Daniel Gallegos Troyo

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DANIEL GALLEGOS TROYO

(1930)

 

Daniel Gallegos Troyo nació en San José en 1930 pero muy joven viajó a EUA donde inició sus estudios, sobre todo en su adolescencia. Luego regresa a Costa Rica, en 1951 para estudiar y graduarse en  Derecho, en 1957. Después regresó a los Estados Unidos  y realizó un postgrado. Su dedicación estuvo siempre ligada al teatro, donde se desempeñó como autor, director, actor y se convirtió, hasta hoy en uno de los dramaturgos más importantes de nuestro país. Vivió largas temporadas en México, donde se dedicó al arte escénico. Se trasladó a Europa y en diferentes países estudió y se mantuvo en contacto con diferentes instituciones relacionadas con el teatro y la enseñanza de las artes escénicas. Lo mismo hizo en EUA donde se le considera como uno de los más importantes exponentes dramaturgos costarricenses.

 

Es profesor emérito de la Universidad de Costa Rica. Fue director del Teatro Universitario de 1963 hasta 1979 y de la Escuela de Artes Dramáticas de 1969 a 1976, donde también se graduó como licenciado en arte escénico en 1982. Constantemente publica artículos especializados en diferentes revistas culturales del país. A pesar de haber escrito algunos cuentos y dos novelas, su principal actividad es el teatro y todo ese mundo que lo envuelve. Ha recibido diferentes premios por sus obras. Ganó el Aquileo Echeverría en novela en 1994 y el Premio Magón de Cultura en 1998.

 

 

LO QUE HA ESCRITO DANIEL GALLEGOS

 

 

NOVELA

 

1. El pasado es un extraño país: 1993

2. Punto de referencia: 2000

3. Los días que fueron: 2009

 

TEATRO

 

 

1. La casa: 1966

2. Ese algo de Dávalos: 1967

3. La Colina: 1968

4. En el séptimo círculo: 1982

5. La casa y otras obras: 1993

6. Una aureola para Cristóbal: 1993

 

El pasado es un extraño país, es la primera de dos novelas que ha publicado Daniel Gallegos Troyo y lo hizo recientemente, en 1993.1

 

Es una excelente novela. A pesar de no utilizar un derroche de técnicas modernas de la narración, no obstante ello, la novela es moderna y pertenece al paradigma polifónico. Se aleja de la novela tradicional y se incorpora en el relato polifónico, con diversidad de puntos de vista, trasgresión de la censura oficial, violación del mundo privado, diversidad de visiones y puntos de vista, ruptura con la linealidad causal y cronológica, tratamiento del tiempo psicológico como elemento importante de la historia y por último y quizás lo más importante alejamiento del autor del mundo narrado. En esta novela los personajes cobran libertad en cualquier sentido que se le mire. El punto de vista está íntimamente ligado, como pertenencia al narrador o voz que produce el enunciado por ello, al final de la lectura de la novela, el lector social guarda en su memoria la imagen de cada personaje, los tres más importantes: padre, madre e hijo y su mundo de valores, prejuicios que conforman su condición humana total y no selectiva, arbitraria desde una visión superior.

 

Sin duda alguna la novela gira alrededor de un personaje en cualquier estado del tiempo en que aparezca y donde desarrolle sus vivencias, ya sea en la hacienda El Retorno (nombre simbólico), en el campo costarricense, en la casa ubicada en San José centro, o en Limón, en el barco, el tren, o los diferentes países y ciudades que visita y donde estudia. Los tiempos que se enumeran, la niñez, la adolescencia, la juventud, como adulto o como viejo, que es el presente desde donde se retrocede a las demás edades o momentos vivenciales, el personaje se relaciona con otros, preferentemente su padre, su madre o sus compañeros de estudio, su nana, o su amigo íntimo. Por eso la novela se presenta como en tres actos, muchas escenas en diferentes espacios o ambientes y con encuentros, uniones y separaciones, llegadas y partidas y todo ello bajo una meta o premisa: mi encuentro.

