Figuras en el espejo. Una novela de Rodrigo Soto González

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FIGURAS EN EL ESPEJO. NOVELA DE RODRIGO SOTO GONZÁLEZ

 

Figuras en el espejo. Fue publicada en el año 2001.1 Los nombres de sus cuatro capítulos son: Los petroglifos, Figuras en el espejo, Gina y El tigre frente al Aro de Fuego.

 

Los Petroglifos

 

Es el inicio y el final de la novela que se nos presenta bajo la modalidad de una situaacipon inicial igual a la situación final y con ello muestra una estructura circular. Es un ejemplo del nuevo paradigma que hemos llamado polisémico. Ya el tradicional narrador del viejo molde ha desaparecido y en su lugar aparece un discurso narrativo en poder de los mismos personajes que se convierten en voces de sus propias vivencias y entre todas ellas configuran una sinfonía de imágenes que crean esa bella música coral, capaz de irradiar las vidas de todos ellos en un mural único que se inicia con Los petroglifos.

 

Toni, Ana, Oswaldo, Caco, Milena y Güicho son los personajes que reflejan en el espejo su niñez. No existen grandes acontecimientos pero sí la vida cotidiana que les corresponde vivir. No faltan los problemas hogareños, los pleitos, las borracheras de los padres, las separaciones, los castigos físicos y sobre todo esa vivencia, ese aprendizaje en la escuela del barrio. Todos ellos son figurillas en ese gran espejo de la vida, en este caso de la niñez, reunidos los hombres en el barranco y las piedras con los jeroglíficos indescifrables que guardan los tesoros de ese mundo ido y que la civilización derrumba en aras del modernismo. Vida y muerte simbolizan esa niñez que muere para dar inicio a la adolescencia, la destrucción del mundo indígena para dar nacimiento a la carretera y la separación de Waldo de la mujer extranjera, fracesa-alemana, llamada curiosamente Petra (piedra).

 

Rodrigo Soto González y otros más de esta generación, Fernando Contreras Castro, Carlos Cortés Zúñiga, Rodolfo Arias Formoso y no sigo porque son muchos más, casi cuarenta dan inicio a un nuevo paradigma literario en la novelística costarricense. No hay duda de que estamos a las puertas de un resurgimiento de la creación literaria que abre las puertas a un horizonte mayor que llegará a los linderos universales sin tapujos, ni temores y por fin nos situará en ese altar tan apetecido por muchos pero al que pocos han llegado. El nombre de esta generación tiene por titulo: ecologismo por la inclinación temática de algunos de sus representantes pero ese nombre no reúne su esencia. Como lo dijimos cuando tipificamos esta generación, ella manifiesta el desencanto, la frustración, el desencuentro, el engaño, la impotencia.

 

Figuras en el espejo

 

Es una escena. Se presenta casi teatral. Dos parejas una formal, Ariel y Gina reciben en su casa a Marcela y Oswaldo, amigo y amante. Se estable un diálogo entre ellos un tanto baladíe, mientras toman unos tragos y luego cenan. Al final se despiden de los esposos y Marcela queda comprometida a llamar a su amigo-amante la próxima noche para salir.

 

En realidad la escena muestra la realidad de lo cotidieano en ese tipo de reuniones informales donde nunca se profundiza en ningún tema y se convierte en una cháchara más. No son más que figuras del parecer reflejado en un espejo, sin proyectos y sin saber lo que quieren. Es el mundo vacío de la clase media pudiente que aparenta una realidad harto conocida. Es la hoja de un árbol que arrastra el viento y no sabe donde caerá. La escena símbolo de la gran tragedia del mundo, lleno de sombras que deambulan por laberintos interiores en busca de un asidero que les dé sentido y reposo existencial.

 

Gina representa la tercera parte y fue publicada por separado tiempo después en el año 2006, como una novelita independiente. Esto fue un error, según nuestro parecer, porque en ella se profundiza ese desencuentro vital de los personajes.

 

Es una autobiográfica pero con una faceta diferenciadora: la biografía la cuenta el mismo personaje femenino, ya conocido, de nombre Gina.

 

Se asume el discurso  narrativo a través de situaciones especiales que afronta Gina desde niña. Es un  constante devenir de accidentes, tanto personales como sucedidos a personas cercanas a ella, tales como su padre y su exesposo. Otros en cambio los sufre Gina en su misma vida como el encuentro con Miguel y luego su relación violenta con él. Esto no es más que la reiteración de Waldo y sus mujeres periódicas.

