MARIE BRAVO RUDÍN
(1924)
Es hija de de Alfonso Bravo e Ida Rubín, el primero de origen español y su madre, hija de Juan Rubín, de origen suizo. Nació en El Carmen, San José Centro el día 16 de enero del año 1924 La biografía puede obtenerla el lector del libro Montefrío. Además de novelas escribió un libro de recetas de cocina: Cocinando con amor. Un compendio de recetas de cocina, sencillas, rápidas, económicas y deliciosas para recién casados, en el año 2003. Ya antes en el año 2000 había escrito El placer de la cocina en Costa Rica, publicado en el año 2000. Trabajó en programas televisivos atinentes a esa temática.
LO QUE HA ESCRITO MARIE BRAVO RUDÍN
NOVELA
1. Montefrío: 1999
2. La hija del cocodrilo: 2000
3. Amores Misteriosos: 2000
4. Wend: 2001
3. La cuerda de un violín: 2001
4. Una mujer valiente: 2003
Es la primera obra de esta escritora que conocemos. La llamó Montefrío y la publicó en 19991.
No es una novela. Es una crónica genealógica, de biografías, evocaciones, escenas familiares, evocadora de recuerdos y tiempos idos. Un reencuentro con el pasado positivo, las costumbres, los valores, la religión, la familia. Obedece a la máxima (nosotros no la compartimos) de que todo tiempo pasado fue mejor. El presente de la enunciación, que se ubica en 1998 es un marco negativo, una sociedad degradante, no como producto del pasado sino del progreso, de la pérdida de valores, de la identidad (nunca he podido escuchar ni leer ¿cuál identidad?) y por lo tanto se evoca el pasado, se resucita con el fin de llamar la atención del ciudadano para que, según esta posición regresemos a ese tiempo y volvamos a utilizar los códigos que lo definían, que si se analizan, en profundidad son los mismos que rigen el presente. La religión es la misma, los cambios que ha sufrido son cosméticos, el lenguaje ha evolucionado básicamente en lo semántico pero no en lo estructural o lo ha hecho en escasa medida, los ricos y pobres siguen siendo los mismos, hijos o nietos, unos heredaron la riqueza y otros la pobreza, los políticos no han variado sus prácticas corruptas, solo basta leer la historia no oficial. La destrucción de la naturaleza y su explotación irracional, ha sido siempre la misma, después de la llegada de los españoles; la constitución de los pueblos y ciudades con todos los defectos actuales, fueron diseñadas por imitación de los de España, la plaza, la iglesia, la escuela, la alcaldía y la cantina (pulpería) siguen siendo con los cambios de rigor los mismos elementos. Las leyes provienen de afuera y mantienen la hegemonía como inspiración para formalizar los diferentes códigos o leyes. Lo nuevo solo ha hecho mantener y reforzar lo viejo. La familia sigue siendo la célula social básica y la educación no ha cambiado sino en los programas o contenidos pero sigue las viejas normas y programaciones permanentes de la sociedad patriarcal y las relaciones verticales de poder, machismo, racismo, militarismo (aunque lo neguemos), individualismo, chovinismo, cultura del guaro, amiguismo, corrupción, gobierno para servirse él o sus amigos (Tomás Guardia), papel maternal de la mujer como rol fundamental, justificación legal y explotación de los hijos menores y las mujeres en trabajos con escasa remuneración y de niveles secundarios, cargos y estudios inferiores, cuando no pudieron evitar la entrada a la universidad confeccionaron carreras "aptas para mujeres" como secretariados, enfermerías, manualidades, etc. Y esto que las mujeres son las que educan en las escuelas y colegios. Están codificadas, enajenadas, adaptadas, las programaciones les impiden rebelarse y si lo hacen, pobres de ellas, recibirán la furia de los padres, hermanos, maridos y de Dios. Y para qué seguir.
