Rodrigo Soto González

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RODRIGO SOTO GONZÁLEZ

(1962)

 

 

Rodrigo Soto González nació en El Carmen, San José el día 14 de marzo de 1962. Realizó sus estudios secundarios en el Liceo Justo Facio y obtuvo su bachillerato en 1979. Luego inició los estudios universitarios en la Universidad de Costa Rica en la especialidad de Filosofía.

 

Él se define2 como un diletante y repasa, un tanto su vida, a partir, posiblemente, de sus inicios, en el arte y la escritura. En ese entonces, 1984, quizás, ser inconstante, ir de un lugar a otro, sin afincarse en uno solo, era mal visto. Hoy somos del mismo criterio de Rodrigo, parece ser la moda. El mundo no parece estar seguro para nadie y la mejor carrera o profesión, hoy, mañana, puede ser un fracaso. El mundo, después del descubrimiento de la relatividad abre cien puertas y las cierra a la vez. Los códigos y programaciones, seguras, en otros tiempos, hoy se presentan como camisas de fuerza que impiden la vida y ésta no parece ajustarse a metas inmediatas. Para la juventud los valores, que otrora dibujaban el sendero seguro de su vida, hoy carecen de sentido. La duda, la soledad, la degradación, el engaño, la corrupción impune, la traición, han hecho del que piensa, tiene conciencia social, duda de lo establecido por vacío, alienante utilitario, un pobre diablo, inválido, inseguro, sin identidad. Su propio refugio es en él mismo y no porque lo desee sino porque los espacios sociales, establecidos por los hombres del sistema, carecen de verdaderos valores. La libertad, la paz, la justicia, la solidaridad, huyeron, desde hace  tiempo muy lejos de nuestra civilización.

 

Es egresado del Taller Nacional de dramaturgia. Confiesa su admiración por el escritor argentino Julio Cortázar.

 

Acaba de publicar en la editorial EUNED un libro con ensayos, artículos, etc. que llamó:

Pingüinos, camellos y ornitorrincos. Sobre literatura y otras especies.

 

Ha trabajado en el teatro Carpa y el grupo Crisis.

 

 

LO QUE HA ESCRITO RODRIGO SOTO GONZÁLEZ

 

NOVELA

 

1.  La estrategia de la araña: 1985

2. Mundicia. Una farsa épica: 1992

3. La torre abolida: 1994

4. Figuras en el espejo: 2001. Esta novela se estructura en cuatro partes:

a. Los petroglifos: 2001

b. Figuras en el espejo: 2001

c. Gina. Ésta la publicó por separado, después, en el año 2006

d. El tigre frente al Aro de Fuego: 2006

5. El Nudo: 2004

6. Las sombras de Lisandro: 2011

7. La hija de Barbazul: 2011

8. En la oscurana: 2012

9. Aquí las noches se hacen largas: 2015

 

CUENTO

 

1. Mitomanías: 1983

2. Dicen que los monos éramos felices: 1995

3. Figuras en espejo: 2009 (Algunos lectores dicen que se trata de cinco novelas cortas que forman un relato novelado). Para mí siguen siendo relatos

4. Floraciones y desfloraciones: 2006

5. Volar como un Ángel: 2007

6. Otros Reinos: 2012

 

 

 

 

POESÍA

 

1. La muerte lleva anteojos: 1990

2. Damocles y otros poemas: 1999

3. El laberinto encendido: 2010

 

TEATRO

 

1. Aquí las noches se hacen largas: 2008

 

La estrategia de la araña es la primera novela que escribió Rodrigo Soto González y la publicó en el año 1985.1

 

Esta Novela de Rodrigo es polifónica y se ubica dentro de las novelas de crítica social. La obra se desarrolla en la ciudad de San José. Desde un presente, un joven y desde una perspectiva de primera persona escribe su "deambular" por la ciudad de San José, su visión. Es un doble viaje, el primero por los bares y lugares nocturnos de esa desdibujada y degradante ciudad y el otro sobre su propia imagen, su proyecto, su vida que no vislumbra una luz en ese túnel, en ese laberinto en que se encuentra, a pesar de que lucha por hallar un sentido a su vida, no lo obtiene.

