Juan Garita Guillén

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JUAN GARITA GUILLEN

(1859-1912)

 

 

El 14 de febrero  de 1859 nació Juan Garita Guillén, Fray Juan, como se le solía llamar. Para algunos, nació en San Rafael  de Oreamuno donde realiza sus primeros estudios, pero para otros, su pueblo natal fue Tierra Blanca, pueblito donde transcurrió gran parte de su vida. En ese lugar se depositaron sus restos en la iglesia y de ahí fueron trasladados  posteriormente al cementerio general.Sus padres fueron Rosa Garita Víquez, de Tierra Blanca y Juan Guillén Mora, de San Rafael de Oreamuno. Este hogar estuvo formado por los cónyuges y siete hermanos: cinco mujeres y dos hombres. Él fue el mayor de esta numerosa familia.Realizó sus estudios secundarios en el colegio San Luis Gonzaga de Cartago. Posteriormente  estudió en el Seminario y de ahí pasó a León de Nicaragua, donde completó la carrera sacerdotal.

 

Su  padre se opuso a que siguiera dicha carrera, pues eran muy pobres y necesitaba su ayuda laboral para llevar el sustento a su familia. No obstante, Juan, siguió adelante con sus estudios, los que finaliza en 1884. El 20 de diciembre de ese año, recibió las órdenes sacerdotales de manos de Monseñor  Bernardo Augusto Thiel, en Nicaragua.

 

Pocos años después de haber ingresado a Costa Rica, proveniente de Nicaragua y comenzando su cargo sacerdotal, precisamente en el año de 1885, Juan Garita Guillén protesta por la expulsión de dos sacerdotes, Rosero y Marino, fuera del país. Publicó su protesta en una hoja suelta y por ello fue confinado, en la isla de San Lucas y castigado físicamente con veinticuatro azotes. Estaba a la cabeza de la república, el licenciado Próspero Fernández y como gobernador Bernardo Soto, que fue el que dio la orden del destierro.

 

Desde joven, Juan Garita Guillén, escribe en forma asidua. El paso por diferentes pueblos le permite conocer más de cerca a los campesinos. Pasó por  Santa Ana, Santa María de Dota, Paraíso, Escazú, Tabarcia, Térraba, Puriscal, Piedras Negras, Tierra Blanca, entre otros.

 

No solo se dedicó a los menesteres religiosos, más bien desempeñó diversos oficios y cultivó con ardor la tierra. Fue un campesino que trocaba y turnaba los oficios de la iglesia con el  trabajo diario de la tierra.

 

Sus  escritos varios, firmados con los seudónimos de Fray Juan, Garabito, y Tío Berrinche, van desde el simple cuadro de costumbres hasta novelitas cortas doctrinales, así como trabajos sobre agricultura. En todos los casos  fueron obras escritas bajo un código estrictamente moral y pensando siempre en que fueran útiles a sus conciudadanos.

 

Nunca dejó, Juan Garita Guillén, de estudiar. Conocía y practicaba  varias lenguas: latín, griego, inglés y antes de morir, estudiaba el chino. Otro de sus pasatiempos fue la música. Él mismo tocaba  violín y guitarra.

 

Fue antiliberal y se oponía  al anarquismo. En no pocas ocasiones aconsejó  a sus feligreses que diesen el voto a candidatos católicos. Fueron  sus preocupaciones la formación moral y religiosa, las normas sociales y los aspectos prácticos de la vida.

 

EL poeta colombiano José Manuel LLeras fue el que escribió la primera letra del Himno Nacional de Costa Rica en tiempos del gobernante Tomás Guardia Gutiérrez, el 15 de setiembre del año 1973. Oficialmente no se instituyó esa letra por varias razones: era muy larga, adulaba en demasía al General Guardia, atacaba a la Cuádruple Alianza centroamericana, etc.

 

Fue el día 24 de junio de 1879, años después de esos sucesos que se entonó el Himno Nacional con una nueva letra, escrita por el seminarista cartaginés Juan Garita Guillén. Tampoco se oficializó pero se usó por algún tiempo.

Murió en el año 1912. 

