CARLOS DARÍO ANGULO ZELEDÓN
(1944)
Carlos Darío Angulo Zeledón nació en San José el día 11 de junio de 1944. Murió en el año 2000. De profesión periodista.
LO QUE HA ESCRITO CARLOS DARÍO ANGULO ZELEDÓN
NOVELA
1. Juegos de ceniza: 1996
Esta es la única novela que escribió Carlos Darío Angulo Zeledón. La llamó Juegos de ceniza y la publicó en el año 1996.1
Es una novela de aventuras. Utiliza el realismo maravilloso como técnica para introducir hechos sobrenaturales que conviven con los reales como algo natural. El protagonista es Juan, el Orangután mercenario que participó en 1953 en un fusilamiento de traficantes de opio en China, por invitación de un militar chino, El sargento chino, que había luchado en bandos contrarios, en la guerra de EUA contra Viet Nam y fueron heridos y confinados en el mismo hospital. Ahí comienzan las aventuras de este personaje que viaja por diferentes países y termina, antes de morir o como el mismo cree reencarnar, en Costa Rica. Es el año 1963, cuando la visita a este país del presidente de los Estados Unidos, J. F. Kennedy y el volcán Irazú, inicia la fumigación de ceniza sobre el valle central y más allá, por más de un año. En este país, se mezcla con los cubanos exilados, y con ellos inicia una serie de aventuras, tanto amorosas como de espionaje y subversivas, contra Cuba y se inmiscuye en el asesinato de Kennedy. Su esposa Amparo y sus dos hijos, Víctor y Flora, todos por separado viven diferentes aventuras de toda naturaleza, amantes, fantasmas, viajes, esculturas, revoluciones, seminarios, misiones, curas, expulsiones de la iglesia, encuentros y despedidas, muertes, hechizos, pitonisas, exorcismos, locuras, manicomios, cegueras, mudos, hospitales, cárceles, matrimonios, nietos, etc. Todas estas aventuras suceden en forma lineal y natural, en este largo recorrido por hechos históricos y acontecimientos trágicos de la naturaleza, hasta llegar al año 1979. Es un recorrido farandulero, turístico por Cuba, E. U., Alaska, Canadá, Europa, Asia, Rusia, en compañías de ballet, misiones anticomunistas, de golpes de estado por Latinoamérica, rebeliones de Víctor, primero con los derechistas y luego con los comunistas, para terminar estudiando para cura y luego de sublevar al pueblo, donde fue enviado, es excomulgado por el obispo y terminar en Rusia con esposa baletista al igual que su hermana.
Es una novela entretenida que rememora los acontecimientos de una historia que se inserta en la globalización. Un panorama turístico, fotográfico, olímpico, de enciclopedia que pierde en profundidad lo que gana en volumen.
RAFAEL JIMÉNEZ BONILLA
(1944)
Rafael Jiménez nació en San José el 24 de septiembre de 1944. Es médico de profesión, hematólogo. Solo ha escrito una novela Un siglo de veinte siglos en la que duró 14 años creándola. Conocemos poco de su biografía. Sabemos que actualmente trabaja en el Hospital Nacional de Niños.
LO QUE HA ESCRITO RAFAEL JIMÉNEZ BONILLA
NOVELA
1. Un siglo de veinte siglos: 2001
Un siglo de veinte siglos es la primera novela escrita por el hematólogo Rafael Jiménez Bonilla y la publicó en el año 2001.1
Ésta es la única novela que ha escrito este hematólogo. No cabe duda que el proyecto novelesco fue enorme, en ambición y extensión. Eso de escribir una novela que abarcara todo un siglo, el veinte y una vida, como paralelo, de un médico científico inglés, es una gran osadía. El resultado es una novela de más de quinientas páginas, reducidas, según el mismo autor.
Es una novela tradicional, realista, monofónica, de una sola voz y perspectiva, la del narrador omnisciente (autor), lineal, cronológica y de una clara y no disimulada visión positiva de la historia, oficialista. No hay censura, criticidad ni ruptura con los paradigmas establecidos por la oficialidad y el poder económico. Está bien escrita y su lectura resulta entretenida. La visión del mundo ofrecida en la obra, es positiva, un tanto ingenua pero sincera y quizás superficial. En ocasiones, cuando leíamos la novela, se nos parecía a un tour, ya no por lugares turísticos e históricos descritos por el guía de turno, sino por la historia del siglo veinte.
A pesar de que el autor, al final de la novela, en una especie de aclaración, informa sobre la existencia real de Philip Grimes, el inglés protagonista de la historia novelesca, enterrado en el Cementerio General de San José, en el Camposanto de los extranjeros, y no dudar de esa referencia histórica, preferimos comentar la novela desde su propio verosímil. Un detalle puede ser de utilidad para evitar la tentación de guiar la crítica novelesca en un paralelismo entre realidad histórica y novelesca. Se trata del premio Nóbel en medicina, compartido con el norteamericano Hermann Joseph Muller en 1946 (1890-1967), genetista y premio Nóbel estadounidense, conocido por la inducción de mutaciones en los genes de la mosca de la fruta mediante rayos X. Es también conocido por sus severas advertencias sobre los efectos de la radiación nuclear en los genes humanos.