 

En ese doble viaje, de visitas de evasión, a los bares para mitigar su soledad y evaporar su desengaño experimenta un encuentro. Es en un bar donde suele asistir a tomarse unas cervezas y descubre una bella mujer. Solo la mira, se miran, se examinan. Ella sale del lugar y él, Ricardo, la sigue, se siente identificado con ella, visita su cuarto y se atraen, casi sin decir palabras. La sorpresa viene cuando ella, por la mañana del día siguiente, aparece desnuda y muestra su doble sexo a su acompañante de turno. Asombro, odio, comprensión, sorpresa. Su mundo, ya precario, se deshizo en un sin fin de conflictos encontrados y preguntas sin respuesta. La evidencia está frente a él. Este encuentro lo marcó, aún más  para siempre. Empieza el viaje a la nada, a ser el prisionero de esa telaraña que lo asfixiaba, lo atenazaba, lo minimizaba. Deja de ser un hombre común, sin aristas, sin sobresaltos, corriente, pura clase media, miembro de un clan convencional como todos los que desfilan por nuestras calles.

 

El relato sigue la historia causal de los acontecimientos, cómo era su familia, sus estudios de derecho en la universidad, el trabajo, sus amigos, su niñez, su adolescencia. Son ráfagas de su biografía, brochazos para codificarlo dentro del paradigma de sociedad vigente, de la gran estafa de la vida.

 

Luego vienen otros encuentros, uno de ellos es con David, un igual, un compañero más de su sin sentido, le acompaña en sus visitas a los bares y sus monólogos interiores, sus anhelos de escritor, su novela que escribe (clásico libro que se hace mientras sucede) y en su deambular por la ciudad un día se encuentra con una mujer que espera a su marido, allá por los barrios del Sur en una calle-símbolo, sin salida. Es confundido por ella que le invita a tomara café. Entra a su casa, una guardilla, la esencia misma de la pobreza, la madre que lucha por buscar comida para sus hijos, humilde pero noble. Es la típica familia del pobre de los  suburbios de la ciudad, ese cordón que se extiende alrededor de la capital y que poco a poco la va estrujando hasta que, pienso yo, terminará por ahorcarla. Sale de ahí más solo que antes, su impotencia llega a tal extremo que ni siquiera mueve un dedo para ayudarla. No es capaz de socorrerla pues como ella son miles los hogares de madres solas que no tienen otro remedio que prostituirse y prostituir a sus hijos para poder comer. Y comienza la caída en el túnel, la telaraña, la entrada al reino de la nada. La ciudad abre sus tentáculos. Inevitablemente inicia el proceso de destrucción, de locura, de prisión. Cada vez más los hilos pegajosos de la araña lo van asfixiando, se le pegan a su cuerpo, lo atrapan, lo despersonalizan, lo minimizan, lentamente, pacientemente la araña-muerte espera desde arriba, lo mira complaciente, hasta parece tenerle lástima, pero tiene hambre y su espera tendrá su recompensa. Las historias se repiten, no importan los nombres, la rutina continúa, pero la búsqueda del sentido a su vida cede, cada vez más, a los hilos de la telaraña.

 

El último encuentro en importancia es con Irene, la revolucionaria Argentina, amiga de Ernesto, su contacto en Costa Rica, luchan por algo, un ideal, así lo comprende Ricardo que se adhiere a ella con desesperación, le confía sus sueños, sus congojas, sus frustraciones, pero ella no está ahí para consolarlo, no está en sus planes. Irene parte a cumplir con su trabajo en la organización y él sigue su lucha angustiosa por la vida en la muerte. Al final sucede lo esperado, lo evidente, la muerte-suicidio.

 

Es una novela degradada como la vida misma del ser consciente, de la impotencia, de lo irremediable, lo esperable, lo inevitable. Trágica desde el inicio al final. Es un grito de auxilio, desesperado, un llamado a la conciencia, con más preguntas que respuestas, más desengaños que alegrías, desde un túnel sin salida aparente, un laberinto a que los mismos hombres, su locura por el poder y la obtención de lo materia, nos han conducido. ¿Habrá esperanza? Pienso que la novela respondería que no. Tendrían que pasar muchas cosas, muchos cambios, en el país y en el mundo y los pronósticos por más positivos que se deseen ver, no aparecen, como tales, en el horizonte cercano.