Esta obra tiene la importancia de visualizar, desde la perspectiva directa de la autora, esa visión nostálgica, unilateral, positiva, de una Costa Rica oficial, armoniosa, alegre, sin conflictos, "hermaniticos", donde los ricos eran buenos y convivían con los pobre en un remanso de paz y felicidad. Habría que conocer la otra perspectiva, la de los pobres, los explotados, los sin tierra, los que no podían estudiar, los que soportaban de sol a sol las intemperies agrestes del tiempo bajo el surco, cogiendo café, paleando, ordeñando, desramando, volando hacha, zanjeando, enyugando los bueyes, jalando leña, volteando frijoles, cortando caña y toda clase de trabajos agrícolas, por un salario que apenas si le alcanzaba para comer, comprar en diciembre alguna ropilla para todo el año, y viviendo en ranchos o casa prestadas, sin horizontes, sin poder completar los estudios primarios y menos los universitarios, sin viajar, sin conocer la ciencia ni las comodidades del confort de los ricos; de niños cuyas diversiones eran ver pasar los carros de los ricos y jugar a la adivinanza de los números finales de las placas o su color, ver llegar el tren, como dice don Eladio Jara, para ofrecer unos bocadillos a los ricos que paseaban y así obtener algún dinerillo que llevarle a su madre que inclinada en el fogón, en la plancha, en la batea, esperaba el dinerito que sirviera para comprar la leche a sus hijos pequeños, mejenguear en las calles llenas de piedras, asistir a los turnos y gastar alguna plata para la causa cural, sin importar si los padres se emborrachaban en esas fiesta populares, pues el fin era divino, jugar jaboncillos, chapas, o cantar las romanzas españolas que enfrentaban a los moros con los cristianos, (hay vienen los moros. - ¿A qué? - A matarlos, ¿recuerdan?). Es cierto que teníamos comida, frutas, verduras, todas sembradas por los pobres, pero la ropa, el estudio, las medicinas, las planchas eléctricas, la cocina, la lavadora, la refrigeradora, para solo citar las indispensables, aparecieron hace muy poco tiempo en las casa de los pobres que las tienen. Detrás de la espuma del jugo de caña, Don Eladio, el sobado o la melcocha, estaba el trabajo duro del campesino explotado pero contento, porque así lo predicaba, todos los domingos, el cura español y así lo quería Dios; las largas jornadas de la corta de caña, la lucha con los bueyes para darle vuelta al molino, las quemaduras en las grandes pailas o las luchas con el bagazo y las fraguas, hasta obtener las tapitas cilíndricas que el patrón llevaba al mercado y recibía a cambio el dinero, era fruto del esfuerzo del trabajador. Esta es la visión que no ofrecen los libros de historia, ni las literaturas de Aquiles, ni Magón, es la voz del que sufrió en carne propia esa condición y que ningún sermón enajenante fue capaz de acallar, a pesar del silencio cómplice de casi todos durante tantos años. No hay rencor, hay verdad, hay dolor por ellos y por los que aún hoy sufren esa explotación que son los más.
La segunda novela que publicó fue La hija del cocodrilo y la publicó en el año 2000.1
Es una novelita positiva, tradicional, polifónica, ingenua, sin malicia, realista, de poco valor literario. Desde una perspectiva omnisciente, única, yoísta, se narra las aventuras de una familia jamaiquina en Limón, por los años cincuentas. Con gran rapidez se describen los acontecimientos que llevaron a Teo y Daisy a viajar a Costa Rica, llenos de entusiasmo e ilusiones y establecerse sin ningún contratiempo en la zona Atlántica. Todo sucede a las mil maravillas y la felicidad llena el hogar, los vecinos y el pueblo donde se establecieron. Se relaciona la aparición de un cocodrilo en un playón del río con la hija que nace del hogar, por el color de sus ojos. La paz del hogar se ve enturbiada por la violación de Samantha a los cinco años por un hombre blanco extranjero que cuando se ve descubierto se lanza del tren y muere en la caída.
Luego comienzan las aventuras de Samantha que se junta con un Hipólito y sufre mucho con él, pues le pega y la trata muy mal. Su padre se entera de eso y habla con ella pero Samantha le explica que ella resolverá la situación. Huye de Limón y viaja a Cartago donde se emplea en una casa. Al poco tiempo el esposo de la señora trata de poseerla, la esposa se entera y la echan de la casa. Se dirige a San José y se emplea en una casa que había conocido cuando los patronos anteriores viajaban por ese lugar. Ahí recibió buen trato, entró a estudiar a un colegio nocturno y se enamoró de un negro de Barbados, compañero de estudios. Luego se dirigen a Limón y con la ayuda de su familia se establece ahí. Su compañero es sastre viven bien. La novela termina con el nacimiento de un niño.
Fácilmente se observa que la novela es lineal, sin aristas, apegada a la rutina cotidiana de personajes sencillos, corrientes, buenos, positivos. No hay rebeldía, los hechos malos que suceden a los personajes no pasan más allá de contratiempos, experiencias negativas que suelen ocurrir. No hay penetración en ninguna problemática social ni psicológica. La novela discurre en el nivel lógico, superficial, ingenuo. Lo mismo ocurre con el lenguaje que es sencillo, lleno de diminutivos, ok, corrongueras, y divineces.
La tercera novela la llamó Amores Misteriosos y la publicó por primera vez en el año 2000.2
Es una novela tradicional, monofónica de típica visión personalista, unipersonal, propia del paradigma decimonónico y de principios del siglo veinte.
Ya su misma presentación realizada por un amigo y no un especialista indica el carácter personalista de la narración.
Desde el comienzo se establece el inicio de la historia de un personaje Jimena de Borbón, proveniente de una familia adinerada que realiza sus estudios secundarios en Santiago de Chile mientras sus padres viven en Colombia. Obsérvese el uno del apellido "de Borbón" que significaba poder, riqueza, abolengo, prestigio. Todo dentro de los códigos burgueses que indican ese mundo del parecer de las familias adineradas cuyas mujeres eran un poco más que objetos de exhibición.
La novela se desarrolla de la mano de un narrador omnipresente que siente gran simpatía por ese mundo lleno de castillos, príncipes y personas muy adineradas. Chile se convierte en el lugar de estudio de los hijos de Los Borbón y los colegios de monjas o curas los centros de educación de ellos.