Las listas oficiales afirman al norteamericano, como el único premio Nóbel de ese año y no mencionan al inglés que no aparece como un personaje importante en la historia de la inanidad
La novela está estructurada como un paralelo entre la biografía del hematólogo Philip Grimes y los acontecimientos del siglo veinte, sobre todo occidentales. Por esta razón la obra se estructura como una biografía de un personaje y de un siglo, al menos eso pretende ser. Así se convierte en una extensa descripción de aventuras acerca del protagonista, envueltas en el contexto histórico-social europeo. El personaje no forma parte protagónica de ningún acontecimiento histórico, se convierte en un simple mortal, espectador y sufriente o admirador de los sucesos históricos. Se mantiene al margen de los sucesos, a pesar de que su propia existencia, lógicamente es determinada por algunos hechos históricos, tal es el caso de la salida de su patria, Inglaterra, como una alternativa de sus padres para huir de la Guerra Mundial y las atrocidades de Hitler.
La estructura lineal de la novela se objetiva en tres momentos básicos de la biografía de Philip:
1. La niñez en Costa Rica.
2. El matrimonio con Agnes, una española de la familia Fiorito, el premio Nóbel y el viaje a Las selvas venezolanas, donde perdió a su esposa, asesinada por unos buscadores de diamantes y se relacionó con los indios en las riberas del Orinoco y se hizo amigo de Omalá e Ito.
3. El segundo matrimonio con Isabel, la rica costarricense y su permanencia y muerte en Costa Rica, en el año 1999, octogenario.
Niñez, madurez y vejez, tres momentos importantes en la vida de cualquier persona. Aprendizaje, vigencia y muerte, la primera la realizó en Costa Rica, estudió en un centro religioso, El Seminario, conoce Limón, aprende el español, experimenta algunas aventuras propias de su edad adolescente y luego regresa a Inglaterra para continuar los estudios en medicina. Los padres permanecen en Costa Rica, cerca del ferrocarrilero Minor Keith y sus empresas millonarias, en proyectos relacionados con las máquinas de tren. Mueren en un accidente, mientras su hijo permanecía en el río Orinoco.
La segunda etapa se desarrolla en Inglaterra, donde se gradúa de médico, investiga y trabaja en hospitales, se relaciona con Agnes, se casa y recibe el premio Nóbel en 1946, juntamente con Muller, viaja a Venezuela, se interna por el Orinoco y convive con los indios en la selva. Aprende de ellos sus costumbres y sabidurías, sufre la muerte de su esposa por manos de un desalmado y solo regresa a su patria, Inglaterra.
La tercera parte de su vida se presenta al inicio como un médico responsable, trabajador insigne, investigador incansable pero un tanto aventurero, en lo personal. Se ve envuelto en aventuras amorosas apasionadas, con una bibliotecaria, luego con una enfermera y por último, en forma casual y accidental, con una costarricense, rica que estudiaba en Inglaterra, Isabel Castro, de familia cafetalera, inmensamente poderosa, prototipo de los gamonales de mediados de siglo. Viaja a Costa Rica con ella, y se casa, poco tiempo después. Viven una vida sin tropiezos, salvo la muerte de una hija, Annes, de leucemia, entre viajes a otros países, conferencias, fiestas, paseos, estancias en las muchas haciendas de su propiedad y contemplaciones místicas desde los altos de una enorme casona, cerca del Teatro Nacional que el padre de Isabel, Antonio, le regalara para que viviera con su esposo.
Ésta y un sin fin de aventuras, tertulias, viajes, regresos, fiestas, contemplaciones, recuerdos, añoranzas, meditaciones, evocaciones, reminiscencias, casualidades, como la vez que se levantó de su cama porque llamaron a su puerta y al mirar quién lo hacía descubrió que no había persona alguna. De regreso a su cama descubrió la araña luminosa desprendida del cielo raso, en su cama. Todo gira naturalmente, sin rupturas, sin conflictos, a no ser los naturales, las dudas, los deseos, los ideales, las buenas intenciones.
Estas tres etapas de la biografía de Philip y sus necesarias relaciones con terceros, están salpicadas de referencias históricas a innumerables acontecimientos ocurridos en el paso del tiempo del siglo veinte. Algunos se enumeran, otros, se citan, los más reciben algún comentario breve. Se presentan como un acopio de erudición, de asombro, de afirmación, de estar enterado, de pulso histórico, de seguimiento, pero nunca de análisis, de criticidad, de rebeldía, de confrontación, de enfrentamiento, de conflicto. Casi no escapa nada, ningún suceso. Es como un noticiero matutino del siglo veinte o como un recordatorio de los muertos del año. Los acontecimientos, quizás olvidados, provienen del lado oficial de la historia, el napam de Viet Nam, el Pinochet de los gringos, estos sucesos feos del "buen gringo", no se desempolvan, se olvidan, se acallan. Lo mismo pasa con la visión de la América indígena. El genocidio español no pasa de ser una leyenda negra. Hay que ver solo lo positivo, y esto, se aproxima mucho al paroxismo de la boda real que acabamos de presenciar, la boda de la vergüenza, el derroche, la ostentación, en frente de miles de hambrientos y menesterosos y vecinos de las peores y más humillantes torturas de la historia, jamás imaginables, realizadas en nombre de Dios, de la libertad y la civilización. ¡Vaya paradoja!
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