Joaquín Gutiérrez Mangel

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JOAQUÍN GUTIÉRREZ MANGEL

(1918-2000)

 

 

Don Joaquín nació en Mata Redonda, San José Centro, el 30 de marzo de 1918 y murió el 16 de octubre del año 2000, en San José.

 

Sus padres fueron Francisco de Paula Gutiérrez Ross y doña Estela Mangel Rosat. Este hogar, además de don Joaquín contó con sus hermanos, Francisco Gutiérrez  Mangel (muerto) y su hermana Margarita Gutiérrez Mangel.

 

Pasó su infancia en Limón; le gustaba  brincar troncos en los bananales, jugar fútbol en las calles y encaramarse en los hombros de un enorme negro llamado Tom.

 

 "Yo viví en la selva, mi  papá tenía una finca y me llevaba con él cuando apenas tenía 7  años."1

 

Allí se crió y estudió. Dice haber sido un niño voraz en la lectura, leía todo lo que tenían su hermano y su padre en la biblioteca y después hizo lo mismo en la Biblioteca Nacional, cuando vivió en San José. Afirma que leía un libro diario durante muchos años.

 

La infancia y su juventud las pasó en Limón. La costa y la selva caribeñas moldearon mucho su forma de vivir.

 

Él considera que la necesidad de escribir surge:

 

 "cuando uno descubre la sensación de ser libre y aprende a mirar en  profundidad... y eso se lo debo a mi mar de Limón."2

 

De este puerto se vino a estudiar en  el Colegio Seminario, en San José, donde dice que se volvió a reavivar después de varios años  "sin gracia". Su profesor fue Monseñor Sanabria y sus otros maestros lo fueron Joaquín García Monge, Carmen Lyra, Chabela como él la llamaba y con el nombre que escribió un hermoso poema en 1949 cuando murió, Mario Sancho y Clorito Picado.

 

Su  padre que tenía fincas de banano en Limón, decidió mandarlo a Estados Unidos para que estudiara Economía Política. Dice don Joaquín que estuvo un año, pero:

 

 "me salí de la Facultad porque encontraba estúpido lo que me enseñaban, no era para mí."

 

Decidió  salir a correr mundo y por una:

 

 "extrañísima carambola llegué a Chile."

 

 

Chile le dio mucho a don Joaquín y a  él nuestro escritor entregó más de lo que podía dar.

Joaquín se graduó de Bachiller en el Liceo de Costa Rica en 1934. Se inclinó  por las Letras con don Joaquín García Monge y Carmen Lyra.

 

Desde el inicio de sus escritos se expresa con cariño de su Puerto Limón y matiza sus comentarios con historias de su infancia y otras experiencias  que ahí pasó. Limón es su pequeño universo, un microcosmos donde están todas las razas apretujadas en 10.000 habitantes y unas cuantas manzanas de vivienda. Por eso fue óptimo como espacio novelable. Con su selva tropical y la dura vida de los peones, es al mismo tiempo social y romántico.

 

 "San José no me motivó para la literatura, en cambio Limón me lo ha dado todo."

 

Al principio escribió poesía y dos cuentos. La primera la publicó en el diario La Tribuna, llevaba por título "Se murió Paola". Pero el género que más cultivó fue la novela.

 

En 1939 lo invitaron al Campeonato Mundial de Ajedrez que se realizó en Buenos Aires y los argentinos en vez de pagarle el pasaje de regreso a Costa Rica se lo  pagaron a Francia. La Segunda Guerra mundial le imposibilitó viajar a Europa.

 

Cuando decidió iniciar los estudios superiores, se encontró que en San José, sólo se podían realizar tres carreras: Derecho, Agronomía  y Farmacia, de ellas ninguna le interesaba, pues  deseaba ser Ingeniero. Decidió lanzarse a la Universidad de la Vida, donde no dan diplomas, pero se aprende mucho.

 

El 21 de septiembre de 1939 llegó a Chile y dijo:

 

 "Me toca un Chile en que había una primavera política y  cultural. Fue el decenio del 38 al 48. Nacía el teatro, el ballet, estaba lleno de los poetas más grandes de América y de lengua Española."

 

"Mi viaje a Chile obedeció a una razón muy simple: soy muy patacaliente, pero no paro en ninguna parte."

