BIENVENIDOS LOS NEGROS
Varias personas me preguntan qué pienso acerca del proyecto de ley destinado a traer gentes de color a la Escuela Normal. Contesto brevemente. Recibiré a los negritos con los brazos abiertos. Vienen en busca de la poca y pobre luz que la Escuela puede dar y es deber de ésta el de recibirlos cordialmente. Vienen a buscar en estas aulas las aspiraciones propias de la ciudadanía costarricense, y a quien viene tras ese galardón para su vida, sería menguado negarle la entrada.
Se me dice que debería la Escuela oponerse a la ejecución del proyecto porque al ofrecerles facilidades de arraigo a los negros en nuestro territorio, se amenaza a la nación costarricense con una peligrosa mezcla de razas. El peligro de la zona atlántica no está en los negros, quizás, sino en sus amos y en los costarricenses filibusteros. Y si efectivamente hubiese un peligro en la mezcla de razas, - cuestión muy compleja- tal peligro se contrarrestaría con el esfuerzo que se hiciera por atraer europeos, de diversas nacionalidades, hacia las grandes zonas dolorosamente desiertas que el país posee. Mientras los negros estén en el territorio costarricense, es preferible procurar que sean costarricenses. La política de nacionalización que los norteamericanos aplican en estos casos, parece ser aconsejable. Las circunstancias determinantes de la permanencia de los negros en Costa Rica, son independientes de las posibilidades que del proyecto de ley emanan. Mientras aquellas circunstancias predominen, allí estarán los negros. Y es mejor que estén con nosotros que contra nosotros. Una vez que tuviéramos maestros y alumnos costarricenses, tendríamos dentro de aquellas zonas del Atlántico un tesoro moral de que ahora carecemos y un tesoro material también.
Se me insinúa por varias personas que los negros pueden ser una amenaza para las conveniencias morales del régimen coeducacional de la Escuela. Le tengo miedo a las pasiones, así parezcan de ébano como si refulgen como alabastro. Le tengo miedo a la fiera, sin fijarme en el color.
Altas por la alcurnia, blancas por la raza, bellas damas gentiles, dieron escándalo en Europa entregándose a la lujuria de los soldados africanos, en recuerdo tal vez de aventuras de harem, Y cuando danzas y músicas de origen negro invaden los salones, rompiendo todos los rituales del ritmo, no es precisamente la inferioridad de los negros la que se ostenta entre las luces y perfumes de las fiestas.
Lo otro, lo de las diferencias sociales es argumento que nadie debe levantar contra los negros, si aspira a que la escuela costarricense siga siendo instrumento de la organización democrática del país, o si quiere que podamos trabajar en ella la mayor parte de sus maestros.
Un Rey Negro, siglos hace, llevó ofrendas al pesebre inmortal, simbolizando así que la fraternidad de los hombres, dentro de reales aspiraciones espirituales, no puede realizarse sino por sobre las razas.
1927
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA
¿Sabe qué estoy leyendo? La vida de un maestro de persuasión: Clemente de Alejandría.
¡Qué bella figura! Dice en el siglo II, como Krishnamurti hoy, que solo hay un conocimiento esencial: el de la ley, es decir, el de Dios. Él lo encuentra en Cristo. Lo difícil es encontrar a Cristo, pues según San pablo, y todos, hay que buscarlo en nosotros mismos.
COMENTARIOS VARIOS
I
¿Tiene derecho el marido de impedir a su mujer que vaya a la iglesia?
He ahí una interesante cuestión que, a iniciativa de una revista europea, ha sido objeto de una enquete prolífica, en conclusiones bastante de momento, en lo que mira a la filosofía y a la moral. Se trata de uno de esos análisis ideológicos de escasa importancia aparente, pero que encubren problemas de muy útil solución, sobre todo para quienes, avezados a observar el orden general de las cosas y a considerarlo como un todo de modo admirable organizado, pueden descubrir en ellos enlaces entre unas y otras que al confirmar el concepto unitario sustentado acerca de lo que ocurre en la realidad que nos rodea, aumentan la firmeza de los ideales y con mucha claridad permiten entrever la trama de las futuras evoluciones que han de guiarlos hasta su positiva efectividad. Y de ese hecho se desprende buena porción de enseñanza inmediatamente aplicable a la conducta individual. Cuando sea rectificación de detalles favorece en mucho la demarcación de las líneas generales y en lo tanto la asimilación de las ideas, que así, por ese modo, paso tras paso, van engrandeciéndose y allegando cada vez más la posibilidad de ser los solos móviles de la acción. Así, por ese modo, mediante esa disciplina, se robustecen las iniciaciones de progreso que haya en el pensamiento y cobran el vigor necesario para llegar a transformarse en pasiones llenas de fecunda savia creadora.
