Roberto Brenes Mesén...cont.2

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amor y engañar, tanto a Julián como a Leonardo. Al final la censura moral es cruel, violenta, inhumana. Julián abandona a Ismenia con su hijo sin nacer, la deja en desamparo, a la intemperie social y moral y como un acto machista huye para ocultar su honor expuesto a la justicia popular, la burla y la hipocresía. No importa todo ello si la tesis de Leonardo queda incólume. Es una máxima moral. Si haces eso, esto y aquello que la sociedad condena y las programaciones religiosas, sean teosóficas, espiritualistas o agnósticas, le sucederán todas estas calamidades. Es el escarnio, la censura social, la justicia sin proceso, sin defensor. El caballero de la "enseña escarlata" impone su código moral, no importa si detrás de sus actos deja mujeres desvalidas e hijos huérfanos. ¡Qué gran caballero!

 

No es casualidad que el padre de Ismenia pase desapercibido y no reciba censura por haber dejado a su hija prácticamente en el abandono. Solo le enviaba, de vez en cuando algún dinerillo o regalos de ocasión. Se desentendió de ella desde el momento en que tuvo problemas económicos y debió inmigrar a San Carlos.

 

El otro caso lo representa el doctor del pueblo. Su conducta es reprochable. No sólo deshonra a Ismenia sino que la embaraza y no repone su falta moral. Ni siquiera está al lado de ella cuando lo necesita y menos reconocer a su hijo. Tampoco recibe censura a pesar de realizar una conducta indebida. La intención clara del autor era castigar la mala educación moral de la joven Ismenia, la mujer y nunca el varón.

 

La novela Lázaro de Betania fue publicada en 1932.1

 

No posee todos los rasgos propios de la novela. No obstante ello la hemos citado y ofrecemos un comentario con el fin de resaltar un escritor tan importante en esta generación  como lo fue Roberto Brenes Mesén. Este  pensador más debería estudiarse como poeta y como ensayista sobresaliente. Pertenece, como el que más, a la generación  modernista de 1897.

 

La novelita Lázaro de Betania no pasa de las cien páginas y no se propone narrar un mundo complejo y completo de intrigas y acciones. Es el desarrollo de un proceso con varios incidentes. Lo  divide en  XV secciones de diverso tamaño pero sumamente cortas todas. En cada una de ellas describe el lugar, da algunos rasgos misteriosos de los personajes, que suelen ser básicamente tres, Lázaro, Sara y María (su hermana) y la voz del Maestro (o su imagen), a veces brinda algún diálogo corto y  otras tantas reflexiones. El tiempo transcurrido no va más allá de cuatro días con sus respectivas noches.

 

Lázaro, después de ocho años de ausencia y luego de haber sido resucitado por El Maestro y residir fuera de Betania, regresa a su pueblo para buscar su identidad perdida, después de su resurrección. Es un doble regreso. En su pueblo visita el Santuario, donde contempla a su Maestro y  ve a tres mujeres que al igual que él visitan el lugar. Se establece en casa de Sara, esposa de su amigo Simón. Visita diversos lugares que le fueron importantes, al lado de su Maestro. El primero en observar es El Cenáculo, luego El Monte de los Olivos, La Cueva donde estaba enterrado, la casa de María, su hermana y nada más. Estos lugares suelen describirse con imágenes sensoriales, gustativas, auditivas y  sobre todo olfativas y son espacios llenos de paz, solemnes, sagrados y de una enorme serenidad, no existe ni la menor señal de contradicción, de conflicto. Todos ellos  incitan a la meditación, la reflexión el éxtasis. Son como el alimento del espíritu. Todas las evocaciones  están ligadas a los lugares santos que fueron testigos de la presencia del Maestro.

 

La tesis de la obra es de tipo  reflexivo.

