Manuel González Zeledón (Magón)

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MANUEL GONZÁLEZ ZELEDÓN (Magón)

(1864-1936)

 

Manuel González Zeledón (Magón), nació en San José, el día 24 de Diciembre de 1864 y murió  también en San José, el 29 de mayo de 1936, pocas semanas después de haber llegado de Nueva York, muy enfermo. Fue hijo del maestro Joaquín González y doña Jesús Zeledón.

Manuel describe su vida a José María Arce, dilecto amigo, en una carta que le envía desde  Washington, el 21 de marzo de 1933, tres años antes de morir. El nació en San José el día 24 de diciembre del año 1864 y murió el 29 de mayo del año 1936, también en San José. Ésta es la mejor biografía que pudimos encontrar de Magón, por ello la incluimos textualmente:

 

"Mi querido José María:

 

Con el placer de costumbre recibí  y leí su interesante carta del 18, con la que  me devolvió  las copias de "Elocuencia y Calvin Coolidge". Se la contesto por orden de asuntos.

Educación- De 1870-71, Escuela privada de doña  Eusebia Quirós en donde aprendí el abecedario y medianamente a silabear  y  desovar o sea leer cancaneando; catecismo de  Ripaida: contar hasta cien  y hacer números dígitos con pizarrín y pizarra y uno que otro palote y curva, preparatorios  para  el curso de caligrafía que después hice  bajo la dirección de mi padre  quien era un de los mejores  penalistas de  aquel tiempo (Véase  mi artículo "Para justicias  el Tiempo").

De 1871-75 Escuela pública elemental bajo Chepe Céspedes, Adolfo Romero, Amadeo Madriz y Juan de Dios Trejos. Allí me distinguí de tal manera que al fundarse el Instituto Nacional, fui escogido en compañía de Nicolás Chavarría Mora para ocupar las dos becas que la provincia de San José  tenía derecho en ese Instituto, 1876-80, cursé enseñanza superior con el resultado que describo en mi artículo "Mi primer Empleo", ganando  todos los cursos, muchas medallas  de primera clase en los concursos de oposición  a premios  y muy señalados elogios  de mis profesores. La  circunstancia  de haber  ganado  todos los primeros premios  (medalla de oro en el   quinto año) me daba derecho, ipso facto,  a que se me  confiriera cualquiera de los grados  que el Instituto confería, a saber: Bachiller en Artes, Maestro de Obras, Perito Mercantil o Perito Agrónomo, según promesa  formal  del entonces  Rector  de la Universidad  de Santo Tomás  de la cual  era padre el Instituto, quien probablemente  la hizo  en la creencia  de que quien  obtendría  ese honor sería su hijo Jorge  Casto Fernández pero como yo lo vencí, cuando  yo pedí se cumpliera  la  promesa, me contestó que  el reglamento  exigía  exámenes especiales, etc.,  que él  no podía excusar. Véase el final de mi mencionado artículo "Mi primer empleo."

La gran pobreza  en que se encontraba  mi  familia  me obligó  a trabajar  todo el día y parte de la noche  para cubrir  nuestras  necesidades y, estudiando  sin maestros, aprendiendo  prácticamente en el  expediente de oficinas judiciales  y bufetes de  abogados y notarios, adquirí  suficientes  conocimientos para llegar  a tener a mi cargo, bajo inmediata vigilancia de su propietario Licdo. don Inocente Moreno, la  sección  notarial de su oficina  de abogado y notario, considerada  entonces como la mayor clientela y una de las más acreditadas en todo el país. Fue  en ella  que, al ponerse en vigencia  la nueva codificación,  escribí y publiqué mi librito "Fórmulas usuales en el ejercicio del notariado", que fue  usado  por todos los notarios de aquel entonces y aceptado por el gobierno como correcto, después  de oída la opinión de expertos jurisconsultos.

En 1889 fui a Bogotá y, estando allá, el gobierno de Costa Rica me nombró vicecónsul. Allá cultivé las bellas letras y escribí en varios  periódicos bajo deferentes seudónimos, en su mayor parte acerca  de Costa Rica. Durante los  dos años y medio que pasé  en Bogotá, hice  muy íntimas relaciones  con notables  prosistas y poetas colombianos: Jorge Isaacs, Jorge Pombo, Santiago Pérez Triana, Rafael Pombo, Roberto MacDouall, José Asunción Silva, Julio Flores, Samuel Velázquez, Rivas, Fradey Rivas Groot, y otros cuyos nombres  se han borrado de mi memoria. Ese  roce me fue de mucho provecho como educación  literaria  y para formar mi estilo.

