Segunda Generación: 1987. El Modernismo

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SEGUNDA GENERACIÓN: 1897. MODERNISMO

 

 

 

NACIDOS: 1860 A 1874

GESTACIÓN: 1890 A 1905

VIGENCIA: 1905 A 1919

 

 

Esta generación está formada por los novelistas nacidos de 1860 a 1874. Es la segunda generación del período naturalista y se presenta como una generación de consolidación de algunos rasgos iniciados por la generación anterior y apertura de otros más innovadores, como son los modernistas. Precisamente por ello recibe el nombre de generación modernista. A ella pertenece Rubén Darío (1867-1916), epónimo  de esta generación y punto de partida para fijar las demás generaciones.

 

Desarrolló, por excelencia, la poesía. Es el género preferido y alrededor  de él, los poetas dejaron obras significativas. Pero el género novelístico también se cultivó y como ejemplo sobresaliente citamos a Enrique Larreta (1875-1961), argentino, con su famosa novela, La gloria de Don Ramiro: 1908, Mariano Azuela (1873-1952), mexicano, con su novela, Los de abajo: 1916,  Manuel Díaz Rodríguez (1871-1927), venezolano, con su obra, Ídolos  Rotos: 1901 y Federico Gamboa (1864-1939), mejicano, con su novela de prostitución, Santa: 1903, para citar sólo algunos de los más importantes.

 

La temática de su preferencia fue muy variada. Escogieron motivos exóticos y cosmopolitas y se inclinaron por el universalismo. Fueron impresionistas y cuidaron sobremanera el lenguaje. No escatimaron  los neologismos, la abundante adjetivación y los efectos sensoriales, como que el parnasianismo y el simbolismo franceses, fueron su fuente. Estos novelistas investigan detenidamente los contextos históricos que deciden novelar  y tratan de representarlos con gran fidelidad, en sus descripciones, retratos, costumbres, etc. La presentación de los hechos y los personajes siguen la misma lógica causal logocéntrica de toda esta época. Se observan los hechos, se presenta un marco inicial, se abren los procesos, luego de retratar los personajes, y se desarrollan  los conflictos hasta llegar a una situación final resolutiva, sea esta positiva o negativa, lo cierto es que siempre será racional.

 

En estas novelas encontraremos las más variadas oposiciones: lo viejo frente a lo nuevo, lo exótico frente a lo conocido, el campo frente a la ciudad, los buenos frente a los malos, lo grotesco, truculento, frente a lo sublime y bello, lo tradicional, frente a lo moderno y por su puesto, un gran culto a la belleza, la armonía, la naturaleza y sus poderes. Es el culto esteticista  que tanto caracterizó al modernismo.

 

En Costa Rica tenemos, en esta generación, por primera vez, a escritores de gran valía: Jenaro Cardona Valverde (1863-1930), con sus novelas  El Primo: 1905 y La esfinge del sendero: 1914, Carlos Gagini Chavarría (1865-1925), con sus novelas El árbol enfermo: 1918 y La caída del águila: 1920, Roberto Brenes Mesén (1874-1947), con su novela (relato) Lázaro de Betania: 1932. Manuel González Zeledón (1869-1936), con su novela (relato) La propia: 1910, Gonzalo Sánchez Bonilla (1864-1965), con su novela El pobre manco: 1909, Rogelio Fernández Güel (1868-1918), con su novela Lux et  umbra: 1911 y el guatemalteco Máximo Soto Hall (1871-1944), con sus novelas El Problema: 1899 y Catalina: 1900. A esta generación de novelistas  costarricenses pertenecen también, el cuentista don Ricardo Fernández Guardia (1867-1950) y poetas, tan importantes como Aquileo Echeverría (1866-1909) y Enrique Hine (1870-1928), que comparten las mismas inquietudes literarias desde otro género: la lírica.

 

En Costa Rica esta generación, presentó, no sólo el inicio de una literatura nacional realista, en las versiones naturalista y modernista, sino una polémica que a pesar de haber sido descrita y analizada por casi todos los  historiadores y críticos de nuestra literatura, tiene más importancia de lo que han querido asignarle. No fue una cuestión superficial, muchas veces descrita  diferenciada por el uso del lenguaje, ni una actitud despectiva e irónica hacia los temas campesinos del campo costarricense o temas solemnes europeos. Es, según nuestro criterio, un aspecto importante de la formación social y cultural del costarricense de índole ideológico que no se ha sido desarrollado por la crítica y menos por la historia.

 

Hacia 1900, en el periódico  El Heraldo de Costa Rica y en 1902 en La Prensa Libre se planteó una polémica en términos muy claros. ¿Escribir sobre asuntos nacionales o extranjeros? Los principales promotores fueron don Ricardo Fernández Guardia, residente en ese momento en París, y don Carlos Gagini Chavarría, principalmente, porque participaron muchos otros más. Don Ricardo,  joven educado en Europa, publicó  en 1894 un libro de cuentos titulado Hojarasca con temas y formas alejados de lo nacional. A ellos contestó don Carlos  en 1898, cuatro años después, con otro libro de cuentos que llamó Chamarasca, con doce cuentos, dos más que don Ricardo, con motivos y temas nacionales. Diferentes en lo temático, iguales en la forma. A pesar de que la polémica se planteó más recargada sobre el uso o no, de un lenguaje  realista, tal cual se realizaba en ese momento (el habla popular del campesino), además abarcó otros aspectos significativos ajenos a tópicos nacionales e inició la constitución de dos grupos opuestos dentro de la cultura  general, y literaria, en particular, en la que se ha centrado hasta hoy (1997) el quehacer cultural del país.

