UNA FORMA NUEVA DE LEER NOVELAS
Justificación
Hablar de una forma nueva de leer novelas pareciera no solo pedante sino intrascendente. A simple vista lo nuevo se presenta como fatuo, trivial. No obstante ello creemos que es posible enfrentarnos al texto de la novela de una manera diferente. Así como el escritor ha emprendido caminos de renovación, en el enfrentamiento de los temas y conflictos, el lector puede y debe estar preparado para acercarse a los productos literarios nuevos desde perspectivas renovadas. Esto no quiere decir que lo anterior no sirva y deba rechazarse, todo lo contrario, son su apoyo tratamos de vislumbrar posibilidades nuevas. En todo caso creemos que la lectura del texto literario es responsabilidad del lector y no del escritor.
El escritor parte del conocimiento, del concepto, y después de reflexionar encuentra el significante que exprese lo que desea. Para ello se vale o crea sus propias técnicas literarias, las cambia, las modifica, las mezcla o simplemente las inventa. En cambio los lectores parten del significante y luego de estudiarlo, comprenderlo, llegan a esclarecer su sentido. En otras palabras, autor y lector realizan caminos opuestos. Uno selecciona contextos, el otro los asocia y los descodifica.
El escritor realiza la creación de una novela. Para ello cuenta con el conocimiento del lenguaje, una cultura, un conocimiento histórico, social y un manejo de técnicas literarias que puede conocer por estudio de las mismas o por lecturas de otros escritores o simplemente las inventa. Cuenta además con determinada visión de mundo, una serie de valores que afirma y otros que niega. Esto es: una ideología. Escribe la obra en una determinada porción de tiempo cronológico e histórico y en ella puede mostrar su presente o retroceder a tiempos pasados, vividas por él o conocidas a través de la investigación. De igual manera el lector cuenta con una experiencia lingüística, unos determinados conocimientos históricos y sociales. Puede vivir o no la época que el escritor muestra en su novela o desconocerla totalmente. Este aspecto hace que el lector, por exigencia del texto, tenga que estudiar, no solo la novela leída, sino los contextos de la misma: históricos, biográficos, lingüísticos, literarios, ideológicos, etc. Si en cambio el lector posee conocimientos parecidos al escritor, la comprensión de la novela, y desde luego su lectura, resultan fáciles y provechosas. Así aprende disfrutando.
Otro aspecto que debe considerarse es que el escritor no tiene interés especial en hacer las cosas fáciles para el lector, no por razones de pedantería sino por exigencias literarias de su creación. El autor lucha con el lenguaje, su linealidad, sus limitaciones expresivas, su uso cotidiano y por todos los medios trata de dar a sus obras sentidos nuevos, más significativos y más profundos. Eso lo lleva a realizar fragmentaciones, cambios de escenas, paralelos, contrapuntos, simultaneidades, armonías de voces, diversos perspectivismos, y toda clase de figuras literarias conocidas y nuevas que hagan más expresiva la obra y desde luego de mayor categoría literaria. A esto es a lo que algunos llaman semiotización del lenguaje para alcanzar la categoría de literario, polisémico.
En síntesis la lectura de una novela y el grado de aproximación al sentido de la misma depende exclusivamente del lector, Si éste está debidamente preparado puede obtener interpretaciones mejores y más provechosas de la de los lectores sin conocimientos adecuados. Nuestra modalidad para leer novelas es una propuesta a los lectores para prepararse a enfrentar las novelas sistemáticamente y obtener de ellas mayor comprensión y conocimiento.
Tal y como lo hemos venido afirmando la escritura de la obra literaria es un elemento importante que nos conducirá a esclarecer ciertos aspectos de la novela. De esta manera los conceptos de enunciación y enunciado serán los elementos capitales de nuestra propuesta.
Bajo estos dos aspectos, sus niveles, sus componentes, sus relaciones e implicaciones en los elementos estructurales: tiempo, espacio, personajes y conflictos descansará nuestro esfuerzo.
Nos serviremos de una categorización vieja como lo es: La situación inicial Si, los procesos P y la situación final Sf. Conceptos éstos, que son universales para comprender determinados fenómenos y que Aristóteles enunció por primera vez. Es el principio de que todo tiene un inicio, redesarrolla (o crece) y muere, para transformarse en nuevas vidas.