De vuelta  en Costa Rica, tomé de nuevo a mi cargo la notaría  del  Licdo.  Moreno, la que había decaído notablemente. Acepté  después  La Oficialía  Mayor del  Ministerio de Relaciones  Exteriores (creo  que en 1892) a la que  renuncié pocos meses después  y  abrí mi propia oficina  como procurador  de negocios judiciales,  en la que obtuve mucho éxito, contando con poderes de casas comerciales  importantes y,  de muchos particulares, especialmente en Santo Domingo,  a quienes manejé  sus asuntos  jurídicos especializándome  en arreglos y  mortuales y  testamentarias y levantando  títulos. En el entretanto escribía  de cuando en cuando artículos de carácter  político y asuntos  de momentáneo interés que fueron  dándome  cierta  nombradía especialmente entre los opositores a la administración  del Licdo. don José Joaquín  Rodríguez. Establecí en compañía del Licdo.  Moreno la  primera  litografía  que hubo en Costa Rica y que imprimía, entre otras cosas, una hoja  de caricaturas llamada "El padre español", la que fue  perseguida por el gobierno y ocasionó  acusaciones hasta en el propio Congreso.

Fui elegido (1895) ¿1896?, en la administración Iglesias, diputado al Congreso por San José. Milité en la oposición. en escasísima minoría, pero  allí me distinguí por mis luchas  para evitar manejos contrarios  a los intereses  del país, especialmente, establecimiento  del talón de oro, para el cual el país no estaba preparado aún y que, como Ud. sabe, fracasó pocos años después de establecido; hipoteca a cortísimo tiempo y alto interés de las acciones de Costa Rica en el ferrocarril de Costa Rica que, como Ud. sabe, se perdieron por la miserable suma de poco  más de cien mil libras esterlinas y nos  quitaron voz y voto  en los manejos  de la administración  de esa empresa; y nombramiento del presidente de Francia para árbitro en nuestra  contienda de límites con Colombia  (después Panamá) que  trajo por resultado el  que  yo preveía: la pérdida  de cerca de 18,000 millas cuadradas de nuestro territorio y finalmente el desastroso laudo del Chief Justice Americano como escena final de la mencionada torpeza.

Fue a principios de mi actuación como diputado que rompieron  a escribir  mis cuadros  de costumbres (1895) en La Patria de Aquileo, diseminándolos luego en varios de los periódicos de entonces: (El Heraldo, La República, La Revista, Pandemonium, etc.).

Al final de la administración  Iglesias, 1900-1902, fundé y edité mi diario El País (Véase  el prólogo, Con el autor, de mi libro La Propia). En ese diario, fundado  para desquiciar a la administración de Iglesias, escribía editoriales, gacetillas, cuentos, etc., con versatilidad asombrosa y, por ende, a vuelapluma, de donde se deduce que entre ellos hay  poco  de algún mérito literario. Al mismo tiempo colaboraba  bajo distintos seudónimos en otros periódicos de oposición  y lanzaba hojillas  sueltas enderezadas a formar opinión  entre las masas populares para la transición política que al fin triunfó llevando a la presidencia al Licdo. Esquivel.

Durante esa larga y acongojada refriega  cultivé  las mejores plumas que entonces lucían en Costa Rica y algunas extranjeras como Chocano Soto  Hall, Julio  Flores, Uribe Uribe, y otros.

Pasada la administración Esquivel que terminó con la traición  que éste nos hizo en 1906 me vine a Nueva York y me establecí definitivamente  aquí.

Ya en 1893 yo  había estado de paso en Nueva York y había  visitado también  de paso Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia e Italia, y,  como mal que bien entendía  y hablaba inglés,  francés e italiano, juzgué que no me sería difícil obtener ocupación, lo que efectivamente ocurrió.

Desde aquí  en Nueva York esporádicamente escribí cuentos que enviaba a Costa Rica, en donde eran muy bien  acogidos. Los  contiene la segunda edición  de La Propia  y después de esa edición, 1921, he escrito  no menos de quince, algunos de los cuales  están inéditos, esperando poder llevar  a cabo mi idea de una tercera edición  que contendrá los mejores de mis cuentos  publicados y no menos de ocho  inéditos y con un prólogo  que ha escrito el notable poeta  y prosista  Santiago  Argüello, con quien  cultivo muy buenas relaciones.