 

Estuvo viviendo en Rusia, en China, en Nueva York, en Europa pero fue en Chile donde se casó  y decidió instalar su centro de operaciones, como él decía.

 

Contrajo matrimonio con doña Elena Ester Nascimento Márquez, hija del dueño de una de las imprentas más prestigiosas de Chile, La Editorial Nascimento que publicara gran parte de la obra de Neruda y que al mismo don Joaquín le correspondiera corregir las pruebas. De este matrimonio nacieron dos hijas: Alejandra y Elena.

 

Trabajó como crítico de arte, periodista, fue corresponsal en Viet Nan en 1964, traductor. Tradujo muchas de las obras de W. Shakespeare.

 

Ha sido campeón por muchas veces de ajedrez en Costa Rica y ha recibido gran cantidad de premios por sus obras. Tres veces el Aquileo Echeverría, tres veces el Magón y el premio Rapa Nui y el de Casa de las Américas.

 

Habla correctamente cinco idiomas.

 

Fue profesor en la  Escuela de Filología de la Universidad de Costa Rica. Ahí impartió, tanto talleres de creación literaria, como cursos de literatura en general.

 Junto con Adolfo Herrera García, Carlos Luis Fallas, Fabián Dobles, Carmen Lyra, y otros, fue miembro del Partido Vanguardia Popular y defendió como el que más el ideario de ese partido.

 

De su matrimonio con la chilena Elena Ester George Nancimento Marquez  nacieron dos hijas Alejandra (que también ha escrito una novela) pero se dedica más al teatro y Elena que es bailarina profesional.

 

Algunas de sus novelas han sido adaptadas al teatro.

 

 

LO QUE ESCRIBIÓ JOAQUÍN GUTIÉRREZ MANGEL

 

NOVELA

 

1. Manglar: 1947                                                                                     

2. Puerto Limón: 1950

3. Murámonos Federico: 1973                                         

4. Te acordás hermano: 1978

 

CUENTO

 

1. Cocorí: 1947 (considerada novela)

2. La Hoja de aire: 1973 (considerada novela)

 

POESÍA

 

1. Poesía: 1937

2. Jicaral: 1938

3. Chabela: 1949

4. Te conozco, Mascarita: 1973

5. Los azules días:

 

La primera novela que escribió este distinguido escritor costarricense la llamó Manglar y la publicó en 1947.1

 

Es una novela crítica, de las llamadas de protesta social. Su personaje central es Cecilia, una maestra capitalina que se desplaza hasta guanacaste, a la ciudad de Cañas, donde le corresponde laborar en una escuela campesina de las llamadas de maestro único. Se inicia con su llegada al pueblo y su hospedaje en el hotel de un chino. Pronto hace amistad con Fidel, joven inteligente y bueno que le instruye sobre el lugar y le conduce a diferentes partes, tales como Tierras Morenas para que lleve la educación a los muchachos de esa región. En este lugar el narrador describe los problemas educacionales de los estudiantes, sus conflictos y su escasa preparación. Tiene algunos enfrentamientos con Fidel Grajales y conoce a la familia de don Arnoldo, su esposa e hijos, a Sor María y al cura del pueblo, que le brindan hospedaje, consejos y ayuda, sobre todo porque padecía de una gran soledad. Así comienza sus labores educativas en la escuela y también sus conflictos, tal el caso del enorme aguacero que le impide trabajar y la salida de Grajales hacia Alajuela a llevar un ganado. Con él establece una

estrecha amistad y acepta salir de cacería. Durante la misma se pierde y Fidel debe encontrarla. Vienen otros sucesos como la herida de Vindas y la curación por parte de Cecilia, lo mismo hace con Enrique que se cayó de su moto en los disturbios que comenzaban a darse en el pueblo por su lucha en pos de mejoras salariales. Estas protestas de los campesinos mueven a Cecilia a regresar a San José. En la capital se encuentra con su padre y éste la pone en conocimiento de los problemas sociales en Centroamérica. Luego se reúnen con el sindicalista Francisco en casa de Clemencia y redactan un documento en procura de mejoras a los campesinos. La novela termina con el enamoramiento de Cecilia del sindicalista francisco y el alejamiento de su soledad.