 

Gina a pesar de pertenecer a una clase media y haber obtenido la profesión de antropóloga, por diferentes razones, desde muy joven vive situaciones sino traumáticas, desarmónicas, que le impiden realizar sus proyectos personales que de todas maneras, dadas sus circunstancias reales le son difíciles cumplir. Esto sucede con el encuentro desde su infancia con jóvenes que la introducen en la vida sexual. La más violenta fue la que sufrió con Miguel, un joven universitario que llegó a agredirla físicamente. Desde su primer matrimonio con Ariel la llegada a su hogar de dos hijas se convierte en el primer obstáculo para llevar a cabo sus aspiraciones profesionales, sus anhelos políticos y su vida más abierta y libre. El matrimonio tradicional no le viene justo a lo que desea para su realización plena como mujer. Busca la separación de su esposo y acude a una vida un tanto aventurera, casi depositada al azar y a los derrepentes. Trata de buscar una casa donde vivir, se compra un carro de segunda y, como una gallina desasosegada ni siquiera desempaqueta sus haberes pues intuye que pronto llegará otra morada y luego otra. Así viaja con sus hijas a Puerto Viejo, donde se relaciona con el negro Miguel, también separado de su esposa como ella  y con dos hijos varones. Forman un hogar y se consolidan en su relación como familia.

 

Al final regresa con sus hijas e hijos de Miguel a San José con la esperanza de encontrar algo parecido a la felicidad.

 

El tigre frente al Aro de Fuego

 

Esta es la última parte de la novela y también tiene como las anteriores al personaje Oswaldo como el eje central de ella. Este es el retablo, el gran mural de la alicaída clase media, sus aspiraciones, vaguedades, superficialidades y luchas por afincarse en un proyecto que les defina, le dé realidad y los saque de ese mundo de imágenes reflejadas en el espejo que aparecen desdibujadas, y muy lejanas de la realidad. Más parece un cadáver que un ser viviente.

 

Novela impresionante, delatora y visionaria. El desencuentro, la búsqueda existencial, el punto esencial de la libertad y la felicidad se confunden con el encuentro de la oquedad, el vacío, la nada, la superficialidad, el repetirse del mundo que vivieron de niños, solo que más amarago, más desolador por el grado de conciencia adquirido en sus estudios.

 

Waldo y Gina, representantes de los dos géneros se convierten en el símbolo generacional de esa sociedad materializada llena de espejismos y estatuas con pies de barro, engañosa, superficial, violenta, material, reiterativa, circular, que convierte a los seres pensantes en figurillas desteñidas de un espejo que tienen dos salidas, la primera ser igual que las mayorías y seguir ese mundo hipócrita, de doble discurso e insípido o lanzarse en las aguas de lo desconocido, del abismo, de su propia nada. Ser domador y exigir el paso de ese león desnaturalizado por el aro de fuego o vivir bajo la consigna de la camiseta de Tamara, ¡A la mierda todo menos el Circo!

 

O la desdicha e impotencia.

 

 "Hacia la desesperanza, hacia el silencio y la impotencia más antiguos, hacia las fauces del dragón que lo devoraba. Cayó durante la eternidad de unos segundos hacia lo más profundo de lo que nunca había visto, de lo que no tenía palabras para nombrar: pegajosa trampa, arena movediza, lodazal de fuego. Se dobló sobre sí mismo hasta quedar en posición fetal, y dejó que la poderosa corriente lo arrastrara. No tenía fuerzas para combatir."1

 

Y llega a la conclusión:

 

"Lo que mejor nos define, lo que nos caracteriza como especie, no es nuestra facultad para concebir pensamientos abstractos, ni nuestra sensibilidad estética o moral, como defienden los optimistas, sino nuestra sorprendente, nuestra increíble capacidad para hacernos los chanchos, ignorando todo aquello que perturbe nuestras fantasías y deseos... (¿Cómo se las arreglan los cerdos para no preguntarse por los motivos de nuestra generosidad?) Hay que tener un deseo muy grande de no ver lo evidente; y  cuando mayor sea la verdad que necesitanmos eludir, más alucinante es la mentira que inventamos para tapar el sol con un dedo."1



1 Soto González, Rodrigo. Figuras en el espejo. Ediciones Perro Azul, San José 2001.

1 Soto González Rodrigo, Figuras en el espejo. Ediciones Perro Azxul, San José, 2001, p. 195.

1 Idem, p. p. 187-188.

2 Comments

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Benedicto Víquez Guzmán

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