Escribí también  en 1929 mi Oda a Costa Rica, primer ensayo mío en el campo de la poesía. Lo publicó en la imprenta Alsina el Secretario de Educación Pública de Costa Rica, juzgándolo digno de ser leído en las escuelas  y colegios de Costa Rica. Después he escrito algunas otras composiciones en verso, las que juzgo de poco mérito y muchas de las cuales  Ud. conoce.

En Costa Rica fui aclamado miembro del ateneo.

Por allá de los años  de 1909 o 10  fundé en Nueva York, con varios literatos  latinoamericanos, americanos y españoles, el Círculo Literario Hispano que contaba  con cerca de 600 socios y que dio  varias veladas literarias  que fueron muy lucidas y aclamadas. Fui su presidente y se me reeligió  cada año durante los cuatro de su existencia. Allí pronuncié el discurso de inauguración y varios otros que publicaron periódicos españoles de aquí y de otras partes.

En unión de varios buenos españoles e hispanoamericanos reorganicé la Sociedad de Beneficencia Española de Nueva York bajo el nombre de Unión Benéfica Española, por  allá de 1912, y que aún funciona muy fuerte y con gran provecho; al retirarme de las faenas, cuando la vi próspera y en buen camino, por aclamación  se me dio el título de presidente honorario de ella,  único individuo particular que lo ostenta. Con frecuencia, en sus sesiones generales anuales, se me invita a pronunciar discursos de los que se muestran los socios muy  satisfechos. Los ha publicado La Prensa de Nueva York.

De 1910 a 1915 desempeñé el cargo de Cónsul general de Costa Rica en Nueva York, ad honorem, por las difíciles  circunstancias financieras  del erario de Costa Rica. Con otros colegas  fundé entonces la Asociación  Consular Latinoamericana de Nueva York, para cuya presidencia  se me eligió  y reeligió hasta que renuncié al consulado.

En 1904 fui nombrado Comisionado General de Costa Rica para la Exposición Internacional de San Luis, cargo que desempeñé durante mueve meses.

Por allá, por 1924, fui nombrado  Inspector General de Consulados de Costa Rica en los Estados Unidos, cargo que serví  ad honórem hasta que en mayo de 1932 se me encomendó  la Legación de Costa Rica en Washington en el carácter de encargado de negocios ad ínterin, el que estoy desempeñando.

En la sección literaria del New York Times  y del New York Tribune se publicaron  reseñas  de mis cuentos  y de mi Oda a Costa Rica, ambas de la pluma  de Mrs.  Muna Lee, bien conocida  y nombrada  escritora americana que hoy es profesora  de la Universidad de Puerto Rico.

Muchos de mis cuentos han sido reproducidos en España y en América y hasta se me ha pirateado  mi libro La Propia por una casa editorial española.

Desde hace cinco años he venido trabajando en la formación  de un vocabulario o  vademécum, titulado El Médico, la enfermera y el paciente extranjero, en seis idiomas (español, inglés, italiano, francés, portugués, alemán), que tiene por objeto facilitar a los  médicos y  enfermeras el  hacerse entender  de pacientes  que hablan cualquiera de estos idiomas solamente. Todos los médicos que lo han visto  lo han declarado  utilísimo y hoy mismo está  sometido en Dallas, Texas, el cual seguramente lo refrendará a todos los miembros  de la Asociación Panamericana. Tengo cartas muy elogiosas  de  los principales directores  de esta Asociación Médica. Con este endoso, sobrarán editores que lo publiquen  y distribuyan.

En Nueva York desempeñé el cargo de facturador comercial e intérprete en la Casa de W. R. Grace & Co. , así como el de redactor de documentos legales en castellano; después el de jefe  del departamento de clientes directos; de allí salí  a ocupar  el puesto de jefe  de servicio  de la Pan American States Associations; y de allí fui llamado al desempeño  de jefe  de la  división  latinoamericano del departamento de comercio extranjero de la National Association of Manufactures of the  United States, el que serví  por cerca de diecisiete años  y del que salí para venirme  a Washington al actual puesto. Con Grace estuve  cerca de siete años.

En una u otra forma  he dado  conferencias en varias ciudades americanas.

Por encargo especial de la colonia española  de Nueva York hice  la presentación del gran dramaturgo español Jacinto Benavente ante  un auditorio de no menos de dos mil  personas en el New York Theatre.

