HERIBERTO RODRIGUEZ PACHECO
(1969)
(Imagen propiedad del autor)
Heriberto Rodríguez Pacheco nació San José, el día 22 de septiembre del año 1969 y pasó su niñez y adolescencia en Liberia, Guanacaste, donde cursó los estudios primarios y secundarios. El mismo afirma que es liberiano. Con la novela Juegos Infinitos (1998) ganó, en 1996, el Premio Joven Creación. Vive en San Pedro de Montes de Oca, San José. Es administrador de empresas. Trabaja en una empresa de programas informáticos. Es casado y tiene dos hijos, Mauricio de siete años y Ximena de un año. Su pasatiempo, además de la lectura es el deporte.
LO QUE HA ESCRITO HERIBERTO RODRÍGUEZ PACHECO
NOVELA
1. Juegos Infinitos: 1998
2. Archipiélago: 2008
CUENTO
1. Las cosas que nunca te dije: 2002
2. Atrapainsomnios: 2011
Juegos Infinitos es la primera novela que ha escrito Heriberto Rodríguez Pacheco y la publicó en 1998.1
Es una novela de estructura tradicional, causal, de narrador omnisciente que se traslada a un narrador niño pero desde la perspectiva de adulto y en otras ocasiones, asume la voz de ese adulto que está bastante cerca del autor. En parte es novela biográfica con una mezcla de misterio que la acercan a lo extraño, lo maravilloso y al final de ella a lo fantástico. Esta mezcla de niveles, unas veces oníricas, otras en el mismo límite entre lo real e irreal le permiten incursionar en una especie de viaje biográfico paralelo a un viaje histórico hacia el origen cultural de nuestra sociedad, mezcla de supersticiones, de misteriosos personajes, embrujamientos y regresos a planos míticos anteriores y contemporáneos con nuestra conquista y colonización por parte de los españoles. Por eso no es de extrañar encontrar alusiones a la Santa Inquisición y la persecución de brujas y la búsqueda de extraterrestres por parte de la NASA, en un afán de presentar nuestros orígenes e historia como un calidoscopio de corrientes diversas de culturas y proyectos.
La novela inicia con el final de la historia, en el mismo lugar y con los personajes centrales del relato, una casa vieja y misteriosa en Escazú, donde vive Enilda que no es más que una posesión en el cuerpo de Anaclara, la bruja que el pueblo deseaba quemar y que Antonio defiende en un reportaje. El final de la novela es una especie de exorcismo, para Anaclara y de libertad para Antonio. Es una escena medio dantesca donde desfilan como en una película que se devuelve las más variadas imágenes de la infancia de Antonio, los personajes masculinos y femeninos con los que se relaciono, localizados en una serie de cuartos. Es la misma casa embrujada, donde vive Enilda o Anaclara que una vez logrado el exorcismo con caca de gato (elemento mágico), vuelve a su normalidad. Así la novela trata de dilucidar la maraña de acontecimientos, míticos, históricos, biográficos de forma circular.
La novela, dada la trama misteriosa se comporta, a veces, como policíaca (El Gato Velásquez juega el papel de investigador), de aventuras sobre todo de fracasos amorosos. Antonio conoce y se relaciona sexualmente con lagunas mujeres, pero no logra su plena felicidad, generalmente son mayores que él. Por otro lado se desarrolla una historia de sufrimientos del niño al ser abandonado por su padre, un puntarenense que se convierte en marinero y su madre que a los seis años lo deja en casa de su tía, en Ciudad Blanca (Liberia) y ahí inicia su formación desde niño, pasa la infancia y llega a la juventud. Después de obtener su bachillerato se traslada a San José e inicia los estudios universitarios de periodista y la novela se traslada a ese lugar y la oficina del trabajo en un periódico. Ahí conoce a Anaclara y junto con María, una amiga que se relaciona sentimentalmente con él. Ella es casada con Marco, un cubano bailarín de una disco gay que se enamora de María y propicia el acercamiento de Antonio con Anaclara que al final se une con él.
Novela para todos los gustos, con monólogos interiores, de juegos infinitos circulares, mezcla de mundos y planos, llena de imágenes, fracasos, sinsabores y dudas. Desencanto del pasado pero tampoco entusiasmo del presente. Así lo demuestra el guerrillero sandinista en su fracaso y refugio con el amor de su tía Jazmín, en la ciudad blanca. La crítica fina e irónica del cambio de poder en el vecino país, señala ese desencanto que patentiza lo no deseado. Unos llegan al poder quitando a otros pero las cosa permanecen igual en su estructura. Los cambios son únicamente plásticos, cosméticos.
La segunda novela que publicó en el año 2008, la llamó Archipiélago.1
Ésta es una novela autobiográfica existencial donde los personajes se convierten en voces del relato y van configurando la estructura paradigmática de ella.
El archipiélago no es de islas en un mar sino la simbología de mujeres en el mar de la duda, la ambigüedad, el remolino, la dualidad, la incertidumbre, la imperfección o quizás el verdadero ser del individuo colectivo entre ellas y Terranova. Ese mar tormentoso donde se asientan llamado vida las convierte en jugotes del destino y de la cultura deshumanizada que hoy vivimos. Nos recuerda los versos de Darío: "ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto".
Las mujeres de esta novela, al igual que el protagonista Terranova, son como las hojas que desprende el viento que dan tumbos por el aire y luego por la tierra y a veces hasta en el mar, sin saber dónde encontrarán el sosiego. Tal vez en el regazo de la muerte o en la vida irremediablemente desnuda, seca, sin puerto donde anclar.