 

La vejez se posesiona del presente del personaje, es estéril, vacío, fracasado, es el primero y último acto. Su amigo Sam ha desaparecido y de su compatriota, la mujer a quien convierte en su interlocutora, la que recibe el relato de su vida, la mujer que amó, la que pudo ser y no lo fue, por diferentes razones, en parte por la vejez de su padre a quien tuvo que cuidar y a quien culpa, en gran medida de su fracaso y esterilidad. La mujer a quien inicia en el arte y que al final se une con Sam, por su propio consejo, no interviene en el relato, solo juega el papel de escucha, de receptora y se niega a encontrarse con ella, a no ser en el recuerdo del pasado. No es de extrañar que la novela termine en el presente del viejo y en el lugar inicial del relato, en la hacienda El Retorno, su herencia, su lugar ameno, su campo, su  virginidad, su pureza, tanto a nivel natural como social. Ahí encuentra la paz, el retorno al pasado, ese extraño país que recuerda desde su vejez. Lo que pudo ser y no fue, y las razones se expondrán, poco a poco, en un caleidoscopio de escenas variadas del personaje Manuel Fernández Rodríguez.

 

El otro elemento que centraliza al personaje Manuel en el relato es lo que Segmun Freud llamó el complejo de Edipo. El amor del hijo por su madre y es este motivo el que da a la novela el carácter trágico pero no de crímenes y asesinatos, aunque estuvo a punto de matar a su padre, cuando era una piltrafa humana, en silla de ruedas, no lo realiza y más bien lo cuida con esmero, compasión y ternura, casi como si hubiera sido su madre, que murió antes que su padre. Entra aquí el segundo acto y quizás el más largo y a él pertenece su niñez y adolescencia. Es el esplendor de su padre y su gloria como general de Federico Tinoco. También a este acto pertenece la historia patria, en lo privado, lo oculto, lo no oficial, de los Tinocos, de 1919 a 1919, agosto para ser exactos y se evocan algunos acontecimientos esenciales, caída y sustitución de don Alfredo González Flores por la oligarquía que no aceptaba las reformas fiscales y quien vitoreaba a los Tinoco, para deponerlos dos años después y obligarlos a salir de Costa Rica y exilarse en Francia, no sin antes, suceder el asesinato de Joaquín, cuyo crimen nunca se esclareció. Estos hechos están relacionados con el niño Manuel que no admira a su padre sino que le causa miedo, repulsión, aversión, rechazo y las razones son muchas, los maltratos a su madre, las humillaciones, las otras mujeres, sus malos hábitos, el encuentro con la negrita y sus remordimientos, sus primeras experiencias sexuales, sus sueños, su relación con Josefa a quien admira y quiere como madre, los juegos con los niños del campo en contraposición con los de la ciudad que le humillan y le insultan. La novela, desde cualquier perspectiva que se le mire, presenta esa dicotomía campo y ciudad, ricos y pobres pero sin estereotipos, más bien como escenas simultaneas de una vida que le tocó al niño sufrir, desde una posición de rico insatisfecho, falsa, hipócrita, de oquedad espiritual. Es la dualidad presentada por El Retorno y La ciudad, el campesino y la oligarquía y que le hace, al final, tal vez como una consolación de viejo fracasado, convertir su hacienda El Retorno en una cooperativa para los campesinos.

 

El tercer acto se da cuando entra en amistad con Sam y comienza a descubrir que es un hombre, un adulto con mayoría de edad y el momento de iniciación se da con una gran crueldad y humillación por parte de su padre. En frente de su madre y su hijo, lo mismo que Josefa, brinda por los amores de Manuel con Tatiana, un amor imposible, su primer amor y lee los versos que había escrito a la joven. Es un acto de violación a u privacidad, a sus secreto, a su ser, a su vida, a su proyecto. La respuesta del joven es gráfica y recuerda a su padre las relaciones con las prostitutas. El joven se ha iniciado en la completitud de la vida y se han pronunciado sus diferencias irreconciliables con su padre y también con su madre. Se independiza, y comienza a vivir sus propias experiencias como estudiante, se intensifican las relaciones con su amigo Sam y éste lo introduce en el campo social, la injusticia de los ricos, como sus padres, las formas de explotación y la miseria en que los hacen vivir para acumular sus grandes fortunas que cuidan y malgastan en vanidades y apariencias aunque sus vidas sean estériles y vacías. El joven descubre, que a pesar de que en su país se afirma que los pobres son felices y que los patrones los tratan bien, lo cierto es que gracias al trabajo de los campesinos es que se amasan fortunas para que los hijos, como él, de los ricos (gamonales) puedan viajar y estudiar en colegios y países europeos, mientras los felices campesinos permanecen en la ignorancia y sus mujeres muriendo de parto y llenándose de hijos que serán pobres y campesinos como sus padres.