Queremos comentar determinados aspectos de la opinión a propósito de esa pregunta, por Armand - director de L'Ere Nouvelle, de Orleáns - cuyo criterio en lo relativo a los "problemas sociales" se adapta con perfección a las ideas que la filosofía de esta época permite formular como representaciones sintéticas de las que han de ser en lo futuro, por fuerza de ineludible devenir, normas de la vida colectiva e individual en cuantos órdenes la determinen.
Atrmand, - cultor infatigable del acratismo, - da base de las futuras relaciones sociales, en sus aspectos colectivo e individual, la contratación, el pacto consciente, la colaboración fraternal asentada en el anhelo del común bienestar y del general progreso, lo que implica, en término primordial, libertad absoluta para concurrir al nacimiento de la convención, voluntad libre dentro de los límites en que a esa potencialidad le es dable alcanzar el grado mayor de su desarrollo, es decir, hasta donde la herencia y los factores mesológicos lo hacen posible. Sobre esa libertad volitiva en la plenitud de su ejercicio, producto de una educación rigurosamente científica, que implica un amplio conocimiento de las leyes del universo y del organismo del individuo, han de asentarse las demás condiciones que la naturaleza de cada especie particular de contratación imponga. Extremada afinidad moral e intelectual y completo dominio del instinto sexual, en el caso del matrimonio, por ejemplo. Pero he aquí que las condiciones actuales de vida impiden, mejor dicho, estorban demasiado, que ese necesario desenvolvimiento tome cuerpo., y apenas, si a costa de tenaces esfuerzos dan hogar a las generosas aspiraciones que se proponen implantarlo. El período evolutivo que alcanzamos no da para más. Los propósitos no alcanzan aún a socializarse. Las ideas innovadoras se propagan con evidente lentitud, a causa de la enorme resistencia que el ancestral conservatismo les opone. La armonía consciente, fecunda, entre unos y otros hombres, y entre los grupos humanos y la individualidad aislada ha de mirarse mientras tanto como un noble ideal digno de cuanta lucha se pueda emprender y también del sacrificio cuando no haya otro medio de difusión que éste. Y es ante todo el encauzamiento de la voluntad, su orientación metódica, sujeta a principios, realizada por los maestros esforzados en el seno de la escuela, a fuerza de paciente labor, y por los hombres de aspiraciones nuevas dentro del hogar, tras constante tarea, la sola fuerza capaz de procurar el bienhechor nacimiento de esa augurada armonía, de esa amorosa reciprocidad, amoldada a la verdadera lógica de los hechos, que hará la dicha humana. La acción de los hombres avanzados, persistente y valerosa, tiene a su cargo ese trabajo; en ninguna otra zona pueden prosperar los gérmenes que han de originar su proficua y gloriosa existencia. La educación de ahora, inavenible con la estrecha verdad acientífica, inepta para actuar sobre la plasticidad de los conglomerados sociales de modo eficiente, marcha por vías de fatal regresión, hondamente nociva a los ideales libertarios, arrastrada por el impulso retroactivo que, en virtud de la naturaleza misma de los sistemas en que descansan, le impelen los gobiernos. Como hemos dicho, en el esfuerzo individual, educado, instante, intenso, tenaz, reside la potencialidad transformadora que puede operar con provecho sobre la psiquis hiperexcitable de las colectividades.
Hay pues, en la primera proposición de Armand, - la única a que en esta ocasión hemos hecho referencia, entre las que integran su escrito, - suficiente amplitud para espaciar la meditación, campo florecido de sonrisas para los que, - espíritus altos, - suelen buscar solaz en la serena contemplación de las ideas: para los que de sus filaturas sutiles obtienen el secreto de a propia renovación moral e intelectual: para los que necesitan renuevos de vigor que brindar al altivo afán de lucha.
Armand sintetiza con clarividencia las ideas y los ensueños que enmarcan la nueva tierra de promisión hacia la cual encaminarse anhelante la humanidad. En próxima vez iremos de nuevo tras la estela de su pensamiento conceptuoso.