 

La novela es de corte tradicional, cronológica, monofónica y lineal pero presenta algunos elementos dignos de destacarse. Por primera vez el personaje central  es una mujer, precisamente una maestra y desde esta posición se plantean los conflictos sociales y educativos y lo que se vislumbra como hilo conductor en las novelas de este autor, se comienza a notar, la preocupación por el individuo, su condición humana, su psicología, su interioridad, en otras palabras, el interés por mostrar la parte interior del personaje como producto de las condiciones sociales en que vive. Coincidencia o no, este será un elemento importante en las siguientes novelas de  Joaquín Gutiérrez Mangel y la gran novedad que aportara Yolanda Oreamuno Unger con su novela La ruta de su evasión, publicada un año después de esta novela, pero que estamos seguros ya estaba escrita.

 

 También debemos destacar que esta novela se enmarca en el movimiento llamado neorrealismo y que se incorpora dentro de esa corriente Latinoamericana que estaba en boga, durante los años cuarenta.

 

Otro detalle que deseamos señalar es que la zona pampera, la región guanacasteca, no ha presentado un gran atractivo para los novelistas costarricenses de relieve y esta novela quizás sea la única de valor literario y de crítica social que se haya producido porque algunas novelas de escritores anteriores y posteriores sobra la temática guanacasteca más bien se inclinan por lo folklórico y paisajista, así como costumbrista de la región.

 

La segunda novela de don Joaquín Gutiérrez Mangel la llamó Puerto Limón y la publicó en 1950.1

 

Esta novela es más ambiciosa y se inserta directamente en la crítica social de las injusticias que hacían tanto las compañías bananeras nacionales como la United  Fruit Company, con los obreros del banano. Está ubicada en Puerto Limón, su provincia natal y uno de sus muchos amores. La trama es sencilla dado que lo que lea interesa al autor es ofrecer a los lectores los conflictos entre los trabajadores del banano y los intereses despiadados de los dueños de las plantaciones bananeras, tanto nacionales como estadounidenses. Se vale de un personaje joven, Silvano, recién graduado de bachiller, rebelde, inteligente pero un tanto displicente que viaja de visita a Limón, a casa de unos tíos, más como vacacionista que otra cosa. Su tío es Héctor Rojas, hombre ambicioso cuyo único propósito es el dinero y para ello explota a los campesinos que trabajan en sus plantaciones de banano. A su llegada conoce a los trabajadores de su tío y la miseria y forma de vida de ellos le choca, le llena de pavor y por qué no, de asco. Conoce la oscuridad de la selva y sus misterios y también los primeros brotes de huelga por parte de los trabajadores. El narrador prosigue la novela con múltiples crímenes, traiciones, mítines, enfrentamientos entre los huelguistas y los dueños de los bananales, tanto nacionales como gringos. En este escenario de la huelga se desarrollan los más variados conflictos, tanto amorosos, como políticos. Silvano se enamora de su prima Diana. Se conoce la historia del negro Ton y su hermana Azucena enferma de lepra y su despido de la compañía y otros que si bien se presentan como individuales cobran el símbolo típico colectivo. Este es el caso de Silvano, un personaje que podría aparecer como antipático, superficial, grosero, propio de un adolescente de la ciudad hijo de papi que no conoce la realidad de los pobres y asalariados, pero su soledad, su misma tristeza, su carencia de proyectos, su vaciedad, mueven a compasión. Se hace merecedor al perdón, a la comprensión y por qué no a la lástima. Este elemento psicológico del personaje, ya lo habíamos señalado en su primer novela Manglar, es un acierto del autor. La introspección, la creación de caracteres, ciertamente humanos, ante la problemática social, permite que el lector se identifique con ellos, los considere creíbles, verosímiles. Ya no se presenta el típico personaje bueno o malo sino el personaje humano, que es complejo, mezcla de todo y producto del medio social y familiar que le ha tocado vivir. Es el inicio prometedor de una novelística polifónica que inspirará la creación literaria de muchos autores de las generaciones siguientes.

