TROMPETAS Y GALLOS
Por Alfredo Cardona Peña
"Aquel viejecito del campo, hombre fabuloso y cavilador, leyendo a San Marcos se impresionó profundamente al llegar al capítulo XIII, que trata de las predicciones o señales del fin del mundo, y concretamente con el versículo XXXV, en donde se escribió: "Velad... porque no sabréis cuándo vendrá el dueño de la casa: si a la tarde, a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer..."
Con un lápiz cacarizo subrayó al canto del gallo, razonando que de los tres anuncios del evangelista, el más digo de temor era ése, puesto que dicha ave puede cantar al amanecer, durante el entrelubricán o a la medianoche.
Púsose a escuchar los clarines de esos animales, y llegó a la conclusión de que unos y otros se trasmiten un mensaje en clave que nadie ha desentrañado jamás. No andaba tan descaminado, pues los gallos, al nacer el día, son como telegrafistas que se apresuran a felicitar a la naturaleza por ese milagro indecible que es el amanecer.
El viejecito, para descansar de temores, dio voces a su sueño, es decir, inventó una fábula, y gustaba referirla a los muchachos con una sonrisa que era el emblema mismo de lamentara piadosa.
"El gallo de mi compadre -explicaba- pasa su alerta al vecino, y éste al que sigue, y así por toda la redondez de la Tierra, por montes y collados, por desiertos y llanuras, hasta llegar a un gallo que vive en el Japón, el cual recibe todos los cantos de sus hermanos en especie. Este gallo finalista es el Emperador de los Gallos, o Gallo Sagrado; tiene un plumaje completamente blanco y su cola mide varios kilómetros, pues por cada canto que recibe le nace una pluma. Va guardando todos los mensajes en una gruta que solo él conoce, y el Día de la Tembladera abrirá la gruta y de ella saldrá un estrépito que conmoverá al orbe hasta sus cimientos: ésa es la trompeta de que nos habla San Marcos en el capítulo XXIV."
De la fábula pasó a la verdad, pues no se detuvo ahí, sino que comenzó a comprar gallos y los atendía y alimentaba como si fueran sus hijos. Cuando murió, el Señor premió su candor y lo condujo a un cirio antiquísimo que previamente había transformado en catedral. Sobre la nave del centro, posados en cañas de oro, se encontraban miles de gallos, los más bellos que imaginarse pueda: gallos tornasolados, gallos giros con picos de zafir, gallos con pechos como yelmos relucientes, gallos que cuando cantaban producían hosannas multicolores, gallos cuyas crestas semejaban turbantes, gallos con espolones como proas de barcos antiguos...
El señor le regaló estos animales, y el premiado se consagró a ellos, dirigiendo sus conciertos con embeleso y solicitud.
Un día los ángeles discutieron si al viejecito debía llamársele "Director de la Trompeta del Juicio Final", o, simplemente, "Encargado de los Carillones Celestes". Uno de ellos se quejó de tales minucias, alegando que el viejo había interpretado las Escrituras con poco respeto, y entonces Dios condenó a ese ángel malicioso a bajar a la Tierra, convertido en macho impotente de gallinero y a no cantar, que es lo peor que le puede pasar a un gallo.
Este cuento de Alfredo Cardona Peña es un buen ejemplo de los cuentos maravillosos. Pertenece a ese género. Obsérvese que el verosímil del relato incorpora leyes naturales y sobrenaturales y las dispone de tal manera que el lector no sufre ninguna alteración en su intelecto y acepta esa disposición interactiva entre ellas como natural. Por lo tanto ese mundo, esa visión es vista como tal y dicho destinatario la disfruta, la vive y la recrea para su gozo".
En 1972 Alfredo Cardona Peña publicó un libro de cuentos que tituló Fábula Contada y por subtítulo Narrativa Fantástica1.
Es una serie de cuentos escritos en las tres modalidades: Lo Maravilloso, lo extraño y lo fantástico. Este último cuanta con más representaciones. Para nuestro gusto es el libro de cuentos sobre esas modalidades, mejor escritos en Costa Rica, por quien no solo conoce la naturaleza de ellas sino de la obra literaria. Véase la idea que posee el narrador de la literatura:
"Entró en el apasionante mundo de la creación, completamente al margen de la realidad inmediata, envuelto en una fantasía que le dictaba sus símbolos y enajenaba su voluntad."2
Como muestra de esa colección comentaremos un cuento de cada una de las modalidades.
Ya sabemos y lo hemos comentado a saciedad que los cuentos de hadas son ejemplos claros de este género. Es quizás junto con los mitos y leyendas, los apólogos y otras manifestaciones creativas del hombre, las primeras manifestaciones de él. Hoy se ha intensificado una nueva especie que se ha dado en llamar "La Ciencia Ficción". De ella también daremos algunos ejemplos.
Este cuento de Alfredo Cardona Peña nos agrada porque además de poseer una estructura del género maravilloso permite al lector ahondar en el análisis de las profecías, el nacimiento o génesis de las mismas y sobre todo las interpretaciones. Cada lector podrá especular con sus propias conclusiones.
La Si de este cuento la ocupa un viejito campesino, fabuloso y cavilador que se impresionó al leer las predicciones de San Marcos del fin del mundo en su Capítulo XII. Velad porque no sabréis cuando vendrá el señor de la casa: a la tarde, a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer. Señaló "al canto del gallo". Consideró al gallo como un telegrafista que pasa la señal a otro galle y así sucesivamente por toda la tierra hasta llegar al Gran Gallo o Gallo Sagrado, el último en recibir el mensaje. Este es enorme, tiene un plumaje blanco y su cola mide varios kilómetros pues recibe una pluma por cada canto que entra en sus oídos. Guarda en una gran gruta todos los mensajes y el día del fin del mundo sonará una trompeta anunciando ese momento, como lo dijo San Mateo en el capítulo XIV.
Comenzó, el viejito a comprar gallos y los cuidaba como hijos. Cuando murió el Señor lo premió y lo llevó a un cirio antiquísimo que convirtió en catedral. En la nave central puso, en cañas de oro, miles de gallos bellísimos. Cantaban como ninguna otra ave, bellas melodías. El viejito de dedicó a cuidarlos y dirigir sus conciertos.
Un día los ángeles discutieron si al viejito debía llamársele "Director de la Trompeta del Juicio Final" o simplemente "Encargado de los carillones Celestes". Uno de ellos le pareció que el viejito había interpretado las Sagradas escrituras con poco respeto, entonces Dios condenó a ese ángel malicioso a bajar a la Tierra, convertido en macho impotente de gallinero y a no cantar, que es lo peor que le puede pasar a un gallo. Obsérvese la estructura:
Obsérvese que la estructura del cuento maravilloso permanece inalterable. Solo cambia la naturaleza de la Pf y la Pf. En la primera, gracias a que cuida los gallos sagrados, el señor después de muerto el viejito, lo lleva a una nube que convierte en catedral y le da el oficio de cuidador de gallos cantores celestiales. Este es un premio por ser candoroso. A la muerte del señor y en el momento en que aparece Dios, su aliado, entran las leyes sobrenaturales en el mundo de las leyes naturales y se funden en un solo plano. Sucede la Pf para el ángel suspicaz y por malicioso Dios lo castiga enviándolo a la tierra y con la forma de gallo impotente. Así termina el cuento. Las leyes sobrenaturales y las naturales no agreden al destinatario ni lector social, hay armonía. La convivencia entre ellas es total y no alteran, asombran, o ponen a dudar a ellos. Por lo tanto este cuento es típico de la modalidad maravillosa.
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