LA SITUACIÓN INICIAL
La situación inicial que simbolizaremos como Si, debe distinguirse en dos niveles: la enunciación y el enunciado. La enunciación nos conducirá a su esclarecimiento.
El escritor antes de escribir una novela se encuentra con la dificultad de su inicio. ¿Cómo comenzar la novela? Y se le abren muchas y dispares maneras, desde un diálogo entre dos personajes hasta una aclaración sobre el origen de los manuscritos. Pero solo podrán hacerlo a través de la enunciación, sea esta la primaria o las voces de las secundarias.
Si comienza por el enunciado a través del Sp, lo hará a través de la voz de un personaje. Es el caso de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo:
"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo."1
Fácilmente se observa que quien produce la enunciación es el Sp, un personaje llamado Juan Preciado, hijo de Pedro Páramo, y después, en algunas ocasiones, narra mundo privado y posibilita la apertura de otras enunciaciones y la aparición de nuevas voces que por cierto abundan en esta novela y abren la virtualidad del paradigma que llamamos sinfónico.
La otra modalidad es clásica y aparece en todas las novelas monofónicas pero también, con diferencias, en la novelas de los paradigmas siguientes. Veamos:
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era..."1
"Con el cuello airosamente enarcado, las orejas enhiestas y la negra y reluciente piel salpicada de espuma, el fogoso potro hacía resonar el empedrado con su rítmico manoteo, y chispear entre la polvareda sus bruñidas herraduras."2
En amos ejemplos se aprecia que el narrador es el Se y se coloca fuera de la historia y con su saber olímpico comienza a narrar, enunciar esos mundos privados que escogieron los autores.
La enunciación siempre será la que inicie la novela, ya sea a través del Se o el Sp, pero el inicio de la historia narrada puede introducirse de tres maneras:
1. Por el inicio de la novela
2. En el centro (más o menos)
3. Al final de ella
4. Fragmentada
No es exclusivo de la novela, también lo usan otros géneros literarios y variedades de la narración, como lo es el cuento, la leyenda, etc. En el caso de la novela monofónica, lo frecuente era que comenzaran por el principio y se desarrollaran los procesos en orden lineal y lógico (o-1).
En las novelas policíacas, es frecuente que lo primero que ocurra es el crimen que se supone es el final de la historia y después, poco a poco, se van desarrollado y esclareciendo los móviles del crimen hasta llegar a descubrir al culpable y las razones que motivaron tal conducta.
En el ejemplo que citamos de la novela Cien años de soledad es cercano a la mitad de la misma cuando efectivamente Aureliano Buendía, frente al pelotón de fusilamiento recuerda cuando su padre lo llevó a conocer el hielo y el narrador inicia la historia de Macondo y va explicando como era el pueblo y todos sus pormenores.
En las novelas de los paradigmas recientes, los escritores no brindan completamente el inicio de la historia sino que la reparten en diferentes partes de la novela. El lector tendrá que reconstruirla al final de su lectura.
La Si es un marco, un estado de cosas, un ambiente, un clima de tensión (conflictos) que posibilita la apertura de acciones de uno o varios personajes con el fin de superarlo y sucede en un espacio y tiempo determinados. Entonces la Si abre la novela, es la chispa que enciende el motor. Las fuerzas contrarias y complejas dejan su estado aparente de acción, pierden el equilibrio y estallan, saltan en todas direcciones y modalidades. El conflicto no es más que ese estado latente de las fuerzas reprimidas, anuladas pero de pronto viene el desequilibrio y con él la acción (recordemos que la inacción es un tipo de acción).
En las novelas monofónicas los móviles de la iniciación de ellas se dibujaban evidentes: un personaje decide salir en busca de un tesoro, contar su vida o la de otros, iniciar una pelea, regresar a su casa, llegar a un pueblo, salir de paseo, iniciar un noviazgo, etc. Pero en las novelas de paradigmas recientes no son tan fáciles de reconocer y describir.
"Todo hubiera sido perfecto si no existieran los recuerdos. La mano que se alza, los ojos que miran. Los gestos pacientemente aprendidos frente a los espejos, habrían tenido sentido si no hubieras dejado escapar, una a una, todas las sensaciones acumuladas en el cuerpo, en el cerebro, entre tu piel.
