VÍCTOR HUGO FERNÁNDEZ UMAÑA
(1955)
Nació en San José el día 07 de Agosto del año 1955. Es poeta y ensayista aunque incursiona en la novela. Escribió una obra teórica sobre la danza: El cuerpo no tiene memoria. Suele escribir en el periódico
LO QUE HA ESCRITO VÍCTOR HUGO FERNÁNDEZ UMAÑA
NOVELA
1. Los círculos del cuerpo: 1993
POESÍA
1. Calicantos: 1993
2. Las siete partes en que antiguamente se dividía la noche: 1989
La única novela de Víctor Hugo Fernández, escrita hasta hoy, la publicó en el año 1993.1
Es una novela sencilla, de estructura lineal y de escasos personajes, prácticamente solo uno, Lupita Pola. El narrador omnisciente se acerca a la perspectiva de ella y lee, interpreta sus pensamientos, sus proyectos, sus anhelos y como el cieguito que está detrás de Miguel Ruiz, va construyendo la voz de Lupita, la dirige, la codifica como si fuera su propia voz. Nunca le da independencia, libertad, ella en sus manos, es su monigote, su símbolo. Es una de las muchas novelas de la literatura costarricenses yoísta.
Este narrador enfrenta dos facetas del mismo problema: Las voces de América con La musa de América. Lupita encarna el papel de la fanática de los cantantes populares de América que se entrega sexualmente a ellos, les da vida, les hace sentirse hombres, les recuerda que son machos y ella disfruta haciéndolos felices, realizados en su cuerpo. También ella vive para ellos, se complementa en ellos, no existe sin ellos, vive para ellos pero exige únicamente una condición, que le canten al oído sus canciones, sin ella, de nada sirven sus otros atributos. Es la amante de la voz de ellos, el clímax lo alcanza en el susurro de las canciones. No importa que ellos sean niños, estén cansados, vacíos, superficiales, tontos. Su valor radica en la voz.
Lupita es millonaria, bellísima, independiente y liberal. Solo existe para encontrarse con los vocalistas, nunca con los que forman sus comitivas, los espera, los busca, paga enormes cantidades de dinero en hoteles y discotecas, hasta que llega la noche del encuentro. Se entrega con pasión, sin restricciones, da y siente cada una de las caricias y disfruta hasta de lo imaginado, soñado, esperado y repasa los recuerdos de esos momentos sublimes de amor. No anhela otra cosa que poseerlos, ser de ellos, ser la musa, eternizarse en el recuerdo de ellos, las letras de sus canciones. Por ello deja de lado las fiestas familiares, las amigas conservadoras, de novios de escuela, de solo un hombre. Abandona todo, hasta su misma familia en pos de ese ideal: ser la musa de las Voces de América. Ellos, por el contrario, buscan su cuerpo, su entrega, su pasión, su orgasmo, su aventura.
El final para ella es trágico. Se entrega a Miguel Ruiz, lo ha esperado tanto tiempo, sin límites pero no es feliz, siente que se muere, no se realiza, a pesar de tener todos los atributos de un joven bien formado y buen amante. Se da cuenta que él no le canta al oído, cuando la ama, la penetra, casi no le habla. Se lo hace saber y recibe la más inesperada respuesta que la envilece y la hace sentirse, ahora sí, como una puta. Él no canta, solo finge que lo hace, es su secreto. No tiene voz. Lupita guarda silencio y lo abandona, huye desconsolada en busca del mar para purificarse, para lavarse de la impureza de haberse entregado a un falso cantante, un intruso, un suplantador. De camino escucha la voz de un locutor radial que anuncia la próxima llegada al país de Durango y eso le trae nuevas ganas de vivir.
Esta novela es una especie de ironía a la hipocresía de la sociedad, al machismo, a la superficialidad de una joven millonaria pero con un ideal que aunque estúpido, por lo menos cree en algo y unos hombres que se convierten en falsos héroes, mitos, seres vacíos, niños adultos, hijitos de papi, incultos, aventureros, personajes sin madurez que aún no se han destetado y que de pronto amanecen en la gloria de la fama superficial, por no ser nada, ni siquiera hombres. Lupita era capaz de entregarse por un ideal, ellos ni siquiera tenían alguno.
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