Carta al señor Presidente
Heredia 22 de Junio de 2001
Señor Presidente de
Presente.
Estimado Señor:
Me he tomado el atrevimiento de escribirte esta carta, porque lo considero una persona buena y sé que me entenderá lo que le voy a contar.
Anteanoche estuve por casi dos horas preso. Un guarda de
En mi casa, Señor Presidente, además de la familia, tenemos un perro que llegó solo y se hizo amigo mío y se quedó. Se llama Pinto, porque le gusta mucho comer el gallo pinto que hace mi mamá, cuando hay arroz, frijoles y huevos. Pinto, además, es blanco, con unas manchas amarillas. Se parece mucho a un perrito que aparece en la televisión y que viaja con un joven, en una avioneta, y que imita a un pirata. Es igualito que él, sólo que no es un artista de cine pero, que es inteligente, lo es. Figúrese usted que, a pesar de que en casa, algunos días, no hay mucho qué comer, ya sea porque mi papá no consiguió un jardín que machetear, o porque tuvo que comprar la pachita de cacique, o porque mi mamá, que ahora le ha dado por fumar y le roba un poco de licor de la pachita a papá, gastan más de lo debido; entonces nos hemos visto en apuros, además, de que a veces, yo recojo poco y más hoy, que pasé casi toda la noche encerrado y cuando llegué a la casa tuve que darle a mamá explicaciones porque llevaba poco dinero. Le comenté que existe mucha competencia; sólo en las afueras del local, por donde salen los carros, se colocan más de diez niños para pedir una moneda y muchos de ellos son menores que yo, y a los señores de los carros les dan más lástima y por ello, muchas veces, recogen más dinero que yo. Le decía que me sorprende que Pinto esté gordo sin comer casi nada. Esto me hizo entrar en sospechas, ya que los días lunes y jueves, por la mañana, no lo oía ladrar. Entonces me puse a vigilarlo y me levanté temprano, un lunes y lo vi cuando salía, como a las nueve de la mañana, y se dirigía donde están las casas de Los Sánchez, Los Hernández, Los Zamora y, con sumo cuidado, iba inspeccionando las bolsas de basura y de ellas sacaba tremendos banquetes, pizzas enteras, hamburguesas, bolsas de papas a la francesa. No le gustó mucho, cuando me le acerqué y le robé media pizza, pero poco a poco, nos hicimos aliados y él me indicaba, en cuál bolsa estaba el banquete, y yo la abría con cuidado, para que los de la basura y las empleadas de las casas, no se enojaran, por encontrar la basura botada. Ambos comíamos, y a veces nos sobraba para llevarles a mis hermanitos, a mi mamá y a mi papá, que mientras veía el partido y se tomaba la pachita de cacique, se comía tamaños pedazos de pizza. Yo siempre tenía el cuidado de quitarle las basurillas, que a veces se colaban en la pizza, pero por lo general, las encontrábamos, en las mismas cajas y bolsas, hasta con los envases del queso molido y la mayonesa, enteritas, casi sin probar. Además de que nunca les dije, a mis papás, de dónde traía las pizzas. Les inventé que las señoras, de esas casas, me las regalaban. Le contaba que entonces me expliqué por qué Pinto se mantenía gordo, ahora yo también estoy empezando a rellenar mis huesos largos y delgados. Pero hemos mejorado muchísimo, desde hace unos tres meses, pues Katia, aunque usted no lo crea, Señor Presidente, ha encontrado un trabajo buenísimo y muy seguro. Algo oí a mi mamá de que trabaja como guía turística, que se encarga de llevar a los gringos a lugares recreativos, hoteles, cabinas, villas y hasta cabañas, en diferentes partes del país. Con decirle que le pagan en dólares, y de unos días para acá, cambió su pelo negro por uno lindísimo, rubiecito y se ve preciosa. Es que parece una señorita de la capital y con unas botas de charol, unos jeans azules ajustados a su cuerpo, anteojos oscuros y una diminuta blusa, abierta por detrás, parece una artista de cine. Con decirle que hasta fuma. Después de las giras turísticas, que duran hasta ocho días, llega a la casa y nos llena de regalos y plata. Ya mi papá no se pone furioso, ya que no le falta la pachita, y mi mamá, hasta se da el lujo de pintarse y anda alegre por toda la casa. Por lo general, Katia, se queda con nosotros dos días, que la pasa durmiendo, seguro se cansa mucho, en esas largas caminatas; aunque se da el lujo de llegar en taxi, y luego se va otra vez a guiar a los gringos por los centros turísticos del país.
Señor Presidente, a mí me gusta oír las noticias y ver los partidos de fútbol, igual que usted pero yo lo hago en los almacenes Casa Negra, porque no cobran y los veo en varios televisores a la vez, además de que son en colores y enormes, pero existe otra razón, yo soy liguita y mi papá los odia. Entonces no puedo verlos en mi casa. Éste es un secreto, Dios guarde se lo cuente a mi papá porque me mataría. Pero lo que quería preguntarle es que oí en las noticias que condenaron a unos señores que administraron mal un banco, a algo así, como a quince años, pero que no irán a la cárcel, ya que era la primera vez que lo hacían, y entonces, me dije y, ¿por qué yo fui encerrado, casi dos horas, si era la primera vez que cogía un pedazo de hamburguesa, sin permiso?
Señor Presidente, ya no lo canso más con estas historias. Sólo le pido, un último favor, que cuando le den esas comidas ricas, que usted desperdicia, se acuerde de Ramoncillo y me mande un poquito de lo que le sobra.
Atentamente Ramoncillo Vargas
¡Ah!, se me olvidaba, si deseas contestar y mandarme todo lo pedido, puedes hacerlo a la siguiente dirección: Urbanización El Preca, casa No. 2, Heredia, Costa Rica.
I saw a program regarding that on TV at the weekend. Thanks for putting more meat on the bones