 

La tercera novela que escribió Joaquín Gutiérrez Mangel la llamó Muramos Federico y la publicó en 1973.1

 

Obtuvo dos importantes premios nacionales, el primero fue el premio de novela Editorial Costa Rica y el segundo, el premio de novela Aquileo J. Echeverría, ambos en el mismo año de su publicación. Esta novela continúa la tendencia inicial del autor de enfatizar el relato en los personajes, su hablar, su diálogo, su discurrir, su pensar, su decir. Poco a poco va rompiendo con la novelística monofónica para ir abriendo paso a la novela polifónica (términos que acuñamos en 1986 y que otros se han apropiado, sin señalar la referencia bibliográfica). Esto quiere decir que el autor opta por los personajes, no en el hacer sino en el pensar y decir, hasta llegar a niveles importantes del discurso. Su mismo título se inclina por ello: "Murámonos Federico", es una invitación cordial, una interpelación a su receptor inmediato, Federico de parte de Colacho, más como provocación, como ira por  que la Compañía no quería pagarle la finca y todavía Federico pensaba que tal vez le diera el dinero justo por ella. La que termina aceptando la muerte es su esposa, como única salida a su situación amorosa. El mundo interior de los personajes se abre sin tapujos, sin cortapisas y el lector poco a poco va conociendo sus temores, sus anhelos, su desolación, su soledad y tristezas y todo ello desde cada perspectiva del personaje que desaparece como bueno y malo y se convierte en un ser humano con todas las debilidades, virtudes, defectos y su carga ideológica y cultural, sus prejuicios y estereotipos y se abre paso a la lucha por metas mayores, sobre todo políticas, sin borrar su complejidad humana. De una u otra forma el autor permite que los personajes se den a conocer con sus propias voces y se presentan diferentes. Apuesta eso sí al estudio, a la preparación como una vía posible para resolver tanto la problemática individual, como la social, sobre todo en el ámbito político.

 

Una novela así, lograda a través de las voces de los personajes y las escasas intervenciones del narrador omnisciente, no puede ni debe verse como una serie plana, continua y lineal de acontecimientos. El lector no encontrará esto, a pesar que los personajes se ubican en espacios concretos y tiempos reales. Esos elementos se tornan secundarios porque lo más importante es la problemática vital de los personajes que les toca vivir determinada sociedad, dividida en los dueños del poder, los ricos y poderosos y los pobres y asalariados y, esto deseamos destacarlo las relaciones patriarcales de la familia que alienan al individuo, lo enajenan y le impiden el desarrollo humano deseado, en un sistema económico injusto, donde unos tienen todo y otros casi nada.

 

La novela plantea a estos personajes bajo dos grandes conflictos, uno individual, el de Estebanita y Federico, familiar, hasta con triángulo amoroso con la Nicoyana y el otro político, social, Federico y la Compañía Bananera. El espacio concreto es Limón con referentes breves a otros lugares del país como San José. Del matrimonio de Federico y Estebanita  nacen dos hijos Flor de María y José Enrique. Federico no sólo lucha contra la bananera que trata de apropiarse de sus tierras sino con su esposa que sabe y cree que él la engaña y como venganza decide quedarse en la cama y no hacer otra cosa que esperar la muerte. Ninguno de los dos conflictos se resuelve favorablemente a los personajes pero muestran la dureza que enfrentan en una sociedad  como la que vivían. Federico favorece la entrada en las fincas bananeras del moko, For de María comunica a su padre el deseo de casarse, la enfermedad de su madre y la de Colacho y la historia de Víctor Julio y el diario intercalado de su hermano José Enrique. Este mosaico de situaciones permite al lector entrar en lo más profundo de la tragedia humana, sus debilidades y aspiraciones así como sus luchas y fracasos. Al final conocemos a seres humanos viviendo la realidad de un país y sus propias limitaciones.

 

La cuarta novela que escribió Joaquín Gutiérrez Mangel la llamó Te acordás hermano y la publicó en 19781.

 

Premio Casa de Las Américas en 1977. Es importante señalar que la evolución novelística sufrida por el autor, en sus dos primeras novelas llega a presentarnos una novela más del decir que del hacer. Por eso encontramos mucho diálogo, más pensar, reflexionar que actuar y esto es importante porque se inicia una notable mejoría en el quehacer literario, es una nueva ruptura con la tradición de las generaciones anteriores que se mantenía en el nivel del hacer, de la aventura. Ahora este escritor presenta personajes que piensan, difieren de otros, se equivocan pero son pensantes, críticos, analíticos. De ahí que la historieta narrada sea secundaria y el primer nivel lo asuma el discursivo.

