanas de Heredia
14. El más antiguo documento
15. Un suegro como no hay dos
16. Pleitistas y revoltosos eran los cartagos
17. Tierra a 77 centavos la manzana
18. Aranjuez y su triste destino
19. La guacalona del padre Bonilla
20. Jerónimo Felipe, el del escándalo parroquial
21. Domingo Jiménez Maldodano y Juana Sojo Pereyra
22. Domingo Jiménez el coplero
23. Santería
24. Honor al mérito
25. El capitán Antonio Pereira
26. Álvaro de Acuña, el de El Dorado
27. Alonso de Bonilla
28. Don José Antonio Ximénez y doña Petronila Rodríguez
29. Gerónimo de Retes, el descubridor de San Carlos y Sarapiquí
30. El capitán Juan de Bonilla
31. Juan Solano, caballero hidalgo de solar conocido
32. Diego Peláez, el de la encendida fe
33. Salvador de Torres labró tierras de pan llevar
34. La vida aventurera de Cristóbal de Madrigal
35. La cadena de los Juan Mora
36. Alonso de Guzmán
37. Aniversario
La única novela, que algunos consideran una crónica y este servidor como un relato, escrita por este autor costarricense, fue Doña Ana de Cortabarría y la publica en1902.
La ubica a finales de 1644 en la ciudad de Cartago. A pesar de utilizar el famoso triángulo amoroso, sólo lo hace como pretexto para describir costumbres de la época, aspectos relacionados con las familias españolas, residentes en Cartago y los criollos de origen español, y las más variadas intrigas de índole amorosa y derivadas del poder.
El gobernador de Cartago, Gregorio de Sandoval, casado con Gregoria de Escobar, que es la madre de doña Ana de Cortabarría, espera la llegada del sucesor de su cargo. Para ello realizan una serie de preparativos, con el fin de recibir al nuevo gobernador, don Juan Chaves de Mendoza, entregar el poder y regresar a España. En este contexto social, un joven de la nobleza cartaginesa, de diecinueve años, Juan Solano, enamorado de doña Ana, sufre por la próxima partida de su amada.
El gobernador saliente, preocupado por el juicio de residencia que el nuevo gobernador debe realizar sobre sus funciones pasadas, planea un baile para impresionarlo y toma a su hijastra Ana, como celada para lograr el favor del gobernador entrante. Luego de exhibir a doña Ana como bailarina y cantante, logra que don Juan Chaves de Mendoza se prenda de doña Ana y luche por conquistarla. El triángulo amoroso se completa. Los acontecimientos se van sucediendo y Juan Chaves de Mendoza, valiéndose de su poder despeja todos los obstáculos para lograr el amor de doña Ana. Destierra al novio que tenía doña Ana, y logra que los mismos familiares de Juan Solano, el enamorado de doña Ana, lo envíen fuera de Costa Rica Solicita la mano de doña Ana a su padrastro y éste se la niega, por haberla comprometido con un guatemalteco, de familia noble. Al verse rechazado, don Juan decide conseguirla por medios de conveniencia. Prepara una carta y, por intermedio de un señor aliado, la hace llegar a doña Ana, para que lo espere cierta la noche, en el jardín de su casa. Don Juan acude a la cita, lleno de expectativas, pero doña Ana no se presenta. Él es descubierto por la familia, en el jardín; le dejan escapar, velando los intereses de don Gregorio de Sandoval. Pero una burla de parte de don Juan contra éste, hace que don Gregorio rete en duelo a don Juan, pero éste no acude al mismo. Víctima de una enfermedad que hacía tiempo aquejaba a don Gregorio, muere y deja a su esposa, doña Gregoria, y a su hija, solas. Éstas enfrentan el juicio de residencia con hidalguía, aunque el fallo definitivo, según el narrador, nunca se supo. Luego deciden dejar Cartago, en busca de un mejor horizonte.
El narrador de esta novela no cede la palabra a los personajes. Nunca sabemos lo que piensa y siente doña Ana. Ésta se convierte en un objeto, un botín de guerra pero nunca en una mujer. Lo mismo ocurre con su enamorado Juan Solano, que sólo aparece al principio de la obra y luego desaparece. Hay retrato fijo, estático de los personajes, tal el caso de doña Ana, pero no hay desarrollo psicológico y menos pasiones fuertes. Es un relato de intrigas políticas y nada más. Se observan detalles, no sólo de machismo, sino de racismo, esclavitud y sobre todo, la presentación de las familias aristocráticas de los primeros años de la colonia, españolas y descendientes de españoles.
Es un relato que no toma en cuenta a los campesinos ni sus problemas. Utiliza un contexto histórico propio de la ciudad pero enmarcado en las costumbres aristocráticas y no en la problemática social de la época. El triángulo amoroso enfrenta a dos criollos, doña Ana y Juan Solano, con un extranjero, el gobernador don Juan Chaves de Mendoza, pero no es a través de conflictos sociales sino individuales.
Tampoco podemos observar un parecido o rasgos similares con respecto a Juan Garita, escritor de su misma generación. A no ser las mismas deficiencias del narrador y su visión monofónica del mundo narrado, bajo la misma óptica realista e ingenua de la realidad.
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