 

 

LO QUE ESCRIBIÓ JUAN GARITA GUILLÉN

 

NOVELA

 

1. Clemente Adán: 1901 (fue  un relato publicado en tiradas en El Eco Católico).

2. Conchita: 1904 (relato)

3. Juanita Ruiz: 1911 (fue llamada Los héroes inéditos, publicada en El Independiente). Es un relato.

 

POESÍA

 

1. Fábulas y fabulillas: 1908

2. A la patria en sus  días: 1908

3. Mis sueños: 1908

4. El Mundo: 1905

5. Al aguacate: 1905

6. Los cuatro borricos: 1908

7. Receta para componer versos: 1908

8. Los bueyes en rebelión: 1908

 

 

CUADROS DE COSTUMBRES

 

 

1. Diálogo Campesino: 1905

2. La pedida de la novia: 1905

 

 

Para algunos críticos literarios, estas obras escritas por Juan Garita Guillén, no llegan a ser novelas. Así  Virginia Sandoval les llama noveletas. Otros ni siquiera las consideran como parte de la literatura costarricense. Nuestro interés es dejar testimonio de que, a pesar de  las limitaciones  genéricas y literarias, presentes en estas obras, lo cierto es que este sacerdote fue pionero en nuestra novelística y dio un aporte importante a su desarrollo de ella,  desde el  aspecto temático y costumbrista.

 

Sus novelas, como él las llamó, reflejan su formación religiosa y su deseo de ejemplarizar a sus feligreses, sobre todo a la mujer. Son ejemplos de virtud, y cuando un personaje bueno se equivoca, o es víctima de un acto indigno de un personaje malo, es recompensado con el éxito final. Las novelas parten de una situación conflictiva que interrumpe la armonía de un mundo idílico, gracias a un acto malvado de un personaje malo y se desarrolla rápidamente para demostrar el poder de la virtud y de la providencia que hace triunfar el bien sobre el mal: Al final todo vuelve a ser feliz, como al principio: el malvado es castigado y los buenos son recompensados con la felicidad terrenal y, posiblemente, con la celestial.

 

Los personajes no son sometidos a un ambiente determinante y fatalista, sino a situaciones aisladas, casuales de personajes egoístas y descarriados, pero luego de varias acciones recobran el derecho a la verdad, el equilibrio y la felicidad, por el simple hecho de ser buenos, virtuosos y seguir la doctrina cristiana. Estas virtudes lo hacen merecedor al premio final, a pesar de no realizar casi acción alguna para merecerlo. La providencia divina se encargará de resolver, casualmente, sus accidentales momentos difíciles que atraviesan. Los personajes no padecen  actos degradantes,  tal como sucede en las novelas  sobre prostitución como Santa: 1903 de Federico Gamboa (1864-1939) en México (generación siguiente);  y otras posteriores como Nacha Regules: 1882 de Manuel Gálvez (1882-1962), en Argentina; Juana Lucero: 1900 de Augusto D'Almar, seudónimo de Augusto Goeminne Thomson (1882-1950), en Chile; o La Charca: 1894 de Manuel Zeno Gandía (1855-1929), en Puerto Rico. En estas novelas los personajes no se degradan. Sólo se pone a prueba su virtud y jamás se ejecuta acto alguno contra ella. Al final, contrario a las novelas de prostitución propias de este período y de esta generación en Hispanoamérica, en ellas, los personajes encuentran un mundo feliz, ameno, equilibrado y casi celestial.

 

La primera novela que publicó este autor la llamó leyenda y es Clemente  Adán y la publicó en1901.1

 

La ubica en el año 1732. Una familia española  que se radicó  en las cercanías del volcán Tenorio, don Martín Adán y Garayar y doña  Josefa  Golfín y Campo y su hijo Clemente Adán, logran  poseer una finca muy productiva llamada Muza y gozan de ser unos hacendados muy ricos.

 

Clemente Adán es enviado a León de Nicaragua a estudiar para sacerdote. Luego de varios años de  permanecer en el colegio, tiene un conflicto con un compañero  y decide regresar a su casa. Después de varios días de viaje, retorna a su casa y presenta una conducta extraña  y  muy enfermiza. Un día decide salir de caza a un bosque cercano. Suceden varios acontecimientos  en este viaje hacia la montaña y los padres lo dan por muerto. Él, mientras tanto, se interna en la montaña y llega a un valle, donde descubre dos niños indígenas a quienes salva del ataque de un león enfurecido, muerto por él de un disparo certero. Minutos después es conducido al poblado indígena  donde se convierte en misionero de ellos. Los bautiza y les da los primeros contactos con el cristianismo. Con los indígenas suceden varios acontecimientos relacionados  con su función apostólica, hasta que al término adquiere una enfermedad que le conduce a la muerte.