No logra compaginar los acontecimientos. No sabes si en esa época te habían llegado los sudores, el crecimiento de vello, los sueños espantosos y las horas de angustia en la soledad de tu cuarto."1
Este ejemplo permite observar lo que apuntábamos anteriormente: un tiempo presente, actual, y los recuerdos que llegan. Más adelante, en la página siguiente, retrocede hasta la niñez, cuando tenía ocho años. Usando la segunda persona singular, va narrando los acontecimientos y situaciones, ambiente, etc. del personaje. Este Se en una especie de YO-conciencia. En otras secuencias, el Se se presenta como un Yo que se refiere a un él protagónico y luego lo deja para cederle la palabra. Entonces aparece el Sp que enuncia su propia experiencia. La técnica empleada por Alfonso Chase, de permitir los cambios en las enunciaciones, le permite abrir diversas perspectivas o puntos de vista sobre un mismo conflicto y ello da al relato variabilidad y riqueza expresiva. La atención a este aspecto, desde la Si, permitirá al lector una mayor comprensión de la novela.
Las Si en los relatos varían según sean las intenciones del escritor. Podemos generalizar y por lo tanto afirmar que ellas pueden ser por lo menos, negativas o positivas desde la perspectiva lógica o.1. Así los personajes se encuentran en un marco social (ambiente de la Si), psicológico, moral, físico, peor o mejor que cuando llegan a la Sf. Esto hizo observar a los críticos, en las obras de teatro, dos modalidades opuestas que llamó, comedia y tragedia. En la primera se partía de una Si conflictiva, negativa, y luego que los personajes llevaban a cabo los diferentes, encuentros, acciones, llegaban a una Sf positiva, feliz, al resolverse (aclararse los conflictos). Por otra parte, lo contrario ocurría con la tragedia. En ella se partía de una Si positiva, feliz, por lo menos en apariencia, y se llegaba a una Sf negativa, infeliz. Los cuentos de hadas son otra muestra parecida a la comedia, con respecto a este aspecto.
L novela no escapó a esta estructura. La subliteratura convirtió en constante el iniciar sus novelas (la historia) con situaciones conflictivas, negativas y concluirlas con situaciones finales positivas, felices. Lo mismo ocurre con estos famosos escritores vende libros, llamados bestsellers, tales como el brasileño Paolo Cohelo o la inglesa Joanne Catherine Rowling
Entonces el lector no solo debe descifrar en las dos situaciones iniciales, tanto del Se como la de la historia protagonizada por los personajes el espacio, el tiempo, los tipos de conflictos, los personajes que padecen los conflictos, etc. Después tendrá ocasión de cotejar estos aspectos con los procesos y observar la situación final a que llegan.
LA SITUACIÓN FINAL
Tal y como lo expresamos para la Si, la Sf se enmarca dentro de la enunciación y el enunciado. No es igual la terminación de la historia que el final de la novela, aunque puedan coincidir.
La situación final se convierte en un estado de equilibrio con nuevas y posibles tenciones pero al fin y al cabo es el resultado del desequilibrio inicial, de la tensión que propicio la historia y los procesos que hicieron posible el final de ella y de la novela.
Existen diferentes modalidades para cerrar una novela y no se descarta la posibilidad de dejarla abierta a otras novelas que partan de ésta. Hay novelas como las fonológicas que siguen el orden 0-1 de la lógica aristotélica occidental, logocéntrica. La Si abre los procesos y se llega a la Sf. Otras inician y cierran con la misma situación inicial, solo que se explica, en el proceso de la novela cómo se llegó a ese estado. Es como una especie de círculo. Éstas utilizan el paradigma en vez del sistema y presentan escenas, acciones paralelas, voces simultáneas, puntillismos, etc. Nos estamos refiriendo a las novelas secuenciales de los últimos dos paradigmas. Un ejemplo claro de esta estructura la tenemos en la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo y en casi todas las novelas de Carmen Naranjo. Sobrepunto inicia así:
"Ella entró. Estaba leyendo aquel párrafo "el tiempo de una colección de monstruos -belleza, fealdad, talento, santidad, virtud- y el mundo es un instante de sueños inconclusos". Ya no recuerdo de qué libro ni de qué autor, quizás era una de esas frases que se sueña escribir y no se llega a saber si solo quedaron en la memoria confundidas con la propiedad de lo aprendido aquí y allá, anónimo párrafo como los lugares comunes o los refranes, recolecta de los oídos, de las escaleras que a veces son libros y otras conversaciones, o pensamientos a medio hacer, sin profundizar por falta de tiempo o por abundancia de pereza o porque la mente sigue dormida en la mecedora de los monosílabos, de los comentarios de siempre, de las mismas preguntas contestadas ayer y antier y hoy."1
Y la novela termina así:
"Ella entra. Estaba leyendo aquel párrafo "el tiempo de una colección de monstruos -belleza, fealdad, talento, santidad, virtud - y el mundo es un instante de sueños inconclusos". Ella..."