 

"El misterio de su vida se ha resuelto en dos prodigios: acaba de saber quién es él, por qué se halla en ese cuerpo, qué ha venido a hacer al mundo precisamente cuando el Maestro estaba  para alejarse de él.  Segundo prodigio es la certidumbre de que posee una extraña vivencia."1

 

Cuando Lázaro resucita por orden del Maestro, no recuerda quién es él. Es  una visión del Maestro quien le asegura que él es Eliezer en el cuerpo de Lázaro. Esto  vislumbra  sutilmente el tema de la reencarnación, de ahí la confusión de Lázaro y su búsqueda de identidad que es su preocupación fundamental. Constantemente hace referencia a  su cuerpo como una bestia que él trata de dominar a través de su espíritu, del conocimiento, de la luz. Esto  lo lleva al desenlace del relato cuando víctima de la bestia corporal cae en la excitación erótica de María, su hermana y cuando está a punto de sucumbir recibe el destello, la luz de los pies del Maestro en la cabellera de María y desiste de su intento y comprende que él  es Lázaro y que  ha cometido un enorme pecado por el que pide perdón al Maestro:

 

"_ Oh Maestro, vierte el Jordán de tu perdón sobre mi vida...".2

 

Este desenlace  es propio del relato. Produce un efecto único e importante. Lázaro recobra en este doble  regreso, el físico y el espiritual (conocimiento), su identidad.

 

El uso de ambientes exóticos así  como los temas y su  tratamiento estilísticamente modernista, hacen de este relato  su pertenencia al modernismo de la generación de 1897. Lo universal de la tesis usada y la forma de expresarla, más que narrarla, le confieren estatus modernista.

 

Finalmente y de manera  circunstancial deseo hacer la siguiente observación por ser  un aspecto reiterativo en algunas de sus obras. En la sección XI de su relato, que él llama La Turba, el narrador-autor  describe los pensamientos de Lázaro, cuando la muchedumbre le sigue hasta su morada, la casa de su amigo Simón y, a solicitud de Sara, sale a verlos desde  su habitación. Textualmente dice el narrador:

 

 

"Lázaro quédase mirándola. Su pensamiento se llena de trepadores recuerdos. ¡Por doquiera las muchedumbres! ¡Por doquiera esa insaciable curiosidad del alma! Esa esperanza de una revelación extraña que nos traiga el don de ser felices. Más entienden la dicha con hartura. César les da pan y circo: la muchedumbre le ciñe una corona de laurel, le ofrece un trono. El Maestro les enseña el camino de la perpetua paz, de la dicha que se asienta en el reino de Dios: le ciñen corona de espinas, le clavan en cruz. Pero a él, a Lázaro, ¿por qué le siguen? ¿Por qué le esperan?".1

 

Este mismo reproche  lo  encontramos en su ensayo El Político que publicó en 1941, en el Repertorio Americano. En el primer párrafo:

 

"Consagra al ídolo quien lo adora; no la mano que lo esculpe. Son pues, paganas las muchedumbres que sin haber visto los  milagros del ídolo, hincan sobre la tierra la rodilla para mirarlos pasar. Culpables son de la creciente corrupción de los políticos, porque a pesar de que nada sustancial hacen por ellas, una y otra vez se arrebañan para votar por ellos".

 

Parece que la voz del pueblo, para Roberto Brenes Mesén y para este servidor, no es la voz de Dios. La ignorancia sólo conduce al error y las muchedumbres, ayer y hoy, víctimas de su propia enfermedad, sólo buscan lo inmediato, lo terreno, lo poco sustancial y por su misma ignorancia, no alcanzan a mirar más allá de su inmediatez. Y éste es el éxito de los políticos  corruptos y los ídolos de pies de barro, pues conocen de esa debilidad.



1 Brenes Mesén, Roberto. Lázaro de Betania. Ed. Costa Rica, Imprenta Trejos y Hermanos, San José, 1967.

1 Brenes Mesén, Roberto. Lázaro de Betania, Colección La Propia, imprenta Lehmann, San José. pp.48-49.

2 Íd. p. 100.

1 Íd. pp. 64-65.

 

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Can I quote you in my report for school?
(¿Puedo citar le en mi informe para la escuela? )
Como un trabajo sobre un escritor costarricense realizado por el profesor y Catedrático Benedicto Víquez Guzmán

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 9 de Septiembre 2009 4:44 AM.

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