 

La segunda novela que ha escrito Rodrigo Soto González la llamó Mundicia, una farsa épica y la publicó en 1992.1

 

Esta obra que el autor llamó (in) Mundicia y que le agregó la frase "una farsa épica", reúne todas las características del género novelístico. En lo que sí estamos de acuerdo es en lo de farsa épica porque la novela simboliza la visión mítica, irreal, de una Costa Rica isla, "la isla que somos" o mejor dicho que hemos creado, por no decir, el engaño que pretendemos ser. Desde el inicio del relato con el nacimiento del niño Cabizmundo, la farsa de su nacimiento, la rifa de su suerte y el destino en su seudo madre  Saturnina, así como su padre adoptivo y su seudo hermana Liviana, su vida de niño, en el Paso de la Vaca, lugar de por sí significativo en la ciudad de San José, su origen real, en el cerro de la muerte de Helio (sol) y Selene (luna), su juventud, su deambular por la ciudad y el viaje a la playa Culebra, toda su vida, hasta su muerte, simbolizan esa ilusoria búsqueda de quiénes entendieran, comprendieran, que Mundicia no era una isla. Ese héroe degradado, antihéroe, no logra su meta y muere frustrado, de igual manera que Anselmo, el loquito del asilo, su amigo que se suicidó por la misma causa.

 

La novela que nos sorprende desde el inicio, por lo que comienza por ser una especie de realismo maravilloso, con ironía y sarcasmo incluidos, poco a poco, nos introduce en un mundo más allá de lo maravilloso, es un realismo supermaravilloso y lo evidencia en los acontecimientos que se dan en un parque cualquiera. No sorprende los asaltos, los amores asexuados, las drogas, la delincuencia juvenil, la trata de blancas, la prostitución infantil, no, eso pareciera ser demasiado cotidiano, norma, real, común. Lo verdaderamente maravilloso, sorprendente es la aparición de estatuas en el parque y la manera como se reproducían y atentaban con inundar el parque con su usurpadora presencia, todas casi iguales, de políticos impersonales, desteñidos, inverosímiles. A fe que el realismo maravilloso tradicional da paso a un realismo superior, insospechado, asombroso. Terriblemente real para ser real. Toda la obra se mueve bajo esa distinción, desde el nacimiento del antihéroe Cabizmundo hasta su muerte. Estamos en presencia de una nueva visión de la realidad que supera el ya convencional realismo maravilloso y entonces el personaje principal, a través de su propia voz y perspectiva, la de un narrador omnisciente cercano a ella o las improvisadas participaciones de algunos personajes inician ese viaje por la ciudad y fuera de ella con el único fin de mostrar la verdadera Costa Rica, la de los monstruos ciegos que devoran estrellas y viven en los ríos-cloacas, los predicadores de los mercados (y  de otros sitios públicos) con sus reiterados sermones llenos de necedades y que debemos soportar, el insulso fútbol, las fábricas de nubes (de contaminación), la rutina de las gentes enajenadas, las contaminaciones, las eficiencias mecánicas, las izquierdas o los dialécticos (la izquierda erótica), con una escena excelente en la taberna, cerca de UCR, la ciudad al amanecer de domingo y los indigentes o sus moradores fantasmas, las letanías de personajes sobre la muerte del Cabizmundo, la huelga, los trabajadores y los policías, todo se da en ese plano irreal, imágenes absurdas, mundo de fantasmas que de tanto reinventarse se convierten, poco a poco, en fieles testigos de que Mundicia no es una isla y que existe en la geografía como territorio entre dos océanos y con límites terrestres.

 

La obra se vuelve trágica, cuando nadie comprende, casi ninguno se une a Cabizmundo en su empresa, su proyecto vital, por demostrar que Mundicia no es una isla. Ni la escena del teatro en el concierto, ni la manta en el parque colocada en un alto árbol y él amenazando con lanzarse al vacío para llamar la atención, ni el intento por incinerarse frente a la Asamblea Legislativa, lograron atraer a personas que creyeran en lo evidente. Es la tragedia de un país que se cree la Suiza centroamericana, de habitantes blancos y superiores, donde el único ejército que existe (ahora) es de maestros, a pesar de los innumerables golpes de estado que marcan la historia, donde todos somos iguales (igualiticos), no hay analfabetismo, como si pasar los ojos por las letras, los eximiera de ello, donde se vive la mejor democracia del mundo, donde no hay racismo ni machismo, el país de las mujeres más lindas de la tierra, etc. De verdad que nadie puede creer que no sea una isla, desde esta visión mítica. Solo los locos como Anselmo y Cabizmundo tienen conciencia de que la verdad es otra. Esta es la farsa y es la tragedia de esta querida patria.