En 1922 fundé con otros la Cámara  de Comercio Centroamericana y por diez años fui uno de los directores y su secretario  perpetuo. En 1924 ayudé  a fundar la Cámara  Brasileño-Americana, la que me nombró su primer presidente, honor que incliné  por no ser ni brasileño ni americano.

Y no  recuerdo qué más cosas he  hecho o  ayudado a hacer.

¡Ah, sí! En 1906 fui profesor de castellano  y literatura  en el Liceo da Costa Rica y el Colegio de Señoritas en San José.

Creo que fue  en 1815  que fui profesor de castellano en la New York  Evening High School, de Nueva York, y poco  tiempo  después se puso  a mi cargo la clase de castellano comercial de la Sección  de Wall Street, de New York University, cargo del que hube de renunciar por no ser ciudadano americano"1.

 

En 1953, se le declara Benemérito de las Letras Patrias y se crea el Premio Nacional de Cultura, Magón. Su esposa se llamó Olivia y era hija de un cubano llamado Manuel Quesada y Loinaz.

 

LO QUE ESCRIBIÓ MANUEL GONZÁLEZ ZELEDÓN

 

NOVELA

 

1. La Propia: 1909 (relato)

 

CUENTO

 

1. El clis de sol: 1871

2. Las cosas claras: 1925

 

CUADROS DE COSTUMBRES

 

1. Un baño  en la presa: 1896

2. Dos músicos: 1896

3. Un día de mercado en la Plaza Principal: 1896

4. Unos novios: 1896

5. Una obra de misericordia: 1896

6. Camañuelas: 1896

7. ¿Quiere  usted quedarse  a comer? : 1896

8. Mi primer empleo: 1896

9. Un almuerzo campestre: 1896

10. Nochebuena: 1896

11. Una  Vela: 1896

12. Un baño en la presa: 1896

13. Nochebuena: 1896

14. Al baratillo: 1896

15. La muñeca del  Niño Dios: 1898

1|6. El Tequendama: 1898

17. Dos de noviembre: 1900

18. La guerra franco-prusiana: 1910

19. El mozotillo de Pochet: 1913

20. Para justicias, el tiempo: 1919

21. Todo  Pasa: 1924

22. ¿Qué hora es? : 1925

23. Quince a diez: 1925

24. Semper Fidelis: 1925

25. El cacao  del año: 1933

26. El tren de las dos: 1933

27. Cal de concha: 1937

 

Magón publicó otros artículos de diversa índole, como comercio, educación, religión, etc.

 

Aquí no los señalamos.

 

Manuel González Zeledón, a pesar de no ser un novelista  como tal y sólo haber escrito un relato para los primeros Juegos Florales de 1909, La Propia,  representa muy claramente a la generación de 1897, llamada modernista. Es de los autores nacionales  que se interesó por escribir sobre las costumbres de Costa Rica, sobre todo de los campesinos que retrató en sus  cuadros de costumbres que más parecen ser escenas cotidianas. Los citadinos fueron objeto de su pluma en la medida en que visitaban el campo o tenían alguna aventura en él.  Es de  los llamados escritores nacionalistas en oposición a los llamados europeístas, pero si se detiene con atención en sus escritos, Magón tenía una clara intención y ésta era dar a conocer a los extranjeros cómo eran los costarricenses, tanto los de la ciudad como los del campo y deseaba resaltar la bondad de la vida en el campo, sus costumbres, y por qué no, hasta su candorosidad, ingenuidad  y sencillez.

 

La obra que él presentó como una novela corta a los  primeros Juegos Florales, La Propia, no ganó el primer lugar que fue concedido a Carlos Gagini Chavarría con su obra A París de corte europeísta (ambas son relatos), aunque parezca una contradicción, ya que ambos fueron considerados nacionalistas, que como señalamos antes, son dos tendencias de un mismo grupo de intelectuales pertenecientes a la misma oligarquía.

 

La Propia fue escrita en 19091 y publicada en 1910.

