Abelardo Bonilla Baldares

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 ABELARDO BONILLA BALDARES

(1898-1969)

 

Abelardo Bonilla Baldares nació en Cartago, el 5 de diciembre de 1898 y murió el 19 de enero de 1969, en San José. Sus padres fueron Juan Andrés Bonilla y doña Balsamina Baldares.

 

  Sus estadios primarios los realizó en la ciudad de Cartago. Los estudios secundarios los hizo en el Colegio San Luis Gonzaga de esa ciudad. Comenzó  estudios  de Derecho en la Universidad de Costa Rica pero no los terminó.

 

Desde muy joven fue un ferviente colaborador de los diferentes periódicos del país. Entre 1920 y 1941 trabajó, tanto en el Diario de Costa Rica como en La Nación, lo que le permitió aprender el oficio de periodista y ejercerlo  por más de  treinta años. Fue autodidacta en varias especialidades: periodismo, arte, historia y filosofía.

 

Colaboró durante mucho tiempo en La Nación, en la columna ANFE.

 

Fue profesor universitario en la facultad de Ciencias y Letras desde 1957 hasta su muerte. Ocupó las cátedras de Literatura Española, Estética, Literatura Comparada e Historia de la cultura en Estudios Generales desde 1947 hasta 1964.

 

También ejerció la Cátedra de Filosofía del Derecho en la facultad de Derecho, por varios años. Impartió un curso sobre Estética en la Facultad de Bellas Artes.

 

En 1949 participó como miembro de la Comisión Redactora de la Constitución Política de Costa Rica. Ese mismo año y  hasta 1953 es electo Diputado al Congreso de la República y ocupa el cargo de Presidente de la Asamblea. Era presidente del país don Otilio Ulate.

 

En 1952 contrae matrimonio con María Rosa Picado, alumna del curso de Literatura Comparada, cátedra que algún tiempo después desempeñara ella  con gran  éxito. De ese hogar nacieron tres hijos: María, Ana y Gabriel.

 

Fue  miembro de la Academia  Costarricense de la Lengua desde 1953. Ese mismo año recibió el Premio Eloy González Frías.

 

En  1956 se le  concede el premio en la rama de Derecho del II Certamen Nacional de Cultura, Gobierno de El Salvador por su obra: Introducción a una axiología jurídica.

 

De 1957 a 1964 ocupa el cargo de Presidente de la  Asociación de Filosofía Costarricense. Ese año de 1957 recibió, por segunda vez el premio en la Rama de Filosofía del III Certamen Nacional de Cultura del gobierno de El Salvador por su ensayo Conocimiento, Verdad y Belleza.

 

En el año de 1958, es invitado por Mario Echandi para que ocupe la  Vicepresidencia de la República. Siendo electo en 1956 don Mario Echandi presidente del país, don Abelardo se convierte en Vicepresidente por el mismo período: 1958-1962.

 

En 1961 fue nombrado Presidente del II Congreso Interamericano de Filosofía, celebrado en Costa Rica, en julio. Don Mario Echandi por una semana, la que duraba el Congreso, se retiró del país y permitió que don Abelardo fuera también Presidente de la República en esa semana.

 

En 1962 fue nombrado Ministro de Educación Pública.

 

Don Abelardo además de premios y otras condecoraciones fue nombrado  Comendador de la Orden al Mérito de la República Italiana. Fue premiado  en el concurso de la Casa España que auspició España la Colonia en Costa Rica. Fue ese mismo año  de 1965, nombrado profesor visitante  en la Universidad de Kansas, Estados Unidos de Norteamérica.

 

En 1967 recibe el Premio Nacional de Ensayo, Aquileo J. Echeverría, por su estudio: América y el pensamiento poético de Rubén Darío.

 

El 19 de enero de 1969, muere don Abelardo Bonilla Baldares, en la ciudad  de San José, a la edad de setenta años.

El 14 de febrero de 1978 fue declarado Benemérito de la Patria por la Asamblea Legislativa.

 

 

LO QUE ESCRIBIO ABELARDO BONILLA BALDARES

 

NOVELA

 

1. El valle nublado: 1944

 

Además escribió varios ensayos sobre estética, crítica literaria, filosofía e historia. Aquí no  interesa señalarlos.

 

El valle nublado se publicó en 9441  está escrita en tercera persona singular. El narrador sabe tanto como el personaje. La perspectiva  o punto de vista es del personaje Fernando González, protagonista de la misma. La tercera persona se pude cambiar por la primera y la novela no varía en contenido ni en lo narrado, permanece igual:

 

"Fernando (yo) la contó (conté) a grandes rasgos. Procuró (procuré) hablar especialmente del aspecto mundano, eludiendo sus (mis) ideas y  propósitos. La charla lo (me) hizo situarse (me) en un plano de mayor confianza, lo (me)  acercó, como ella decía. A medida que la intimidad se hacía mayor, Fernando (yo) comprendía que en ella no privaba  la modalidad vulgar de la mujer  corriente, de escaso lenguaje  y de ideas  a ras de tierra que  apenas  si logra  elevar un poco de feminidad. Tampoco privaba  la modalidad de la mujer intelectual, que siempre le (me) pareció pedante y un tanto ridícula. Era la de Elena una modalidad intuitiva,  de matices tenues que daban la sensación de un sentido religioso de la vida y de una forma de sortilegio en la palabra y en la  acción, como se la lucha primordial que  ella sostenía  propendiera a encontrar en el mundo real las imágenes irreales que su mente  vislumbraba.1

 

 

El narrador utiliza  la técnica de adelantar acontecimientos, llamar la atención del lector, ya sea para distraerlo o para interesarlo en lo narrado, aclarar, recordar, explicar, intrigar con algunos hechos  presentados en el transcurso de la novela. También adelanta acontecimientos  o se desvía de lo narrados para presentar otros. Todo ello bajo la óptica causal  y la linealidad. Por supuesto el retrato sigue siendo la manera clásica de presentar los personajes. Abunda en la descripción de paisajes propios de la geografía costarricense. También aparecen las cartas pero sin mayor trascendencia.

 

 Es una novela lineal, de tesis (intelectual), de narrador en tercera persona pero muy cerca del  personaje  protagonista, Fernando González. Se ubica en los años de la Segunda Guerra Mundial, en Costa Rica (no oculta las referencias geográficas e históricas). Es una novela de corte monofónica, realista en el sentido tradicional, de personaje y sin grandes aspiraciones.

 

La tesis: encuentro del hombre americano con la tierra. Simbiosis entre un humanismo clásico y un vitalismo americano,  con los ingredientes pragmáticos de las exigencias modernas. Síntesis  entre el espíritu y la materia, cultura y trabajo.

 



1 Bonilla Baldares, Abelardo. El valle nublado. EUNED, San José, 1990.

1 Ídem, pp. 71-72.

 

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