Como puede notarse, principio y final de la novela coinciden en un instante, mientras tanto la novela ha terminado y el lector asistió a un desarrollo importante de parte de dos vidas: un hombre y una mujer, y sobre todo, a la vivencia personal y social de una serie de encuentros, escenas, sueños, sufrimientos y felicidades (las menos).
El espacio: un cuarto, es el mismo de la situación inicial y final, lo mismo que el tiempo y la tensión: un encuentro entre dos personajes (el hombre y la mujer). El conflicto: la soledad, la incomunicación, la existencia del hombre (su sentido), en otras palabras el hombre tratando de vivir en una sociedad degradada, etc. Este no es el momento para esclarecer la significación de la novela, pero la comprensión de la situación inicial y la final, enmarcadas ambas en las enunciaciones, no permite aproximarnos ya, con mayor acierto, a una interpretación de la novela.
La situación final es un nuevo momento, a pesar de que pueda ocurrir en el mismo espacio, el mismo (si ello fuera posible) tiempo y con los mismos personajes. El recorrido de los personajes, recuerdos, acciones, escenas, hechos, encuentros y desencuentros, etc., hacen que la Sf sea diferente, cualitativamente a la Si y por lo tanto el lector social posee un conocimiento e información diferentes antes y después de ocurrir ambas.
Los elementos que se encuentran en la Sf pueden denominarse con los mismos conceptos pero no son iguales. Es cuando se hace más cierta la célebre frase de Heráclito: "nadie puede bañarse dos veces en el mismo río" y que yo le agregué, nadie "que sea el mismo" puede...
La situación inicial se presenta como la tesis y la situación final como la síntesis en la dialéctica. La antítesis existe en la situación inicial como parte de las fuerzas contrarias, la tensión. Gracias al desequilibrio de ella comienza la antítesis y se abren los procesos que conducen a la síntesis.
También como en la situación inicial, el lector de novelas, debe distinguir dos aspectos diferentes de la narración: la enunciación y el enunciado porque una cosa es el final de la novela y otra el final de la historia. Novelas famosas de la literatura universal, tales como El Ulises de Joyce o Mientras agonizo de W. Faulkner, solo duran unas pocas horas en el tiempo de la enunciación pero las voces de los sujetos protagónicos del enunciado narran muchos años de existencia. Esto ocurre también en la novela Noche en vela de la costarricense Rima Valbona. En ella durante una noche (la vela) se recuerda o repasa todo un pasado y las relaciones familiares del personaje Leo (tía) y Luisa (sobrina) y otros miembros de la familia y amigos. Otras novelas costarricenses tienen esa misma estructura: Camino al medio día, Diario de una multitud, Los perros no ladraron, las tres de Carmen Naranjo Coto y Muerte al amanecer de Hernán Elizondo Arce, entre otras.
LOS PROCESOS
Llamaremos procesos a las conductas o acciones emprendidas por los personajes para obtener una solución favorable (o simplemente salir) de sus conflictos, terminar con ellos.
Las conductas de los personajes pueden ser intencionales o accidentales, por propia voluntad o movidos por circunstancias ajenas a su voluntad. En todo caso el lector debe distinguirlas, encontrar los móviles de las mismas, los obstáculos, los medios de que se valen los personajes para obtener sus propósitos y las acciones que emprenden.
C. Bremond hablaba de procesos de mejoramiento y de degradación. Creemos que lo importante es comprender los procesos dentro de secuencias o series acabadas de proposiciones, destacar su sentido dentro de la totalidad del texto y el papel que desempeñan en él. Los personajes emprenden acciones tendientes a obtener resultados favorables a situaciones negativas, conflictivas, de carencias, individuales o colectivas que impiden su realización como ser. Dentro de la problemática completa de la novelas, encontraremos toda clase de acciones, obstáculos y medios para superarlos, individuales o grupales. Estos en muchas ocasiones son gratuitos, mágicos, providenciales y los personajes se convierten en portadores de rasgos morales (bueno, sumiso, obediente, respetuoso, estudioso, buen hijo, buen marido, etc.) que lo hacen merecedor del apoyo mágico, divino, accidental, casual, y ayudados por seres u objetos sobrenaturales superan sus carencias y conflictos. Para llegar a ser felices al final de la novela.