 

 La polémica no es un asunto trivial entre  escribir sobre una india de Pacaca o una bella francesa, como escribiera Ricardo Fernández Guardia (1867-1950) o utilizar el diccionario de barbarismos en detrimento del diccionario de la Real Académica. Ambos escribieron obras que nada tienen que ver con Costa Rica como la "novela" (relato) El Sargento Gerard: 1999  de Carlos Gagini (1865-1925) y los Cuentos Grises: 1918 pero no fueron indiferentes a esta temática. Muestra de ese sesgo es la obra los Cuentos Ticos: 1901, de don Ricardo Fernández Guardia que utilizarían una temática costarricense. Detrás de esa externa polémica  se ocultaba una  ideología, producto de su condición económica y una formación cultural diferentes, a pesar de pertenecer al mismo grupo oligárquico, por no disfrutar los mismos beneficios económicos y las mismas posibilidades de educación y contactos culturales

 

Ya lo notamos en la generación anterior, entre los únicos dos novelistas que pertenecen a ella, Juan Garita Guillén y Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno. El primero de bajos recursos, con menos roce cultural europeo, pero con más acercamiento al pueblo, por vivir insertado en él y compartir  sus alegrías y tristezas; el otro más cerca del poder, de la oligarquía cafetalera y el disfrute de un ambiente más burgués. Ahí comenzó el fondo de la polémica. Mientras Juan Garita Guillén escribió sobre los pobres (Conchita), Jesús Jiménez Oreamuno escribió sobre los ricos de Cartago y los españoles, aunque los dos utilizaran el mismo género literario.

 

Y esta polémica no terminó aquí, por más que algunos lo crean. Fue su origen y, aún hoy, se mantiene vigente o ¿no estamos viviendo en la Asamblea Legislativa dentro del Partido Liberación Nacional, los mismos dos grupos, de hace casi cien años?  ¿No es cierto que ellos hayan sido llamados los maiceros y los príncipes? Pertenecen al mismo partido, a la misma fracción parlamentaria y al mismo grupo oligárquico, pero son diferentes en su formación intelectual y cultural.

Éste ha sido el origen, y hoy sigue vigente, de la cultura elitista costarricense, salvo contadas excepciones, que tendremos ocasión de analizar conforme vayamos estudiando cada una de las generaciones de novelistas costarricenses.

 

Otro aspecto que debemos tener presente es que los dos grupos escribieron sus obras pensando más en un lector extranjero, que en uno costarricense y menos en un campesino o concho como solían llamarlos, y que posiblemente nunca los leyó. Los nacionalistas pusieron su empeño en darnos a conocer tal y como éramos, pobres, "polos", folclóricos, patillos, buenos, incultos y por qué no, hasta tontos, y los europeístas prefirieron ignorarnos, por razones que no están en nuestro interés. Los escritores de ambas tendencias escribieron con un distanciamiento emocional en su visión que los hacían visualizar con mentalidad de hombres cultos. Por ello el narrador de sus novelas distinguió claramente cuándo hablaba un campesino y cuándo  él, el culto, el maestro, el dueño de la verdad. ¿No fue esto lo que hizo, Manuel González Zeledón, Carlos Gagini Chavarría, Ricardo Fernández Guardia y Aquileo Echeverría?

 

Por último deseamos señalar que se ha cometido un error al  valorar las obras como buenas,  si se trataban de nacionalistas, o  malas, si eran europeístas. La obra no es mejor o peor por un asunto patriótico o patriotero. Esto también deberemos ponerlo en su debido lugar y quizás hoy, más que nunca, los críticos literarios se están dando cuenta que la literatura está más allá de las cuestiones ideológicas y sobre todo políticas  o partidarias.

 

Desde luego que los que escribieron una o más novelas en esta generación no formaron una generación de novelistas costarricenses aunque son parte de ella. Tendremos que esperar hasta la época contemporánea, en el primer período, a la generación de 1942, para certificar el nacimiento de la primera generación de novelistas costarricenses propiamente codificada.

 

Los novelistas de esta generación son los siguientes:

 

Jenaro Cardona Valverde (1863-1930)

Gonzalo Sánchez Bonilla (1864-1965)

Manuel González Zeledón (1864-1936)

Anastasio Alfaro González (1865-1952)

Carlos Gagini Chavarría (1865-1925)

Caridad De Salazar Fernández (1869-1948)

Máximo Soto Hall (1871-1944) (guatemalteco)

Ramón Junoy (Español, nacionalizado costarricense) (1871-1951)

Roberto Brenes Mesén (1874-1947)

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Even if the court applies the amendment to the states, though, little may change. Most state constitutions already protect an individual right to bear arms, and federal protection, depending on its form, could well be merely duplicative.
(Incluso si el tribunal aplica la enmienda a los estados, sin embargo, el cambio littlemay. La mayoría de las constituciones estatales ya proteger un individualright a portar armas, y la protección federal, en función de su forma, bien podría ser simplemente una duplicación)


Gracias por la aclaración
Benedicto víquez Guzmán

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 6 de Septiembre 2009 11:48 PM.

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