 

No es una novela y menos una leyenda. Es un relato de aventuras con el fin de presentar un ejemplo de misión cristiana. Es fundamentalmente doctrinal.

 

El narrador en este caso no escatima esfuerzos por dirigir al lector, convencerlo de lo que  le cuenta. Por ello señalamos que la voz del narrador  es la misma del autor, a pesar  de disfrazarse, en la tercera persona. Un truco para descubrir  lo que afirmamos es convertir un texto en tercera persona, expuesto por un narrador omnisciente, en un narrador protagonista de primera persona, sin afectar en nada el sentido del texto. Esto  se puede hacer con el mismo propósito a muchos novelistas, aún de generaciones pertenecientes a la época contemporánea. Veamos un ejemplo. Primero lo transcribimos tal y como aparece en la obra y luego lo convertimos a la primera persona protagonista.

 

"Desde el siguiente día emprendió nuestro héroe un trabajo muy difícil: el estudio del idioma guatuso. Para esto le sirvió en gran manera  el cariño con que le distinguió  la niña salvada por él, a quien puso el bello nombre de María. Un sentimiento de gratitud o admiración la unió de tal modo a su providencial salvador, que rara vez  se separaba  de su lado. Le indicaba los objetos y le repetía el nombre, hasta que lo pronunciaba  bien. Él, por su parte, comenzó a inculcarle los rudimentos de nuestra  Fe y a enseñarle el texto de la doctrina"1.

 

Ahora el texto transformado a la primera persona:

 

"Desde  el siguiente día emprendí un trabajo muy difícil: el estudio del idioma guatuso. Para esto me serví en gran manera  del cariño con que me distinguió la niña salvada, a quien puse el bello nombre de María. Un sentimiento de gratitud o admiración  la unió de tal modo al providencial salvador, que rara vez  se separaba de mi lado. Me indicaba los objetos y me repetía el nombre, hasta que  lo pronunciara bien. Yo, por mi parte, comencé a inculcarle los rudimentos de nuestra Fe y a enseñarle el texto de la doctrina."2

 

Las implicaciones de este tipo de narrador las hemos comentado  detalladamente. Es propia de la novela monofónica y de la época moderna realista aunque se sigue dando  en  algunas novelas escritas  en nuestros días.

 

Conchita es la segunda novela y la publica en1904.

 

Es, según su autor, una novela  de costumbres (relato) que le sucedió a una señora conocida por él y que le autoriza contarla para alertar a otras campesinas que pudieran pasar  por igual situación.

 

Conchita es una campesina  de quince años cumplidos, muy  bella y virtuosa, oriunda de un pueblo trabajador y también de costumbres sanas, una especie de lugar ameno. Su hogar es ejemplar. Sus padres, Antonio Fuentes y la señora Nicolasa Poveda, no son muy ricos, pero no sufren pobreza. Ella es hija única y es pretendida por un campesino honrado y trabajador, muy virtuoso, llamado Moncho. Aparece el tercer elemento que configura el triángulo amoroso, el malo. Este se llama don Rafael, sobrino de una familia buena, de la ciudad venida a menos: don José, su esposa doña Pepa y su hija, Flora, de igual edad que Conchita. Rafael había ido a  Francia a estudiar pero no logró sacar título alguno y gastó la poca herencia de su padre. Regresó a su casa y, después de muerto su padre es ayudado por la familia paternal.

 