El simple hecho de dejarse morir un personaje como en la novela Murámonos Federico (1973) de Joaquín Gutiérrez Mangel, ya es un proceso, una acción, una conducta o simplemente quedarse indiferentes ante los sucesos de un pueblo como sucede en Pedro Páramo de Juan Rulfo, es una acción llamada indiferencia.
Las novelas han incorporado técnicas especiales para desarrollar los procesos dentro de secuencias encadenadas, entrelazadas o interpoladas que de una u otra manera violan la historia lógica, lineal, ordenada, de la novela monofónica, tanto en el nivel del hacer como en el ser de los personajes.
En la novela de Julieta Pinto G. La estación que sigue al verano (1969), los procesos de los personajes se intercalan de tal manera que van ocurriendo unos detrás de otros. Así se narran hechos acerca del esposo, luego siguen los de Irene, después los de la esposa, acto seguido los de Esteban y solo al final de la lectura se sabe la historia en forma completa. Esto mismo se realiza por otros escritores, intercalando escenas entre los personajes, sin que una de ellas sea necesariamente causa de la siguiente. Todo lo contrario, la historia se debe reconstruir a partir del final de la novela. Es lo que sucede en las novelas de Gerardo C. Hurtado, Así en la paz como en la muerte (1975) y en Los vencidos (1981), donde varias historias (procesos) se cruzan, se tocan, se acercan, se interpolan y a veces se confunden entre sí convirtiéndose en una sola.
Lo anterior obliga al lector a estar atento, tanto a la Si, los procesos P como a la Sf, ya que constantemente se mencionan en todo el libro.
Dentro de los procesos se hace necesario reconocer, y esto es fundamental en nuestra propuesta, la voz, tanto del Se como las de los Sp. Todas las implicaciones descritas para ellas antes, deben tomarse en cuenta. Gracias a esto, podremos distinguir las diferencias entre los puntos de vista de los personajes que muestran mundo y del narrador o narradores de las diferentes enunciaciones que se dan a partir de la primaria. Notaremos sus preferencias para presentar determinados conflictos y no otros, resolver, a través de las conductas de los personajes, las situaciones complejas, los medios que utilizan para ello, los aliados, las conductas emprendidas, los fines que persiguen, sus anhelos, aspiraciones, frustraciones, soledades, amores, tristezas, etc. Todo ello permitirá verificar el grado de autonomía de los personajes, sus visiones de mundo, lo que enjuician y censuran y lo que añoran o desean para ellos en particular y para la sociedad en general.
En nuestro caso, para el tipo de lectura que deseamos exponer, no es necesario llegar al detalle en la descripción del objeto literario. Por ello no nos referimos a las acciones, ordinales y cardinales, las diferentes secuencias, los indicios, y otros niveles como el gramatical donde se establecen los modos, la voz, etc. al estilo propuesto por los estructuralistas franceses sobre todo. Dentro de nuestro modelo eso se hace innecesario y quedaría para el especialista que desee profundizar en aspectos más rigurosos.
Otro cuidado que se debe tener es el establecer las correspondencias necesarias entre la Si y la Sf. De una justa comprensión de estos tres elementos (incluyendo los procesos) en su totalidad y todos los aspectos explicitados en secciones anteriores, resultará el éxito de una racional lectura literaria de la novela. Nuestra recomendación última es utilizar el análisis detallado de los aspectos, sin perder de vista la totalidad de la novela y llegar a ella a través del análisis y de las generalizaciones: inducción y deducción para concluir en la síntesis del método dialéctico.
Por último, el lector después de realizar ese recorrido sobre la novela, esa lectura pausada, estará en condición de estudiar, buscar los contextos histórico-culturales que posibilitaron la creación de la novela con el fin de interpretarla y si lo desea valorarla.
1 Rulfo, Juan, Pedro Páramo, p. 7.
1 García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad, p71. (Inicio de la novela)
2 Gagini, Carlos. El árbol enfermo, p, 15.
1 Chase, Alfonso. Los juegos furtivos, p. 13.
1 Naranjo Coto, Carmen. Sobrepunto, p. 7.
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