 

La tercera novela está compuesta por cuatro partes y la llamó Figuras en el espejo. Fue publicada en el año 2001.1 Los nombres de estos capítulos son: Los petroglifos, Figuras en el espejo, Gina y El tigre frente al Aro de Fuego.

 

Los Petroglifos

 

Es el inicio y el final de la novela que se nos presenta bajo la modalidad de una situación inicial igual a la situación final y con ello muestra una estructura circular. Es un ejemplo del nuevo paradigma que hemos llamado polisémico. Ya el tradicional narrador del viejo molde ha desaparecido y en su lugar aparece un discurso narrativo en poder de los mismos personajes que se convierten en voces de sus propias vivencias y entre todas ellas configuran una sinfonía de imágenes que crean esa bella música coral, capaz de irradiar las vidas de todos ellos en un mural único que se inicia con Los petroglifos.

 

Toni, Ana, Oswaldo, Caco, Milena y Güicho son los personajes que reflejan en el espejo su niñez. No existen grandes acontecimientos pero sí la vida cotidiana que les corresponde vivir. No faltan los problemas hogareños, los pleitos, las borracheras de los padres, las separaciones, los castigos físicos y sobre todo esa vivencia, ese aprendizaje en la escuela del barrio. Todos ellos son figurillas en ese gran espejo de la vida, en este caso de la niñez, reunidos los hombres en el barranco y las piedras con los jeroglíficos indescifrables que guardan los tesoros de ese mundo ido y que la civilización derrumba en aras del modernismo. Vida y muerte simbolizan esa niñez que muere para dar inicio a la adolescencia, la destrucción del mundo indígena para dar nacimiento a la carretera y la separación de Waldo de la mujer extranjera, fracesa-alemana, llamada curiosamente Petra (piedra).

 

Rodrigo Soto González y otros más de esta generación, Fernando Contreras Castro, Carlos Cortés Zúñiga, Rodolfo Arias Formoso y no sigo porque son muchos más, casi cuarenta dan inicio a un nuevo paradigma literario en la novelística costarricense. No hay duda de que estamos a las puertas de un resurgimiento de la creación literaria que abre las puertas a un horizonte mayor que llegará a los linderos universales sin tapujos, ni temores y por fin nos situará en ese altar tan apetecido por muchos pero al que pocos han llegado. El nombre de esta generación tiene por titulo: ecologismo por la inclinación temática de algunos de sus representantes pero ese nombre no reúne su esencia. Como lo dijimos cuando tipificamos esta generación, ella manifiesta el desencanto, la frustración, el desencuentro, el engaño, la impotencia.

 

Figuras en el espejo

 

Es una escena. Se presenta casi teatral. Dos parejas una formal, Ariel y Gina reciben en su casa a Marcela y Oswaldo, amigo y amante. Se estable un diálogo entre ellos un tanto baladí, mientras toman unos tragos y luego cenan. Al final se despiden de los esposos y Marcela queda comprometida a llamar a su amigo-amante la próxima noche para salir.

 

En realidad la escena muestra la realidad de lo cotidiano en ese tipo de reuniones informales donde nunca se profundiza en ningún tema y se convierte en una cháchara más. No son más que figuras del parecer reflejado en un espejo, sin proyectos y sin saber lo que quieren. Es el mundo vacío de la clase media pudiente que aparenta una realidad harto conocida. Es la hoja de un árbol que arrastra el viento y no sabe donde caerá. La escena símbolo de la gran tragedia del mundo, lleno de sombras que deambulan por laberintos interiores en busca de un asidero que les dé sentido y reposo existencial.

 

Gina representa la tercera parte y fue publicada por separado tiempo después en el año 2006, como una novelita independiente. Esto fue un error, según nuestro parecer, porque en ella se profundiza ese desencuentro vital de los personajes.