 

Así la historieta se nos presenta sencilla. Pedro Ignacio Palacios, joven intelectual que inicia su papel como militante político, crítico y consciente según su propio narrador, se inserta en la problemática política de Chile en los años que van de 1948 a 1950 que fue el período, o parte de él, del presidente chileno Gabriel González Videla. Se ubica en los hechos históricos de la proclamación de la Ley de la defensa permanente de la democracia, más conocido como La época de la infamia, en ese país. Esta novela se presenta como la primera en importancia que se interesa por un tema que nos es nacional directamente y esto abre a la narrativa nacional las fronteras de un horizonte universal, deja ver al autor que el mundo es mucho más amplio, que su aldea y se dispara hacia nuevos retos. Viola lo nacional y se introduce, aunque tímidamente en lo universal. El hombre no tiene fronteras.


La novela se inicia con un diálogo entre Pedro Ignacio y El Marqués. El narrador es protagonista. Es el mismo Pedro Ignacio y el espacio en que se realiza la escena es su departamento. Es la época de otoño, en el mes de mayo y la novela se prolonga hasta la primavera en el mes de enero. Precisamente fue parte del tiempo que el autor estuvo en Chile y le correspondió corregir las pruebas del Canto General: 1950 del poeta chileno Pablo Neruda. El personaje principal sobre el que gira el relato es Pedro Ignacio Palacios, joven escritor e intelectual que abandonó su madre de niño y se creó con su padre. Es traductora de libros y trabaja en un periódico local y milita con el partido comunista. Por otra parte el Marqués que representa el interlocutor de Ignacio, es venezolano y reside en Chile en busca de dinero. También es escritor, también es militante comunista y crítico del sistema dictatorial. La novela discurre en una serie de acontecimientos propios de los jóvenes militantes de izquierda y su participación política contra un régimen dictatorial de derecha. Así muere el estudiante de medicina Lucho Fefres, atropellado por un carro (¿Intencionalmente?). Es la época de formación del intelectual latinoamericano crítico, comprometido con el pueblo y sus ideales. Por eso esta novela es reveladora de una conciencia joven intencionalmente comprometida, partidaria y solidaria con los más necesitados pero, sobre todas las cosas, comprometida  con un ideal político claro antiderechista, anticapitalista y antiimperialista.

Cocorí la publicó en 1948.1

 

Es la segunda ¿novela? que escribió don Joaquín Gutiérrez Mangel. En verdad la escribió en 1947 y fue premiada con el Premio Rapa-Nui en 1947. Se ha considerado como una novela corta. Nuestro criterio es que es un cuento maravilloso moderno.

 

El motivo que desarrolla este relato es "la fugacidad de la vida", tema que ha sido  incorporado en la literatura  desde los místicos españoles del siglo VII. Tanto Sor Juana Inés de la Cruz, como Quevedo habían escrito sendos sonetos  con este motivo y usado la rosa como elemento significativo o simbólico. Expresa Sor Juana Inés:

 

"Rosa divina que en gentil cultura

Eres con tu fragante sutileza

Magisterio purpúreo en la belleza,

Enseñanza nevada a la hermosura;

 

Amago de la humana arquitectura,

Ejemplo de la vana gentileza

En cuyo ser unió naturaleza

La cuna alegre y triste sepultura;

 

¡Cuán  altiva en tu pompa, presumida,

Soberbia, el riesgo de morir desdeñas!

Y luego, desmayada y encogida,

 

De tu caduco ser das mustias señas;

¡Consigo, con docta muerte y necia  vida,

viviendo engañas y muriendo enseñas!"

 

Quevedo, en el soneto a  Velisa, utiliza el mismo motivo y el autor de Cocorí,  cita dos versos como epígrafe en su relato:

 

"A  breve vida nace destinada

Sus edades son horas en un día".

 

Como se observa existe una intención expresa por parte del autor de Cocorí de utilizar ese viejo motivo de la brevedad de la vida utilizando la rosa como símbolo.

 

La historia de Cocorí se puede sintetizar  así:

 

Cocorí, un niño negro vive con su madre en un puerto (¿Limón?). Un día  llega un barco y en él una niña rubia. Cocorí la conoce y le promete  un monito Tití, después de intercambiar unos caracoles por una rosa. Cuando Cocorí logra capturar el monito y regresa al barco para entregárselo a su amiguita, ésta ha desaparecido. Cocorí se entristece por ello y más aún cuando encuentra su rosa marchita y con los pétalos en el suelo. Decide salir a rodar tierras en busca de respuesta a la pregunta: ¿Por qué unos seres viven tantos años y otros tan poco?