La primera isla-mujer es Raquel. Con ella comienza la novela. Su confesor-amante es el personaje principal: Terranova quizás su nombre sea una evocación del triste y famoso Casanova.
El sexo es el núcleo central de esta sección. Raquel expone todas sus experiencias que no son pocas, desde su juventud hasta el presente. Terranova es una especie de conciencia sádica que sufre y se complace oyendo a Raquel contar detalladamente los actos sexuales, primero con los familiares cercanos y lejanos y luego con los compañeros de universidad, sin dejar de lado los internacionales: gringo, italiano, etc. Por allí desfilan los apartamentos, los moteles y hasta el ascensor de la Facultad de Derecho. Es tal el conflicto psicológico de Terranova que le exige narrar hasta las veces que hace ella por día y las más detalladas descripciones de esos momentos.
Raquel Godínez es una joven perteneciente a una familia josefina de clase media alta, donde el padre se ocupa de su trabajo y la madre de intrascendencias sociales y físicas. Es un hogar común y corriente, sin nada especial, que disfruta de paseos a la playa. Es una tía de Raquel quien le presta el auto para sus visitas a los departamentos de sus hombres del momento. La madre, un tanto despistada cree que Terranova es el novio de su hija y lo ve serio, responsable y como un buen partido para su hija de quien desconoce esa realidad de enferma sexual (Ninfomanía).
A pesar de ella misma se casa con un francés y tiene dos o ¿tres? hijos con él y forma una familia en Francia tradicional, sin grandes pasiones pero tranquila, lejos de su tierra y sus vivencias deshumanizantes. Trabaja como maestra de párvulos y se afinca en pequeños proyectos pero llenos de solidaridad.
Raquel se convierte en la mujer-arte para Terranova, la mujer-madre y él sueña y sufre la opresión existencialista propias de un personaje de Kaffka, sin la pasión y la fuerza de ellos ante el padre-autoridad y el sistema judicial que lo condena sin que él sepa siquiera de qué. Ella, más bien es una obsesión que le impide ser y lo convierte en una cárcel existencial.
Casi al final de esta sección introduce al autor de la novela, tal y como lo hace Virgilio Mora Rodríguez y dedica algunas partes a especular sobre diferentes temas que de alguna manera rata la novela. Son una especie de textos ensayísticos que se salen un tanto de la trama y se tornan casi innecesarios.
La segunda mujer C. es una nicaragüense que Terranova conoce casi por azar cuando se enrola con una organización para ayudar a los hermanos de ese país. Ella emigra a Costa Rica, se relaciona con Terranova y hasta le sirve de modelo para sus pinturas.
También ella es víctima del sexo cosificado de tíos y familiares cercanos y lejanos. Se convierte en la mujer minimizada, callada, que para sobrevivir solo deja hacer lo que otros desean de ella: su sexo. A pesar de su flacura y pequeñez lleva ese estigma de mujer para otros, mujer explotada, mujer reducida, mujer que no vive sino dura en la complacencia de los instintos bestiales de los otros. Terranova también, de alguna forma se aprovecha de ella, de su impotencia, de su invalidez vital. Al final también queda embarazada, sin conocer siquiera y con seguridad el padre de su futuro hijo que posiblemente será como ella innominada.
La tercera mujer-isla se llama Charityn Dinarte. Es una cantante ranchera que reside en San Carlos y trabaja ocasionalmente en los bares del lugar. Allí conoce a Terranova que llega a pintar los ricos de la ciudad y establece un lazo amoroso con él. Al igual que con Raquel Terranova sufre los mismos problemas psicológicos. Búsqueda de su origen (la madre) y el sexo como recurrente. También se dan las charlas consuetudinarias con su psiquiatra, el Doctor Walter y asume el relato personalista autobiográfico. Colonia Blanca (Liberia) sirve de escenario a su estadía en ella en su adolescencia, su paso por el colegio y sus experiencias con Oksana, también colegiala como él. Dinarte le hace jurar la promesa de cantarle en su funeral, vestido de charro. Esto sucederá al final de la novela.
Luego de largas reflexiones sobre la existencia humana, sus impotencias y reiteraciones aparece la cuarta mujer: Laura, una viuda blanca. Aquí se asiste al encuentro de Terranova con una mujer que asesina a su esposo, víctima de abusos físicos y sexuales. Se dan a conocer los hechos corruptos de los militares centroamericanos, la obtención de riqueza y lavado de dólares. Con ella Terranova profundiza la búsqueda de la mujer-madre, el origen en el sexo. Pero ella, a pesar de que se relacionaron él sexualmente no llega a sanar su incurable enfermedad.
Es en la confluencia de ellas, al final de la novela, cuando se profundiza el conflicto de Terranova: su fracaso como abogado que nunca ejerció, su ligamen del arte con la madre-mujer-sexo y la evidencia, no solo de su complejo edípico sino de su impotencia.
En la novela abundan las referencias circunstanciales al origen del hombre como una creación de Dios, el sexo como su origen biológico y la muerte como el cierre del ciclo vital. ¿Y Darwin? Hasta una Congregación de mujeres que tiene como meta defenderse de los abusos de los hombres. Hasta la aparición, de vez en cuando del nombre del autor como personajes hace su presencia sin agregar mayor cosa.
Novela biográfica de corte existencial, un tanto ensayística con ligamen espacial en San Carlos, Liberia, San José, Italia, Francia y hasta San Joaquín de Flores (mi pueblo natal).
Es un aporte a la narrativa costarricense de importancia.
Can I quote you in my report for school?
(¿Puedo citar le en mi informe para la escuela? )
Por supuesto que sí.
Benedicto Víquez Guzmán