 

Sin lugar a dudas es una novela de formación, de reencuentro, de búsqueda, de justificación y de comprensión y Manuel es el personaje que juega ese papel al lado de la otra búsqueda en la historia de la patria. La historia personal se interrelaciona con la historia del país para realizar ese cometido: la búsqueda de su identidad, pero deja ver que el pasado, tanto personal como social, son un extraño país. Posiblemente la experiencia del núcleo familiar como espacio espiritual para el joven, así como el espacio mayor de la historia patria, no fueron los mejores ambientes para realizar su proyecto de vida y agregamos nosotros, no lo serán nunca porque la identidad, lejos de estar en la unidad se encuentra en la diversidad.

 

La segunda novela de Daniel Gallegos la llamó Punto de referencia y la publicó en el año 2000.1

 

Es una novela polifónica y de gran calidad literaria. El autor se propone, como principio fundamental, crear una obra literaria, antes que cualquier otro fin. Comenzaremos la reseña de esta novela desde esta perspectiva.

 

Al final de la novela que coincide con la exhibición de la película que ha realizado Juan, ayudado por Teodoro y María, Juan se ve enfrentado a la interpretación de la verdad de sus vidas.

 

Dice el narrador:

 

"¿Será una tortura para Rebeca y Juan enfrentarse a una interpretación de la verdad hecha ficción pero basada en sus propias vidas...? ¿Qué sentirán esta noche al ver la película? ¿Podrán soportarla como una indagación pública de su intimidad?2

 

Desde el inicio de este trabajo venimos afirmando esta poética literaria. La obra literaria es un embuste, una ficción. Se fundamenta, se alimenta de la realidad y crea la propia verdad artística, y cuanto más se aleje de su punto de referencia, mejor será, siempre y cuando mantenga lo verosímil y el respeto a sus propias leyes poéticas. Sólo así dejará de ser biografía, crónica, historia o panfleto.

 

La novela se desarrolla, básicamente, en dos planos simultáneos y desde luego, ambos irreales y se forman por dos triángulos amorosos, el primero conformado por Franco, Juan y Rebeca y el segundo que aparece en el guión de la película y es representado por Jorge, Esteban y Ana. Este sería el producto literario, ficticio, artístico de la transformación del triángulo real anterior. Es una especie de creación dentro de otra creación. Uno, el primero sirve de inspiración a Juan para realizar la película y cumplir con la promesa de de escribir, por separado una especie de diario que hicieron cuando estaban en Grecia, juntos, en un viaje por el mar Egeo. Al final es Patricia, la hija de Franco la que lleva el diario de su padre y lo entrega a Juan. Los tres se reúnen para ver la película y es ahí cuando termina la novela.

 

Los triángulos amorosos no son extraños a la literatura costarricense, abundan y aparecen casi en todas ellas, unas veces como fin en sí mismos en las novelas folletinescas y sensibleras y otras como parte de la trama para resaltar otros aspectos importantes. En estos casos se da con fines literarios. En la novela que nos ocupa los dos triángulos amorosos son, por muchas razones, diferentes a los dos tipos más comunes de nuestra literatura. Observemos algunas diferencias.

 

En primer lugar el triángulo amoroso entre Franco, Rebeca y Juan es voluntario y aceptado por los tres personajes. Es su convenio y no media ningún elemento disociador que no sean sus propios sentimientos, deseos, celos, anhelos de libertad, etc.

 

Otro aspecto que debe señalarse es que, por lo general en los triángulos amorosos tradicionales aparecen dos personajes que se aman, hombre y mujer, y otro hombre o mujer que tratan de disociar esa unión establecida, se convierte en elemento distorsionador, disociador. Es símbolo de lo prohibido, lo censurado socialmente. En el caso de la novela comentada, los tres personajes se aman abiertamente y forman una especie de trío, de trinidad, que los lleva a formar una nueva célula familiar, bajo su entera libertad y como contrato espontáneo de los tres integrantes.