La narración es ingenua, cortés y explicativa. Se codifica alrededor del miedo que se asoma por las noches a Jimena cuando duerme. En esas reiteradas pesadillas ve una mujer vestida de blanco que huye con dos niños y es víctima de un asesinato. Ese misterio es el núcleo de interés principal que desarrolla los hilos de la novela. Es así como se ligan los acontecimientos cotidianos de las familias nobles y sus hijos en relaciones amorosas que poco a poco van esclareciendo los hechos, hasta el punto de fijar la boda final entre Max, uno de los hijos de la misteriosa mujer y Jimena. Ahí termina la novela.
Esta obra no pasa de ser un folletín al mejor estilo de Corín Tellado. Carece de valor literario e importancia de algún género.
La cuarta novela recibió el nombre de La cuerda de un violín y la publicó en el año 2001.1
Es una novela tradicional, lineal, monofónica, superficial, de aventuras hogareñas, paseos, romances, bodas, castillos, fantasmas inocentes, positiva, color de rosa, sin contradicciones, y de final feliz.
Dice el prologuista Antonio Pacheco:
"En medio de tanta literatura destructiva nos hacía falta la producción de la abuela, de la abuela incesantemente rejuvenecida gracias a su afán por producir."
Ignoramos cuanta literatura destructiva lee don Antonio y cuál es la literatura que él considera destructiva. Sospechamos, por oposición a la novela que prologa que se trata de la novelística que utiliza la problemática social de los bajos fondos, los conflictos degradantes de los explotados, expuestos críticamente, con rebeldía y crudeza. Pero ahí no radica el problema. La literatura no es positiva o negativa, es literatura sin más o no lo es. Negar categoría literaria al movimiento tremendista, a toda una gran producción importante como fue la novelística de prostitución del siglo XIX, con novelas como Santa, Nacha Regules, Juana Lucero,
La novela, tal y como afirma el prologuista es positiva, sigue la misma técnica de las novelas anteriores, describe, valora, usa preguntas retóricas, pasa de un acontecimiento a otro rápidamente según convenga a sus decisiones, usa el diálogo pocas veces y lo hace desde la perspectiva del narrador omnisciente yoísta. Se ubica en Europa, Roma y se concreta a personajes buenos, positivos, sin dobleces, felices, maravillosos, que viven sus sueños, casarse, tener hijos, viajar, conocer museos, lugares, comer, dormir, oír música clásica o tocar violín. Cuando tienen algún contratiempo lo resuelven con facilidad. Su vida es plana, sin aristas, individualistas. Viven su Edén sin preocupaciones. La novela se convierte en una bella foto de un paseo turístico agradable por los caminos placenteros de la vida armoniosa.
La cuarta novela, que comentamos, fue llamada Una mujer valiente y la publicó en el año 2003.1
Esta novela tiene las mismas características de las anteriores. A pesar de que al inicio el personaje principal Socorro sufre una degradación al ser abandonada por su marido Arturo, esto se narra con gran rapidez. La misma boda con él se mantuvo sin importancia y no es sino después de que él comenzó a llegar tarde los sábados a su casa en el campo, que ella recibe la noticia de su decisión de casarse con su secretaria y divorciarse de ella. Socorro recibe la solidaridad de sus vecinas y amigos y afronta positivamente su situación. Cuando ya sus hijos necesitan estudiar piensa vender su casita de campo y viajar a San José, comprar una casa junto a su familia y trabajar en el hospital como enfermera. Es en ese momento que aparece el príncipe encantado que ofrece comprar su propiedad, la de su esposo y otras fincas aledañas, se enamora de ella y rápidamente le solicita que se case con él. Antes casualmente su esposo sufre un accidente y muere en ese percance junto a su esposa. Llenos de emotividad se preparan para la boda, le comunican a sus hijos la decisión, la los hermanos de Socorro sabían la noticia y estaban de acuerdo con el matrimonio. Todo es armonía, felicidad, alegría. Se casan y se van de luna de miel a México, regresan a vivir el idilio, se enteran del embarazo de su hija, rápidamente alistan la boda y todo sigue ese remanso de paz y felicidad. Hasta un nietito reciben al final.
Todo se resuelve por casualidad, pero lo más importante es que siempre aparece el portador del bien y la riqueza tanto material como espiritual, aspecto que en la vida real casi nunca van de la mano.
1 Bravo Rudín, Marie. Montefrío. Ed. del Norte, San José, 1999.
1 Bravo Rudín, Marie. La hija del cocodrilo. Ed. del Norte, San José, 2000.
2 Bravo Rudín, Marie. Amores Misteriosos. Ed. del Norte, San José, 2000.
1 Bravo Rudín, Marie. La cuerda de un violín. Ed. del Norte, San José, 2001.
1 Bravo Rodín, Marie. Una mujer valiente. Editorial del Norte, San José, 2003.
Hola, lo primero felicitarte. Me gusta todo lo que tienes publicado, en especial este articulo. Gracias y besos....