 

Es una autobiografía pero con una faceta diferenciadora: la biografía la cuenta el mismo personaje femenino, ya conocido, de nombre Gina.

 

Se asume el discurso  narrativo a través de situaciones especiales que afronta Gina desde niña. Es un  constante devenir de accidentes, tanto personales como sucedidos a personas cercanas a ella, tales como su padre y su exesposo. Otros en cambio los sufre Gina en su misma vida como el encuentro con Miguel y luego su relación violenta con él. Esto no es más que la reiteración de Waldo y sus mujeres periódicas.

 

Gina a pesar de pertenecer a una clase media y haber obtenido la profesión de antropóloga, por diferentes razones, desde muy joven vive situaciones sino traumáticas, desarmónicas, que le impiden realizar sus proyectos personales que de todas maneras, dadas sus circunstancias reales le son difíciles cumplir. Esto sucede con el encuentro desde su infancia con jóvenes que la introducen en la vida sexual. La más violenta fue la que sufrió con Miguel, un joven universitario que llegó a agredirla físicamente. Desde su primer matrimonio con Ariel la llegada a su hogar de dos hijas se convierte en el primer obstáculo para llevar a cabo sus aspiraciones profesionales, sus anhelos políticos y su vida más abierta y libre. El matrimonio tradicional no le viene justo a lo que desea para su realización plena como mujer. Busca la separación de su esposo y acude a una vida un tanto aventurera, casi depositada al azar y a los derrepentes. Trata de buscar una casa donde vivir, se compra un carro de segunda y, como una gallina desasosegada ni siquiera desempaqueta sus haberes pues intuye que pronto llegará otra morada y luego otra. Así viaja con sus hijas a Puerto Viejo, donde se relaciona con el negro Miguel, también separado de su esposa como ella  y con dos hijos varones. Forman un hogar y se consolidan en su relación como familia.

 

Al final regresa con sus hijas e hijos de Miguel a San José con la esperanza de encontrar algo parecido a la felicidad.

 

El tigre frente al Aro de Fuego

 

Esta es la última parte de la novela y también tiene como las anteriores al personaje Oswaldo como el eje central de ella. Este es el retablo, el gran mural de la alicaída clase media, sus aspiraciones, vaguedades, superficialidades y luchas por afincarse en un proyecto que les defina, le dé realidad y los saque de ese mundo de imágenes reflejadas en el espejo que aparecen desdibujadas, y muy lejanas de la realidad. Más parece un cadáver que un ser viviente.

 

Novela impresionante, delatora y visionaria. El desencuentro, la búsqueda existencial, el punto esencial de la libertad y la felicidad se confunden con el encuentro de la oquedad, el vacío, la nada, la superficialidad, el repetirse del mundo que vivieron de niños, solo que más amarago, más desolador por el grado de conciencia adquirido en sus estudios.

 

Waldo y Gina, representantes de los dos géneros se convierten en el símbolo generacional de esa sociedad materializada llena de espejismos y estatuas con pies de barro, engañosa, superficial, violenta, material, reiterativa, circular, que convierte a los seres pensantes en figurillas desteñidas de un espejo que tienen dos salidas, la primera ser igual que las mayorías y seguir ese mundo hipócrita, de doble discurso e insípido o lanzarse en las aguas de lo desconocido, del abismo, de su propia nada. Ser domador y exigir el paso de ese león desnaturalizado por el aro de fuego o vivir bajo la consigna de la camiseta de Tamara, ¡A la mierda todo menos el Circo!

 

O la desdicha e impotencia.