 

Esto le permite abandonar su casa en busca de la respuesta. Así visita a los  hombres sin obtener resultado. Luego decide ir donde viven los animales más viejos: El Caimán y la Bocaracá. Después de varias aventuras en la selva, regresa a su casa y de camino se encuentra con  El Negro Cantor. Éste le explica con facilidad la importancia de vivir dando luz, generosidad y amor y no vegetando como algunos animales. Cocorí se siente satisfecho con la respuesta  y  regresa a su casa muy feliz, sobre todo  cuando descubre que su madre Mamá Drusila ha sembrado un rosal con la flor (la rama) que le había dado la niña.

 

El narrador es típicamente omnisciente y se coloca  desde fuera de la historia, aunque por momentos se evidencia en la primera persona de la enunciación (narrador-autor):

 

"La selva continúo abriéndose ante nuestros tres amigos."1

 

Incorpora también al destinatario social y dice:

 

"Y la tortuga explicó a sus asombrados amigos  que los pájaros, ante esa mirada hipnotizante, sienten que las alas se les paralizan y comienzan a acercarse como sonámbulos. La culebra no hace otra cosa que mirarlos, vibrando su lengua viperina entre las fauces. El pájaro salta de rama en rama, siempre acercándose sin poder  apartar la vista, hasta que se va de bruces  en la bocaza abierta.

 

_ Por eso, por si acaso -terminó sentenciosamente doña Modorra-, lo mejor es no mirarlas de  frente".2

 

El primer párrafo es presentado por la voz del narrador, sin embargo en el segundo afirma  que fue la voz de la tortuga Doña Modorra. Esto evidencia dos cosas:

1.   El narrador no logra  desprenderse de la historia, objetivarla. Se pone de manifiesto y toma partido.

 

2.   El narrador, sujeto de la enunciación, da la palabra a los personajes para que narren pero interfiere en sus relatos. No  cede la autonomía al sujeto del enunciado. Lo anterior  permite afirmar que el sujeto de la enunciación es  homólogo al sujeto del enunciado y al destinatario. Es decir se presenta una contradicción entre el modo de la narración y los puntos de vista de las voces narrativas. Esta ambigüedad permite establecer otros elementos del relato, tanto al nivel de la expresión como el conceptual, que explican la estructura del cuento y su sentido.

 

Cocorí se estructuró formalmente como un cuento maravilloso (de hadas) moderno.

 

Los cuentos de hadas o maravillosos se estructuran de la siguiente manera: Parten de una situación inicial negativa, donde el héroe se rebela contra lo establecido. Se presenta como necesitado, en crisis con la sociedad  o consigo mismo y rompe el contrato (lo preestablecido). Sale  a "correr mundo" en búsqueda  de respuestas; es  como un  proceso de iniciación para concluir restituyendo el contrato. La situación final es el triunfo  no del héroe sino de lo establecido. Para ello el héroe  es sometido a dos momentos estructurales importantes: una prueba particular y otra fundamental. En la primera  se pone a prueba  las virtudes morales del personaje y en la segunda su heroicidad maravillosa, luego que es asistido por un elemento mágico obtenido en la prueba particular. Por ello hablamos de una iniciación: el héroe se inicia en la vida. No conoce las leyes sociales y naturales y sale en busca de aventuras que le enseñen sobre lo desconocido. Al final comprende no sólo las leyes sociales y naturales sino que restablece  el orden social inicialmente puesto en duda.

Cocorí  así como el narrador  afirman constantemente:

 

"El mundo marcha de cabeza y yo soy un niño y no puedo comprenderlo".1

 

"A Cocorí se le cayó el alma  a los pies. ¡Cien años! ¿Cómo podría esperar cien años en un mundo patas arriba?"

3 Comments

Fascinating piece, thanks. Would you expand on the first part in a little more detail please?
(Pieza fascinante, gracias. ¿Ampliaría en la primera parte con un poco más de detalle por favor? )
Me gustaría que explicitara más la pregunta.
Luego lo haré.
Benedicto Víquez Guzmán

Me agrada haber visitado tu pagina. Me gusta el diseno y su contenido. Continua escribiendo. Buena suerte!

Gracias por su comentario,
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

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