Omar Dengo
COMENTARIOS
II
"¿Tiene derecho el marido de impedir a su mujer que vaya a la iglesia?"
Dice Armand, - en mejores términos, - un ser de sexo femenino puede atraerme: 1º, por su sensualidad; 2º, por lo afectivo de su temperamento; 3º, por su desarrollo intelectual. Y en verdad, no otros móviles, salvo el caso patológico de uniones que en el seno de aviesas conveniencias se forman, con detrimento de la salud social, son los que demarcan los límites del terreno en que ha de asentarse el hogar. El ideal, como él dice, consiste en encontrar reunidos esos tres motivos de unión, fuentes de amor, en una misma persona. Hasta allí nuestro criterio con regocijo se acoge al suyo: es gran deleite encontrar expuestas con maestría por mano ajena, las ideas que el propio pensamiento ha esbozado y que hace visto obligado a abandonar al torbellino destructor del siempre prometido "después" que llama en auxilio suyo, en horas de desasosiego y tortura, la voluntad ineducada. Pero no aceptamos, en cambio, su aserto de que ninguno de esos géneros de influencia goza de superioridad con respecto a los demás. Basta mirar las consecuencias sociales que cada uno de ellos puede generar para tener por cierto que difieren mucho entre sí y que son, en cuanto puntos de mira, de modo muy diverso, aptos para servir con provecho al desarrollo de los ideales que la mentalidad contemporánea persigue. El amor meramente sexual, el que al arrullo de la lascivia crece, - amor instintivo, sin vigor que lo haga perdurable, - es infecundo y por ese hecho o por especial acción, dañoso socialmente si se le considera con relación al objetivo que a la humana prole se le asigna. Es por desdicha el dueño del campo en la actual sociedad burguesa, aunque que bien pronto habrá de ser arrollado por más nobles tendencias. Harto revelan su poderío las modalidades con que manifiesta su desenvolvimiento enfermizo, en lo tocante al vestir, la mentalidad femenina, carente por modo casi absoluto de ideales que le den prestigio a su acción en la vida y la tornen eficiente y benéfica. A ese respecto todo tiende a conseguir que el ansia del macho por la hembra no sufra desvanecimientos. La transformación irracional de los trajes, operada por fuera de las vías de evolución que la necesidad traza, afirma de más en más la esclavitud femenina y hace nula la intención de ciertos movimientos feministas que imaginan a la mujer capacitada ya para realizar una colaboración útil en el progreso social. La constante mutación de las modas, sustentada por el ánimo lucrador de los trabajadores de la especie, que a su vez se apoya en la excesiva vanidad femenina y en el ínfimo desarrollo del sentido estético de la mujer, productos ambos de la hereditariedad y el desvío pernicioso de la educación, va encaminada a obtener que bien pronto los ojos hambrientos del sátiro puedan apreciar en toda su incitante belleza, sonrosadas, palpitantes, las formas en que ha sido modelada la carne de la víctima. Tampoco vale ante el criterio de los hombres la elevación del femenil intelecto: es tan poco apetecida por ellos la excelsitud del corazón femenino, el predominio de la afectividad; y con tal ansia se solicita de las mujeres, y en ocasiones hasta brutalmente se les arrebata, pasto para el desarreglado refocilamiento del placer venusino que, necesariamente, por inevitable impulso de acomodación, ellas, a quienes de otra parte inveterados conceptos mal orientan, desarrollan su actividad, con afrenta del amor consciente y puro, en el sentido que más al alcance las coloque de conquistar el dominio estéril de los encantos físicos, y en lo tanto mayores probabilidades les ofrezca de asegurar la posesión del hombre. Gloria es ésa, que así son las suyas, de la organización social de esta hora que ya empiezan, para depuración de la humanidad, a azotar las ráfagas candentes del aniquilamiento. No fue menos grosero ni fatal el clásico culto de Baco, que esta epidémica adoración libidinosa, engendro de los dogmas religiosos y políticos imperantes, cuyos festivales orgiásticos consumen sin piedad el poder autorrenovador que en el fondo de la conciencia humana se espacía, pronto a brotar al conjuro de una obra de inteligente y metódica dirección.