 

Repite la misma historia que hemos venido analizando en novelas o relatos anteriores. Es el clásico triángulo amoroso  que tanto ha explotado la literatura costarricense hasta nuestros días. En este relato se aprovecha de él para resaltar la oposición entre la ciudad y el campo, entre un gamonal ñor Julián Oconitrillo y  los campesinos, entre el poder del dinero y  el castigo por la ambición desmedida de la campesina María Engracia y su madre. El triángulo se presenta en forma doble ya que ñor Julián es casado y María Engracia termina entregándose a Aureliano Meléndez. La ruptura se presenta cuando se viola el código moral previamente establecido por la sociedad. Por un lado ñor Julián viola las normas de su hogar, se separa de su esposa Micaela, abandona y avergüenza a sus hijos, Bernabé y Zoila, el primero huye de su casa y se va a trabajar a la bananera, donde enferma de paludismo y la segunda se dirige al centro de San José, donde se convierte en prostituta. Su esposa Micaela sufre, como la que más, su abandono y desprecio y la pobreza en que ñor Julián la ha postrado. Él mismo se convierte en asesino al matar a Aureliano, víctima de los celos, cuando María Engracia huye con él y se refugia en su casa. María Engracia y su madre violan el código moral  también al aceptar el amor pasional de ñor Julián, por dinero. Y para completar el cuadro naturalista experimental, determinado por el ambiente y la violación de los códigos morales, la hija de ñor Julián se convierte en prostituta. Es la campesina que, víctima de la degradación de su padre, sufre las consecuencias. Toda la familia se degrada y desintegra como consecuencia de la ruptura moral por parte de ñor Julián, por ambición, por apetencias sexuales. Es el castigo a quien  viola el código moral establecido. La situación final es degradada. Ñor  Julián,  es visitado, en la cárcel, por su esposa (La Propia) que sigue siendo  la única  que mantuvo la entereza y no cayó en el vicio y sufrió estoicamente  las aventuras amorosas de su marido que  los llevó a la pobreza extrema y la degradación total. Es la mujer deseada y elogiada por el código machista del momento.

 

El narrador de este relato es tradicional y se mantiene inmerso en él y maneja los acontecimientos y los personajes bajo un estricto código moral personalista. No da la palabra a los personajes femeninos. Estos son útiles al narrador-autor para sus fines moralistas, críticos  e irónicos. Ñor Julián es un gamonal ignorante, tosco, grosero y libidinoso. Posee riquezas pero carece de virtudes.

 

"En la sala Ñor Julián Oconitrillo, el dueño del beneficio y del cafetal y del cerco y del potrero y de la "bueyada" y de las sacas de leña y del trapiche del bajo y del cañal que lo rodea y del potro azulejo que en el caedizo se regodea con su buen cajón de pasto picado, atiende a la delicada tarea de la pesa de los sacos llenos, a la costura  que sus hijos Bernabé y Zoila desempeñan y a la marca que Micaela, su mujer les planta orgullosa con la lámina perforada "J. O. London" y la brocha untada de negrísimo betún."1

 

Toda esta riqueza se pierde por violentar el código moral. Y el narrador le califica de:

 

"Ñor Julián, cholote panzudo, peliparado, afeitado de barba y boca, con camisa gris de lana, pañuelo de seda arrollado al pescuezo robusto de toxo, banda de redecilla que ciñe por bajo del vientre el calzón pardo de casimir y calzado con zapatos burdos de becerro amarillo."2

 

 

No es un oligarca de nobleza, del grupo educado y fino al cual pertenecían los exportadores de café, sino un  bruto con plata, un campesino con riqueza y mucha ignorancia. Más se nos parece al mandador de una finca cafetalera que a un exportador de café. Es más un campesino propietario de una pequeña hacienda y dueño de un mediano capital que fácilmente perdió en sus desvaríos amorosos. No interesa al narrador-autor describir  con detenimiento, como vino a menos, para él lo importante era castigar, degradar, destruir al personaje que violó el código moral de la familia.

 

Y para las campesinas, escogedoras de café, María Engracia y su madre, la moral campesina del costarricense, tampoco les adornaba, eran ambiciosas y no escatimaban conducta alguna, con tal de disfrutar de los placeres materiales. Personalmente se me parecen más, en ese tiempo, a las citadinas que, a escogedoras de café de un pueblo  costarricense. Luego  veremos otras novelas donde la campesina sufre las consecuencias de su ingenuidad, humildad, candorosidad y falta de malicia. Aspectos que no presentan estas campesinas de don Manuel González Zeledón. Quizás el rasgo más sobresaliente de este relato es la fidelidad, abnegación, sumisión de Micaela, esposa de ñor Julián, virtudes de esas mujeres campesinas que las convertían en víctimas del machismo de antes y de ahora. Pero ese aspecto se destaca con alguna ironía (La Propia) pero no se critica y menos se censura.