En el tiempo de recoger el maíz, la familia de don Rafael visita la familia de Conchita, en el campo y se inicia la persecución de don Rafael tras Conchita. Esto se ve favorecido por la solicitud de Flora para que Conchita visite la ciudad y viva un tiempo con ellos. Rafael aprovecha esa situación y asedia a Conchita para ganarse su favor, pero ella, en todo momento, lo rechaza. Por tal motivo planea ganarse sus amores por medios indignos, envía una carta a los padres de Conchita, indisponiéndolos contra ella. La mal informan, diciéndoles que ella se comporta, en la ciudad, como una cualquiera. Los padres reaccionan en contra de su hija y eso entristece a joven, por lo que decide regresar a su casa y contarles la verdad, no sin antes acudir al cura  para obtener su consejo. Este escribe una carta  a los padres de la muchacha y les cuenta la realidad de los hechos. Conchita hace los preparativos para regresar a su pueblo, pero don Rafael inicia un plan para obtener por la fuerza el amor de ella. Convence a la familia de su tío para que don Blas, un trabajador viejo de la familia, acompañe a la campesina de regreso a su casa. Así se realiza el viaje de regreso de la joven, y cuando don Blas, persuadido por el enamorado, deja a la niña en un rancho que al creer de don Rafael, está abandonado.  Luego conduce a su sobrina hasta la ciudad donde la espera su padre y su novio que la reciben alegremente y conocen la verdad. Don Rafael es apresado por  ladrón y enviado al penal San Lucas. Conchita se casó con su novio y fueron muy felices.

 

El autor- narrador no se detiene casi a describir las costumbres del pueblo, sólo las cita y  presenta los acontecimientos en forma rápida, sin detenerse en detalles. Lo que parece interesarle es el escarmiento del acto incorrecto y el éxito de la virtud. Es una actitud moralista, ejemplarizante y no hay  interés en  crear una novela, arte, literatura sino utilizar el género para efectos didáctico-doctrinales. Por eso las apariciones de hechos y personajes providenciales están  presentes en los momentos menos esperados. Lo verosímil del relato se viola constantemente y lo providencial se convierte en el arma más importante para resolver los conflictos más difíciles por los que pasan los personajes. Sólo un ejemplo. Cuando Conchita es dejada en el rancho sola, dice el narrador:

 

"Ella quiso gritar y la voz espiró en su garganta. Pero en ese momento un anciano de aspecto venerable  y tranquilo apareció por el lado opuesto, trayendo al hombro un calabazo de agua.

¿Quién era este hombre providencial?".1

 

Sin comentarios.

 

La tercera novela (relato) escrita por Juan Garita Guillén  la llamó  Los héroes inéditos, Juanita Ruiz: 1910.

 

Esta es una novela, que así la llama su autor, de aventuras. Consta de  dieciséis capítulos pero no va más allá de  28 páginas.

El autor asegura que la protagonista fue su amiga.

 

La narración la inicia  con un diálogo entre Manuel, joven soldado espartano y Luis, su amigo. Éste le comenta que  Juanita, joven muy bella, se va a casar con Pedro Marín, muchacho honrado y virtuoso del lugar. Manuel Díaz, que había pretendido, a la doncella sin esperanzas, decide intervenir para que ese matrimonio no se realice.

 

Nuevamente el triángulo amoroso es el tema de esta novela. Luis y la joven, los buenos, y Manuel, el malo. Este último envía una carta al señor Político, cuyo contenido gira sobre supuestas acciones revolucionarias de parte de Luis Marín, contra el gobierno. Por ello es apresado y enviado al presidio de San Lucas. Su prometida prepara y realiza la escapatoria de Luis del presidio, y junto con él vive en la  isla-península  Uvita, como un Rovinson Crusoe. El obispo Thiel, antes de llegar a este lugar ameno, les casa. Por último  la familia de  Luis Marín logra el indulto de su hijo y la  pareja  regresa a su pueblo para vivir feliz  por el resto de su vida. Al regreso ven a Manuel, su enemigo, dirigirse al presidio de San Lucas por haber matado a un hombre en una reyerta.

 

En la narración de esta novela se presentan todos los vicios narrativos expuestos anteriormente y los rasgos de un narrador-autor que no distingue entre la historia y la literatura, el arte y la realidad.



1 Garita Guillén, Juan. Ob. Cit. 1901.

1 Op. Cit., p.122.

2 La conversión es nuestra.

 

1 Ob. Cit. p. 176.

1 Comment

Yo soy cuarto sobrino nieto del Pbro Juan de Jesus Garita Guillen, y solo queria hacerles una aclaracion, mi cuarto abuelo se llamo Juan Garita Viquez, y no Rosa, como le asignan, Don Rosa Garita sanchez, fue el abuelo del padre Garita y mi Sexto Abuelo, gracias.

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This page contains a single entry by Benedicto Víquez Guzmán published on 6 de Septiembre 2009 7:04 PM.

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