Y es así que, como en glosa anterior dijimos, nada hace por destruir tan nociva malaventuranza, la agobiada escuela - taller que no podrá forjar los ejes de la futura maquinaria social, en tanto Minerva asista al festín del Estado y sea humilde devota de la Santa Madre Iglesia. El martirio de Ferrer le presta a esa verdad la luz de su propia grandeza; la hace inconmovible como lo fue la roca de su carácter y lo es el jalón transformador que su interrumpida tarea planteó sobre el salvajismo de la monarquía hispana; la hace amplia, como amplio fue el predio de sus nobles propósitos.
Quede, pues, constancia de que a nuestro entender, y puesta en parangón con la que por virtud del sentimiento cristaliza y aquella otra a que el intelecto da vida, resulta desmedrada la atracción que la sensualidad, pérfida sirena, puede desplegar.
Cuanto a los otros veneros de amor que la pluma de Armand señala, cabe también hacer distinciones que en gracia a la prioridad de otros aspectos de la cuestión prescindimos de consignar.
Opinamos con Armand que en el caso del atractivo voluptuoso el punto de idea queda in vacuo; y que no asume mayor interés cuando es la ternura de la mujer la que nos ha llevado hasta ella a requerirla de amores. El problema surge cuando al contraer la unión, han sido las ideas quienes han hecho hermandad y dispuesto proseguir juntas a lo largo de la vida.
Entonces...¿tiene o no el marido derecho de impedir que su mujer vaya a la iglesia? Quédese para el lector la resolución del problema. Armand dice que solo contraería matrimonio con una mujer copartícipe de sus ideas ácrato-individualistas, atea como él, y que ya unidos, basarían la orientación moral e intelectual de su vida, en todos sus aspectos, en el "libre examen" de las tesis que se presentaran y en la elección libre entre sus diversas consecuencias prácticas. Y piensa en definitiva, que es esta una cuestión de temperamento... como el amor.
Omar Dengo
COMENTARIOS DE LECCIONES
I.
Seguiré asistiendo, con mucho gusto, a las lecciones de Práctica de los jueves y como no podría dedicar mucho tiempo de mis lecciones al comentario de lo que observe, seguiré anotando en esta forma y en este lugar algunas de las impresiones recogidas.
Preguntas que obligan casi a adivinar, por lo vagas. ¿Qué objeto tienen? Es deseable que las preguntas hagan recordar o hagan pensar. Y el niño necesita tiempo y estímulo para pensar. No basta preguntarle. Es preciso preguntar con claridad, con concisión, con insinuación.
Aplaudo la manera heurística de trabajar, sin embargo. La prefiero mil y mil veces a la forma expositiva y solo expositiva. Pero conviene tener presente que si un niño contesta, hay que darle o reconocerle algún valor a su respuesta cualquiera que ésta sea. ¿Qué se logra con decirle simplemente: no, vamos a ver qué dice otro? ¿Qué se logra con no tomarle en cuenta lo que contesta? Y ¿si se desalienta, y si se le deja la impresión de que se pregunta por preguntar?
No. Toda respuesta tiene un valor. Representa un esfuerzo del niño, un deseo de trabajar, o un deseo de complacer. No digo que lleguemos al extremo de dar por buenas las respuestas inaceptables. Pero no caigamos tampoco en el de aceptar solo las respuestas que coinciden exactamente con nuestro pensamiento.
¿Qué hacen ustedes, jóvenes practicantes, en el sentido de obtener que todos los compañeros escuchen al que contesta y tomen en cuenta sus respuestas? Algo hay que hacer en esa importantísima dirección. El niño debe llegar a sentir qué papel es capaz de representar su criterio dentro de la vida de la clase.
II
En segundo grado y tratándose de problemas con monedas, es recomendable el camino que se siguió, al menos en sus líneas generales. Me refiero a la conveniencia de tener monedas a la vista y de que los niños hagan operaciones con ellas. Ciertas escuelas extranjeras, ricas por supuesto, tienen departamentos de ventas en las cuales los niños, mediante situaciones reales en las cuales participan, aprenden el mecanismo de la compra-venta y de sus instrumentos. En las nuestras y en otras, se ha ensayado, a veces, a simular moneda con cartoncitos. El recurso, si no se abusa de él, no es malo. Pero se dispone también del que se aplicó hoy, aun sin que todos los niños tengan monedas en sus manos, a cambio de que los problemas se refieran a situaciones de las que los niños recuerdan, relativas a tratos en que ellos han intervenido al ejecutar los encargos de compra de sus hogares. Hay muchos niños en las escuelas que trabajan como vendedores de confituras y otras cosas, y sería muy aprovechable a experiencia de ellos en cuanto a valores, cambios, etc.