 

Somos del criterio de que a Magón no le gustaban los  ricos groseros, burdos y poco refinados y de ellos se burla y hace escarnio, a pesar de que en esa Costa Rica, abundaban y eran los más. Es parte de su ideología burguesa aristocrática y clasista  que se puede fácilmente descubrir en sus  escritos.



1 Arce, José María. Cuentos de Magón, colección de autores centroamericanos, Imprenta Lehmann, San José,  1968, pp. 275-282.

1 González Zeledón, Manuel. La Propia en Cuentos de Costa Rica, Antonio Lehmann, San José, 1967.

1 González Zeledón, Manuel. Ob. Cit. p.116.

2 Ib.

 

10 Comments

Muchísimas gracias por esta reseña tan hermosa. De verdad que admiro tanto a este hombre maravilloso, siempre amó a nuestro país.. Aún cuando no tuve la dicha de conocerlo, lo quiero tanto... Dios lo tenga en su gloria.. Gracias querido Magón, y muchas gracias por este artículo tan especial

bueno pz esta mui bn esto.
me gusto muxo

m,m,m,m,
la vedad no me gusta leer tanto ,
y queria buscar el cuento de :
´´ Unos Novios ´´ pero nunca lo encontre
meee choooooca¡¡¡¡¡
ok bye :)
Unos novios es un cuento de Magón que publicó en el periódico El Heraldo de C. R. el día 12 de abril de 1896.
En la obra Cuentos de Magón, publicada por Antonio Lehmann en 1968, aparece en la página 68.
Si tiene paciencia lo voy a transcribir en mi blog para que Ud. y otros lectores puedan leerlo, antes de una semana.
Benedicto Víquez Guzmán

es muy padre saber cuentos de el¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!

gracias por esta informacion porque me sirvio para mi tarea ,aparte de que esta muy suave el cuento del ''clis de sol
O_o

Me alegra mucho que te haya sido útil.
Benedicto Víquez Guzmán

Por favor, a mi hijo le dice la profe de español que descargue de internet el cuento Para justicias el Tiempo de Magon, pero no lo hallamos por ninguna parte, ¿usted lo tienen para fotocopiar, o escanear, o algo asi?

Gracias

Sí lo tengo, Gabriel. Te lo voy a poner en mi blog,antes de ocho días, esté atento para que lo pueda leer y adquirir. Es un excelente cuento

Gracias por leer mi blog
Saludos
Benedicto Víquez Guzmán

MAESTRO! Qué bendición! su ayuda ha sido de maravilla! me dio placerleer el cuento! Y salvamos la tarea de mi hijo! Es una maravilla internet! Me acuerdo cuando yo estuve en Generales enlos años 70, usted nos díó creo que era Castellano o fue en filología?El caso es que fue una sorpresa encontrar su nombre ayer en un blogasociado a Mi búsqueda de MAGON. Qué actualizado está usted, imagino que está pensionado? Exelente su blog, yo vivo acá en San Rafael de Heredia! Gabriel

Estoy Jubilado Gabriel pero sigo escribiendo y estudiandoGusto en saludarte y porte ser útil.
Saludos

PZZ...
LA VERDAD ESTA MEGA INCREIBLE ESTA RESEÑA ME WUSTO MUXXO .

Y ME SIRBIO PARA MI TAREA MUXXAS GRAXIAS
Y FELIXXIDADES POR OBTENER TODA SU VIDA DE:
MANUEL GONZALEZ ZELDON.

¡Cuánto me alegra que te haya servido! Saludos.
Benedicto Víquez Guzmán

pz la verdad si esta chido el cuento pero pz la neta ni me gusta leer asi que lo lei mas afuerzas que de ganas a si que esto se lo dejo para los que si les gusta leer y que mas que decir arriva la wueba jajajajajaja

mm..... pues en realidad esta muy interesante su biografía pero yo me pregunto no hizo otra cosa en su vida a parte de hacer cuentos y ser un increíble escritor?????

Gracias Mariana por su comentario. En realidad él vivió muchos años en Estados Unidos. En 1906 se trasladó a vivir a los Estados Unidos. Fue cónsul de Costa Rica en Nueva York y también fue Encargado de Negocios y Ministro de Costa Rica en Washington. Regresó a Costa Rica en 1936, poco antes de su fallecimiento. No tenía problemas económicos.

Benedicto Víquez Guzmán

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