GEORGES VIDAL (francés)
(1903-1964)
Georges Vidal, escritor francés, nació en Guérigny (Niévre) el día 24 de abril del año 1903 y murió el 13 de noviembre del año 1964, en París. Llegó a Costa Rica en el año de 1926 y se afincó en Puriscal.
Huyó de Francia, voluntariamente expatriado en busca de nuevos horizontes que le permitan madurar y reorganizar su vida. Salió del París del primer cuarto de siglo donde se daban choques entre partidos de extrema izquierda, el anarquismo y la persecución política.
Su llegada a Costa Rica se vio impresionada por el ambiente natural y tranquilo de la campiña que había leído de un periodista francés, llamado Pedro Pratt, en un periódico francés llamado L'En Dehors.
Georges Vidal no hablaba español y poseía amplia cultura literaria pero carecía de profesión o un oficio determinado. Le gustaba conversar, fumar pipa, entonar canciones populares francesas y combatía su tedio escribiendo.
En 1928 regresó a Francia, después de su experiencia en Costa Rica y comenzó a escribir versos y pequeñas historias descriptivas. Luego deja los versos para dedicarse a escribir relatos policíacos y aventuras. Escribió novelas y guiones para películas.
Colaboró en varias revistas francesas y escribió varios libros de versos y muchos libros de aventuras.
En julio de 1964 se internó en el hospital Beaujon de París, por un cáncer gástrico y el 13 de noviembre del mismo año muere acompañado por su esposa.
LO QUE ESCRIBIÓ GEORGES VIDAL
NOVELA
1. Mi mujer y mi monte: 1929.
2. El arbusto de venganza: 1935
3. Clos des muertes silenciosas: 1938
4. El yate sangrientade: 1936
5. El enigma de Six-Fours : 1937
6. Pánico en Shanghaide: 1938
Mi mujer y mi monte fue publicada en una revista francesa y Joaquín García Monge la tradujo al español y la publicó en Repertorio Americano en 1941.
Mi mujer y mi monte fue escrita en francés y traducida por Joaquín García Monge al español. El mismo la dio a conocer al público costarricense en el año 19291.
La novela se desarrolla en un pueblo indígena de Costa Rica. En ella describe a Socorro, una indígena que llega a ser esposa del narrador-autor. Socorro (El Macho) llegaba a lavar la ropa del personaje-autor y termina haciéndole los trabajos domésticos. Poco a poco El Macho se va enamorando de Socorro, mujer simple, sin aspiraciones que no fueran la comida, la casa y tener hijos.
El Macho aprovecha la visita que realiza en compañía de Socorro a la casa de su padre, un indio viejo que ejerce funciones de sacerdote, notario y médico. Entablan conversaciones amenas, donde se conocen las costumbres, las cosechas de café, las cacerías, el bosque y sus secretos y otros aspectos propios del medio.
En su casa el narrador da cuenta de la vida cotidiana de El Macho, su cuido del rancho, la cacería de animales que llegan a él. Por la mañana sale a cuidar las siembras de café y regresa a su casa, no sin antes recibir un baño en el río, se describen los distintos cultivos y las comidas que le prepara Socorro.
En su casa El Macho recibe la visita de Manuel que le confiesa el amor que siente por la hermana de Socorro, llamada Angelina que era viuda.
Se sigue describiendo las cosas cotidianas en ese nuevo hogar, desde la invasión de animales en su casa, hasta las intimidades de los personajes y los castigos a Socorro por permitir la destrucción de su huerta y otras costumbres de esos habitantes.
En el mes de octubre, El Macho tiene necesidad de salir del pueblo a vender arroz, sin importarle las constantes lluvias que desbordan los ríos y ponen en peligro la vida de los pueblerinos. Sale con dos caballos cargados con sacos de arroz, descansa durante la noche en casa de unos indios y por la mañana continúa su viaje. Llega al pueblo y vende su mercancía, no sin antes reparar en la naturaleza del comercio que ejercían los blancos del pueblo con los indígenas a quienes engañaban, emborrachaban y robaban sus productos y sus tierras.
De regreso a casa con lo necesario, se describen otras costumbres de los indígenas como son las velas, los casamientos, aniversarios y fiestas, los bailes y las peleas, tales como la de Rafael y Manuel por negarse, su compañera Cristina, a bailar con él.
En una ocasión en que Socorro sale a visitar a sus padres, llega Cristina a la casa de El Macho y luego de acariciarla la posee. Al regreso Socorro encuentra su casa en orden y el narrador- autor termina la novela elogiando a la mujer indígena: lavar, cocinar, limpiar zapatos, cuidar los animales y tener hijos. Acaba describiendo una casería de siete días con unos amigos indígenas. Este paradigma de mujer, en este caso es evidente, explícito pero es vigente en la mayoría de los novelistas costarricenses. Es la mujer al servicio del hombre, una especie de esclava, sino que lo diga el título Mi mujer y mi monte.
Esta novela de costumbres, como casi todas las de esta generación, tiene la virtud de penetrar en el mundo indígena de un pueblo costarricense y con gran crudeza describir la forma en que éstos vivían. No conocemos de otra novela que se haya interesado por esta temática social. Las técnicas empleadas son las tradicionales, linealidad, largas descripciones, causalidad, retrato y punto de vista del autor-narrador.
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