Pero no hay que imaginarse que una lección puede ser objetiva por solo hecho de que intervengan objetos, sobre todo, si como en el caso de la moneda, tales objetos son meros símbolos de abstracciones. A la larga, si el maestro no se cuida de que le sirvan para hacer concretas las ideas, la lección puede resultarle simplemente como un ejercicio corriente con números, oral o escrito.
¿Por qué en las lecciones de los practicantes tienen los niños como única actitud la de oír para contestar?
¿Por qué los temas suelen ser tratados sin tomara en cuenta las posibilidades de correlación?
Entiendo que, de preferencia en los primeros grados, las lecciones deben darse de modo que sea más viva su motivación, es decir, con mayor fundamento en las experiencias y en los intereses de los niños. Debe haber constantes alusiones a los hechos que les son conocidos y que se sabe que les interesan.
Más ejemplos, y menos explicaciones abstractas. Y dejar a un lado los falsos conceptos provisionales que se suele dar con el pretexto de que los niños no comprenden. A cambio de que adquieran con firmeza la idea, poco importa, en muchos casos, que no conozcan los nombres técnicos ni las definiciones del texto.
¿Por qué no recurrir al dibujo, por los niños, o al recortado de papel en aquella lección que utilizó figuras geométricas? Si los niños intervienen, es decir, colaboran de ese modo, se obtiene no solo un mayor interés en la lección, sino también un provechoso ejercicio de la actividad sensorial de ellos.
¿Por qué no asociar el dibujo a la lección sobre plantas? Aplaudo lo de haber llevado flores, pero habría preferido que los niños hubiesen estado en mayor contacto con ellas en el momento de recoger observaciones.
Por qué en matemáticas se trabaja siempre solo en la pizarra? Conviene la colaboración del niño con trabajos de pupitre, siquiera en vez en vez. No olvidemos lo de Dewey, - mil veces repetido,- el pupitre ahora solo sirve para oír y debemos convertirlo en instrumento de trabajo. Visto con los ojos de la escuela activa, el pupitre es un pequeño taller y un pequeño laboratorio. Dibujos, notas, recortes, etc., pueden suministrar los medios de que en ese taller y en ese laboratorio se forje la obra de un ser que puede hacer algo más que oír y contestar: que puede pensar, que puede crear.
Insisto amablemente en que las lecciones de Geometría pueden interesar doblemente a los niños se provoca una más activa participación de ellos en el trabajo. Si se dibuja una figura en la pizarra, ¿por qué no la dibujan también los niños en sus cuadernos? O, ¿por qué no distribuirles figuras recortadas, o lograr que ellos las recorten? Las explicaciones, comparaciones, etc., se harán en ese caso concretamente sobre la figura de cada niño.
Me gustó la manera de preguntar, de insinuar, de ser paciente para oír respuestas y amable para aclararle al distraído o al que no comprendía. Esos recursos, con más experiencia, con más meditación de las posibilidades del plan de lección, se podrían aprovechar en un trabajo más productivo para los niños. Nótese que de dieciocho que estaban presentes, cinco a lo sumo levantaban la mano para indicar que deseaban contestar, es decir, la tercera parte de la clase, ¿Qué le ocurría al resto? Es difícil que den definiciones y, sobre todo, si son abstractas, pero en cambio es fácil que den explicaciones, ejemplos y conceptos y que el maestro se cuide de ayudarlos a enmarcar sus ideas dentro de los términos convenientes de una definición.
El trapecio en sí, la figura geométrica, no les interesa; pero el costado de un puente, la medición de un terreno, el recortado de un papel para construir una canastilla, no solo les interesa sino que dan pie a fáciles y convenientes asociaciones con experiencias reales. Pero como al fin de la lección no tiende a dibujar, ni a recortar, ni a construir, sino a dar la noción, y hacer observar, y a hacer apreciar la importancia de la medida, de la forma, etc., hay que cuidarse de abstraer luego, por comparaciones sucesivas, de modo que los objetivos desaparezcan y queden las figuras y las ideas.