 

 "Hacia la desesperanza, hacia el silencio y la impotencia más antiguos, hacia las fauces del dragón que lo devoraba. Cayó durante la eternidad de unos segundos hacia lo más profundo de lo que nunca había visto, de lo que no tenía palabras para nombrar: pegajosa trampa, arena movediza, lodazal de fuego. Se dobló sobre sí mismo hasta quedar en posición fetal, y dejó que la poderosa corriente lo arrastrara. No tenía fuerzas para combatir."1

 

Y llega a la conclusión:

 

"Lo que mejor nos define, lo que nos caracteriza como especie, no es nuestra facultad para concebir pensamientos abstractos, ni nuestra sensibilidad estética o moral, como defienden los optimistas, sino nuestra sorprendente, nuestra increíble capacidad para hacernos los chanchos, ignorando todo aquello que perturbe nuestras fantasías y deseos... (¿Cómo se las arreglan los cerdos para no preguntarse por los motivos de nuestra generosidad?) Hay que tener un deseo muy grande de no ver lo evidente; y  cuando mayor sea la verdad que necesitamos eludir, más alucinante es la mentira que inventamos para tapar el sol con un dedo."1


 La cuarta novela de Rodrigo Soto Quesada es El Nudo, publicada en el año 2004.
1

 

Es una novela de crítica social como casi todas las que ha escrito Rodrigo. Se inicia por el final de la historia. Estas coinciden, aunque el lector social no lo sepa sino cuando la novela concluye. Esto la hace de estructura circular, con idas y venidas a las historias de los cinco (en el desarrollo de la historia principal aparecen otros) personajes principales: Luis, Jaime, Jhonny, Norma y Sonia. 

 

La novela es narrada por un "YO" o "Nosotros" que se acerca cortés al lector para guiarlo, orientarlo,  etc. Es un narrador amigo, simpático y muy cercano al autor de la novela. Ello recuerda las novelas del paradigma tradicional.

 

A pesar de que la situación inicial se describe como una serie de accidentes involuntarios, casuales donde intervienen personajes que al final de la novela, en la situación final tienen vigencia en el relato, es un viaje a playa Panamá el pretexto para que tres amigos de clase media inicien la aventura de su vida y con ella el desarrollote una serie de circunstancias que moldean y truncan los sueños de esos adolescentes y las esperanzas cifradas en ellos por sus padres y amigas.

 

Poco antes de iniciar el regreso a casa se encuentran unos paquetes de cocaína que una lancha tirara al mar con el fin de escapar de los vigilantes que le persiguen. Ese acontecimiento casual, casi sin importancia será el motivo para que los tres amigos caigan en una vida azarosa, llena de crímenes, mafiosa en alguno y pordiosera en otro. A través de las drogas Luis se convierte en narco traficante de la alta sociedad y llega hasta los estrados políticos de la Asamblea Legislativa pero muere en el accidente que inicia la novela. Jaime se consume en las drogas y deambula por la ciudad como un drogadicto común y corriente y Jhonny realiza sus sueños de poder como un asaltabancos y traficante líder de una banda poderosa, cruel y criminal.

 

De esta manera el narrador-autor configura una estructura de fracasos en la vida de estos jóvenes y llena de infortunios. Pareciera que sus vidas están predeterminadas y sujetas a fuerzas fatalistas que impiden cambios radicales en sus conductas. El ambiente social, como en el Positivismo determina el derrotero de la vida de las personas. Ellos nacieron para fracasar en la búsqueda de la felicidad pues sus proyectos nunca estuvieron fuera del interés económico, el prestigio social y la vida vacía, insípida, carente de ideales, ajustadas a un código que no fuera el de la codicia, el todo para mí y nada para los otros. Por ello sus vidas suceden, como juguetes que el viento maneja a su antojo, sin rumbo cierto, sumidos en la nada, el fracaso, la miseria espiritual, la solidaridad y en espera de un final esperado: la nada.

 

No creo que la clase social alta, los riquillos, sucumban a este derrotero. Tal vez algunos, como ellos lo sufran pero eso no es la constante en su núcleo, como sí lo es en las clases de los pobres. En los millonarios es la excepción, en los pobres la constante.

 

Novela importante en la narrativa actual costarricense, bien escrita y con una estructura simbólica excelente.

 

La última novela de Rodrigo Soto González la llamó Las sombras de Lisandro y permanece inédita.



1 Soto González, Rodrigo. Figuras en el espejo. Ediciones Perro Azul, San José 2001.

1 Soto González Rodrigo, Figuras en el espejo. Ediciones Perro Azul, San José, 2001, p. 195.

1 Idem, p. p. 187-188.

2 Soto González, Rodrigo. Elogio del diletante en Viva, La Nación, San José, domingo 22 de diciembre de 2002.

 

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 14 de Septiembre 2009 6:37 PM.

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