LA CRÍTICA LITERARIA
En las últimas décadas se ha tratado de esclarecer, por parte de los teóricos de la literatura, conceptos como, lectura, crítica, estudios filológicos, históricos, etc., que fueron utilizados indiscriminadamente para señalar actividades, a veces contrarias y que llenaron de confusión a quienes se iniciaban en los estudios literarios. Para evitar ambigüedades distinguiremos la lectura como la actividad humana, mediante la cual, a través de la vista y el entendimiento, aprehendemos la escritura, y por crítica literaria la actividad humana, que utiliza una o más veces la lectura, que se realiza siguiendo una teoría y bajo estricto orden metodológico comprobatorio. Es una labor de decodificación, de criptografía literaria.
Se podría distinguir un primer momento histórico de la manera como fueron vistas o leídas las obras literarias. Lo llamaremos "Poéticas". Las hay de dos clases: una, producto de los teóricos o especialistas, por lo general filósofos y que no eran necesariamente creadores de arte y la otra de quienes tenían ésta como su pasatiempo favorito. Crearon las llamadas "Poéticas" donde externaron sus ideas y preceptivas literarias. Ejemplo de estos es Aristóteles que escribió su poética, Horacio "Del arte Poético". La segunda la formaron los mismos creadores que definieron los preceptos bajo los cuales crearon sus obras. Dejaron patente su manera de crear, su concepción del arte, su pensamiento artístico y lo formalizaron en manuales o panfletos. Víctor Hugo es uno de ellos, lo fue también Góngora, Lope de vega y el mismo William Shakespeare (1564-1616), entre otros. Los más, fueron creadores que se plegaron a las poéticas de las dos tendencias anteriores. Escogieron de preferencia a uno de ellos y en casos calificados violaron algunas leyes preceptivas, en otras ocasiones se apegaron estrictamente a sus códigos y les fueron fieles. Los hay también quienes abiertamente se opusieron a los academicistas y propiciaban la libertad del arte, sin ataduras de ninguna índole. En muchos casos fueron verdaderos innovadores y revolucionarios del arte literario. Lo cierto es que en su afán por renovarse, crearon nuevas normativas que después otros rechazaron e impusieron las propias y así se fue creando la constante recreación del arte. Lo viejo desaparece solo en la medida en que posibilita lo nuevo, en que sirve de abono, de alimento para que el fruto sea de calidad.
En la cultura occidental que abarca un lago período histórico desde la antigüedad, hasta el siglo XX, prevalece sobre el arte una concepción logocéntrica, teológica. Algo así como: "En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios, y el Verbo se encarnó" (San Juan). Una lógica uno a uno, unívoca, de causa y efecto, racionalista, lineal. Ahora bien, los pensadores siguieron en su gran abstracción teórica, dos tendencias: la idealista y la materialista (o realista), representadas desde la antigüedad por Platón, la primera y Aristóteles, la segunda y más recientemente por Hegel y Marx, con las diferencias correspondientes. Lo que nos interesa de esta dicotomía, es que precisamente desde ese primer momento, hasta nuestros días, la obra literaria sigue siendo estudiada bajo esa misma manera, hoy con otras nominaciones. Así, para ellos, los materialistas, la obra será una manifestación única de un fenómeno, de una teoría, de un sistema, cuyas leyes pueden ser descritas, distinguidas y sus manifestaciones particulares previstas. La obra se estudia como objeto único, sin relacionarla con el autor ni con la época, se basta a sí misma porque para los idealistas la obra es un acto creador por inspiración divina, donde la belleza se iguala al bien que es representado por Dios.
Por su parte, hay quienes relacionan la obra con la sociedad, con los llamados contextos sociales. La obra como producto mediatizado por la historia y la sociedad. Desde Hipólito Taine, hasta Lucien Golmann, pasando por movimientos como el realismo crítico, historicistas, contenidistas, biografistas, estilísticos, hasta llegar a nuestros días con novedades como la semiótica, la psicología social, etc. Dentro de los fenomenólogos y después algunos estructuralistas y por último los semiólogos es posible encontrar las tendencias anteriores (idealista y materialista) pero se mantiene el mismo principio de que la obra debe tomarse como objeto de estudio único, separado de cualquier otro elemento y a partir de ella, su descripción y análisis crear la teoría literaria capaz de explicar el fenómeno literario. Los marxistas y sociólogos, por el contrario creen que la obra es determinada por factores externos a ella, como son los contextos y no se logrará, según ellos la comprensión de la misma sino se acude a la explicitación de las estructuras sociales que posibilitan el fenómeno literario. Dentro de esa posición se han cometido disparates inaceptables, pues se toma la obra como pretexto para hacer conjeturas, juicios de valor, apreciaciones descabelladas sobre la veracidad de las creaciones a partir de los referentes sociales. Es digno de mencionar los trabajos de pensadores como Galvano Della Volpe, Humberto Eco, Kristeva, para citar solo tres, como muestra del rigor intelectual desplegado para comprender el arte literario en toda su magnitud pero sin caer en especulaciones y valoraciones subjetivas sin verificación estricta de lo afirmado.
Nuestro criterio es que los estudios críticos de la obra literaria deben sustentarse en una teoría que sea el resultado estricto de la investigación, sobre todo del lenguaje literario puesto que es él quien brinda la materia, el medio mediante el cual el escritor conforma su creación. Los referentes forman parte de la cultura del creador y del lector, en ambos casos pueden coincidir pero ello no es necesario ni siempre sucede así. No siempre escritor y lector son miembros de los mismos contextos y si lo fueran mantienen las diferencias propias de la individualidad. La semiología o la semiótica se perfilan como la ciencia social que englobaría una teoría científica literaria capaz de explicar no solo el fenómeno literario sino las particulares manifestaciones literarias como son las obras creativas que utilizan el lenguaje. Tenemos aún que esperar los resultados y conducir nuestros esfuerzos investigativos en esa línea teórica.1
1 Para comprender mejor el papel de la semiología puede consultarse las obras de Georges Mounin, Introducción a la semiología, Ed. Anagrama, Barcelona, 1972, Roland Barthes y otros en La Semiología, Ed. Tiempo Contemporáneo, buenos Aires, 1972 y Jurij M. Lotman y la Escuela de Tartu en Semiótica de la Cultura, Cátedra, Madrid, 1979, entre otros.
1 Para comprender mejor el papel de la semiología puede consultarse las obras de Georges Mounin, Introducción a la semiología, Ed. Anagrama, Barcelona, 1972, Roland Barthes y otros en La Semiología, Ed. Tiempo Contemporáneo, buenos Aires, 1972 y Jurij M. Lotman y la Escuela de Tartu en Semiótica de la Cultura, Cátedra, Madrid, 1979, entre otros.
Leave a comment