Observo que las practicantes olvidan mucho que los objetivos geométricos son abstracciones, que las que en la pizarra llamamos líneas, son en realidad planos, que los que en la pizarra llamamos planos son, en realidad cuerpos; y que si no nos preocupamos por hacer con claridad las necesarias distinciones quedan en los niños muchas nociones confusas.
La geometría tiene una belleza que no sabemos llevar a las lecciones. Dichoso el maestro que pudiera inspirar esa enseñanza en la inmortal sentencia de Platón: ¡Dios geometriza!
LOS MAESTROS Y LA POLÍTICA
Ya suponía yo que sería en La Tribuna donde se hiciera la refutación de mi carta La política y la escuela.
Hay allí una pluma diestra y por fortuna limpia, que suele ocuparse en aclarar estos temas.
Solo que mi carta, a quien la lea línea tras línea sin ánimo de encontrar el contraste con una tesis previa, sino de determinar si es o no justa, no le parecerá alarmante.
El espíritu que parece dominante en la refutación, -si lo es- y el espíritu de mi carta, se funden en ciertos anhelos comunes.
Se comenta, sin embargo, una sola de mis preguntas. ¿Por qué no otras? ¿Por qué no todas? Y se le niega su valor con una explicación que yo acepto si no se contradice con las declaraciones, incondicionales, de la circular. Que no exista la contradicción, es lo que yo deseo. Pero la circular es terminante y las instrucciones que hemos recibido acerca de la ejecución de ella, lo son más todavía.
Mas, mi interés no es político sino pedagógico, y mi propósito solo aspira a sembrar inquietudes que contribuyan a preparar el advenimiento de más amplias posibilidades.
Ciertamente es hermosa la doctrina que se invoca de restringir un poco los derechos de los hombres para defender los derechos de los niños. Precisamente para que los hombres estén en aptitud de defenderlos, es que yo quiero que se reconozcan los derechos de los hombres. Y de nada sirve que se respeten los derechos de los niños si, una vez que sean hombres, se les debe mutilar.
Al señor Obregón le consta que antes de formular él su Circular fui a pedirle, lealmente, por medio de un amigo, que hiciera una circular sin el tono de las que dejan al maestro en una situación humillante.
Y no le dije: "Haga una circular que le convenga a los partidos". Sino una circular digna de un maestro. Del maestro que don Miguel ha sido.
Don Miguel ve de cerca las necesidades del Gobierno, y toma el camino de la ley. Yo veo de cerca las aspiraciones del aula, y siembro preocupaciones en los mismos surcos de donde habrá de brotar otra manifestación de aquellas necesidades. Sé que el problema es complejo.
Pero se habla en La Tribuna de que lo que yo digo de cultivar intereses cívicos en los alumnos, es pretexto para darle entrada en las aulas a la política. Si se quiere poner en duda la sinceridad de una tesis pedagógica, se me ofende con el error.
Años hace que la predico en la conferencia, que la defiendo en el artículo y que la enseño en la lección. ¡Centenares de jóvenes son testigos!.
Si se quiere decir que en la Escuela Normal estoy haciendo propaganda política, franca o velada, protesto de la afirmación con todas las fuerzas de mi vida. Véngase a ver mi labor, a interrogar a los alumnos y a mirar cómo, - sin duda con grandes diferencias- se cultivan los intereses cívicos a través de la acción de múltiples actividades.
Así se ha hecho desde antiguo.
Mi trabajo de maestro de escuela está lleno de pecados de incomprensión, pero la honradez con que lo hago no consiento que nadie lo discuta. Si hay un abuso o un engaño o una perfidia allí, el camino para llegar a que se me destituya no tiene tropiezos.
La doctrina es vieja, de práctica tan constante en otros países, que podría yo discutirla teniendo a la mano planes, programas, libros, estadísticas y hasta invitar al contrincante a presenciar experimentos de laboratorio pedagógico. Lo de si los intereses cívicos están fuera o dentro de la comprensión del niño o del adolescente, es delicadísimo problema técnico que se estudia hoy a la luz de la ciencia que crearon los Stanley y may, los Meuman y los Claparede. Han salido ya estos problemas del dominio de la retórica de los periódicos.
Relataré, para dar un dato curioso, que tengo a la vista un folleto que se llama: Escuela para medir la importancia de los hábitos de ciudadanía.
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