 

La formación de esta trinidad vital, amorosa, amistosa, se da en los años sesentas y en plena juventud de los tres, cuando eran estudiantes y se formaban para enfrentar la vida de la mejor manera posible. El contexto histórico social se realiza en el marco de la guerra de Viet Nam, los hippies, el rock y los inicios de los primeros movimientos revolucionarios en Latinoamérica, con el Che Guevara, la revolución cubana y el fracaso de la guerra emprendida por los gringos. El espacio es variado pero con mayor énfasis en Estados Unidos y Europa, sobre todo en Francia. Existen referencias al Uruguay, país de origen de Rebeca y Costa Rica de donde es Franco. Los tres pertenecen a familias adineradas o por lo menos acomodadas. El dinero no fue un problema esencial para ninguno.

 

Grecia y sobre todo las islas del mar Egeo y Atenas, se convierten en el punto de referencia para, desde ahí, producir las ondas que desarrollan los acontecimientos de los personajes o más bien sus encuentros, y separaciones y  los diálogos frecuentes que dan vida al relato. Desde este lugar se abre la creación del guión que lleva por título Punto de referencia, igual que en la novela y con el caleidoscopio de relaciones entre los tres personajes que posibilitan una creación nueva: la película, pero que abren la virtualidad de un proyecto de vida, también distinto, descodificado, abierto, más propicio a la realización personal en unión con otros. La nueva tribu, como lo llamará Patricia, al final de la novela.

 

Lo anterior permite al autor contraponer dos mundos opuestos y abiertamente diferentes. El primero sustentado en un paradigma estereotipado, lleno de prejuicios, convencionalismos, vacío, castrante, sin libertad para cualquier manifestación posible, enajenante, machista, desigual, producto de los grandes contrastes económicos, entre los ricos y los pobres, los países desarrollados y poderosos y los pobres y subdesarrollados, programaciones enajenantes como las religiones, las estirpes familiares, los conformismos y convencionalismos y las injustas diferencias por razones sociales y económicas. Este es el caso de Franco y su familia, que al separarse de la trinidad en Grecia, vuelve a su tribu, se casa con Madeleine y tiene tres hijos, Karla, Patricia y Francis. La primera se aparta del paradigma de su familia y por ello, su padre se acerca más a ella. Karla es el fracaso de la familia, es la chica vacía, drogadicta, superficial, con un amante distinto cada semana, la hija de papi y mami que disfruta del placer, dormida en sus apariencias, y Francis, el hombre que solo piensa en el dinero, es su vida, su proyecto, su fin. Y la esposa es la quinta esencia del paradigma, no solo pertenece a él sino que lo defiende y es capaz de cualquier sacrificio con tal de ser reconocida por los miembros de la tribu como un representante honorable de ellos.

 

En uno de los tantos rituales sociales que la familia realiza bajo la estricta vigilancia de Madeleine, el cumpleaños de Franco, éste sufre una parálisis que le mantiene enfermo durante algún tiempo. Su recuperación fue lenta y ello intensificó la relación con su hija Patricia a quien, poco a poco, va contando parte de sus secretos de juventud hasta morir. Así los dos paradigmas se van sucediendo simultáneamente. Esto hace de la novela un coro de voces, como lo establecen los subtítulos del relato que algunos reciben el nombre de portafolios. Se puede asistir a una especie de intergéneros, novela, teatro, cine, que configuran un texto exquisito y rico en posibilidades expresivas, de gran originalidad y pluralidad sémica.

 

Los aspectos históricos, tratados en la novela, sólo sirven de marco, de contexto al desarrollo de las relaciones entre los personajes a quienes no escapa ese contexto sino que los permea, los motiva, los sensibiliza, los cambia, los vitaliza y  los lleva a la creación, en sus proyectos personales con una nueva visión de la realidad social e histórica. Los valores establecidos, bajo el paradigma tradicional, se ven sobrepasados; así la libertad, el amor, la amistad, la solidaridad, la vida y la muerte se ven sometidas al ojo crítico, liberador, desprejuiciado de un nuevo y más sincero paradigma. Las relaciones más escabrosas y ocultas, por prejuicios encubridores, tales como la homosexualidad, las relaciones libres en el sexo, el amor libre, etc., son tratadas con una nueva moral, que desde ningún sentido justifica, ni defiende el uso de las drogas, por lo contrario las ve como un estímulo a  una vida vacía y superficial, propias del paradigma viejo.

 

Esta obra es una muestra clara de que la novelística costarricense, de seguir por este camino, abrirá mejores horizontes y saldrá de nuestras estrechas fronteras literarias en las que hemos permanecido durante tanto tiempo y lo que más nos reconforta es que no es la única que va por ese camino.

 

La tercera novela que publicó Daniel la llamó Los días que fueron y vio la luz en el año 2008.1

 

Esta es su última novela escrita por Daniel. Algunos críticos creen que es una novela histórica. Ello no es cierto. Los acontecimientos históricos y todo su contexto de segunda mitad del siglo XIX y principios del XX no son más que eso: contextos. El interés del novelista no se centra en ellos sino en un personaje: Rafael Ángel Troyo Pacheco, su vida, sus aventuras, sus ideales, sus viajes y su vocación literaria. Es lógico que lo ubica en un tiempo histórico, ya explicitado y un espacio nacional: Cartago y varios extranjeros: Estados Unidos en un principio y Europa después. Por otra parte el narrador desarrolla la vida cotidiana de toda su familia y para ello acude a otros espacios necesarios como las que vive su padre Don Ramón, antes de casarse con Dolores, en su vida aventurera de marino. A pesar de ser lineal y con un narrador omnisciente tradicional, la obra se mantiene distansiada de la realidad conocida y se inscribe en la vida privada de sus antepasados, abuelos e hijos y los acontecimientos se insertan en la época de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX. Hay que recordar que Rafael Ángel Troyo Pacheco murió muy joven, en el año 1910, como consecuencia del terremoto de Cartago.

 

Se inicia con la llegada de la familia Bassard a San Ramón, cantón de la provincia de Alajuela y el señor Monsieur Brassard y su esposa deciden viajar luego a la ciudad de Cartago. Se ubican en los hechos históricos que antecedieron a la construcción del canal de Panamá y los sinsabores de este ingeniero. Apacece el personaje femenino llamado Eugenia, la tutora irlandesa Deidre Hyde y poco a poco la llegada de las niñas Eugenia, Emile. Esta familia se une a la otra familia, la del difunto Ramón y doña Dolores Pacheco y sus tres hijos: Rafael Ángel, Rogelio y Juan de Dios, no sin antes describir los hechos ocurridos a la familia en la tiranía de Carrillo y las aventuras de Ramón Arnesto como marinero por el mundo entero, dueño de un hotel en Estados Unidos, etc.

 

Esta retrospección da pie para que luego el interés narrativo recaiga en los miembros de la familia en Cartago. Poco a poco van sucediendo los episodios alrededor de doña Dolores, la matriarca, sus hijos Juan de Dios, Rafael y Rogelio y desde luego las diferentes bodas palaciegas de ellos sin dejar de lado las vicisitudes en París de la hija Lydia y su esposo colombiano y calavera y diplomático, su separación y regreso a Cartago y las relaciones maritales entre las jóvenes Brassard y los hijos de Dolores, Juan de Dios y Rafael.

 

Por último, la venida a menos de la familia. El uso de drogas (morfina) en algunos, la pérdida de sus riquezas en manos de su sobrino de Dolores Aristides Pacheco, la muerte de todos ellos y la vida de algunos en la pobreza con dignidad.

 

Tampoco debe quedar de lado el desencanto del joven poeta Rafael con la crítica literaria del momento que creía más en el costumbrismo que el modernismo recién incorporado en casi todo el mundo civilizado.

 

Novela importante para rememorar una época, asistir a la privacidad de una familia hidalga de Cartago y conocer sus alegrías y dolores, tristezas y sinsabores.

 



1 Gallegos Troyo, Daniel. El pasado es un extraño país. REI, Centroamérica, S.A. San José 1993.

 

1 Gallegos Troyo, Daniel. Punto de referencia. Ed. Costa Rica, San José, 2000.

2 Ídem, p. 236.

 

1 Gallegos Troyo, Daniel. Los días que fueron. Ed. Alfaguara, San José, 2009.

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